22/8/16

HISTORIAS DE TERROR BOLIVARIANAS

Resulta claro que Venezuela llegó a su situación calamitosa por tomar malas decisiones políticas. Pero no podemos ignorar que estas acciones no fueron impuestas con ley marcial. En algún momento grandes sectores de la población apoyaron estas medidas.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
@DelgadoCantu

Últimamente he estado pensando en las narrativas personales. Sobre cómo inventamos nuestra propia historia, seleccionando algunos eventos y dotándolos de significado, para luego incluirlos en la Gran Narrativa de la vida. Un ejercicio donde fincamos toda clase de traumas y éxitos que definen nuestro presente.

La misma cuestión aplica para los países. Porque al igual que nosotros, alguien se encargó de crear un cuento de la Historia Nacional, eligiendo triunfos, derrotas, heridas y victorias que definen el presente colectivo de una sociedad.

Ya todos conocemos los fantasmas que aterrorizan a México. Como niños seguimos viendo monstruos en las sombras de la noche: sea ya la Conquista, la intervención gringa o la francesa. ¡Bueno señores, hasta Porfirio Díaz nos sigue dando miedo!

No obstante, hemos crecido para entrar en la adolescencia y comenzar a perderle miedo a la oscuridad. Las nuevas generaciones están más interesadas en Pokemón y quizá no tengan ni idea de quién diablos fue Santa Anna, Winfield Scott o Maximiliano de Habsburgo, ni por qué deberían afectar su presente. Basta observar para ver que los jóvenes están muy cómodos con el multiculturalismo y la apertura ante el mundo.

Pero como todos sabemos, la adolescencia es también un periodo turbulento. Así como nosotros experimentamos con drogas e ideologías absurdas, igual las naciones pubertas hacen cosas que poco sentido tienen para los adultos, pero que para el país imberbe resultan reveladoras. Y tal cómo hemos visto, si estos excesos no se controlan, uno puede acabar como junkie en las frías calles de la ciudad.

Pues el mundo tiene a un nuevo amigo junkie. Un país llamado Venezuela que bajo el gobierno de Hugo Chávez abandonó su vida en los suburbios y escapó al desierto para unirse a la familia Manson, llevando su vida a los abismos de la crisis y la desesperanza.


Resulta claro que Venezuela llegó a esta situación por tomar malas decisiones políticas y volverse adicto a su droga predilecta: el petróleo. Pero no podemos ignorar que estas acciones no fueron impuestas con ley marcial. En algún momento grandes sectores de la población apoyaron estas medidas.

Según el economista Ricardo Hausmann, esto sucedió porque el chavismo tergiversó los paradigmas sociales que sustentaban la vida y la historia venezolana, manipulando la conciencia nacional colectiva y creando una nueva narrativa basada en los demonios de Chávez.

Así, una sociedad abierta comenzó a considerar a los empresarios, a la inversión extranjera y al capitalismo como encarnaciones de Lucifer; haciendo que medidas como expropiaciones, control de precios y manipulación de divisas embonaran en su nueva lógica.

Los resultados –sobra decirlo- han sido calamitosos. Pero más aterrador es el corto tiempo que tomó para transformar la mente de una sociedad entera. Cómo en pocos años, se convenció a millones que el modelo chavista era viable.

Si esto pasó en Venezuela, algunas preguntas se vuelven obligatorias para los países adolescentes. ¿Cómo estamos sorteando nuestra pubertad? ¿Qué tan viable es que tomemos el Kool-Aid buscando eliminar el rezago y la pobreza? O peor aún… ¿Qué tan susceptibles somos a la manipulación de los Charles Mansons modernos?

Quizá usted y yo estemos a salvo… ¿Pero qué decir de millones de mexicanos?

Texto publicado originalmente en Vértigo