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3/7/23

INTELIGENCIA ARTIFICIAL / IGNORANCIA NATURAL

El apocalipsis no vendrá necesariamente de un escenario como el retratado en Terminator o The Matrix; sino de ponernos cómodamente a merced de una tecnología que nadie sabe cómo funciona o cómo toma decisiones.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

“La IA probablemente conducirá al fin del mundo, pero mientras tanto, habrá grandes empresas”.
- Sam Altman, CEO de OpenAI

¡Vaya, vaya, vaya! No tardamos mucho para que la humanidad armara un reverendo congal. En este caso, el tiempo fue de aproximadamente cinco meses, periodo donde vimos a la Inteligencia Artificial (IA) pasar de ser una tecnología radiante de optimismo a convertirse en la peor pesadilla del planeta, con todo y sus augurios del apocalipsis y el fin de la civilización.

Consideren primero que fue apenas el 30 de noviembre del 2022 cuando la empresa OpenAI hizo público su programa ChatGPT-3. En aquellas primeras semanas, la discusión se centraba en el impacto que esta herramienta podría tener en el ámbito académico y educativo. Más que el fin del mundo, el mayor peligro que ofrecía esta nueva tecnología era el fin de los ensayos universitarios. ¡Qué inocentes éramos!

De pronto la narrativa cambió. Apenas en marzo del 2023 (menos de cuatro meses después) apareció una actualización inmensamente más poderosa (ChatGPT-4) que armó la de Dios es padre. Poco después de su estreno, toda clase de expertos pusieron el grito en el cielo, advirtiendo que tanto poder en las manos de unos simples homosapiens podría causar toda clase de calamidades. 

Geoffrey Hinton (el “padrino” de la IA) renunció a su trabajo en Google por considerar irresponsable el avance de esta tecnología. El mismo Sam Altman (citado al inicio del artículo) apareció frente al Congreso de Estados Unidos para exigir la regulación de todo lo relacionado con la IA, incluyendo límites a su propia empresa.

Para finales de mayo, el pánico ya se podía resumir en un sólo renglón, el cual apareció en una carta abierta del Center for AI Safety: “Mitigar el riesgo de extinción causado por la IA debe ser una prioridad mundial, al igual que otros riesgos de escala social como las pandemias y la guerra nuclear”. Entre los abajo firmantes se encontraban cientos de académicos (Oxford, UC Berkeley, Stanford, MIT), científicos y empresarios, incluido Bill Gates y -otra vez- el mismísimo Sam Altman.


Pero como dirían los poetas: “¡Calmado venado!” Lo primero que debemos de considerar al hablar de estos peligros es que hoy esta tecnología se encuentra muy lejos de causar el apocalipsis civilizatorio que muchos temen; y todos los escenarios donde se hable de una “rebelión de las máquinas asesinas” deben tomarse como especulativos y con una sana dosis de escepticismo. 

¿Cuál es entonces el peligro real en el corto plazo? Pues como indica Anthony Aguirre, cosmólogo de la UC Santa Cruz y fundador de Future of Life Institute, el problema es uno de dependencia ciega y absoluta hacia una tecnología que difícilmente comprendemos y entendemos. O sea, no estamos frente a un problema de inteligencia artificial malvada, sino de la irremediable condición humana.

Dicho de otra manera, el principal peligro es que gradualmente comencemos a delegar más y más actividades a la IA; que le demos más autonomía y poder para que controle nuestras vidas y nuestra infraestructura crítica. Que nos vuelva complacientes e ignorantes y que termine por “usurpar” el pensamiento y la toma de decisiones humanas en amplios sectores de la economía y la sociedad. 

No es una idea descabellada. El apocalipsis no vendrá necesariamente de un escenario como el retratado en Terminator o The Matrix; sino de ponernos cómodamente a merced de una tecnología que nadie sabe cómo funciona o cómo toma decisiones. Y como bien apunta Anthony Aguirre, “al final será claro que la gran máquina que está controlando a la sociedad no está realmente bajo control humano, y tampoco podrá ser apagada, al igual que no podemos apagar el S&P 500”.

Conociendo de manera superficial a los humanos, este escenario me parece el más plausible. Ese que apela a la flojera y a la pereza humana. Es el sueño que buscamos desde hace siglos: “¡Dejad que las máquinas trabajen por nosotros!” Pero al final… ¿Quién será realmente el amo y quién el esclavo?

19/6/23

NOTAS, IDEAS Y PENSAMIENTOS INCONFESABLES

¿Qué tema puede ser más interesante que advertirles sobre el apocalipsis de las máquinas? ¡Pues ni más ni menos que un nuevo reto de la chaviza en Tiktok!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Me encontraba escribiendo acerca de los peligros de la inteligencia artificial cuando una newsletter de The New York Times desvió mi camino. ¿Qué tema puede ser más interesante que advertirles sobre el apocalipsis de las máquinas? ¡Pues ni más ni menos que un nuevo reto de la chaviza en Tiktok!

Dejen les cuento: este nuevo reto involucra revelar en público el contenido de las notas que uno guarda en diversas aplicaciones de su teléfono celular (por ejemplo “Notes” en cualquier iPhone). Gran parte del voyeurismo inherente es que -a diferencia de nuestras prefabricadas fachadas que mostramos en redes sociales- las notas que escribimos sólo tienen un destinatario: nosotros mismos. Esto convierte a estos microtextos en un genuino y revelador espejo de la persona que los escribió. 

Todavía mejor es que muy pocas personas se toman el tiempo de borrar sus notas; omisión que genera un verdadero archivo histórico de pensamientos, listas, recetas, datos dispersos, ideas inconclusas y ocurrencias invaluables. Si no me creen, vayan y revisen ahora mismo para que me den la razón.


Obviamente quise subirme a este reto, pero como soy malo en Tiktok lo haré aquí en formato escrito. Más allá de revelar un par de notas propias, le pedí a mis colegas de FIA, a familiares y a amigos que me compartieran algunas ideas inconfesables de su propio archivo. Algunos pidieron anonimato, así que verán sus iniciales.  Pero ningún error de ortografía fue corregido para mantener la autenticidad de los textos. Sin más rodeos, voy yo primero:

Juan Pablo Delgado (29 de abril, 2015): Cuento 2// La virginidad de mi novia, huele a primera comunión.

Juan Pablo Delgado (10 de diciembre, 2019): Movie clásica 50 // Tigre corre al mar // Se da un clavado y se lo traga el mar. // Se convierte en un pez plateado que salta // Lo que se convierte en un pez muerto de hierro en una pecera.

Juan Pablo Delgado (17 de abril, 2020): Había una vez una historia de una puerta que no debía ser abierta, bajo ninguna circunstancia // El paraíso está del otro lado? // Saldrá un monstruo de la puerta? // No, no puedes abrir esa puerta // Así que creo que no hay historia.

Juan Pablo Delgado (16 de diciembre, 2020): “La realidad no es una alucinación causada por la ausencia de alcohol”.

Lucy Bravo (fecha desconocida): - I really like Obama // - Why? // - Cuz I really like how Obamacare sounds.

Lucy Bravo (20 de junio, 2019): Hay historias que deberían durar cien vidas, pero Augusto solo tenía una y para su mala fortuna nació herido de muerte. Los periódicos locales hasta le dedicaron un obituario el día de su nacimiento, ya que los médicos no le dieron más de unas cuantas horas de vida, al pequeño que apareció en una cuna desnudo y con dos cuernos en la base del cráneo.

Leo Arriaga: (6 de enero, 2023): Helado heladito bonito chiquitín

Ana Elena Garza (?? de julio, 2019): Para no saber que todos los dolores son siempre el mismo // La gente que vive en lugares frescos se arruga menos // Tengo que ir a levantarte con una espatula.

J.C. (04 de junio, 2023): La otra vez habia un morro grite y grite y le dije que le iba a hablar a donald trump para que lo metiera en una jaula.

David Beltrán (fecha desconocida): Lo huevón se educa o se hereda/se nace?

Ángel de la Rosa (7 de mayo, 2018): Poner las manos en los cachetes // Pecho // Hacer más cerrado no ayuda abrir.

Elisa G. (fecha desconocida): Soñe que estabas preocupado por una epidemia que hacia que la gente se le fuera la onda, sentias que a buba le estaba pasando.

¡Ya ven que es más divertido esto que hablar del apocalipsis! Pero no se preocupen, el próximo texto sí nos dirá cómo la humanidad se acabará (¿o no?) por la inteligencia artificial. Por lo pronto, saquen un buen whisky y compartan sus notas extrañas con sus amigos. Les aseguro que la pasarán genial. ¡Salud! 

22/5/23

¡MUERTE AL 5 DE MAYO!

Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? 


Texto por: Juan Pablo Delgado


Ahora sí, raza. ¡Es oficial! Después de tres años y pico de disrupciones, incertidumbre, terror y muerte por fin terminó la emergencia sanitaria del covid-19 en México y el mundo. ¡Aplausos a todos!

Habiendo superado este primer instinto celebratorio, caemos rápido en la cruda realidad: aquí en México hay poco que festejar. Entre los restos del naufragio sobresale que nuestro país fue unos de los peores calificados en cuanto a prevención y acción durante la crisis sanitaria. Atrás quedan más de 300,000 muertes causadas directamente por el virus, miles de negocios cerrados, una generación de niños mensos y cerca de 700 mil muertes excedentes. Como remedio queda esperar que un día se haga justicia contra el Ángel Exterminador de apellido López-Gatell.

Todo esto es relevante porque pone de relieve la compleja cuestión de la memoria social colectiva. Me refiero a que como humanidad -y como país- parecemos haber dado vuelta de página a todo este tema de la pandemia: ¿Por qué en ningún lugar del mundo se ha propuesto alguna fecha para conmemorar la traumática expereicnia que sufrimos como especie humana? ¿Por qué tenemos días conmemorativos para absolutamente todo -día del taco, día del pene, día del perro- pero nadie ha propuesto un “día de la victoria contra la pandemia”?.

Queda claro que tenemos nuestras prioridades tergiversadas. Conmemoramos cosas estúpidas y superfluas y decidimos ignorar las mayores victorias colectivas.

Si tomamos el caso particular de México, esto se vuelve evidente al instante: arrancamos el año con la celebración de la Constitución. ¿Cómo para qué? De ahí nos seguimos con el nacimiento de Benito Juárez. ¿Y esto a quién le importa? Peor todavía: ¡Celebrar a la bandera de México! ¿En qué cabeza cabe? ¿Y la Revolución mexicana? ¿Seguimos con esto un siglo después?



Quizá la peor fecha sea el 5 de mayo. Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? ¿Qué necesidad tenemos de seguir conmemorando una fecha histórica que no suma, no propone, y no inspira nada a la sociedad mexicana? 

Ante este desastre, vengo a presentarles un par de propuestas para modernizar nuestros días festivos de mayo. Ahí les va: 

1. Eliminar el 05 de mayo: A partir del 2024, la Batalla de Puebla queda fuera del calendario oficial de días patrios. ¿Qué podemos festejar este día? Pues podríamos armar una gran parranda donde recordemos que el 5 de mayo fue la fecha cuando la OMS declaró el fin de la emergencia a nivel mundial. ¡Saquen las cheves!

2. Conmemorar el 09 de mayo: También el 9 de mayo debe incluirse en el calendario oficial por ser el día en que oficialmente terminó la emergencia sanitaria en México. Pero éste no será un día de fiesta. Tomando en cuenta la calamidad que sufrimos, el 9 de mayo se convierte en día de descanso, enfocado en la introspección reflexiva y en mentarle la madre a López-Gatell.

3. Agregar el 08 de mayo: Con estas dos fechas palomeadas, podemos agregar un día más a esta macrosemana de fiesta y reflexión: el 8 de mayo. ¿Y esto por qué?  Porque esta fecha conmemora el Día de la Erradicación de la Viruela, una de las enfermedades que más muertes ha causado en la historia de la humanidad (entre 300 millones y 500 millones tan sólo en el siglo XX). Su erradicación ha sido uno de los mayores hitos en la historia humana y claramente merece una parranda anual.

Con estas nuevas fechas conmemorativas no sólo estaremos haciendo un servicio a la posteridad, otorgándoles tres días para sentirse orgullosos, reír, celebrar, llorar y recordar. También estaríamos creando un mega-puente vacacional que culmina con la celebración de las madres el 10 de mayo. 

Y por si fuera poco, estoy seguro que todos los años nuestros políticos se tomarán vacaciones durante todos estos días, dejando menos tiempo para que propongan y hagan estupideces.  ¡De nada, raza! ¡Estoy para servirles! 

10/4/23

LA ESTUPIDEZ IMPERIAL

La estupidez humana es una de las fuerzas más importantes en la historia. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora que traemos en boga el tema de la estupidez (vean mi columna antepasada), dejen que les comparta una frase que me encontré por ahí: “La estupidez humana es una de las fuerzas más importantes en la historia”. 

¿Nada mal, verdad? Esta frase es de Yuval Noah Harari, quien la propone en un reciente artículo de The Atlantic titulado El Fin de la Nueva Paz. Y claro, basta ver lo que ocurre hoy en Europa del Este para darnos cuenta que la estupidez, la ceguera o la megalomanía de una sola persona pueden causar cismas geopolíticos y una enorme cantidad de sufrimiento humano.

Sin embargo, en su texto Harari nos invita a ver más allá de la coyuntura bélica actual para percatarnos que la guerra no debe ser considerada una presencia inevitable y natural en los asuntos humanos. Más bien, debemos considerar los conflictos armados cómo una herramienta cada día más obsoleta, a pesar de lo que nuestros instintos (y el news cycle) nos parezcan indicar. 

Consideremos primero que en las últimas décadas las guerras han cobrado muchas menos vidas que los suicidios, los accidentes de carretera o las enfermedades causadas por la obesidad. Harari indica que en 2019, cerca de 70,000 personas murieron en conflictos armados en el mundo, mientras que 700,000 se suicidaron, más de un millón murieron en accidentes de automóvil; y un millón y medio por diabetes.

Otro factor clave es el cambio semántico del concepto de “paz”. Por miles de años “paz” ha significado simplemente “la ausencia de la guerra”: breves periodos donde los reyes o emperadores decidían tomarse un descanso de invadir a su vecino para robarle territorio o recursos. Hoy la vida no funciona así, y para Harari el concepto de paz se ha transformado para significar “la imposibilidad de una guerra”.

Y claro, cuando esperabas que tu vecino te invadiera en cualquier momento para robarte tus recursos, haces todo lo posible para defenderte. Esto llevó a que durante milenios, la organización económica, política y social de cualquier Estado estuviera enfocada en la expectativa de algún conflicto inminente. 

Basta revisar los presupuestos de cualquier imperio, país o reino para ver cómo el gasto militar era su absoluta prioridad. Por ejemplo, el Imperio romano gastaba más del 50% de su presupuesto en su ejército; el Imperio Británico un 75 por ciento. Pero en el siglo XXI el promedio de gasto militar a nivel global es de 6.5%, con Estados Unidos apenas llegando al 11 por ciento. ¿En qué gastan ahora los gobiernos? En educación, salud, pensiones…


La pregunta clave es cómo logramos esta Nueva Paz. Harari ofrece tres razones:

1. Tecnología: El armamento nuclear incrementó el costo de la guerra, en particular entre grandes potencias. Iniciar un conflicto armado ahora es algo suicida.

2. Ganancias: Las guerras ya no pagan. Antes podías invadir y saquear los recursos naturales de tu vecino. Hoy la economía global se basa en el conocimiento, un commodity que no puede sustraerse a través de una invasión.

3. Cultura: La cultura en torno a la guerra también ha cambiado. Si antes se glorificaba e inmortalizaba, hoy la cultura se enfoca en exponer los horrores que causa. A esto hay que sumarle el espíritu de cooperación internacional que surgió a mediados del siglo pasado.

A pesar de estar viviendo en la era de la Nueva Paz, es obvio que no estamos a salvo. Putin se encargó de recordarnos esto. Hoy más que en cualquier momento de la historia reciente, el orden mundial internacional que permitió esta etapa incomparable en la historia humana está bajo asedio. 

¿Y entonces, qué terminará ocurriendo? Como bien indica Harari, la historia no es determinística. Tanto la guerra como la paz son decisiones humanas. El mayor problema es que la paz requiere de un trabajo organizado y a largo plazo para blindar las instituciones y normas universales. En cambio, una guerra puede detonarse en cualquier momento por la decisión de un solitario y estúpido individuo. ¡Así las cosas!

27/3/23

LAS FALSAS FOBIAS

Si alguien tiene alguna fobia serían algunos de estos grupos progres: una fobia a la razón y a la libertad.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Estoy seguro que todos ustedes han tenido un episodio embarazoso por las últimas transformaciones en el uso del lenguaje. Cada día nos encontramos un nuevo edicto de la Santa Inquisición ‘progre’ prohibiendo algún adjetivo, modificando un pronombre o censurando expresiones de uso popular. 

El problema no es nuevo. De hecho, una de mis primeras columnas publicada en esta prestigiosa revista (agosto 2015) fue precisamente sobre la suplantación del lenguaje en la sociedad por una especie de “neolengua” al estilo Orwelliano. 

En aquel momento argumentaba que para muchas personas, la vida parece ser muy cruda para describirla de manera directa; y que por esta razón, se habían  inventado un idioma descafeinado para maquillar la realidad. Dejen les comparto uno de los párrafos escritos en aquel primer texto: 

“En el México contemporáneo hemos dejado de tener ancianos o viejos, y en su lugar convivimos con “personas de la tercera edad”. Todos los ciegos se han convertido en gente “con impedimentos visuales”; los diabéticos, en “personas que viven con diabetes”; y los sordos, en “personas con discapacidad auditiva” (...) Nos percatamos también que vivimos en un país sin pobres, pues ahora México tiene “miembros de las clases sociales desfavorecidas”. Los vagabundos se fueron de la ciudad, y ahora quedan “personas en situación de calle”. Y ni hablar de los paralíticos, ellos también huyeron del país, dejando en su lugar a “personas con capacidades especiales”.

A ocho años de distancia, uno podría argumentar que no es precisamente equivocado suplantar conceptos y palabras por otras más ‘sensibles’ para referirnos a minorías, personas con discapacidad o grupos históricamente discriminados. Estoy de acuerdo, el idioma evoluciona junto con la sociedad y es bueno que seamos menos crudos y más civilizados.

Pero como bien indica el escritor John McWhorter (y antes lo dijo el comediante George Carlin), cambiar el lenguaje no cambia la realidad. Podemos desgarrarnos las vestiduras por aquellos que transgreden este nuevo lenguaje ‘sanitizado’, pero nada de esto sirve para ayudar a los grupos desfavorecidos a los que nos referimos. Cambiar el lenguaje no elimina el racismo, ni el clasismo, ni el machismo, ni nada. Quizás nos sintamos mejor al momento de hablar, pero las personas afectadas verán su realidad permanecer exactamente igual.

Un tema que ha tomado preponderancia últimamente es el del sobrepeso y la obesidad. Si nos basamos en el diagnóstico de la OMS llegamos a esto: “el sobrepeso y la obesidad son importantes factores de riesgo de algunas enfermedades crónicas, incluidas enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares, que son las principales causas de defunción en todo el mundo.” 

Estos son hechos, no opiniones. Y con esta evidencia, uno podría argumentar que el sobrepeso es -en esencia- malo para la salud. ¡Pues no! Atreverse a decir esto en público es motivo inmediato para ser acusado de “gordofobia” y en una de esas ser ‘cancelado’ por las buenas conciencias de la sociedad.

Esto es síntoma de un problema aún mayor: la prohibición de siquiera poder discutir abiertamente ciertos temas. A la obesidad pueden sumarle temáticas que afectan a mujeres, minorías raciales o personas del colectivo LGBT. Si no formas parte de estos grupos, entonces hablar de temas relacionados a sus causas está absolutamente prohibido.

Sobra decir que en una sociedad abierta, esto es inaceptable. Todas las opiniones deben de ser escuchadas y todos los temas merecen ser debatidos con racionalidad y respeto. Habrá opiniones buenas y otras malas, pero silenciar a cualquiera de ellas con acusaciones de “fobia” es una actitud autoritaria.

De hecho, la RAE describe a las fobias como una “aversión obsesiva a alguien o a algo” o un “temor irracional compulsivo”. Pero si alguien tiene alguna fobia serían algunos de estos grupos progres: una fobia a la razón y a la libertad.

13/3/23

LA ESTUPIDEZ MALVADA

La estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


“Piensa en lo estúpido que es el individuo promedio, y date cuenta de que la mitad de las personas son más estúpidas que eso”.
- George Carlin

Empecemos con una provocación gratuita: la gente cada día es más estúpida. Basta con escuchar la música simplona (sí, el maldito reguetón) que domina la radio; o ver cómo los mayores éxitos del cine son películas de superhéroes con fórmulas y desenlaces agonizantemente predecibles; o cómo las teorías de conspiración pululan en las redes sociales y manipulan a millones de individuos. No leemos libros; nos informamos a través de memes; votamos por personajes claramente incompetentes…


Esta evidencia debería llevarnos a concluir que vivimos en la era más estúpida de la historia. ¡Pero alto! Que la situación es un poco más complicada de lo que parece. 

La evolución nos ha programado para detectar ciertas cualidades humanas. Todos identificamos a personas o acciones malvadas o bondadosas. ¿Pero alguien sabe realmente qué significa ser estúpido? ¿Qué tipo de personas clasifican para este adjetivo? Cuando lo piensan, la estupidez se convierte en un concepto escurridizo y subjetivo. ¿Cómo podemos señalar a la estupidez si no la comprendemos? 


A pesar de estas dificultades, resulta fundamental entender, detectar y denunciar a los estúpidos por una simple razón: la estupidez es destructiva y sumamente tóxica para una sociedad.

Esta es la hipótesis del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), quien argumenta en su ensayo “Sobre la estupidez” que esta condición no es sólo es una falta de inteligencia o conocimiento, sino una fuerza viva que influye en las acciones y decisiones de las personas.



¿Cómo detectar entonces a un estúpido? Para Bonhoeffer, algunos aspectos claves de estas personas son la complacencia, la conformidad y la indiferencia hacia la sociedad y el mundo. Dicho de otra forma, un estúpido no piensa de manera crítica, es insensible y no se relaciona con su entorno de manera reflexiva y responsable. 

Tomen nota de que -según Bonhoeffer- cualquier persona inteligente también puede ser un estúpido cuando no utiliza su intelecto para comprender y responder a las necesidades de los demás. Visto de esta manera, podemos ir detectando que la estupidez está más relacionada con la apatía que con la ignorancia.

¿Pero por qué nos debe de importar todo esto? Porque en el centro de la teoría de Bonhoeffer se encuentra una advertencia sobre los peligros de la estupidez. En concreto, que las personas estúpidas son más peligrosas que las malvadas.

Bonhoeffer argumenta que la maldad no solo es resultado de una acción intencionada a causar daño. El mal también puede surgir de la falta de conciencia, empatía y responsabilidad, rasgos que -como hemos visto- también son característicos de la estupidez.

Otro peligro es que la gente estúpida es fácilmente manipulable por alguien malvado. Ante la ausencia de pensamiento crítico, los estúpidos son ideales para aceptar narrativas falsas y seguir acríticamente a quienes están en el poder. De esta manera, se pueden convertir en cómplices involuntarios para toda clase de actos de crueldad e injusticia. El mismo Bonhoeffer lo experimentó cuando sus compatriotas decidieron encumbrar a los nazis, un régimen que terminó por enviarlo a un campo de concentración donde fue asesinado.

Si de algo puede servir esta reflexión es para comprender que la estupidez no puede ser tolerada como un asunto privado o de divertimento. Debemos crear conciencia de que la estupidez representa un peligro para las sociedades, para nuestra democracia y para la supervivencia de nuestra especie. 

Todos tenemos la responsabilidad de denunciar y atacar a la estupidez en cada momento. Tenemos la responsabilidad de apostar por la empatía y la responsabilidad. Ahora ya lo sabes… ¡Sólo tú puedes detener a un estúpido y salvar al mundo!

13/2/23

LA REVUELTA DE LOS ABURRIDOS

¿Sirve de algo aburrirnos o hacemos bien en buscar evitarlo? Comprender esto resulta clave para explicar ciertos padecimientos sociales en nuestra vida individual e incluso en países enteros.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Vivimos en una cultura donde el aburrimiento está prohibido. Cualquier asomo de este estado emocional nos obliga a sacar nuestros teléfonos para “entretenernos” con cualquier cosa. Poco importa perder un par de horas viendo videos estúpidos, la prioridad es una: ¡Prohibido aburrirse! 

Pero este esfuerzo es inutil. El aburrimiento es ineludible y termina por volver con venganza. Pero hay que preguntarnos algo: ¿Sirve de algo aburrirnos o hacemos bien en buscar evitarlo? Comprender esto resulta clave para explicar ciertos padecimientos sociales en nuestra vida individual e incluso en países enteros.



En una entrevista con El País, la investigadora y filósofa española Josefa Ros Velasco, nos alumbra sobre este tema. La Premio Nacional de Investigación y autora de “La enfermedad del aburrimiento” indica que debemos partir de que el aburrimiento es algo completamente innato en los seres humanos; y que bien pudo ser “esencial” para el proceso evolutivo de nuestra especie.

La razón es simple: cuando alguien se siente aburrido (y esto aplica para nuestros antepasados paleolíticos), nuestra mente nos obliga a buscar alguna novedad a nuestro alrededor para escapar de este desagradable sentimiento. Quizás por esto empezamos a  tener “conversaciones cada vez más complejas (y) a imaginar el futuro”; acciones que son clave para establecer una protocultura.

Hoy el aburrimiento nos sigue motivando al cambio, porque este malestar “surge cuando nuestra relación con el entorno deja de satisfacernos”, indica Ros. Esto nos obliga a realizar una fuga hacia un futuro pues nuestro presente ha quedado “obsoleto”.

Todo esto suena beneficioso. Pero como explica Ros Velasco, existen millones de personas para quienes el aburrimiento no funciona como un paso para nuevas experiencias, sino que se los lleva a los abismos del alcohol y las drogas, a comportamientos antisociales y violentos; o incluso a destruir una democracia.

Esto me lleva a recordar un texto que escribí hace tiempo (“La Soledad Radicalizadora”) donde retomé las reflexiones de Hannah Arendt sobre el sentimiento de la soledad y cómo éste era un elemento clave para explicar el auge de Estados totalitarios en el siglo pasado. ¿Qué proponía Arendt? Que los ciudadanos ‘solitarios’ suelen apoyar a los gobiernos autocráticos, ya que la narrativa y propaganda de estos regímenes les inculca un propósito en sus vidas al hacerlos protagonistas en un gran movimiento dramático y épico.

Algo similar podemos deducir del aburrimiento. Ros Velasco indica que este estado emocional también puede infectar a sociedades enteras. En ciertos casos, puede ayudar una cultura a renovarse y resurgir más vibrante; pero también puede causar una inestabilidad generalizada que lleve a revueltas sociales o puede empujar a los votantes a elegir a políticos populistas disruptivos sólo para sacudir el status quo y hacer más ‘interesantes’ sus vidas cotidianas.

Lo preocupante es que hoy tenemos a millones de ciudadanos que viven en un constante sentimiento de soledad y de aburrimiento. Emociones que podrían poner en jaque nuestro andamiaje democrático o rasgar el tejido social.

Vivimos regidos por un sistema de valores que está basado (en parte) en el materialismo y el consumismo. Un mundo donde nuestras expectativas se distorsionan por el contenido que vemos en redes sociales. Una cultura que celebra la frivolidad, lo pasajero y lo desechable; donde ningún evento, producto o contenido logra atrapar nuestra atención por más de cinco minutos.

Ver al mundo bajo esa óptica inevitablemente lleva a las personas al hastío; y las consecuencias para nuestro sistema democrátco están a la vista: sociedades hartas y aburridas que arman una revuelta social sin sentido (como en Chile o en Washington DC) o que gustosamente votan por un Trump o un Bolsonaro sólo para ver al mundo arder. Y bueno… si el mundo se va a ir a la mierda, ¡que por lo menos sea entretenido!

19/12/22

CINCO NUEVAS LUCES EN EL ABISMO

Si están leyendo estas líneas sólo significa una cosa: ¡Lograron sobrevivir al 2022! 

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú



Si están leyendo estas líneas sólo significa una cosa: ¡Lograron sobrevivir al 2022! 

Y no es poca cosa. Porque después del apocalipsis pandémico, todos creímos que el 2022 sería -por fin- un paseo en la playa: teníamos vacunas, el fin de los encierros y la promesa de una recuperación económica. ¡El futuro de la humanidad se presentaba resplandeciente!

Esto no se cumplió. Arrancamos el año con la novedad de que Vladimir Putin se quería merendar a Ucrania; Nuevo León se quedó sin agua; se nos murió la Reina Isabel; luego Xi Jinping se coronó como el hombre más poderoso del mundo; y los mercados de criptomonedas colapsaron. Miren, se los he dicho muchas veces pero no hacen caso: ¡No hay tregua, raza!

Pero no hay que deprimirnos y mucho menos en épocas de vacaciones. Así que rescatemos una bonita práctica que inicié hace tiempo en este espacio (ver Vértigo#979 donde me atreví a describir al 2019 como “agotador”. ¡Ternurita!) y hablemos de cinco cosas buenas que sucedieron durante esta última vuelta al sol, con la esperanza de cerrar bien el año. ¡Arre!:

Número 1: Avances espaciales
Este año vimos un tremendo avance en misiones espaciales que nos devuelven la esperanza en la humanidad. Logramos golpear un asteroide a 11 millones de kilómetros de distancia y sacarlo de órbita como parte de un programa de defensa planetaria; la NASA lanzó con éxito su misión de Artemis I que como preámbulo para enviar astronautas de vuelta a la Luna y establecer una base permanente; y por si fuera poco, entró en operación el telescopio James Webb, que nos sigue regalando fotografías extraordinarias para conocer aún más nuestro lugar en el Cosmos.

Número 2: La defensa de la democracia liberal
Este año nos dejó una lección importante: la democracia liberal no está muerta y un futuro autoritario tampoco es inevitable. En Brasil vimos la derrota de Jair Bolsonaro que retiró a la democracia más grande de América Latina (y a la selva más importante del planeta) de un oscuro abismo. También vimos protestas masivas en Irán contra un régimen teocrático fosilizado y corrupto. Nos alegramos de la derrota de los Republicanos conspiracionistas apoyados por Donald Trump en las elecciones intermedias de Estados Unidos; e incluso vimos manifestaciones insólitas en China contra las medidas draconianas para combatir al covid-19. Si alguien creía que la democracia estaba muerta, el 2022 demuestra que todavía tiene pelea.

Número 3: Pollos de laboratorio
Esta noticia es medio rara, pero la FDA de Estados Unidos autorizó a una empresa en California vender carne de pollo que fue creada en un laboratorio. De popularizarse este tipo de comida, estaríamos evitando el sufrimiento de millones de animales y ayudando a reducir las emisiones de gases en la industria agroalimentaria (14.5% del total). Hoy pueden ser los pollos, pero mañana podríamos estar comiendo carne de cerdo o de res producidas de manera ética y sustentable. 

Número 4: La economía no colapsó
Empezamos el año esperando una recuperación económica que se desinfló para el segundo mes (¡Gracias, Vladimir Putin!). La buena noticia es que a pesar del crecimiento económico paupérrimo, la recesión -¡o una nueva gran depresión!- que muchos esperaban tampoco se manifestó. Sí, la inflación sigue muy alta y las cadenas de suministro están hechas un desastre… ¡pero al menos no implosionó la economía mundial!

Número 5: ¡Logramos evitar la Tercera Guerra Mundial!
Y esto no es cosa menor. Porque aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania sigue causando un enorme sufrimiento, la buena noticia es que no escaló para convertirse en un intercambio nuclear entre Putin y Occidente. 

¡Ahí lo tienen! Cinco cosas para agradecer y alegrarse en estas fiestas decembrinas. Pero yo termino el año con una reflexión: Ya no saquearon, pero no nos volverán a saquear: ¡No se confíen del 2023!

5/12/22

LOS DUEÑOS DEL PORNO

¿Quién debe estar a cargo de vigilar el Internet? ¿Quién debe decidir qué clase de “arte” o tipo de “expresión” está permitido compartir en una plataforma? 

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Ahí les va una retadora: ¿Saben ustedes quién controla la industria del porno en internet? 

Quizá su primer instinto sería pensar en algún heredero del extinto Hugh Hefner u otro de esos magnates excéntricos. ¡Nada más lejano de la realidad! “Bueno”, dirán, “seguro se trata de algún empresario desconocido que controla esos grandes sitios de streaming pornográfico”. ¡Pues tampoco! 

Lo curioso es que entre más se piensa en esta cuestión, más nos damos cuenta que nadie conoce mucho de esta gigantesca industria que forma parte intrínseca de nuestras vidas privadas (no se hagan gueyes). Porque claro, todos sabemos quién manda en otras empresas ubicuas en nuestras vidas cotidianas como Tesla, Apple, Microsoft o Meta; pero la realidad es que no tenemos ni idea sobre quién está detrás de esta maquinaria que manipula la lujuria de millones de personas en todo el planeta, aún cuando todos hemos consumido sus productos (nuevamente… no se hagan).

De ahí mi sorpresa de encontrarme con un podcast que apunta al corazón de este enigma: “Hot Money”, realizado por Patricia Nilsson y Alex Barker, ambos periodistas del Financial Times. Durante ocho episodios, esta investigación nos lleva desde California hasta el bajo mundo de Europa Oriental para conocer a los misteriosos individuos detrás del monstruo multimillonario de la pornografía.



Bueno... ¿Y entonces quién controla el porno? Pues la respuesta sencilla sería decirles que existe un conglomerado con sede en Luxemburgo llamado MindGeek, el cual es dueño de los sitios porno más famosos como Pornhub, YouPorn y otros; y que detrás de MindGeek hay un empresario casi desconocido llamado Bernard Bergemar.

Pero esta no sería la historia completa. Porque la realidad es que los verdaderos dueños del porno -o seamos más ambiciosos, ¡Los verdaderos dueños del Internet!- son dos empresas que seguro reconocerán al instante: Visa y Mastercard. 

Porque al final la industria del porno se basa en el cochino dinero; y al igual que cualquier vendedor o influencer en Internet, una plataforma de pornografía necesita tener un sistema de pago para ser redituable. Hoy la enorme mayoría de las transacciones en Internet se realizan con tarjetas de crédito, y éstas son controladas por el duopolio antes mencionado.

De esta manera, Visa y Mastercard se han colocado en el centro no sólo de la industria del porno, sino del debate sobre libertad de expresión y libertad artística. Porque como se explica en “Hot Money”, son los códigos de ética de estas empresas los que terminan por decidir y filtrar el tipo de contenido que alguien puede realizar para poder utilizar su sistema de pagos.

Por ejemplo, Visa y Mastercard han tomado ya decisiones que impactan en los contenidos que pueden ser producidos y exhibidos en los portales porno más famosos. ¿Sexo rudo?, permitido. ¿Sexo donde se involucra alcohol o drogas?, prohibido. ¿Sexo con personas maniatadas? ¡Permitido! ¿Sexo con alguien inconciente? ¡Prohibido! Sobra decir que todo lo explícitamente ilegal no puede ser colocado en Internet si se pretende usar una tarjeta de crédito.

Un caso reciente del poder de estas empresas sucedió con Pornhub, que tras revelarse la existencia de miles de videos de “porno venganza” (donde un usuario sube un video sexual sin autorización de la otra persona) llevó a que se suspendiera la monetización por varias semanas, con pérdidas multimillonarias.

Todo esto nos lleva a la pregunta más importante: ¿Quién debe estar a cargo de vigilar el Internet? ¿Quién debe decidir qué clase de “arte” o tipo de “expresión” está permitido compartir en una plataforma? 

Durante años políticos, activistas y CEOs de numerosas empresas han buscado una respuesta que satisfaga a todos. La realidad es que hoy ya tenemos esta respuesta: quién controle al sucio y cochino dinero tendrá la última palabra.

12/9/22

LA BLASFEMIA MODERNA

¿Qué hubiera ocurrido si Salman Rushdie hubiera publicado Los Versos Satánicos en el 2022?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

“No tiene sentido; no tiene propósito; no tiene por qué ser respetado como frase. 'Estoy ofendido por eso’. ¡Bueno, y qué chingados importa!".
- Steven Fry

El atentado contra la vida del escritor Salman Rushdie vuelve a poner al radicalismo religioso en el centro del discurso público. En concreto, la brutal intersección entre el fanatismo y la libertad de expresión.

Como bien saben, la trágica odisea de Sir Salman inicia en 1989 con una fatwa del Ayatollah Khomeini en la cual ordena la muerte de Rushdie como respuesta a la publicación de su novela Los Versos Satánicos. O sea, porque el señor Salman cometió una blasfemia. 

Si no tienen la definición a la mano, va la de la RAE. Blasfemia: “palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado”. Y una más por amor a la precisión. Injuria: “Hecho o insulto que ofende a una persona por atentar contra su dignidad, honor, credibilidad, etc”.

Aquí encontramos el meollo del asunto: Sir Salman fue condenado a muerte simplemente por “ofender” con sus palabras. Pero hay que dejar algo en claro: el derecho a no ser ofendido no existe. 

De entrada, porque “ofenderse” es una reacción sumamente subjetiva. Cuando alguien comete una agresión física, el dolor que causa el impacto de un puño es prácticamente universal. Con esto en mente, podemos decretar que está prohibido golpear a alguien. Lo mismo ocurre con el discurso de odio. En muchos lugares existen legislaciones que penalizan un discurso que tiene la intención de violentar, evitando discrecionalidades cuando se toma en cuenta la “intención” de ese lenguaje odioso.

Pero esto no sucede con la ofensa. Lo que es ofensivo para una persona, puede no serlo para otra. Es por eso que en una sociedad liberal existe el derecho a expresar con absoluta libertad cualquier opinión sin temor a represalias, dando por hecho que en este intercambio de opiniones, algunas podrán parecer equivocadas, extrañas o incluso “ofensivas”.

Pero esto es lo bonito del asunto: el respeto a las opiniones ajenas garantiza que cuando tus opiniones sean las que alguien considera “ofensivas”, aún así serán respetadas. 


Todo lo anterior me lleva a una pregunta: ¿Qué hubiera ocurrido si Salman hubiera publicado Los Versos Satánicos en el 2022? La pregunta es relevante porque a finales de los 80s, la opinión pública en Occidente mayoritariamente defendió su derecho a publicar su novela, argumentando que en toda democracia debe prevalecer un respeto a la tolerancia y el derecho a la libertad de expresión. 

Pero hoy vivimos en un mundo hipersensibilizado donde la “ofensa” vuelve a cobrar relevancia, aunque ahora dentro de un marco secular. Lo vemos a diario, donde las “buenas conciencias” cancelan a escritores, académicos, comediantes, actores, políticos, libros y películas cuando emiten alguna opinión impopular u ofensiva.

¿Saldrían ellos a defender a Rushdie como sucedió en 1989? ¿O serían aliados de una teocracia oscurantista, alegando una actitud colonialista de un autor privilegiado y educado en Cambridge que ahora se “apropia” de una cultura ajena para insultarla?

Podría parecer descabellado, pero yo me decanto por la segunda opción. Porque así como siguen perdurando fanatismos religiosos que debieron quedar sepultados; igual existen millones de personas que han traído de vuelta este radicalismo en una versión laica, prefiriendo pisotear tus derechos elementales antes de que “ofendas” la sensibilidad de otro. Estos son los Ayatollahs seculares de hoy emitiendo sus fatwas asesinas contra cualquier blasfemia moderna.

¡De rodillas paganos! 

15/8/22

LA REVOLUCIÓN DE LOS FLOJOS

Si antes los derechos se ganaban en las calles, ahora el feminismo se expresaba en un slogan, en un hashtag o en un comentario en redes sociales


Texto por: Juan Pablo Degado Cantú

Ninguna revolución puede realizarse sin ensuciarse las manos. Si no me creen, pregúntenle a Robespierre, Carranza, Mao o Castro. Yo diría que la misma lógica aplica para los cambios sociales menos violentos: si queremos transformar cualquier factor social debemos -por lo menos- salir a las calles para luchar y exigir dichos cambios. 

Esto podría parecer lógico, pero viendo la realidad actual es evidente que no lo es. ¿A qué me refiero? A que hoy estamos experimentando una tendencia sumamente dañina para la sociedad civil. Algo que los gringos se refieren como “slacktivism”, que bien podría traducirse al castellano educado como “activismo de huevones”; o de “flojos” si quieren ser todavía más correctos.

Uno encuentra por lo general este tipo de “activismo” en redes sociales, usualmente en respuesta a algún evento coyuntural. Por ejemplo, cuando Rusia atacó a Ucrania, millones de “activistas” flojos agregaron un emoji de la banderita ucraniana a su perfil de Twitter para mostrar su apoyo al país invadido. O si ocurre un sismo en Haití, nos volcamos a utilizar el hashtag “#RecenPorHaití”. Y así muchos etcéteras. 

Al final, este tipo de “activismo” no funciona para absolutamente nada y no logra ningún cambio sustantivo en la realidad. Les puedo jurar que Vladimir Putin no tendrá una crisis de conciencia tras ver mensajes en Twitter; y los haitianos tampoco tendrán alimento o refugio por obra y gracia de un hashtag.
Pero bueno, aquí no busco criticar de manera gratuita una actitud sangrona de la sociedad. Porque mi verdadero problema con el slacktivism es que éste sí tiene consecuencias graves en la sociedad, en particular cuando millones de personas consideran que -efectivamente- sus acciones en el mundo virtual se traducen en efectos en el mundo real. 



Como caso concreto apuntemos hacia el feminismo en Estados Unidos. Durante décadas las mujeres habían salido a la calle para exigir sus derechos más fundamentales: el derecho al voto, a la independencia económica, al aborto, a la igualdad laboral y salarial…

Pero con la cuarta ola del feminismo (que inició alrededor del 2010) el movimiento feminista cambió de actitud y de tono. De acuerdo con la periodista Susan Faludi, éste fue el momento en el que gran parte del movimiento feminista fue cooptado por las marcas comerciales, por los influencers y por los slacktivistas.

Si antes los derechos se ganaban en las calles, ahora el feminismo se expresaba en un slogan, en un hashtag o en un comentario en redes sociales, dice Faludi. Las superestrellas del pop y las actrices de Hollywood se declaraban abiertas feministas y el mundo las amaba por eso, pero nadie tomaba ninguna acción concreta. Todas las marcas de ropa producían camisas con frases como “El Futuro es Femenino”, pero no se avanzaba ninguna legislación que asegurara ese futuro. El feminismo estaba en todas partes y era abrazado por todos (¡Y qué bueno!), pero nunca de una manera tan superficial… y tan frívola.

En la conciencia pública, las cosas parecían ir bastante bien. De acuerdo con Pew Research, en el año 2020 el 61% de las mujeres estadounidenses decían que “feministsa” era una palabra que las definía; mientras que el 61% de la población total (Pew Research, 2022) aprobaban el aborto. 

Pero al final este tipo de slacktivism no sirvió para mucho. Porque a diferencia del movimiento feminista actual, los conservadores de Estados Unidos no estaban portando camisetas con slogans o retuiteando a sus artistas favoritas. Ellos estaban colocando a jueces, alcaldes, gobernadores y legisladores en posiciones claves, y estaban cambiando las leyes de su país… logrando al final eliminar de un plumazo un derecho que por medio siglo fue fundamental para tantas mujeres.

En otras palabras, los reaccionarios y conservadores ganaron porque se ensuciaron las manos.

4/7/22

LA SOLEDAD RADICALIZADORA

La soledad es un factor imposible de ignorar cuando se habla sobre el éxito de los regímenes populistas o autoritarios.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Cuando hablamos de populismo solemos pensar en personas enojadas. Y claro, el líder populista y autoritario es un experto prestidigitador que engaña a la sociedad con baratijas y soluciones rancheras, al tiempo que divide a la población con discursos maniqueos, odios y viejas rencillas. El resultado final es una cacería de brujas liderada por gente bastante encabronada.

Pero si mucho se ha hablado de la rabia de estos movimientos, bastante poco se ha dicho sobre cómo el autoritarismo depende igualmente de la soledad de los ciudadanos. “¡A chinga! ¿Soledad?” -¡Sí lector, la soledad!

Esta es una característica que exploró Hannah Arendt a mediados del siglo pasado en su obra “Los Orígenes del Totalitarismo”. Como explica la periodista Anne Applebaum -autora de una introducción para la nueva edición de la obra- la soledad es un factor imposible de ignorar cuando se habla sobre el éxito de los regímenes populistas o autoritarios.

¿Quiénes son estos solitarios? En pocas palabras, son personas que no tienen lazos fuertes con sus comunidades: no van a la iglesia, no participan en agrupaciones civiles o sociales, no están conectadas con las instituciones, etcétera.

Arendt cree que este tipo de personas son predilectas para ser víctimas de la propaganda autocrática ya que ésta les inculca un sentido de narrativa en sus vidas. Si algo saben hacer los líderes autoritarios es crear historias; y si algo somos incapaces de resistir es encontrar respuestas en estas historias.

Así, el líder autoritario explota el aislamiento que millones de personas sienten en las sociedades modernas. Les plantea una narrativa, les otorga un lugar especial en esta gran épica, los hace sentir parte de una comunidad que comparte la misma historia y valores. Basta con tener protagonistas, antagonistas y un destino;  ya sea el futuro utópico o el regreso al pasado idílico.


¿Es esto lo que está ocurriendo en México? No necesariamente.  De acuerdo con el INEGI (ENBIARE, 2021) los mexicanos siguen demostrando altos niveles de cercanía y confianza con sus familias, amigos y colegas. 

Pero no debemos confiarnos, porque mientras mantenemos la idea de ser una sociedad feliz y amante de la parranda, esta realidad ya comienza a mostrar grietas. De entrada, el mismo INEGI reporta que el balance anímico general se ubica en un promedio de 5.07 puntos en una escala de -10 a +10. O sea… nuestro estado de ánimo como sociedad es algo mediocre.

De igual manera, el Informe Mundial de la Felicidad indica que México cayó 23 puestos en la lista mundial de felicidad en el año 2020. Si en el periodo de 2017-2019 ocupamos el puesto 23, ahora estamos en el 46. No hay duda: ¡Hay problemas en el paraíso!

Y como bien indica Applebaum, si la cuestión de la soledad era preocupante en la época de Arendt, hoy la tecnología sólo ha empeorado la situación; aislando y separando aún más a las personas de sus comunidades. Si antes íbamos al cine, ahora vemos Netflix en la soledad de nuestras casas. Si antes compartimos chismes y noticias con los vecinos, ahora lo hacemos totalmente aislados a través de nuestro teléfono celular. Tan sólo en Estados Unidos, las redes sociales sirvieron para radicalizar a millones de personas solitarias en una narrativa alucinante como QAnon.

¿Qué nos queda por hacer? Pues buscar revertir esta tendencia social tomaría años, y como sabemos, los enemigos de la libertad ya están frente a las puertas. La única solución inmediata que veo es formular nuevas narrativas para que el liberalismo sea igual de atractivo y seductor que el populismo autoritario. De hecho, hoy ya podemos apreciar algo de esto en Europa, pero se los platico en mi próxima columna.

Coda: Hace poco advertí cómo los reaccionarios nunca duermen (Vértigo #1105). Y en efecto, se tardaron 50 años, pero los reaccionarios se fregaron a millones de mujeres estadounidenses. Son días aciagos para la libertad. 

6/6/22

¡LA OBSESIÓN OS HARÁ LIBRES!

Los enemigos de la libertad son sujetos obsesivos; toman su tiempo y organizan sus fichas para atacar en el momento adecuado. Si la misión de estos reaccionarios es restar derechos, trabajarán incansablemente hasta conseguirlo.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


En el tercera entrega de la saga de Douglas Adams The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, los entrañables personajes se encuentran luchando contra la genocida civilización de Krikkit, quienes tras descubrir que existían otras formas de vida en el universo, decidieron que su misión era destruirlas a todas.

En un intercambio sobre cómo salvar al Universo, Ford Prefect -uno de los protagonistas de la obra- comenta sobre la futilidad de combatir a estos enemigos galácticos: "Nosotros no estamos obsesionados con nada. Y ese es el factor decisivo. No podemos ganar contra la obsesión. A ellos les importa, a nosotros no. Ellos ganan."

Creo que hoy nuestra civilización se enfrenta a una situación similar. Ya establecimos en mi columna pasada (“Los Reaccionarios Nunca Duermen”, Vértigo #1005) cómo nuestras libertades nunca están del todo garantizadas; y cómo en cualquier momento -como en el caso del aborto en Estados Unidos- éstas pueden revertirse o eliminarse.

Porque al final del día, muy pocos de nosotros estamos ‘obsesionados’ por mantener nuestras libertades. No es que no nos importen; sino que una vez obtenidas creemos que la batalla está ganada y procedemos a retirar nuestras tropas. Pero los enemigos de la libertad no piensan así. En la mayoría de los casos son sujetos obsesivos; toman su tiempo y organizan sus fichas para atacar en el momento adecuado. Si la misión de estos reaccionarios es restar derechos, trabajarán incansablemente hasta conseguirlo.



Volvamos al caso del aborto en Estados Unidos. La filtración de la Suprema Corte donde se prevé la revocación de Roe v. Wade no fue una ocurrencia del juez Samuel Alito. Más bien es el resultado de décadas de trabajo de fuerzas conservadoras y religiosas, que durante 50 años han buscado la forma de minar y destruir este derecho. 

Para estos reaccionarios la estrategia ha sido clara: secuestrar   poco a poco al Poder Judicial. Bien indica la escritora Margaret Talbot en The New Yorker (“Amy Coney Barrett’s Long Game”), cómo organizaciones como The Federalist Society y otros grupos conservadores han trabajado por años en llenar las cortes federales -incluida la Suprema Corte- con jueces afines a su ideología. 

Donald Trump fue el último eslabón en esta estrategia. Como presidente se dedicó a nombrar jueces que quisieran eliminar a Roe v. Wade, atascando al Poder Judicial con magistrados conservadores y de preferencia jóvenes (para que duren más años). De acuerdo con un análisis de los académicos David Fontana y Micah Schwartzman “los nominados de Trump a las cortes federales de apelaciones fueron los más jóvenes de cualquier presidente al menos desde el inicio del siglo XX”. Si revisamos sus tres nombramientos a la Suprema Corte la situación es similar: Neil Gorsuch (49 años), Brett Kavanaugh (53 años) y Amy Coney Barrett (48 años).

Pero quizá esto les parezca un problema específico de Estados Unidos. Quizá algunos argumenten que en México no hemos llegado a una situación tan extrema, ya que aquí nuestra Suprema Corte ha garantizado el derecho al aborto, al matrimonio igualitario o al consumo de marihuana.

Pero el punto es que nunca estamos a salvo, y las fuerzas reaccionarias se encuentran hoy mismo conspirando para restarnos libertades. Basta con ver la decisión de la ministra Margarita Ríos Farjat, quien argumentando que “ningún derecho es absoluto” nos enjaretó la eliminación del ‘Secreto Bancario’, una de las violaciones más graves a la privacidad e intimidad de todos los mexicanos. Bajo este nuevo paradigma, todas nuestras libertades están ahora en peligro.

Así que debemos aprender en cabeza ajena. Si las libertades están siendo erosionadas en países con una tradición democrática y un Estado de Derecho más sólidos, no queda más que esperar lo peor para México. La complacencia ha demostrado ser una actitud fallida. Los bárbaros ya están ante las puertas y son implacables. 

31/1/22

MANUAL PARA EMIRATIZAR A MÉXICO

¿Están dispuestos a vender su democracia en una apuesta por el desarrollo? ¿Suena tentador?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

En mi columna anterior les conté sobre mi reciente viaje a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para comparar el enorme éxito que han tenido en los últimos 50 años contra los fracasos de México. 

Para los despistados, una breve recapitulación: mientras aquí despilfarramos la bonanza petrolera, quebramos al país varias veces y ahora estamos hundidos en violencia, pobreza y la polémica por un mentado tren; los Emiratos aprovecharon su petróleo para crear uno de los países más prósperos del mundo, con uno de los mayores PIB per cápita y donde ahora se preocupan por conquistar el espacio exterior.

Quizá más impresionante es que en 1971 México era ya un país moderno, urbanizado y con incontables recursos naturales (incluyendo petróleo), mientras que los EAU eran una colección de reinos sobreviviendo al calor y a las inclementes dunas de arena. 

Ahora la pregunta del millón: ¿Queremos “emiratizar” a México? Si esa es nuestra intención, entonces les dejo este pequeño manual:


1. A la fregada la democracia. En primer lugar, olvídense de votar y de elegir a sus gobernantes. En los EAU todo el poder lo ostentan una colección de familias y ellas son dueñas de prácticamente todo. ¿Partidos políticos? ¡Olvídenlo! ¿Organizaciones de la sociedad civil? ¡Ni soñando! En los Emiratos hay un patrón y todos se cuadran. 

2. Cero prensa independiente. Ya que nos deshicimos de las engorrosas elecciones, tampoco esperen criticar públicamente al régimen. En los Emiratos la prensa está controlada y todas las voces disidentes reciben uno de los tres “ierros” de Gonzalo N. Santos: encierro, destierro o entierro.

3. Eliminemos impuestos. No crean que todo es turbio. Un aspecto fascinante de los EAU es que no existe el ISR ni otros de los impuestos fastidiosos de México. El gobierno también extiende excepciones fiscales a las empresas que se instalan en su territorio durante los primeros años de operación. ¿Pero si nadie paga impuestos, de dónde sacan lana?
 
4. Gobierno empresario. ¡Ah! Pues como ya se mencionó, en los EAU los emires son los patrones del changarro. Esto significa que en todas las áreas de la economía vemos al gobierno involucrado. Por poner un ejemplo, fue a través de una constructora público-privada que se construyeron las maravillas arquitectónicas de Dubai. Y claro, no olvidemos el control del gobierno en la industria petrolera. 

5. Ciudadanos VIP. A diferencia de México la ciudadanía emiratí sólo se otorga bajo el modelo de jus sanguinis; o sea… nadie es ciudadano si no tiene padres originarios de los Emiratos. ¿Qué significa esto? Que de los 10 millones de habitantes en los EAU, sólo el 1 de cada 10 es ciudadano con todos los derechos. ¿Y el resto de la banda? Ellos son considerados simples trabajadores invitados. ¡Pero ojo! Ser ciudadano emiratí significa recibir onerosos apoyos del gobierno, subsidios para tu familia, y otras regalías. O sea, hay que separar a la población entre los VIP y la perrada. 

¿Qué les parece? ¿Están dispuestos a vender su democracia en una apuesta por el desarrollo? ¿Suena tentador?

¡Pues aguas con esos cantos de sirena! Primero porque aquí en México la historia nos demuestra que autoritarismo no significa progreso (feliz centenario, Don Luis Echeverría). Y porque aún cuando la tentación autocrática se perciba como respuesta para nuestros problemas, este modelo significa ceder gran parte de nuestras libertades políticas, cívicas y sociales, las cuales deben considerarse como algo verdaderamente invaluable.

Al final, quizás no tengamos los lujos ni excesos de los Emiratos, pero por lo menos podemos quejarnos de todo eso en público (y en estas páginas) sin recibir alguno de los mencionados “ierros” de Gonzalo N. Santos.

Y como dice aquel comercial: eso no tiene precio.