12/9/22
LA BLASFEMIA MODERNA
15/8/22
LA REVOLUCIÓN DE LOS FLOJOS
Si antes los derechos se ganaban en las calles, ahora el feminismo se expresaba en un slogan, en un hashtag o en un comentario en redes sociales
4/7/22
LA SOLEDAD RADICALIZADORA
La soledad es un factor imposible de ignorar cuando se habla sobre el éxito de los regímenes populistas o autoritarios.
6/6/22
¡LA OBSESIÓN OS HARÁ LIBRES!
Los enemigos de la libertad son sujetos obsesivos; toman su tiempo y organizan sus fichas para atacar en el momento adecuado. Si la misión de estos reaccionarios es restar derechos, trabajarán incansablemente hasta conseguirlo.
31/1/22
MANUAL PARA EMIRATIZAR A MÉXICO
¿Están dispuestos a vender su democracia en una apuesta por el desarrollo? ¿Suena tentador?
17/1/22
MOEMNA: MOVIMIENTO DE EMIRATIZACIÓN NACIONAL
¿Qué demonios sucedió? ¿Cómo fue posible que en sólo cinco décadas los Emiratos pasarán de ser pescadores de perlas a lanzar misiones espaciales?
2/8/21
ASESINAR AL FUTURO
En México estamos petrificados en el ámbar de la historia, enfocados en celebrar nuestro pasado de “resistencia”; celebrando las virtudes de los hidrocarburos; y encumbrando a héroes históricos que nada aportan a nuestro futuro.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Es muy agradable cuando la realidad te corrige la plana. Confieso que en mi columna anterior (Vértigo 1061: “¿Quién habla por el futuro?”) permití que mi pesimismo se llevará lo mejor de mi texto. Les recuerdo:
Hablando del Future Design, un experimento en política pública iniciado en Japón, concluí que cómo especie humana somos incapaces de sobrepasar nuestro egoísmo y fijación en el corto plazo para preocuparnos por el mundo que dejaremos a las generaciones futuras.
De pronto… ¡Un macanazo de realidad! El 14 de julio, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, publicó un tuit donde resumía la nueva visión de la Unión Europea para los años próximos: “Podemos elegir una forma de vida mejor, más saludable y más próspera. Salvar el clima es nuestra tarea generacional. Debe unirnos y animarnos. Se trata de asegurar el bienestar y la libertad de nuestros hijos. No hay tarea más grande y noble”. ¡Ay goey! ¡Ejemplo loable de mi periodismo adelantador!
Y en efecto, poco antes de ese tuit, la UE había anunciado su revitalizado plan para reducir sus emisiones de carbono y lograr “cero emisiones netas” para el 2050. Al final, alguien sí hizo su tarea y tomó el ejemplo del Japan’s Future Design. ¡Bien por Europa!
Con esto en mente, quiero regresar al texto referido en mi columna anterior (“How to be a Good Ancestor” de Sigal Samuel) para reforzar el aspecto ético y moral que debe ser intrínseco al considerar nuestras acciones presentes y su impacto en el futuro.
Primero dos conceptos básicos para entrarle al tema: la distancia espacial y la distancia temporal.
Entender el primero es muy sencillo. Samuel cita un ejemplo planteado por la filósofa Hilary Greaves de la Universidad de Oxford: si vas caminando y ves a un niño ahogándose en un río, al cual puedes rescatar sin mayor problema, lo moralmente correcto sería que lo hicieras. Todos de acuerdo (¡Espero!). Pero qué sucede si esto ocurre al otro lado del planeta (digamos en China). ¿Esperarías que un adulto que vaya pasando también ayude al niño chino en peligro? Si no eres un monstruo, responderás que ‘sí’. Esto, apunta Samuel, significa que “la distancia espacial es moralmente irrelevante”.
¿Pero qué pasa con la moralidad temporal? Aquí las cosas se ponen interesantes. Samuel cita un ejemplo un poco más extremo del filósofo Roman Krznaric: Si consideras reprobable colocar una bomba en un tren que matará a un montón de niños hoy, también está mal si la bomba va a detonar en 10 minutos o 10 horas o 10 años. En otras palabras, la distancia temporal entre una acción y su consecuencia es también moralmente irrelevante.
Aquí se encuentra el imperativo moral que tenemos hacia las generaciones próximas. Si sabemos que nuestras acciones y actitudes serán una bomba en el futuro, lo moralmente correcto sería “desactivar” este escenario catastrófico y evitar el sufrimiento o muerte de millones de personas que quizás ni siquiera han nacido. No hacerlo sería aumentar la carga de explosivos en ese hipotético tren que -tarde o temprano- sabemos que va a detonar.
Algunos países ya empiezan a tomar esta perspectiva moral. Suecia tiene su “Ministerio del Futuro” dedicado a crear políticas públicas de largo plazo; Gales y los Emiratos Árabes Unidos cuentan con una agencia similar. Algo es algo, pero no es ni siquiera suficiente.
De México mejor ni hablar. Aquí estamos petrificados en el ámbar de la historia, enfocados en celebrar nuestro pasado de “resistencia”; celebrando las virtudes de los hidrocarburos; y encumbrando a héroes históricos que nada aportan a nuestro futuro.
Cada día ponemos una pieza más en la bomba climática que estallará dentro de 20 o 30 años. Pero pueden dormir tranquilos en sus huipiles nacionalistas, sabiendo que gran parte de este mecanismo explosivo será “Made in Mexico”.
19/7/21
¿QUIÉN HABLA POR EL FUTURO?
Problemas como el cambio climático, pandemias y las tecnologías emergentes requieren romper con nuestra fijación en el presente
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
"¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Cuándo han hecho ellas algo por mí?"
- Groucho Marx.
¡Se les dijo pero no hicieron caso! Estamos apenas en las primeras semanas del verano y varios récords de temperatura ya han sido superados. Cito a The Washington Post: “El noroeste del Pacífico y Canadá están sufriendo una ola de calor sin precedentes. Las principales ciudades como Portland, Oregon y Seattle rompieron sus récords históricos de días más calurosos por amplios márgenes. Miles se han quedado sin electricidad; las calles se doblan y agrietan por las altas temperaturas del asfalto”.
Vamos a un caso específico: a finales de junio, la temperatura en la localidad de Lytton, en la Columbia Británica, superó los 48 grados Celsius. ¡Un grado más alto que el récord histórico en Las Vegas! Las muertes por esta ola de calor ya comienzan a acumularse, superando al momento de escribir esto los 500 fallecidos en Canadá y Estados Unidos.
¿Pero qué creen? ¡Que hoy no vamos a hablar del cambio climático! Ni de la niña Greta, ni de informes de la ONU que pronostiquen nuestro (casi seguro) futuro apocalíptico. ¡Insólito para esta columna! ¿Verdad?
La temática de fondo es otra: que como sociedad y civilización no estamos pensando a largo plazo ni tomando las precauciones sobre el mundo que les dejaremos a nuestra descendencia (propia o ajena). Sí, numerosos países hacen promesas loables de descarbonizar su economía o invertir en energías renovables (claro que no todos, como usted comprenderá). Pero a nivel local, rara vez la sociedad se involucra en el proceso de crear políticas públicas que realmente representen los intereses de las futuras generaciones.
De ahí mi sorpresa de encontrar un texto de la periodista Sigal Samuel en Vox (“How to be a good ancestor”) en el cual describe al Japan's Future Design. Les explico:
En el año 2015, en el pueblo de Yahaba (noreste de Japón), un grupo de ciudadanos se reunieron para formular políticas públicas locales. Sin embargo, este experimento tenía una peculiaridad. La mitad de los asistentes debían vestir de manera normal y abogar por cualquier acción que ellos considerasen apropiada. Pero la segunda mitad debían vestirse en batas ceremoniales especiales y pretender que eran visitantes del futuro, en concreto del año 2060. El enfoque de este segundo grupo era promover políticas públicas enfocadas en el largo plazo; políticas que beneficiaran a la población que viviría en Yahaba dentro de 45 años.
¿Qué fue lo que sucedió? ¡Los “visitantes del futuro” ganaron! Lograron convencer a sus conciudadanos de que las políticas públicas con proyección futura eran ideales y la única forma de salvaguardar la viabilidad de generaciones posteriores. Quizá más importante fue que “lograron actuar en contra de sus intereses inmediatos”, explica Sigal, algo que rara vez ocurre en los gobiernos del mundo.
Queda claro que este experimento tardará en generar tracción a nivel global. Como especie, parecemos incapaces de sobrepasar nuestros asuntos cotidianos para preocuparnos en ser “mejores ancestros” para aquellos que eventualmente nos reemplazarán. Sin embargo, Sigal explica que problemas como el cambio climático, pandemias y las tecnologías emergentes requieren lograr este cambio de paradigma. Pensar más allá de la mera “sustentabilidad” y “romper con nuestra fijación en el presente”.
Todo esto se los dejo de tarea. Porque basta echar un vistazo a nuestro país para reconocer que la gran mayoría de nuestros gobernantes no están siquiera pensando en el futuro; muchos de ellos están atrapados en el presente o de plano viviendo en el pasado. De seguir así, sólo nos quedará esperar el juicio de la historia y la desolación (y segura decepción) de los mexicanos del 2060.
24/5/21
LA RELIGIÓN NO SE DESTRUYE, SÓLO SE TRANSFORMA
El peligro ahora es que los debates políticos comienzan a transformarse en discusiones metafísicas; algo letal para las democracias liberales.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Les confieso algo: durante gran parte de mi adolescencia creí firmemente que la religión debía desaparecer para que la sociedad pudiera avanzar hacia una nueva era de racionalidad e ilustración. Esta cruzada secular fue un fracaso. No logré convencer a nadie.
Para mi fortuna, no era necesaria mi participación. La religión ha ido retrocediendo en gran parte de Occidente, incluso en nuestro México, por numerosas y muy diversas causas que no vale la pena discutir ahora.
Tomemos el caso de Estados Unidos. De acuerdo con Gallup, durante gran parte del siglo XX el 70% de las personas en promedio asistían a alguna iglesia de manera periódica. Pero en su medición del 2020, esta participación tuvo una caída brutal, terminando en un alarmante 47 por ciento.
En México las cosas son algo similares. El censo del 2010 mostraba a poco más de 84 millones de católicos y 10 millones de “otras” religiones. Los no creyentes apenas sumaban 4.6 millones de personas. Para el censo del 2020, se contaban 9.1 millones de no creyentes (un incremento de 96%); mientras que los feligreses subieron sus números de manera más marginal, 7% para católicos y 59% para otras religiones.
Estas cifras debieron alegrar al ateo beligerante que aún vive dentro de mí. Sin embargo, el académico Shadi Hamid avanza una hipótesis que complica este panorama. La pérdida de religión -argumenta- no genera una sociedad racional y científica, sino que engendra un mundo de polarización, radicalismo y división. Les explico.
En su artículo publicado en The Atlantic (America Without God), Hamid alude al académico Samuel Goldman y su “ley de la conservación de la religión”. Esta teoría indica que en toda sociedad “existe una oferta relativamente constante y finita de convicción religiosa” y que lo único que varía “es cómo y dónde se expresa esta convicción”. Esto significa que entre más se diluye la religiosidad en una sociedad, más incrementa la intensidad ideológica; porque el fervor que antes se canalizaba hacia la religión ahora se expresa en pasiones políticas. En otras palabras, la religión no se destruye, sólo se transforma.
Las expresiones polarizantes en EE.UU. son muy claras. En la derecha, la religión ha dado pie a un movimiento mesiánico centrado en Donald Trump y el etnonacionalismo. En la izquierda, la cultura “woke” ha reimaginado el concepto de pecado, penitencia y excomunión para aquellos que transgreden sus normativas culturales o discursivas.
Lo preocupante es que las convicciones religiosas y políticas no comparten la misma esencia. Las religiones tienden a crear una realidad externa compartida por la sociedad (un nomos, diría Peter Berger), pero las ideologías políticas tienden a fragmentarse rápidamente. Por su naturaleza mundana la política genera división y antipatía entre los ciudadanos. “A nadie sorprende que las ideologías ascendentes en Estados Unidos, teniendo que llenar el vacío dejado por la religión, sean tan divisivas. Están destinadas a ser divisivas”, argumenta Hamid.
El retroceso del cristianismo ha comenzado a erosionar el terreno común donde la sociedad norteamericana podía coincidir y respaldarse. El peligro ahora, argumenta Hamid, es que los debates políticos comienzan a transformarse en discusiones metafísicas; algo letal para las democracias liberales, que toma las diferencias públicas como negociables, pero nunca como dogmas intransigentes.
En México este proceso avanza de manera más lenta, pero gradualmente vemos nuevos niveles de polarización al tiempo que retrocede la religiosidad. ¿Estaremos también frente a una radicalización política ante la ausencia de creencias religiosas?
Ante esta posibilidad, sólo basta recordar la máxima de los teólogos antiguos: ¡Que Dios nos agarre confesados!
26/4/21
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
El problema del neoliberalismo es global. A donde sea que volteemos, el viejo paradigma se percibe malherido y desahuciado, dando tumbos y retrocediendo. Cuatro largas décadas de teoría y acción económica se desmoronan frente a nuestros ojos. ¡De rodillas, paganos!
Texto: Juan Pablo Delgado Cantú
No me importa sonar hiperbólico: estamos viviendo los tiempos finales del neoliberalismo.
El responsable de esto no es -naturalmente- el presidente de México. Porque aunque todas las mañanas arroje burlas, escarnios e insultos contra el espectro neoliberal, al final esto es -si acaso- un espectáculo parroquial que no genera eco más allá de nuestras fronteras.
El problema del neoliberalismo es global. A donde sea que volteemos, el viejo paradigma se percibe malherido y desahuciado, dando tumbos y retrocediendo. Cuatro largas décadas de teoría y acción económica se desmoronan frente a nuestros ojos. ¡De rodillas, paganos!
Quizá esto era inevitable. Desde hace años existe una gran inconformidad ante un sistema que muchos perciben como cruel, poco regulado, e incapaz de contrarrestar las grandes desigualdades que se han generado en las sociedades.
Si la crisis del 2008 abrió las primeras grietas, el golpe mortal vino con la pandemia del Sars-CoV-2, donde el doble shock (de oferta y de demanda) causado por los cierres económicos dejó expuesta la absoluta incapacidad de este modelo para contener los peores efectos del desempleo, la quiebra de negocios y el aumento de la pobreza.
Ahora bien, si el neoliberalismo muere, ¿qué es lo sigue? De acuerdo con numerosos analistas, estamos frente a una nueva época donde el Estado tendrá un papel más preponderante en la conducción de la economía.
Desde mediados del 2020 ya doblaban las campanas por la muerte del neoliberalismo. En abril, el consejo editorial del diario británico The Financial Times -nunca conocido como amigo del estatismo- escribió que debido a la pandemia serían necesarias “reformas radicales” que revirtieran “la dirección política predominante de las últimas cuatro décadas”, las cuales deberán de promover “un papel más activo en la economía” por parte de los gobiernos para invertir en servicios públicos y proteger el mercado laboral.
También el Fondo Monetario Internacional (FMI) -paladín excepcional del neoliberalismo- dejó atrás su ortodoxia y desde el año pasado recomendó a los países incrementar su gasto público e incluso endeudarse (con “responsabilidad”) para aminorar los efectos de la crisis.
A comienzos de abril del 2021, el reporte “Fiscal Monitor” del FMI reconoció que la pandemia había exacerbado las desigualdades en educación, salud y otras esferas, lo que podría causar que las brechas de ingresos persistan por varias generaciones en el futuro. Ante esto, recomendó a las economías avanzadas impuestos más progresivos sobre la renta, las herencias, la propiedad; e incluso a incrementar impuestos sobre las ganancias corporativas "excedentes" para ayudar a reducir estas desigualdades. ¡Válgame dios!
Por su parte, el gobierno de Joe Biden, sin haber cumplido siquiera 100 días en el poder, ha trastocado la ortodoxia económica que definió a Estados Unidos por 40 años. Su administración ya gastó 1.9 billones de dólares en cheques para millones de ciudadanos (algo que inició Trump); y ahora, Biden busca incrementar los impuestos corporativos (del 21% al 28%) para recaudar $2.5 billones en los próximos 15 años y gastarlos en infraestructura.
Por si fuera poco, su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, propuso un impuesto mínimo global para las corporaciones, para detener la "carrera hacia el fondo", donde los países bajan sus tarifas para competir por empresas, permitiendo a las multinacionales trasladar ganancias y evitar pagar impuestos en su país de origen. Por lo pronto, Francia, Alemania y Jeff Bezos (Amazon) ya anunciaron su apoyo a Yellen.
¿Debemos lamentar la muerte del neoliberalismo? Yo creo que no merece ni una sola lágrima. El detalle ahora es construir un nuevo paradigma que realmente sea más justo, incluyente y responsable.
15/2/21
EL SÍNDROME DE ESTRUMPCOLMO
Uno esperaría que cuando algo tan calamitoso sucede en un culto, los seguidores escapan en desbandada humillados o en shock. Pero esto no es necesariamente lo que está sucediendo.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Va una pregunta: ¿Qué clase de persona se vuelve parte de un culto? Seguramente pienses que sólo los imbéciles, los altamente manipulables o los perdedores podrían renunciar a la cordura para formar parte de un grupo de lunáticos.
De entrada, esto es incorrecto. La socióloga Janja Lalich indica que no existe una personalidad arquetípica susceptible a caer en estos espirales, apuntando que “las personas que se unen a un culto tienen en lo general un alto grado de educación, provienen de buenas familias y no tienen problemas psicológicos previos”.
Lo anterior importa porque estamos viendo en tiempo real un profundo cisma en el mayor culto de las últimas décadas, donde millones de personas que han sido manipuladas y engañadas por un charlatán ahora enfrentan la cruda realidad. ¿A quién me refiero? Naturalmente a la pseudorreligión conocida como QAnon.
QAnon es una teoría de conspiración/culto que cree que Donald Trump era el héroe esperado para derrotar a un sórdido grupo de liberales pedófilos y caníbales. “Q” -un dizque insider con información privilegiada- se comunicaba de manera anónima (de ahí el “Anon”) en foros como Reddit y 4chan, revelando pistas sobre el plan maestro de Trump.
Primero lo obvio: todo esto es una retorcida fantasía sin sustento en la realidad. Pero esto no evitó que millones siguieran religiosamente a “Q” y que surgieran apóstoles para descifrar sus enigmáticos comunicados. Tal fue el arrastre que para 2019 los fanáticos aparecían en mítines de Trump portando parafernalia de Q. Hoy incluso tienen a una representante en el Congreso (Marjorie Taylor Greene, de Georgia).
Todo esto viene al caso porque -evidentemente- todas las predicciones fallaron. Q había prometido que Joe Biden jamás sería inaugurado. Que Donald Trump declararía Ley Marcial para permanecer en el poder. Que Joe Biden sería arrestado. Que habría un “Gran Amanecer” cuando se revelara al grupo satánico que operaba tras las sombras. Al final… Biden es presidente; no hubo pedófilos caníbales; y Trump es un perdedor viviendo en Florida.
¿Y ahora? ¿Qué sucede con estos individuos tras una ruptura tan grave en sus creencias? Uno esperaría que cuando algo tan calamitoso sucede en un culto, los seguidores escapan en desbandada humillados o en shock. Pero esto no es necesariamente lo que está sucediendo.
De acuerdo con el neuropsicólogo Vaughan Bell, mientras algunos abandonarán un culto, -generalmente los adherentes más nuevos o menos comprometidos- “la gran mayoría experimenta poca disonancia cognitiva y sólo hace pequeños ajustes en sus creencias. Seguirán hacia adelante, generalmente sintiéndose espiritualmente más enriquecidos”.
Por ejemplo, algunos seguidores de QAnon están recurriendo a grupos de apoyo en línea e incluso a terapia para ayudarlos a salir adelante. Algunos entrevistados por The Associated Press dicen que el proceso de dejar QAnon es similar a dejar una adicción de drogas.
Pero los fanáticos persisten, como lo revela The Atlantic. Un seguidor aferrado dice: “Yo creo con cada gramo de mi cuerpo que el presidente Trump ganó la elección; pero el ‘pantano’ es mucho más profundo, más amenazante, más corrupto y malicioso de lo que imaginamos”. ¡Típico! La profecía no falló, simplemente las fuerzas enemigas eran más fuertes de lo que creíamos.
Todo esto es análogo para México. Aquí, millones de ciudadanos creen fervientemente en la retórica que emana de Palacio Nacional. Creen en una transformación histórica de la vida pública. Creen en la misión divina de un presidente. Creen en su mítica batalla contra las fuerzas oscuras de la corrupción y el neoliberalismo. ¿Qué sucederá con ellos si -o cuando- sus expectativas no sean cumplidas?
(Publicado originalmente en Vértigo)
31/1/21
IMMORTAN JOE Y LA NUEVA DÉCADA
Según los puristas y los dueños del tiempo, la llegada del 2021 marca oficialmente el inicio de la tercera década del siglo XXI. Así que analicemos algunas de las temáticas más turbulentas que marcarán el futuro próximo.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Según los puristas y los dueños del tiempo, la llegada del 2021 marca oficialmente el inicio de la tercera década del siglo XXI. Y como bien dice el pueblo sabio: década nueva, suegra nueva, presidencia nueva.
Porque cuando lean esto, la pesadilla de Donald Trump (mas no del Trumpismo) habrá llegado a su patético final. Pero ni la nueva década, ni el estreno de la Era de Biden nos traerán un respiro. Recuerden siempre esta máxima: “¡No hay tregua, raza!”
Así que analicemos algunas de las temáticas más turbulentas que marcarán el futuro próximo, cortesía de The Washington Post:
1. Cambios demográficos. De acuerdo con la ONU, para el 2030 se espera que la población global ascienda a 8,500 millones de personas; un incremento del 15% en tan sólo 15 años. Para entonces, la India habrá sobrepasado a China como la nación más poblada; África subsahariana será hogar de las poblaciones más jóvenes; y más de 1,000 millones de personas tendrán más de 65 años, causando graves estragos en los programas de seguridad social en Europa, Asia, y ahora, América Latina.
2. Cambio climático. El año 2030 representa el punto de no retorno en temas del cambio climático. La mayoría de los estudios (incluyendo el del IPCC de la ONU) indican que esta década será crucial para saber si lograremos mitigar los efectos del calentamiento global (y evitar que la temperatura planetaria ascienda más de 1.5 grados); o si -por el contrario- dejaremos a la humanidad al borde de un desastre de proporciones jamás vistas.
3. Ingobernabilidad global. La salida de Trump nos deja un terrible legado: el soft power de Estados Unidos se encuentra en bancarrota. Si antes la democracia liberal era cuestionada por algunos, la nueva década presagia una rebelión en la granja, donde el populismo y el ultra-nacionalismo conservador cobrarán aún más fuerza. Se presagia el regreso de la competencia entre grandes potencias, donde China buscará ser el sucesor y heredero del Imperio Yankee. Los campos de batalla serán la tecnología y, principalmente, la inteligencia artificial, un área que se prevé que sume 16 billones de dólares a la economía mundial para 2030. "Quien sea líder en inteligencia artificial en 2030 gobernará al mundo hasta 2100", indica la Brookings Institution.
¿Y entonces, podemos ser optimistas? Mi respuesta: Más o menos y depende de las decisiones que tomemos.
1. En el tema del tsunami demográfico, ya sabemos que causará enormes estragos para economías de nivel medio como México. De hecho, ya cargamos con una bomba de tiempo en nuestro sistema de pensiones; y la crisis del covid-19 demostró que nuestro sistema de salud sobrevive de puro milagro.
2. En cuestiones del cambio climático, la administración de Biden volvió ya al Acuerdo de París y tiene una ambiciosa agenda climática. China -el mayor emisor de CO2 y otros gases de efecto invernadero- dijo el mes pasado que bajará su huella de carbón en un 65% para el 2030. Pero no podemos ignorar que una clase media ascendente a nivel global se convertirá en un factor altamente destructivo: entre más dinero tengan, millones de personas cambiarán sus patrones de consumo, transporte y alimentación.
3. En cuestiones de gobernabilidad global, las tensiones entre China y EUA apenas inician y podrían convertirse en una nueva Guerra Fría en esta nueva década. Aquí, México tendrá que decidir si nos mantenemos como espectadores irrelevantes o si seremos aliados cercanos de nuestro vecino del norte.
Sea como sea, por ahora amárrense sus cinturones, agárrense bien de sus asientos y déjense llevar en este Magical Mystery Tour. Porque viendo cómo inicia el 2021, podemos imaginar lo que nos deparan los próximos 10 años.
9/11/20
UN FINAL DE PELÍCULA
Quedé gratamente sorprendido al encontrarme en The Washington Post un ejercicio imaginativo particular, donde la periodista Maura Judkis entrevista a guionistas reconocidos de la televisión para que aconsejen y orienten al estúpido “escritor” que escribió el guión del 2020
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
No sé cómo fregados le hicimos, pero llegamos (casi todos) a noviembre. Para estas alturas, la mayoría estamos en modo avión... catatónicos, delirantes y esperando que el Cosmos nos otorgue una breve tregua en la recta final del 2020.
Suena trillado, pero me vale: este año parece una mala película de Hollywood. ¡Oh sí! ¡Una pinche tragicomedia de enredos sin pies ni cabeza!
Iniciamos con incendios en Australia; luego la amenaza de guerra entre EUA e Irán; luego el impeachment de Trump; después el Brexit; luego la llegada de las avispas asesinas; una explosión en Líbano; el inicio de la pandemia; las protestas en Hong Kong; el eterno aislamiento; la carrera presidencial del Imperio Yanqui; un sismo de 7.5 grados en Oaxaca y la CDMX (seguro ni se acuerdan); la peor crisis económica en décadas; el precio de petróleo en negativos; las Olimpiadas canceladas; la llegada de Lozoya; los picos falsos de Gatell; incendios en California; la rifa del avión presidencial (sin avión); la captura de Cienfuegos; récord de tormentas en el Atlántico; la elección en EUA…
Por todo esto, quedé gratamente sorprendido al encontrarme en The Washington Post un ejercicio imaginativo muy particular, donde la periodista Maura Judkis entrevista a guionistas reconocidos de la televisión para que aconsejen y orienten al estúpido “escritor” que escribió el guión del 2020.
Aquí algunas de sus respuestas:
Bruce Miller (The Handmaid’s Tale): Con todas las locuras que están sucediendo no tendría idea de qué género sería esta serie. Podría ser una comedia, tragedia, thriller distópico, drama político, drama de hospital, ficción apocalíptica, horror o sátira, o quizás todos mezclados en uno mismo. Lo que tenemos es una trama completamente demencial.
Eli Attie (The West Wing): Yo le diría al guionista: ‘Whoa, dale despacio'. Muéstranos quiénes son las personas, quita cosas de la trama y deja que la historia respire. En un buen guión debes dar a las personas el tiempo para procesar algo complicado. Pero en el 2020 tenemos tantas tramas complejas que es muy difícil entender cualquier cosa.
Angela Kang (The Walking Dead): Suceden demasiadas cosas y luego simplemente desaparecen y no hay seguimiento.
Dan Schofield (The Good Place): No creo que este sea el tipo de narrativa que podríamos esperar en la TV… es demasiada acción. De hecho, el 2020 es incluso peor que un programa malo: por lo menos la mala televisión te ofrece algún tipo de resolución.
Para no quedarnos con puras opiniones de los gringos, hablé con Luli Monsalvo, mexicana reconocida por su producción en la película “Deseo, deseo” (Amazon) y “Conversaciones”, ahora en cines.
Su opinión para el guionista del 2020 es la siguiente: ¿Qué carajos está sucediendo? Drama, comedia, terror, acción y una gran dosis de cine contemplativo. ¡Pausa! Hay innumerables personajes, uno más sacrificable que el siguiente, y aún no se resuelve una importante pregunta: ¿Quién chingados es el héroe? ¿Hay siquiera un héroe? ¡Ojalá sí! ¿Dónde está La Roca cuando lo necesitamos?”
Yo no soy experto en guiones, pero aún así quisiera proponer un final que considero decente para amarrar esta mala serie: Suena la alarma y despiertas. ¿Fue todo un sueño? ¡Sí! ¡Fue un sueño! -Risa nerviosa- Mientras preparas el café, notas a una avispa enorme que choca contra el vidrio de la ventana. El primer trago de café te sabe a papel ‘Ah chinga… ¿Perdí el sentido del olfato y el gusto?’ Prendes las noticias y Trump está siendo inaugurado por segunda vez. ¿Un sueño dentro de un sueño? ¡No! ¡Una pesadilla dentro de una pesadilla! Una avispa gigante entra a la casa. Corte a negro.
27/9/20
MÉXICO: UNA PANDEMIA EN SEIS PALABRAS
A continuación les presento el resultado de mi convocatoria para entender la vida mexicana durante la pandemia: una reducida colección de vidas que han buscando expresar el tedio, la tristeza, la tragicomedia y la esperanza en breves enunciados. Con ustedes: Una pandemia mexicana en seis palabras.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
¿Qué más se puede decir sobre esta pandemia? ¿Qué recovecos siguen sin explorarse en los kilómetros y kilómetros de enunciados escritos sobre infecciones, hospitales, respiradores, muertes, tragedias…?
Quizá en este vasto océano de información nos falte encontrar alguna isla que nos remita a la esencia humana; un pedazo de tierra firme que nos revele la experiencia íntima que han vivido -durante meses- millones de personas sumergidas en el aislamiento, distanciamiento, temor y angustia de esta cuarentena aparententemente interminable.
Surgen entonces algunas preguntas: Si queremos echar luz a la mente de tantas personas... ¿Cómo lograr esto de la mejor manera? ¿Qué método utilizar para capturar estas fotografías íntimas? ¿Cómo penetrar en la privacidad de tantos individuos?
Una manera de hacerlo es seguir el ejemplo de Larry Page, creador de “Six Words Memoirs”; un portal donde cientos de miles de personas han plasmado la esencia de su vida utilizando -como bien indica el título- únicamente seis palabras.
Quizás algunos conocedores recordarán que esta idea surgió originalmente con Ernest Hemingway, quien de forma legendaria ganó una apuesta a un amigo que lo retó a escribir un cuento de seis palabras. El resultado fue conmovedor: “FOR SALE. BABY SHOES. NEVER WORN” (“Vendo zapatos de bebé, sin usar”).
Ahora que vivimos en los Tiempos del Covid, Larry Page decidió enfocar su atención en la vida humana de la pandemia, publicando una breve colección de micro-biografías en The New York Times. Naturalmente, me pareció una idea digna de ser emulada en este espacio.
Así que a continuación les presento el resultado de mi veloz convocatoria para entender la vida mexicana durante la pandemia: una reducida colección de vidas que han buscando expresar el tedio, la tristeza, la tragicomedia y la esperanza en breves enunciados. Con ustedes: Una pandemia mexicana en seis palabras.
“Tuve un hijo, nadie lo vio” - Mónica Vite
“Descubrí que llevaba varios años encerrada” - Elma Cantú
"Información infinita... y nadie sabe nada." - Daniel Morales
“Me convertí en maestra de repente” - Elisa Ramírez
“Mundo de posibilidades; empatía y solidaridad”. - Déborah Martínez
“Chinga’os, ahora veo a Laura Bozzo” - Arturo Maldonado
“Puro Netflix pero sin maldito chill” - Catherine Piquet
“Todavía tengo la vida en cajas” - Fernanda Kuri
“YO YA ESTOY HASTA LA MADRE” - Chiris Jiménez
“Simplificar la vida de manera forzada” - Javier Delgado
“Todos los pinches días intento sobrevivir” - Camila Cantú
“¿Qué es un fin de semana?” - Arturo Borjas
“...y los platos no se acaban” - Ana Laura Herrera
“Ver calendarios todo el (pinche) tiempo”. - David García
“Olvidé los tuppers en la oficina” - Andrés Durán
“La felicidad es estar bien solo” - Fernando Castilla Jr
“Qué bueno que nos casamos antes” - Roby Calderón
“¿Es lunes o martes?... es sábado” - Rolando Sepúlveda
“Las maestras ganan muy poco dinero” - Marisa Treviño
“Aprende a abrazar los cambios inesperados” - Majo Nava
“Sin cheve; hijo nuevo; siempre gordo” - Carlos Pedroza
“Selección natural… y nosotros de aferrados” - Luli Monsalvo
“Fue tormenta, pero duele el naufragio”. - Alejandro Huitrón
“Lo que no mata te fortalece” - Claudia Chávez
“Llaves, celular, cartera... chingada el cubrebocas!!!” - Alex Hernández
“Adiós al beso, hola espacio personal” - Nora Cayfer
“Excelente momento para no tener hijos” - Julie Piquet
Y como gran final, les dejo mi aportación a esta breve colección literaria, inspirado en la historia trágica de Hemingway: “Cambio pantalón: talla 34 por 36”
Así las cosas...
14/9/20
LA EDUCACIÓN EN EL ESPEJO NEGRO
¡Pinche año de Leona Vicario! ¡Nomás no hay tregua! Y no conforme con los violentos torbellinos de este annus horribilis, ahora el 2020 les propicia un nuevo madrazo a millones de mexicanos: educar a sus hijos a través de las pantallas.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Me robo esta frase de un prestigioso columnista: “¡Pinche año de Leona Vicario!”. ¡Nomás no hay tregua! Y no conforme con los violentos torbellinos de este annus horribilis, ahora el 2020 les propicia un nuevo madrazo a millones de mexicanos: educar a sus hijos a través de las pantallas.
Les adelanto que yo no tengo hijos ni por ustedes los tendré. Pero ignorando mi aversión hacia los infantes, creo que puedo empatizar con los padres de familia que tras meses de encierro con sus criaturas, ahora reciben un ciclo escolar como extensión a su condena.
Primero lo obvio: es innegable que para los chamacos la educación a distancia es la antítesis del ideal deseado. Entre su naturaleza por echar desmadre, su corta capacidad de atención, y la sensación de aislamiento y encierro, los pequeños se enfrentan a una bronca monumental.
A esto sumen la desigualdad tecnológica. El UNICEF indica que son 1,200 millones de niños afectados por los cierres de escuelas en el mundo, y apunta que no todos tienen los mismos recursos para adaptarse a este mundo posmoderno, apuntando que “las desigualdades inherentes en el acceso a las herramientas y a la tecnología podrían agravar la crisis mundial del aprendizaje”. ¡Obviamente!
Pero como bien dicen los clásicos: “¡Es lo que hay!” Así que en vez de quejarnos, veamos cómo podemos mejorar esta situación.
Para desenmarañar este asunto me remito a quien quizás sea el mayor experto de la educación a distancia: Salman Khan. Si no lo conocen, Khan es el creador de la “Khan Academy”, una plataforma que desde hace 12 años promueve la educación en línea a través de cientos de cursos digitales. Khan considera a este modelo como el futuro del aprendizaje, pero acepta que los modelos aplicados apresuradamente por las escuelas presentan serias broncas.
Los siguientes consejos los extraigo de una entrevista con la periodista Heather Kelly en The Washington Post. ¡Pongan atención!
1. Más descanso: La primera observación de Khan es que si los adultos no pueden pasar todo el día viendo pantallas, mucho menos los niños. Por eso recomienda sesiones más cortas de aprendizaje (30 minutos máximo), con más tiempos de descanso. Pero hablamos de descansos reales, como jugar, comer un canapé, etcétera. No se trata de darle medio minuto al chamaco para que vaya al baño.
2. Menos cursos y menos niños: Esto es obvio. Cualquier programa educativo en línea no puede hacer todo lo que hace una escuela física. Khan considera que si de por sí enseñar 6 o 7 clases de 60 minutos durante un día es ridículo, mucho más es querer lograr esto con 30 huercos a través de Zoom. Así que debemos reducir el número de cursos diarios y reducir el número de estudiantes por clase (10 idealmente). Como indica Khan: “Esto es un ganar-ganar. Menos fatiga de pantallas y más atención”.
3. ¡Primero lo básico!: Khan dice que es absurdo querer trasplantar todo el currículum educativo a formato digital. Por eso recomiendo enfocarse en lo básico: lectura, escritura y matemáticas. Si los niños logran progresar aquí, o mínimo no se atrofian, podrán compensar en el futuro todo lo que no aprendieron en otras materias. Pero advierte que si degradan sus conocimientos en estas materias básicas, entonces todo su aprendizaje comenzará a sufrir. “Hay que hacer menos y hacerlo mejor”, aconseja.
Sumado a esto, Khan nos recuerda que si la escuela de tus hijos no aplica estos consejos, sería conveniente negociar cambios al currículum con los directores.
Analizando este despapaye histórico, yo quisiera agregar un último comentario para los padres de familia: ¡Que diosito se apiade de ustedes!
16/8/20
LA DICHOSA VACUNA
Esa versión hollywoodense donde una cura acaba de golpe con una pandemia es imposible que suceda. La vacuna contra el Covid-19 será sólo el final del principio. Si bien nos va, será el principio del final. Pero de ninguna manera se trata del último capítulo en este culebrón.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Hablemos en serio: esta pandemia no terminará pronto, ni siquiera cuando tengamos una vacuna.
Porque quizás ustedes sean de los soñadores que esperan ansiosos la aparición de una vacuna para que todo regrese a la normalidad. Puede que se digan en su soledad: “Si tan solo sobrevivo este aislamiento, llegará por fin la cura y el Cosmos retomará su estructura original”.
¡Ah claro! ¡La dichosa vacuna! Un deux ex machina que nos salvará de la infección y del eterno tedio.
Pues lamento ser el portador de malas noticias: esa versión hollywoodense donde una cura acaba de golpe con la pandemia es imposible que suceda. La vacuna será sólo el final del principio. Si bien nos va, será el principio del final. Pero de ninguna manera se trata del último capítulo en este culebrón.
Les explico tres puntos importantes:
1. El tiempo es dinero. Consideren primero que es imposible saber si una vacuna estará lista para finales de año o inicios del 2021. Hay buenos prospectos y la velocidad del progreso hasta ahora ha sido histórico. Pero dejen les pregunto: ¿Cuántas de las predicciones felices sobre el Covid-19 se han cumplido? A estas alturas del juego ya deberíamos saber que los escenarios optimistas jamás suceden con este pinche virus.
2. Distribución. Pero supongamos que sí obtenemos una vacuna pronto. ¿Y ahora qué? Como indica Carolyn Johnson en The Washington Post: distribuir una vacuna en todo el mundo “tomará meses, o muy probablemente años”. Sumen a esto la enorme presión que caerá sobre las cadenas de distribución y producción en plena crisis económica; agreguen la poca confianza que habrá en amplios sectores de la sociedad; y que esta labor requiere de enorme cooperación global en estos tiempos de ultranacionalismos. ¡Ta’ muy complicado!
3. ¿Y la efectividad, apá? Supongamos ahora que los astros se alinean y que sí tenemos una vacuna y la logramos distribuir sin sobresaltos. ¡Falta considerar la efectividad! ¿A poco la primera vacuna será la mejor de todas? ¡Poco probable! ¿O que afectará igual a toda la población del planeta? ¡Menos probable!
Michael Kinch, de la Washington University de St. Louis lo deja claro: “Si tuviera que adivinar diría que la primera generación de vacunas será muy mediocre”. El Dr. Anthony Fauci -asesor de la Casa Blanca- comentó también que “no es muy probable” tener una vacuna con efectividad cercana al 100%, y que si bien nos va, nos conformemos con una que tenga un 50% o 60% de efectividad. O sea, servirá sólo en la mitad de los casos. ¡Hazme el refavor cabrón!
¿Y entonces? ¿Acaso no hay esperanza? ¿Estamos condenados a una existencia miserable? La respuesta sencilla es “sí y no”.
Es innegable que aún con la dichosa vacuna seguirán las medidas de salud pública durante meses o años; más aún si consideramos que pronto el Covid-19 unirá fuerzas con la influenza estacionaria. Bajo este enfoque el panorama es terrible y ominoso.
¡Pero no te aflijas, temeroso lector! Porque conociendo e internalizando esta realidad puedes comenzar a tomar decisiones correctas. ¿Quieres seguir encerrado en tu casa? ¡Adelante! Estás en tu derecho; aunque ahora sabrás que tu esfuerzo será en vano o durará una eternidad.
Yo tengo una mejor solución: acepto que nos tocaron muy malas cartas en esta partida de poker y que nada podemos hacer para cambiar esto. Pero sí puedo mejorar mi circunstancia. Así que seguiré apostando en este juego idiota, pero rodeado de la gente que amo y estimo; tomando un buen vino tinto en alguna terraza; buscando disfrutar cada momento.
Nos tocó la Ley de Herodes. Así que ustedes decidan: ¿O se chingan o se joden?