29/9/19

EL IMPOPULAR POPULISMO

¿Qué creen, chatos? ¡Parece que por fin logramos escapar de un remolino! Y citando a la gran poeta peruana Juana Judith Bustos, (mejor conocida como La Tigresa del Oriente): ¡Tendremos un nuevo amanecer!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora sí, compañeros: ¡Tenemos buenas noticias!

Los ávidos lectores de “El Árbol de Moras” recordarán que en mi columna anterior descendimos a las oscuras profundidades de la geopolítica contemporánea. Argumenté en aquel momento a favor de la teoría del “Eterno Espiral”, apuntando que nos encontramos dando vueltas en remolinos históricos, y cómo -por lo mismo- el mundo parecía estar atascado. Como ejemplos mencioné a Colombia y las FARCs; al Reino Unido y el Brexit; al muro fronterizo de Trump; a la guerra en Afganistán; a la crisis de Argentina; y al espectro de una nueva recesión económica global.

¿Pero qué creen, chatos? ¡Parece que por fin logramos escapar de un remolino! Y citando a la gran poeta peruana Juana Judith Bustos, (mejor conocida como La Tigresa del Oriente): ¡Tendremos un nuevo amanecer!

¿A qué me refiero? Pues que de acuerdo con diversos analistas, la era del populismo que ha asolado a las democracias liberales de Occidente durante una década parece estar llegando a su final.

Las señales están en todas partes: en la Gran Bretaña, el gobierno populachero de Boris Johnson se tambalea por su terrible actuación con el Brexit. En Israel, la reciente elección parece haber arrebatado el poder a Benjamin Netanyahu, quien se encaminaba a crear una especie de teocracia ultra-nacionalista. En Italia, el xenófobo Matteo Salvini fue sacado a patadas del gobierno de coalición que tenía con el Movimiento 5 Estrellas, el cual prefirió una alianza con los liberales moderados del Partido Democrático.

En España, el presidente Pedro Sánchez le cerró las puertas a Pablo Iglesia y sus camaradas bolcheviques de Podemos. En Francia, Emmanuel Macron sorteó la tormenta anti-establishment de los “Chalecos Amarillos” y detuvo el auge en las encuestas de la racista Marine Le Pen.

En Austria, la coalición entre los conservadores y los ultra-derechistas colapsó cuando se reveló una trama de corrupción entre el líder del Partido de la Libertad y unos empresarios rusos. En Alemania, todos los partidos tradicionales se aliaron contra los neo-nazis de Alternative für Deutschland. En Polonia, se especula que Jaroslaw Kaczynski y su partido Ley y Orden puedan perder su mayoría en las elecciones del 13 de octubre.


Nada de esto significa que hemos llegado a un puerto seguro. En Europa, Hungría sigue bajo el yugo de Viktor Orban; en Brasil, Jair Bolsonaro apenas empieza su régimen de destrucción; en India, Narendra Modi avanza su agenda en contra de las minorías religiosas; en Filipinas, Rodrigo Duterte sigue con su estrategia asesina; y si el destino nos juega una cruel broma, el año próximo podría reelegirse Donald Trump.

De igual manera, como bien explica Paul Taylor en POLITICO, las fuerzas subyacentes que motivaron el auge populista siguen presentes: existe una erosión generalizada en los cimientos democráticos y persiste “la creciente desigualdad de ingresos, las preocupaciones sobre la migración y la desaparición de empleos poco calificados por la globalización”.

Aún así, yo sí quisiera detenerme por lo menos un segundo para celebrar el evidente progreso. Porque después de 10 años de transitar por turbulencia, parece que el mundo comienza nuevamente a recobrar su sentido, razón y cordura. 

Pero no durmamos sobre laureles: el populismo aún no está derrotado, y no hemos ni mencionado a los regímenes verdaderamente autoritarios como China y Rusia que tienen en jaque al orden liberal. Pero bien dice el clásico: “vámonos despacio porque vamos lejos”.

Por lo pronto, yo empiezo la semana celebrando con un whiskito en las rocas.

¡Salud, amigos!

15/9/19

¡ATÁSQUENSE QUE HAY LODO!

 ¡Estamos atascados, raza! A donde sea que volteen, el mundo parece estar empantanado e inmovilizado. Nada avanza. Todo permanece estático o se mueve de lugar sólo para regresar a su posición original. Si Nietzsche hablaba de una repetición eterna de la historia humana, yo propongo un addendum: “La Doctrina del Eterno Espiral”. Les doy varios ejemplos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

En uno de los diálogos más fascinantes de la serie True Detective, el personaje de Rustin Cohle (interpretado por el irrepetible Matthew McConaughey) nos ilumina con una de sus reflexiones: "El tiempo es un círculo plano. Todo lo que hemos hecho o haremos, lo haremos una y otra y otra vez... para siempre".  

Resulta que esta idea la popularizó Nietzsche cuando habló de su “Doctrina del eterno retorno” en The Gay Science y Así habló Zarathustra. No se apuren… no vamos a entrar en la maleza filosófica del bigotón alemán, pero sí quiero usar sus ideas para realizar un análisis de nuestra realidad contemporánea.

La versión resumida es esta: ¡Estamos atascados, raza! A donde sea que volteen, el mundo parece estar empantanado e inmovilizado. Nada avanza. Todo permanece estático o se mueve de lugar sólo para regresar a su posición original. Si Nietzsche hablaba de una repetición eterna de la historia humana, yo propongo un addendum: “La Doctrina del Eterno Espiral”. Les doy varios ejemplos.



Primero, el interminable e insoportable Brexit. Los méndigos británicos llevan tres años girando sobre su propio eje y cuando por fin parecía que el primer ministro Boris Johnson daría un golpe de timón para salir de este impasse, ¡pues nada! El Parlamento tomó control de la agenda política y Boris tendrá que pedir oootra extensión a Bruselas. De vuelta al punto inicial. Patear la lata y seguir con la danza gatopardista donde todo cambia para que todo siga igual. ¡Ya estoy harto! 

Más cercano a nuestro México el psicópata de Donald Trump habla nuevamente de su muro fronterizo. ¡Como en los buenos tiempos del 2016! Ahora el güero le quitó cash al Pentágono para construir su barda, y si todo sale bien, tendrá 800 kilómetros de muro para finales de 2020. ¡Sí cómo no! ¡El cuento de nunca acabar!

Por si fuera poco, Trump también decidió cancelar las negociaciones de paz con el Talibán, lo que pudo haber finalizado una guerra que por 18 años ha destrozado a Afganistán. Giran los espirales…

Al sur de México vemos toda clase de remolinos latinoamericanos. En Colombia, las FARC dicen que volverán a las armas; en Venezuela, la catástrofe política y humanitaria sigue sin señal de mejoría; y en Argentina… pues como siempre están las cosas allá, salir de una crisis para inmediatamente entrar en la siguiente. 

Pero en todo este congal hay un espiral que sobresale por encima del resto: el remolino económico. Si no recuerdan, la última década ha estado marcada por la catástrofe económica del 2008. No es por hacerme la víctima, pero bien dice la periodista Annie Lowrey en The Atlantic, que “para los adultos que tienen entre 22 y 38 años, la última recesión en realidad nunca terminó”, y a los Millennials -como yo- nos “tocó enfrentar el peor mercado laboral en los últimos 80 años”. 

Y adivinen con qué novedad nos salen ahora los economistas: ¡Que ya viene la siguiente recesión global! Las señales están en todos lados: crecimiento negativo en Alemania; el peor desempeño de China en 27 años; la aparición de la ominosa curva de rendimiento invertida en EUA; crecimiento paupérrimo en México; y la interminable guerra comercial entre entre los gringos y el mundo. ¡No hay tregua!  

Es un hecho: vivimos en un mundo de espirales, pantanos y remolinos. No tengo espacio para enumerar todos los casos, pero imagino que ya agarraron la onda.

Y entonces… ¿Qué consuelo nos queda a nosotros, los pobres Millennials? Si de algo les sirve, saber que a las nuevas generaciones probablemente les irá peor. 

¡Lástima, chavos!

Publicado originalmente en Vértigo

1/9/19

¡QUÉ CALOR, OH EH OH!

Ya hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el IPCC publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático. Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Los ávidos lectores de El Árbol de Moras sabrán que estoy inmerso en una Cruzada para salvar al mundo, predicando a los cuatro vientos la mayor amenaza contra nuestra civilización: el espectro del cambio climático. ¡Oh sí! 

En otra columna (“El Ganso Verde”) hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático.

Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!

03 de abril: El gobierno de Canadá indica que la zona ártica de su país se está calentando al doble de velocidad que el resto del mundo. ¿Por qué? Porque la pérdida de nieve y hielo aumentan la absorción de la radiación solar y causan un mayor calentamiento de la superficie. ¡Poutine con queso!

08 de abril: El World Glacier Monitoring Service de la Universidad de Zurich informa que los glaciares del mundo se están derritiendo más rápido de lo previsto, reduciendo 1% de su masa cada año. Las consecuencias: nos quedamos sin agua dulce y se incrementa el nivel de los océanos. ¡Ay nanita!

11 de junio: El Proceedings of the National Academy of Sciences advierte que de seguir contaminando, la vida marina podría colapsar en un 17% para el año 2100, debido a la reducción del oxígeno en el agua y la acidificación de los mares. ¿Y mi aguachile, apá?

09 de agosto: El mentado IPCC sale con otro reporte para decirnos que si queremos salvar al mundo ya no basta con reducir las emisiones de carbono, sino que debemos transformar profundamente la producción de alimentos, el uso de suelo y nuestra dieta. Dice la raza del IPCC que sólo el desperdicio de alimentos causa un 10% de todos los gases de efecto invernadero. ¡Papaya de Celaya!

22 de agosto: Se arma la gorda a nivel mundial por los incendios en el Amazonas, donde se han registrado 74,155 incendios desde enero, un incremento del 85% comparado con el año anterior. Todos culpan al presidente brasileño Jair Bolsonaro y su política anti-ecologista, pero él dice que existe una “psicosis ambiental”. ¡Merda, caralho idiota!


Es muy claro: vamos de mal en peor. Pero ahora una pregunta: ¿Podemos hacer algo al respecto?

Aunque no lo crean, sí existen acciones para limpiar este muladar. Así que antes de que abracen al nihilismo, van tres ideas al aire:

1. La ignorancia no es felicidad. Hacerse gueyes no ayudará a mejorar la situación. Es por eso que debemos estar bien informados para saber a qué nos enfrentamos y cómo poder ayudar. ¡Cada acción individual cuenta!

2. Somos lo que comemos. ¡Se fregaron, raza! Nuestras dietas son gran parte del problema y cada taco y torta de carnitas empeoran la situación. Una solución es la de mi compadre Paul McCartney (el mismísimo exBeatle) quien propone los “Lunes Libres de Carne”. ¡Un buen inicio!

3. ¡VOTAR! Nuestra mayor contribución para arreglar este congal es votar por la gente adecuada. Estoy hablando de diputados, senadores, alcaldes y presidentes que tengan una agenda inteligente, realista y pragmática para enfrentar el cambio climático. Votar por aquellos que favorecen a los hidrocarburos por encima de las energías renovables es contraproducente.

En México hay elecciones en el 2021. Así que hagan su tarea: infórmense, cambien su dieta y voten con su cerebro. Ningún proyecto político importa si nuestro país está en llamas.


Publicado originalmente en Vértigo