30/5/13

Y Dios dijo: “sed fecundos y multiplicaos”

A las parejas contemporáneas que buscan tener un hijo, poco parece importarles los problemas que enfrentamos como civilización: sobrepoblación, calentamiento global, o escasez de recursos naturales tan básicos como el agua potable.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

No creo exagerar al proponer que una de las decisiones más importantes en la vida de un ser humano es la decisión de procrear. La intención de crear una nueva vida y considerar que es correcto darle un lugar en este planeta tiene implicaciones éticas tan profundas, que ninguna persona con un nivel mínimo de educación debería lanzarse a favor de esto sin un previo análisis crítico de las consecuencias que conlleva dicha decisión.

Desgraciadamente, pensar así es pedirle demasiado a nuestra especie. Considerando solamente la evidencia más directa, parece que vivimos todavía en un mundo donde la decisión de multiplicar a la especie se encuentra basada estrictamente en razones personales o egoístas y jamás en una visión ética o global. A simple vista, parece que existe un inconsciente colectivo en nuestra sociedad que clasifica esta decisión como algo irremediablemente obvio. La naturalidad de reproducirse sigue siendo un paradigma en nuestros tiempos, y cuestionar este paradigma es un error o simplemente algo inútil o superfluo.

No obstante, yo argumento que la decisión de procrear ya no debe de enmarcarse bajo los mismos parámetros de otras décadas. Decidir traer nuevos humanos al planeta, -más homo sapiens que se sumen a los 7 mil millones que ya existen actualmente-, debería de ser visto por todos con terror o con sospecha. Porque exceptuando la posibilidad de destrucción total que implicó la guerra atómica del siglo pasado, nunca antes nuestra civilización se ha encontrado tan cerca del abismo, y en el centro de esta inminente catástrofe se encuentran los absurdos niveles de reproducción de nuestra especie.

De ninguna manera mi argumento está dirigido a imponer restricciones gubernamentales a los derechos de reproducción (como ya sucede en China), ni pretendo entretener una tonta idea de que algún virus acabe con amplias secciones de la humanidad de un solo golpe (algo que incluso es muy plausible). Lo único que considero correcto proponer es una reinterpretación radical del paradigma dominante sobre la reproducción y una reflexión sobre las consecuencias que actualmente implica decirse a favor de esto.

Un buen lugar de inicio podría ser el editorial publicado en The New York Times bajo el título “Think Before You Breed”. En este editorial, Christine Overall argumenta que uno de los principales problemas es la naturalidad con la que grandes sectores de la población piensan sobre la procreación y como son las personas que deciden no tener hijos las que deben de dar explicaciones a la sociedad por dicha decisión.

De acuerdo con la autora, una persona que decide no tener hijos es considerada “infértil, demasiado egoísta o que simplemente no le ha llegado el momento para hacerlo”. Sin embargo, la mentalidad colectiva debería de ser completamente opuesta. No hay duda que el peso total de las explicaciones debería de recaer sobre las personas que deciden tener hijos. Son ellos quienes deben de proporcionar a la sociedad una serie de argumentos inteligentes y lógicos cuando deciden agregar a un ser humano (o varios más) a la ya exorbitante cifra de homo sapiens en existencia.

Pero a las parejas contemporáneas poco parecen importarles los problemas que enfrentamos como civilización. Sus mentes parecen no registrar los problemas de sobrepoblación, o el calentamiento global, o la escasez de recursos naturales, o la escasez de alimentos y agua potable. ¡Faltaba más! Las razones importantes parecen responder a una cosmovisión egoísta: “yo decido tener hijos porque quiero”; “yo decido tener hijos porque le darán propósito y valor a mi vida”; “yo decido tener hijos porque serán la causa de mi felicidad”. Mi placer, mi vida, mi felicidad. ¡Y al carajo con las implicaciones globales! Si un hijo satisface mi ego y también me permite cumplir con las expectativas sociales, ¡pues venga entonces ese niño!

Yo no debería de recalcarles aquí que, considerando el actual estado de nuestro planeta y de nuestra sociedad, esta actitud debería de considerarse como la quintaesencia de la irresponsabilidad. Una actitud que, -como mencioné anteriormente-, debe de tomarse con total horror o escepticismo.


Sumado a esto, no debemos de evitar repartir culpa a quien culpa merece. Y en esta esfera, no tengo duda que la Iglesia Católica ha sido uno de los mayores obstáculos que evitan un cambio de paradigma en esta temática. La Iglesia mantiene atada a la institución del matrimonio en nociones sociales que quizá fueron válidas en el Medioevo, pero que en lo absoluto corresponden al tiempo presente. Para la Iglesia (y sus millones de seguidores) el objetivo principal del matrimonio continúa siendo la multiplicación de la especie; y todas las relaciones sexuales son “correctas” si se encuentran “abiertas hacia la vida”.

De manera increíblemente irresponsable, la Iglesia prohíbe cualquier uso de anticonceptivos, considerándolos como contrarios a la “voluntad de Dios” en materia sexual. Lo más interesante es que a millones de personas les sigue causando más terror los supuestos castigos celestiales que devienen por utilizar un cilindro de látex, que el posible impacto que un hijo no planeado pueda tener en el planeta o en su vida personal. A esto hay que agregar que, personalmente, yo no quisiera formar parte de ningún club donde me aseguren que una figura paterna invisible se encuentra juzgando constantemente mi comportamiento y mis acciones al momento de mantener relaciones sexuales. ¡No gracias!… yo prefiero vivir sin este tipo de traumas.

Y a pesar de abogar por una causa perdida, mi objetivo aquí no es argumentar a favor del ostracismo de las familias numerosas. Solamente considero necesario que se inicie una discusión sobre el paradigma contemporáneo de la reproducción que sigue clasificándola como algo obvio y obligatorio. 

Tampoco es necesaria la creación de un Estado-Leviatán para controlar este problema. La misma sociedad puede comenzar a criticar a todas las personas que siguen considerando como algo “hermoso” o “divino” tener a dos o tres o cuatro hijos. Pues así como la sociedad apalea a los fumadores de cigarros o a aquellos que tiran basura en la vía pública, quizá haya llegado el momento de poner un poco de presión a quienes dejan de lado su responsabilidad ética, y con total ligereza se dejan llevar por las sendas de la multiplicación.

Y a todos aquellos que siguen viendo con naturalidad las palabras de la Biblia que rezan: “multiplicaos y llenad la tierra”… a ellos les digo: ¡Misión cumplida!

27/5/13

LA VOLUNTAD DE IGNORANCIA

La ignorancia elegida no es sólo despreciar el conocimiento al cual se tiene acceso, también es una falta de sabiduría al momento de utilizar la información


Texto por: Pablo González

Es mi noción que la civilización humana ha llegado a un punto en donde la ignorancia se ha convertido en una decisión personal y consciente.

Considero importante separar a la ignorancia en dos clasificaciones: la "ignorancia circunstancial" y la "ignorancia elegida". La ignorancia circunstancial engloba a esas personas que no tienen la opción de informarse sobre su entorno. En algunas zonas marginadas del mundo, los individuos se encuentran muy limitados respecto a la información que reciben, generalmente por la ausencia de medios impresos o por el dominio de la televisión que carcome la opinión de aquellos que se informan solamente de ella. Esas personas no tienen la opción de buscar conocimiento mas allá de la gente que los rodea, y aunque esto funciona para sus actividades diarias, evita un conocimiento global de la realidad. 

En contraste, la ignorancia elegida es característica de los ciudadanos del mundo industrializado y desarrollado, en donde la información es obtenida con mucha más facilidad y a través de diversos medios. Para los habitantes del mundo industrializado es necesario demarcarles una línea todavía mas exacta: aquellos que cuentan con acceso al Internet. Y no hay duda que cualquier persona que tenga libre acceso al Internet llega a ser un candidato idóneo para sufrir de la ignorancia elegida.

Para esta esfera de personas, la ignorancia involucra Voluntad. De la misma forma en la que Nietzsche habló de la “voluntad de poder”, aquí yo me refiero a la “voluntad de ignorancia”; a aquel motor que arrastra a aquellos individuos con el poder para conocer su mundo por diversos medios a hundirse en la indiferencia o en el consumo de opiniones chatarra. Son también aquellos que, irrelevantemente de la opinión que sostengan, jamás tratarán de entender el otro lado de un argumento.

Es mi opinión que la ignorancia elegida es la razón prima por la cual muchos detestan a Estados Unidos de América. En el "Imperio Yankee", a pesar de la enorme cantidad de información que se genera, la mayoría de la sociedad es una masa ignorante y confundida. Mucho de esto se debe a que gran parte de la información que se produce funciona estrictamente para la manipulación de las masas en dicho país. Sin embargo, esta ignorancia también responde a una pereza absoluta para pensar de forma crítica y correcta, para buscar otra información, para no ser tan ingenuos ni tan cándidos con lo que su Gobierno o las televisoras les dicen. Un perfecto ejemplo de esto continúa siendo la propaganda en torno a las armas de destrucción masiva en Irak, que llevó a la invasión de dicho país y a una guerra que duró más de una década. 

Porque es verdad que la ignorancia elegida no es sólo despreciar el conocimiento al cual se tiene acceso, también es una falta de sabiduría al momento de utilizar la información. Por ejemplo, el opinar sin considerar los potenciales argumentos en contra te puede hacer un ignorante. El repetir algún dato que mencionó alguna “autoridad” sin verificarlo sólo hablará bien de ti si a quien se lo comentas es más ignorante que tú. Si se tiene una vía de información en donde libremente se puede investigar, tu opinión sólo será valida si buscas y encuentras información objetiva sobre el tema en cuestión. 


Sumado a esto, -y considerando diversos estudios sociales- es necesario comentar que la ignorancia es un factor que puede reforzar los conflictos entre grupos. El tener una opinión errónea causa que juzgues a alguien con una opinión diferente a la tuya de una forma equivocada. Un claro ejemplo es la generalización, en donde se abarcan a cantidades enormes de individuos únicos bajo un abanico de estereotipos. Pero aun así, si el mismo estereotipo puede ser atribuido a la persona que tiene la misma opinión que uno, el atributo dado a su razonamiento queda ausente. La mente humana llega a creer que cuando uno dentro de su grupo hace algo bueno es en base a la individualidad y razonamiento de esa persona; cuando alguien de otro grupo hace algo bueno, se le atribuye a la circunstancia externa de la persona, pensando que es el ambiente que lo hace actuar de tal manera y no su propia moral. 

Daniel J. Boorstin dijo que el mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino es la ilusión del conocimiento. Este dicho acompañado por otro que dice “la ignorancia es éxtasis” (T. Grey, 1742) abarca el razonamiento de porqué gente con la capacidad de investigar todo, simplemente no lo hace. El saber y entender el otro lado de la moneda mueve a uno fuera de su zona de confort y el decidir poner a prueba las creencias propias es la quintaesencia del progreso intelectual

Se requiere tener una sensibilidad global para entender que, para los ciudadanos de países industrializados y con acceso a Internet, la ignorancia ya no se puede usar de excusa. No resulta justo retroceder en la ruta del progreso humanístico debido a la comodidad o a la pereza. Es imperativo que el conocimiento sea el objetivo primordial en cualquier discusión, ya que si sólo seguimos defendiendo nuestra opinión, la obscuridad de la ignorancia dará luz a más y más conflictos.

Finalmente, resulta fundamental reconocer que cuando un individuo decide regresar al fondo de la caverna y se conforma con ver simples sombras y siluetas, este individuo se encuentra cometiendo un crimen contra las oportunidades que le han otorgado y comete un imperdonable insulto contra el progreso tecnológico y científico que hemos logrado como civilización.

2/5/13

EL CROMOSOMA DE LAS TINIEBLAS


Más de 630 millones de mujeres viven en un lugar donde la violencia doméstica no es ilegal y más de 2,600 millones de mujeres habitan en países donde la violación sexual dentro del matrimonio no es castigada por la ley. Cada año, más de 300 millones de niñas son víctimas de mutilación genital en el continente africano y en todo el mundo, 3 de cada 5 mujeres sufrirán algún tipo de violencia durante su vida.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


“The horror! The horror!”
- Mr. Kurtz

Hace tiempo escribí un texto para El Árbol de Moras en el cual criticaba la inacción de las mujeres en Occidente para dar “el último empuje” y alcanzar la inexorable igualdad económica y política dentro de la sociedad. Entre los argumentos presentados, también mencioné que resulta sorprendente cómo, incluso cuando el sexo femenino constituye actualmente la mayoría de la población mundial, las féminas siguen siendo “objetos” reprimidos y violentados en la mayor parte del planeta.

Retomando aquella línea de argumentación, tengo que reconocer que he cometido una terrible equivocación. Mi desliz fue creer que fuera verídico que el sexo femenino representa en realidad a la mayoría de la población global… ¡esto es un error! Podrá ser verdad en América y Europa, -de esto no hay duda-, pero es completamente equivocado cuando se pretende extender dicha aseveración al resto de los continentes.

Considerando ahora esta certeza, surgen algunas preguntas fundamentales: ¿Cómo es posible que en Occidente el sexo femenino sí constituya a la mayoría de la población, pero que esto no se replique en otras áreas del mundo? ¿Cuáles son las diferencias socio-políticas que han permitido que ésta sea la realidad?

Para responder estas preguntas es necesario retomar la compleja temática de la opresión femenina y profundizar en la verdadera miseria que enfrentan las mujeres en todo el mundo;  una miseria que va mucho más allá de las faltas de oportunidades laborales, la falta de acceso a la educación o la violencia doméstica que todos podríamos imaginar. La situación que enfrentan las mujeres en el mundo requiere mirar al Horror directamente a los ojos.

Una de las bases para comprender la topografía de este infierno dantesco es la extensa investigación realizada por Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn para su libro y documental “Half the Sky”. A las preguntas que propuse anteriormente, Kristof y WuDunn responden que las mujeres no representan la mayoría de la población mundial debido al sistemático y rutinario “genocidio de género” del cual son víctimas.

Para entender la magnitud de este feminicidio global, se puede comenzar por citar algunas cifras tan básicas como escalofriantes. 

Según los datos expuestos en “Half the Sky”, en los últimos 50 años han sido asesinadas más mujeres, precisamente por ser mujeres, que el número total de hombres que murieron en todas las guerras del siglo XX.  Kristof y WuDunn también indican que en cualquier década del siglo pasado, más mujeres murieron a causa de este rutinario feminicidio que el número total de personas asesinadas en todos los genocidios del siglo XX. Por su parte, el escritor Salman Rushdie indicó que el problema es incluso más grave, pues al número total de feminicidios habría que agregar los millones de fetos que son abortados simplemente porque nacerían con un cromosoma X y no un cromosoma Y.


Algunas otras cifras relevantes: Más de 630 millones de mujeres viven en un lugar donde la violencia doméstica no es ilegal y más de 2,600 millones de mujeres habitan en países donde la violación sexual dentro del matrimonio no es castigada por la ley. Cada año, más de 300 millones de niñas son víctimas de mutilación genital en el continente africano y en todo el mundo, 3 de cada 5 mujeres sufrirán algún tipo de violencia durante su vida.

Les daré un minuto para que repasen estos datos…

Esta escandalosa realidad, más allá de causarnos una profunda indignación que quizá nos haga perder la fe en nuestra especie, debería obligarnos a replantear radicalmente nuestras prioridades en este mundo. Es necesario reconsiderar cuál es realmente el tema moral que será definitorio en el presente siglo. Nick Kristof ofrece una postura con la cual concuerdo completamente: “(Actualmente) el mayor abuso a los derechos humanos no involucra represión política y no involucra los otros temas en los que siempre nos enfocamos; (el mayor abuso a los derechos humanos) involucra los cromosomas con los que la gente nace”.

Resulta irrelevante la actitud que ustedes, estimados lectores, decidan tomar en respuesta a estas cifras. Lo que debemos de aceptar sin contratiempos es que, a pesar de la enorme complejidad de este problema, es imperativo que cualquier estrategia para comenzar a resolverlo debe de estar basado en el empoderamiento de las mujeres. No existe forma de disipar este infierno si las mujeres no forman la base y la vanguardia en cualquier solución. 

Todos los expertos en temas políticos y sociales que participan en “Half the Sky” concuerdan que la mejor manera de lograr el empoderamiento de la mujer es a través de la educación. Cuando una sociedad decide educar a su población femenina, automáticamente les otorga un poder que previamente no tenían; un poder para reconocer las estructuras sociales de las cuales son prisioneras y un poder que les permitirá emanciparse por medio del acceso a la economía formal. 

Cuando una mujer (como le sucede a millones) se dedica a la prostitución desde los 11 años, su capacidad de reconocer su valor social y personal se ve seriamente coartado. En cambio, sólo por medio de la educación social y cívica, fundamentalmente necesaria en cualquier solución, será posible comenzar a destruir las antiguas estructuras patriarcales y será posible transformar las percepciones que actualmente estigmatizan a las mujeres.

Todo tipo de educación es fundamentalmente importante debido a que las actitudes patriarcales y misóginas son igualmente internalizadas por hombres como por mujeres. Como se indica en “Half the Sky”: El factor principal que determina si estás a favor de la violencia doméstica no es si eres hombre, sino el nivel de educación que has recibido. 

Al escribir sobre este tema pude evitar reflexionar en el grotesco abismo donde han caído todos aquellos que se autoproclaman relativistas culturales. Me refiero a todos aquellos pazguatos que promueven el respeto a las culturas locales y abogan a favor de los usos y costumbres de una región, sin considerar los atropellos a la ética que pudieran cometerse. 

Cabe decir que si todos defendiéramos dicha mentalidad, no habría lugar para la crítica de la violencia doméstica, la esclavitud sexual o la mutilación genital de la que son víctimas millones de mujeres en todo el mundo. Para esos papanatas relativistas, si una sociedad considera que es correcto cortar el clítoris a una infante de 9 años, ¿quiénes somos nosotros para juzgarlo como incorrecto? ¡Nada más cercano a la quintaesencia de la estupidez!

De sobra estar indicar que cualquier cultura que imponga un régimen de terror y violencia sobre las mujeres es una cultura innegablemente fracasada, y por lo tanto, una cultura exenta de todo respeto. Por lo tanto, el primer paso a tomar para remediar los horrores que afligen al sexo femenino es la reprobación total del relativismo cultural.

En paralelo a este primer paso, es necesario continuar con la solución moral y ética que involucra empoderar a las mujeres para seguir marchando en el camino de la dignidad y el progreso humano. No obstante, no debemos descartar otras soluciones, como aquella que recomienda el señor Kurtz en su panfleto mencionado en “El Corazón de las Tinieblas”. La estrategia de Kurtz para terminar con el Horror es la siguiente:

“¡Exterminad a todos los bárbaros!”