23/12/19

CINCO LUCES EN EL ABISMO

El 2019 fue agotador y la tempestad de la 4T nomás no dio tregua: la violencia no cedió; la economía no creció; la prueba PISA nos dejó -otra vez- en el sótano; y la vaquita marina seguro se extinguió y ni cuenta nos dimos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora sí… ¡Lo logramos! Porque a menos de que Kim Jong-un lance un ataque nuclear en los próximos días, habremos llegado sanos y salvos al final del año.

Es que en serio… el 2019 fue agotador y la tempestad de la 4T nomás no dio tregua: la violencia no cedió; la economía no creció; la prueba PISA nos dejó -otra vez- en el sótano; y la vaquita marina seguro se extinguió y ni cuenta nos dimos.

A nivel internacional fue igual o peor: la catedral de Notre Dame se achicharró; renunció Theresa May; la OTAN se resquebraja; el Amazonas arde como nunca y el Ártico se derrite a velocidad récord; y también se murió Ginger Baker, baterista legendario de Cream. ¡No hay remedio!

Pero no quiero deprimirlos en épocas navideñas. Así que olviden el caos global y mejor vamos a revisar una lista con 5 cosas buenas que sucedieron durante el año que ya casi acaba. Hagamos caso a Echeverría: ¡Arriba y adelante!



1. Las protestas masivas: Sin duda la mejor noticia del 2019 fue ver a la raza en todo el mundo levantarse para defender a la democracia y denunciar los abusos de poder y corrupción. Esto lo vimos en Ecuador, Líbano, Chile, Argentina, Haití, España, Uruguay y Hong Kong. Pero también en Bolivia, Sudán e Irak, países donde la sociedad sacó a patadas a sus diversos dictadorzuelos. Aunque cada protesta tenía su propia lógica y causa, es una gran señal para el futuro de la democracia liberal. ¡Aplausos!

2. Greta Thunberg: Aunque a muchos les cae gorda esta niña, la verdad es que durante el año logró cautivar al mundo con su impetuoso discurso contra el calentamiento global, motivando a millones de jóvenes a movilizarse para salvaguardar su futuro y el del planeta. Para la historia quedará su “How dare you?” pronunciado en la ONU para denunciar a los líderes globales por destruir nuestro changarro llamado Tierra. ¡Bien ahí, Greta!

3. Fuera plásticos: Jalando parejo para combatir el calentamiento global, la Unión Europea logró un momento de unidad en el 2019 para prohibir los plásticos de un solo uso; léase platos, vasos, cubiertos y popotes. Esta medida entrará en vigor en el 2021 y ayudará a eliminar 25 mil millones de dólares de contaminación para el 2030 . ¡Au revoir plastique! 

4. Periodistas y denunciantes: Un tremendo año para las denuncias anónimas y el periodismo. Desde el funcionario gringo que inició el proceso de impeachment contra Trump por avisarnos de sus mañas con el gobierno de Ucrania; pasando por los documentos conseguidos por el Washington Post que exponen las toneladas de mentiras que el Pentágono dijo sobre la guerra en Afganistán (sabían que era imposible de ganar, y nadie nos avisó); hasta el funcionario anónimo de China que envió a The New York Times cientos de documentos detallando los campos de concentración contra los musulmanes uyghur en Xinjiang. ¡Bravo!

5. Prohibición de los matrimonios infantiles: Una buena para el Congreso mexicano, que entre todo el congal que traen lograron prohibir este año los matrimonios infantiles en toda la república, acabando así con una práctica barbárica y oscurantista.

Como pueden ver, no todo estuvo tan mal en este 2019. Y pa’ que vean que soy buena gente, les voy a regalar otra buena noticia: en septiembre la comunidad científica descubrió al exoplaneta K2-18b, el primero -que sabemos- que tiene agua en su atmósfera y está localizado en la zona habitable de su sistema solar. Lo mejor de todo es que queda a 124 años luz, o sea, a tiro de piedra.

Así que si todo se va a al carajo aquí, igual y podemos tener una segunda oportunidad en el mentado K2-18b.

¡Ánimo, muchachos! ¡Nos vemos en el 2020!

Publicado originalmente en Vértigo

9/12/19

LA INSOPORTABLE DENSIDAD DEL SER

Entre más se industrializa el mundo y más sedentarios nos volvemos, la posibilidad de volver a una alimentación orgánica y saludable se aleja del alcance de muchos. Por ende, cada vez somos más gordos, lo que termina por causar más daño al medio ambiente, lo cual nos acerca a la destrucción de nuestra civilización. ¡Ni más ni menos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


¿En qué quedamos, entonces? Me refiero a mi columna anterior. ¡Ah sí! Quedamos en que ya empezaron las posadas y que estamos en muy graves y serios problemas. Todo porque somos un país de gordos despilfarradores sin remedio. 

Estamos en el peor de los mundos: No cabemos en nuestros pantalones y al mismo tiempo tiramos casi la mitad de los alimentos que producimos. No lo digo yo, lo dice la OCDE, que en su Panorama de Salud 2019, nos informa que el 72.5% de la población mexicana tiene obesidad o sobrepeso. El gobierno mexicano complementa e informa que desperdiciamos el 37% de los alimentos producidos.

Pero esta bronca se desborda más allá de México. De acuerdo con la OMS, la obesidad a nivel global casi se ha triplicado desde 1975. En el 2016, cerca de 2,000 millones de adultos en el mundo tenían sobrepeso; y de estos, más de 650 millones eran obesos. Esto representa el 39% de los adultos con sobrepeso y 13% con obesidad. ¡Cochinos, marranos… cerdos!

En cuanto al derroche, la FAO dice que un tercio de toda la producción de alimentos a nivel global fue desperdiciada, lo que suma 1,300 toneladas de comida con un valor de 680 mil millones de dólares. ¡Les digo… no tenemos remedio! 

¿Pero qué creen?… ¡La cosa se pone todavía peor!


Porque entre más se industrializa el mundo y más sedentarios nos volvemos, la posibilidad de volver a una alimentación orgánica y saludable se aleja del alcance de muchos. Por ende, cada vez somos más gordos, lo que termina por causar más daño al medio ambiente, lo cual nos acerca a la destrucción de nuestra civilización. ¡Ni más ni menos!

¿No me creen? Consideren lo propuesto por el profesor Mauro Serafini (Universidad de Teramo, Italia) en un estudio publicado en Frontiers in Nutrición. Serafini nos propone el concepto de “desperdicio metabólico de alimentos” (DMA). Dicho en castellano, el DMA mide la cantidad de comida producida que sólo causa exceso de peso corporal, y el impacto que estas ‘calorías innecesarias’ tienen en el medio ambiente.

¿Y cuál es el veredicto? Pues se acuerdan de las 1,300 toneladas de comida que se tiran en todo el mundo: pues esas son una niñería. De acuerdo con Serafini, el DMA a nivel global asciende a más de 140 mil millones de toneladas cada año. ¡10 veces más de lo que tiramos directamente a la basura!

En resumen hablamos de un doble desperdicio: por un lado tiramos comida a la basura y por otro comemos alimentos de manera excesiva e innecesaria, ya que no contribuyen a nuestra salud, sólo a acrecentar nuestras caderas, pantorrillas y barrigas. 

El DMA de todo esta comida redundante resulta en 240 mil millones de toneladas de CO2 que lanzamos a la atmósfera, ya que se requieren cantidades enormes de recursos para producirla, incluyendo las millones de hectáreas de tierra, los miles de millones de litros de agua y toda clase de transporte para mover esta comida hasta nuestras bocas.

Que quede claro: No los estoy regañando. Primero porque yo soy culpable de ese incremento del DMA en el mundo. Pero algo sí tenemos que hacer al respecto. Ya la ONU anunció que estamos en un punto crítico en nuestra batalla contra el calentamiento global, y el IPCC indica que entre el 8% y el 10% de todos los gases de efecto invernadero están relacionados a la comida desperdiciada, ya sea en la cosecha, producción o simplemente desechada por consumidores. 

De continuar así no sólo perderemos la capacidad para entrar en nuestros pantalones: podríamos incluso perder a nuestro planeta.

¡Por lo pronto disfruten sus posadas!  Nomás acuérdense: cada tamal cuenta.

Publicado originalmente en Vértigo