19/1/16

PAINT IT BLACK

El pesimismo defensivo involucra tener bajas expectativas de la realidad; imaginar siempre los peores escenarios; pero también considerar y resolver todo lo que pueda salir mal.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

El filósofo Roger Scruton indicó que para las personas optimistas la esperanza suele ser más importante que la verdad. Los optimistas avanzan hacia el futuro con un sentido de propósito –dice él- y evitan opiniones disidentes que puedan arruinarles su ciega ilusión por el porvenir. 

Si el optimismo es la mentalidad preferida por la sociedad como argumenta Scruton, el pesimismo suele ser una forma de pensar vapuleada o incluso proscrita por las personas: nadie quiere tener a su alrededor amigos pesimistas que les agüen sus ánimos, mucho menos al inicio de un nuevo año. 

Pero es justo ahora cuando debemos abandonar ese optimismo ciego y comportarnos como personas realistas, mucho más cuando hablamos de un hecho indiscutible: que pocos de nosotros vamos a cumplir con nuestros propósitos de año nuevo.

Porque bien lo dijo el comediante John Oliver: los propósitos de año nuevo son el punto medio entre mentirnos a nosotros mismos y mentirle a otras personas. Y si somos honestos, aceptaremos que incluso si iniciamos el año con grandes expectativas, seguramente terminaremos algo decepcionados.

Es por esto que quiero ir en contra del optimismo generalizado que abunda en estas fechas y recomendarles una nueva estrategia para no caer en los desfiladeros de las promesas incumplibles: el pesimismo defensivo. 

Jackson Pollock - Autumn Rythm

¿De qué trata esta idea? Pues de acuerdo con Julie Norem, profesora de sicología en el Wellesley College y creadora de este concepto, el pesimismo defensivo es una estrategia que involucra tener bajas expectativas de la realidad e imaginar siempre el peor de los escenarios. Sin embargo, esto no significa que el pesimismo defensivo sea una mentalidad catastrofista, pues cada vez que imaginemos una situación negativa, también debemos considerar de manera vívida y concreta cada una de las cosas que puedan salir mal. Sólo así podremos prepararnos y tomar acciones para prevenir el fracaso.

Les comparto un ejemplo real. Yo estoy pensando en ahorrar una cantidad importante de dinero para viajar a La Habana en los próximos meses. Sin embargo, esto será muy complicado ya que suelo dilapidar mis finanzas en parrandas y alcohol. ¿Voy a dejar de tomar alcohol en este 2016? ¡Faltaba más!

Así que comienzo con bajas expectativas, pero prosigo a realizar una lista de todos los elementos que me ayuden a prevenir el fracaso: podría separar de antemano el dinero exacto para gastar en vino tinto y whisky con soda; evitar llevar mi tarjeta de crédito a las cantinas, o incluso optar por licores más económicos a los que comúnmente consumo. Acepto que tengo poca fuerza de voluntad para dejar el alcohol, pero hago todo lo posible por reducir las consecuencias que este comportamiento tienen en mis finanzas.

Porque nadie podría negar que una mentalidad optimista generalmente nos lleva a sentirnos bien con nosotros mismos. Pero pretender que el nuevo año será uno repleto de éxitos y triunfos es una mentalidad muy cándida, al igual que suponer que nuestra fuerza de voluntad es suficiente para lograr todas las cosas que nos proponemos. 

Es por esto que una sana dosis de pesimismo defensivo es la mejor medicina para iniciar el año nuevo: pues así podemos prevenir todos los peligros en el camino y no dirigirnos como esos sonrientes optimistas hacia el barranco del fracaso y el desengaño. 


Este texto se publicó originalmente en Vértigo

6/1/16

HUMANO, DEMASIADO HUMANO...

¿Si las personas se la pasan buscando mayoritariamente pornografía en Internet, para qué celebrar tanto el aumento en el acceso a esta gran herramienta tecnológica?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

No sé si ustedes se enteraron, pero este 2015 marcó el momento cuando por primera vez en México, más de la mitad de la población tuvo acceso a Internet. Esto es un triunfo inmenso, quizás a la altura de la alfabetización masiva o el acceso a la salud alcanzado en el siglo pasado.

Porque nadie puede negarlo: el Internet es por mucho el invento más extraordinario e importante de la especie humana. Sería inútil enumerar aquí las razones de por qué esto es verdad, y seguro ustedes las conocen. Pero basta con decir que es tan útil y necesario en la vida contemporánea, que algunos países han hecho del acceso a Internet parte de los derechos humanos.

Sin embargo, basta con echar un breve vistazo al panorama digital para darse cuenta que aquí en nuestro México las cosas no van tan bien. Y es que la población mexicana parece no estar aprovechando al máximo esta herramienta revolucionaria. Les propongo algo: pasen un par de minutos en cualquiera de las redes sociales para darse cuenta cómo todos parecen estar obsesionada con bebés, memes de John Travolta, videos de gatos que hacen tonterías, o fotos cachorros bonitos.

¿Qué diablos significa todo esto? ¿Cómo es posible que teniendo frente a nosotros la herramienta tecnológica más impresionante de la historia, hayamos terminado en este nivel tan bajo?

Es por esto que decidí llegar al fondo de este asunto, e intentar responder la pregunta más importante: ¿Qué uso le están dando realmente los mexicanos al Internet?

Para resolver este embrollo, les propongo un experimento sencillo: un juego que demuestra el pavoroso estado al que hemos llegado como sociedad digital. Y no se preocupen, es un juego que pueden jugar en familia y seguramente los mantendrá cautivados por muchos minutos en estas vacaciones.


¿De qué trata el juego? Pues las reglas son muy simples: basta con acceder a la página de Google Trends, elegir a “México” como país de análisis y teclear la palabra “porno”. Aquí podrás ver cuántas veces se ha buscado este término en Google durante diversos periodos de tiempo: hay que elegir “últimos 12 meses”. El juego entonces es muy fácil: todos los participantes deben proponer una palabra que compita contra “porno”, y el que encuentre alguna que lo supere en búsquedas… ¡gana un premio!

Hasta el momento, yo sólo he encontrados tres palabras ganadoras: “Facebook”, “Youtube” y por alguna extraña razón, “Google”, o sea que hay gente que entra a Google para buscar “Google” (cada quien sus locuras).

Ahora bien, no quiero que me malinterpreten, pues aquí no pretendo ser mojigato ni moralista. Nada tiene de malo utilizar Internet para darse una escapada pornográfica de vez en cuando. Pero por bondad, señores: ¡hay que balancear! Porque con los resultados que nos arroja Google Trends, parece que somos una sociedad ultra sexualizada, con una fijación total los videos XXX. ¡Vamos muy mal! 

Así que sólo queda preguntar: ¿Si la gente se la pasa buscando mayoritariamente pornografía, para qué celebrar tanto el aumento del acceso a Internet? 

¡Pues no lo sé! Por ahora, lo único que queda es esperar a que el año 2016 nos arroje mejores resultados. 

Eso sí, creo que ya nadie se puede hacer el tonto: ya todos sabemos lo que millones de mexicanos andan buscando en Internet a altas horas de la noche.

¡Feliz inicio de año, compañeros!

Texto publicado originalmente en Vértigo