15/10/18

LOS HOMBRES QUE INCENDIARON AL MUNDO

Por un lado tenemos a un orate esquizofrénico liderando una superpotencia que no cree en el cambio climático. En el otro, un orate Stalinista que busca destruir el mayor bosque del planeta.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Tras una temporada de ausencia, El Árbol de Moras regresa a las páginas de Vértigo. 

Y aunque esta noticia debería obligar la celebración de unas bacanales, mi éxtasis se diluyó súbitamente por la aparición de otro evento que descarriló todo sentimiento de algarabía y felicidad: estimados lectores, con toda la pena les comunico que nuestro planeta está en ruta al cataclismo absoluto.

“¿Por qué el catastrofismo?”, preguntará algún despistado. 

La respuesta sencilla es: el cambio climático. Y la respuesta más elaborada es el recién publicado informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Que no quede ninguna duda. Las conclusiones del IPCC son verdaderamente ominosas: de no cambiar el rumbo actual, la humanidad habrá incrementado para el 2030 la temperatura del planeta 1.5 grados Celsius sobre los niveles preindustriales, desatando una verdadera catástrofe ecológica y humanitaria en los años subsiguientes.

Hoy nos encontramos a dos tercios del camino, (+1 grado Celsius) y las consecuencias ya son evidentes: huracanes de mayor fuerza, descongelamiento inaudito de las capas polares, insólitas oleadas de calor, y así una larga lista de amenidades. De acuerdo con el IPCC, para salir de esta carrera hacia el fondo, las emisiones globales de dióxido de carbono deberán reducirse en los próximos 12 años a un 45% de los niveles del 2010 y llegar a un equilibrio de cero emisiones para el 2050.

La buena noticia es que esta tarea hercúlea es técnicamente posible. Como civilización sí podemos lograr estos cambios, aunque requieran de enorme voluntad política y de cambios radicales en áreas tan divergentes como energía, industria, construcción, transporte y agricultura.

Hasta aquí las buenas noticias.


Porque si somos realistas, nos daremos cuenta que existen dos personajes en el escenario internacional que muy seguramente descarrilarán cualquier progreso. El primero (no sorprende) es Donald Trump, quien no sólo ha expresado su total escepticismo hacia la existencia misma del calentamiento global, sino que ha realizado toda clase de acciones para empeorar aún más el problema.

Porque aún cuando Estados Unidos es el segundo emisor de gases de efecto invernadero, en su corta presidencia Trump abandonó el Acuerdo Climático de París; canceló el Clean Power Plan (reduciría el CO2 en las plantas de energía); pretende revivir la industria del carbón; canceló los nuevos estándares de eficiencia en los autos; y eliminó  regulaciones que podrían causar fugas de metano (un gas 30 veces peor que el CO2). En otras palabras: No hay remedio...

El otro personaje es Jair Bolsonaro. Un flamante neo-fascista desconocido hasta hace poco, pero que obtuvo el 46.5% de la votación en la elección presidencial de Brasil.

Pero más allá de sus famosos comentarios misóginos y homofóbicos; o de sus tendencias autoritarias y asesinas, Bolsonaro pretende también eliminar candados para destruir aún más el Amazonas con fines ganaderos y agrícolas. 

Hoy el Amazonas es la zona más deforestada en el mundo; y estimaciones de la WWF indican que para el 2030 (nuestro año negro) cerca del 30% del Amazonas estará sin árboles, y eso con las tendencias actuales de destrucción. De llevar a cabo el plan ecocida de Bolsonaro, las pérdidas serán aún mayores. Lo único que nos faltaba...

Así que por un lado tenemos a un orate esquizofrénico liderando una superpotencia que no cree en el cambio climático. En el otro, un orate Stalinista que busca destruir el mayor bosque del planeta.

Quiero ser optimista… ¡Pero así yo no juego!

Publicado originalmente en Vértigo