22/5/23

¡MUERTE AL 5 DE MAYO!

Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? 


Texto por: Juan Pablo Delgado


Ahora sí, raza. ¡Es oficial! Después de tres años y pico de disrupciones, incertidumbre, terror y muerte por fin terminó la emergencia sanitaria del covid-19 en México y el mundo. ¡Aplausos a todos!

Habiendo superado este primer instinto celebratorio, caemos rápido en la cruda realidad: aquí en México hay poco que festejar. Entre los restos del naufragio sobresale que nuestro país fue unos de los peores calificados en cuanto a prevención y acción durante la crisis sanitaria. Atrás quedan más de 300,000 muertes causadas directamente por el virus, miles de negocios cerrados, una generación de niños mensos y cerca de 700 mil muertes excedentes. Como remedio queda esperar que un día se haga justicia contra el Ángel Exterminador de apellido López-Gatell.

Todo esto es relevante porque pone de relieve la compleja cuestión de la memoria social colectiva. Me refiero a que como humanidad -y como país- parecemos haber dado vuelta de página a todo este tema de la pandemia: ¿Por qué en ningún lugar del mundo se ha propuesto alguna fecha para conmemorar la traumática expereicnia que sufrimos como especie humana? ¿Por qué tenemos días conmemorativos para absolutamente todo -día del taco, día del pene, día del perro- pero nadie ha propuesto un “día de la victoria contra la pandemia”?.

Queda claro que tenemos nuestras prioridades tergiversadas. Conmemoramos cosas estúpidas y superfluas y decidimos ignorar las mayores victorias colectivas.

Si tomamos el caso particular de México, esto se vuelve evidente al instante: arrancamos el año con la celebración de la Constitución. ¿Cómo para qué? De ahí nos seguimos con el nacimiento de Benito Juárez. ¿Y esto a quién le importa? Peor todavía: ¡Celebrar a la bandera de México! ¿En qué cabeza cabe? ¿Y la Revolución mexicana? ¿Seguimos con esto un siglo después?



Quizá la peor fecha sea el 5 de mayo. Año tras año nos inflamos de falso patriotismo para conmemorar una fecha que nos recuerda una insignificante victoria contra los franceses. Vale preguntarse: ¿A quién fregados le interesa una batalla de hace 160 años? ¿Qué necesidad tenemos de seguir conmemorando una fecha histórica que no suma, no propone, y no inspira nada a la sociedad mexicana? 

Ante este desastre, vengo a presentarles un par de propuestas para modernizar nuestros días festivos de mayo. Ahí les va: 

1. Eliminar el 05 de mayo: A partir del 2024, la Batalla de Puebla queda fuera del calendario oficial de días patrios. ¿Qué podemos festejar este día? Pues podríamos armar una gran parranda donde recordemos que el 5 de mayo fue la fecha cuando la OMS declaró el fin de la emergencia a nivel mundial. ¡Saquen las cheves!

2. Conmemorar el 09 de mayo: También el 9 de mayo debe incluirse en el calendario oficial por ser el día en que oficialmente terminó la emergencia sanitaria en México. Pero éste no será un día de fiesta. Tomando en cuenta la calamidad que sufrimos, el 9 de mayo se convierte en día de descanso, enfocado en la introspección reflexiva y en mentarle la madre a López-Gatell.

3. Agregar el 08 de mayo: Con estas dos fechas palomeadas, podemos agregar un día más a esta macrosemana de fiesta y reflexión: el 8 de mayo. ¿Y esto por qué?  Porque esta fecha conmemora el Día de la Erradicación de la Viruela, una de las enfermedades que más muertes ha causado en la historia de la humanidad (entre 300 millones y 500 millones tan sólo en el siglo XX). Su erradicación ha sido uno de los mayores hitos en la historia humana y claramente merece una parranda anual.

Con estas nuevas fechas conmemorativas no sólo estaremos haciendo un servicio a la posteridad, otorgándoles tres días para sentirse orgullosos, reír, celebrar, llorar y recordar. También estaríamos creando un mega-puente vacacional que culmina con la celebración de las madres el 10 de mayo. 

Y por si fuera poco, estoy seguro que todos los años nuestros políticos se tomarán vacaciones durante todos estos días, dejando menos tiempo para que propongan y hagan estupideces.  ¡De nada, raza! ¡Estoy para servirles! 

8/5/23

LOS VECINOS DE LA DISCORDIA

Cada día se suman más voces que piden a Washington tomar medidas más fuertes contra México.

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Como buen regiomontano siempre he creído que la vecindad con Estados Unidos nos ha servido para mejorar a México. Lo digo sin remordimientos: desde pequeño he considerado que -al menos en cuestiones culturales- los gringos son infinitamente… mejores. O díganme… ¿Prefieren ustedes a The Doors o a Luis Miguel? ¿A Francis Ford Coppola o a René Cardona? ¿Ver Rebelde o Breaking Bad? ¡Caso cerrado!

La gran noticia es que después de numerosas décadas,  el “soft power” de los gringos parece haber permeado a todo el país, sea en la ropa que usamos, la gastronomía, y el entretenimiento. Hoy nadie podría negar que los lazos entre México y Estados Unidos se encuentran más estrechos que nunca. 

Lo paradójico es que justo cuando nuestra cercanía cultural es tan fuerte; y justo cuando existe la posibilidad de dar un gran paso hacia la integración de Norteamérica -donde exista el libre tránsito de productos, trabajadores y capitales- nos encontramos en una de las peores épocas en la relación bilateral. En ambos lados de la frontera diversos funcionarios públicos se encuentran atrincherados en una guerra de palabras. Una espiral de destrucción diplomática que ha llegado a las amenazas de una invasión militar.

Para los gringos, el principal problema es la epidemia del fentanilo; una droga sintética que mata a cerca de 80,000 personas al año y que ingresa desde México. De nuestro lado, la respuesta ha sido digna de Juan Escutia: nos hemos envuelto en la bandera del patrioterismo y la soberanía para denunciar el supuesto injerencismo del Imperio Yanqui. 

El problema es que ambas posturas han comenzado a ampliar las grietas que ya existían desde el inicio de la actual administración. Hace un par de meses, la directora de la DEA, Anne Milgram, sin tapujos dijo que  México “no coopera” en las acciones contra los cárteles de la droga, agregando que·no están obteniendo información sobre decomisos de fentanilo. Sumado a esto, un informe de la DEA indicó que los cárteles de Sinaloa y Jalisco son ahora las principales amenazas globales contra los Estados Unidos. ¡Lo que nos faltaba!



Pero esto es apenas el principio. El Secretario de Estado, Anthony Blinken, comentó recientemente que no existe duda que el narco controla partes de México; y bajo cuestionamientos del Senador Lindsay Graham, aceptó que el gobierno de Biden estudiará calificar a los cárteles como organizaciones terroristas. El mismo Graham también declaró que “México es un narco Estado-terrorista”. 

Quizá para algunos esto sea mera politiquería. Que estando aquí y allá en las precampañas presidenciales para el 2024, uno podría esperar este tipo de retórica.

Pero a mí me parece que aquí hay algo más destructivo. Cada día se suman más voces que piden a Washington tomar medidas más fuertes contra México. El congresista de Texas, Dan Crenshaw, consideró que el ejército de Estados Unidos debe intervenir en México para combatir a los cárteles de la droga. El ex secretario de Estado, Mike Pompeo, propuso usar drones para atacar a los cárteles. Incluso Donald Trump, que seguro será el candidato presidencial Republicano el próximo año, ha pedido que se elaboren planes bélicos para eventualmente atacar a México y terminar con el problema del fentanilo.

Digan lo que quieran, pero esto no es normal. Desde que tengo memoria siempre han existido desencuentros entre ambos países, pero nunca se había visto un escenario tan descompuesto. 

Quizá lo más trágico es que ahora, cuando resulta fundamental profundizar la unión de Norteamérica para hacer frente a China y otros retos geopolíticos, estemos hablando de guerra entre vecinos.

No hay duda que estamos perdiendo una oportunidad histórica para crear una verdadera unión norteamericana que traiga prosperidad para todos. Pero bueno… por lo menos podremos ir a dormir tranquilos sabiendo que podremos ser un país cada día más pobre y aislado, pero por lo menos somos “soberanos”. ¡Faltaba más!