30/1/23
OK COMPUTER
21/6/21
¡YO QUIERO CREER!
Vayamos con la pregunta del millón: ¿Aceptará el gobierno la existencia de alienígenas? ¿Aceptará que siempre tuvieron marcianos escondidos en el Área 51?
¡De rodillas, paganos! El 2021 está resultando ser un año cósmico y el tema del momento tiene aires conspiracionista. Eso sí, les juro que es tan serio como cualquier asunto geopolítico. ¿A qué me refiero? Pues a los mismísimos OVNIs.
Antes de que cuestionen cómo una publicación con el prestigio de Vértigo permitiría que se publicara una opinión posiblemente reservado para el mamarracho de “Alienígenas Ancestrales”; quisiera adelantar que no pretendo hablar de marcianos ni seres de otros planetas.
Ahora bien… ¿Por qué tanto alboroto? Porque por primera vez en la historia el gobierno estadounidense se prepara para emitir un reporte donde acepta que realmente existen objetos extraños en el cielo que simplemente no tienen una explicación. Estos “fenómenos aéreos no identificados”, como se les conocen ahora en la jerga gubernamental, son reales y su entendimiento desafía a la ortodoxia científica y aeronáutica.
El origen de esta controversia comienza hace un par de años, cuando The New York Times publicó un par de videos grabados por cámaras de aviones militares donde se mostraban objetos extraños en el aire y el audio de pilotos sorprendidos por lo que observaban. Tiempo después el Pentágono confirmaría su autenticidad.
Esto rompe con décadas de secretismo por parte del gobierno. Como explica Gideon Lewis-Kraus en su excelente artículo en The New Yorker (How the Pentagon Started Taking U.F.O.s Seriously), el comienzo de la Guerra Fría a mediados del siglo pasado marcó un cambio en la mentalidad del gobierno estadounidense hacia los reportes de fenómenos voladores no identificados.
Si previamente el Ejército se interesaba por los reportes de sus pilotos sobre objetos inexplicables en el cielo; con la amenaza nuclear de la Unión Soviética, las ramas militares de EE.UU. no podían continuar aceptando en público que objetos extraños estuvieran entrando en su espacio aéreo y que su Fuerza Aérea fuera incapaz de reaccionar con efectividad. La lógica es que esto demostraría debilidad e incompetencia frente a los rusos, algo imperdonable en un momento de alto riesgo geopolítico.
La segunda razón para ignorar estos avistamientos era que llegaban tantos los reportes que el Pentágono temía que entre todo este “ruido” se perdiera alguna señal de peligros reales (digamos, un avión ruso o un misil). Por lo tanto, desde la década de 1960, el gobierno de Estados Unidos decidió ridiculizar cualquier reporte de OVNIs, y desprestigiar a quienes afirmaban haber visto algo.
Pero ya no estamos en la Guerra Fría, y ahora altos mandos del gobierno civil y militar de EE.UU. consideran a estos fenómenos como un peligro directo para su seguridad nacional. Es por esto que a finales del 2020, dentro del paquete de créditos valuado en 2.3 billones impulsado por Donald Trump, ciertos congresistas incluyeron una cláusula donde pedían al Secretario de Defensa y al Director de Inteligencia Nacional la presentación de un informe (desclasificado) sobre todo lo que el gobierno sabe de los OVNIs. ¿La fecha de publicación de dicho reporte? ¡El 25 de junio! ¡Esta misma semana!
Vayamos con la pregunta del millón: ¿Aceptará el gobierno la existencia de alienígenas? ¿Aceptará que siempre tuvieron marcianos escondidos en el Área 51? Por desgracia, no.
The New York Times ya recibió información exclusiva de los involucrados en la redacción del reporte, quienes indican que el gobierno sí aceptará que existen objetos voladores sin explicación, pero que no puede confirmar ni negar que sean seres fuera de este planeta.
Esto es un paso importantísimo para alumbrar un tema que ha causado fascinación por más de 80 años. Así que por lo pronto…¡Sigan mirando al cielo!
10/5/21
HAY TRANSFORMACIONES MÁS IGUALES QUE OTRAS
Al final, queda claro que tanto nosotros como los gringos estamos pasando por una Cuarta Transformación. La de ellos es una Cuarta Transformación tecnológica. La de nosotros es simplemente... una transformación de cuarta.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Hay que decir las cosas claras: ¡Hay de transformaciones a transformaciones!
A diferencia de las chabacanerías tropicales que nos recetan a diario en este país, nuestros vecinos del norte se dejaron de ocurrencias y propusieron una revolución sin precedentes en la historia de la humanidad: una absoluta transformación tecnológica, económica y social para salvar al mundo de un cataclismo ecológico.
¿Qué fue lo que ocurrió? El 22 de abril, en el marco de una Cumbre Climática Virtual, el presidente Joe Biden anunció los nuevos compromisos que asumirá Estados Unidos en la reducción de gases de efecto invernadero. Su objetivo: reducir en un 50% las emisiones para el final de la década (comparado con niveles del 2005); casi el doble de lo propuesto por Brack Obama en 2015.
Semejante tarea hercúlea generará enorme escepticismo. ¡Y nadie podría culpar a los incrédulos! De hecho, podríamos decir que a partir de ahora, todas las acciones que tome la administración de Biden deberán estar enfocadas a cumplir este objetivo. Una cosa que falle, y todo el proyecto se descarrila.
Pero estos enormes y agresivos retos no eliminan la urgencia y trascendencia de este compromiso. “Esto es un imperativo moral, un imperativo económico, un momento de peligros pero también de posibilidades extraordinarias”, apuntó Biden al inaugurar la Cumbre.
¿Qué tienen que hacer para lograr todo esto? De entrada, invertir billones de dólares en infraestructura; reestructurar las reglas del capitalismo; asegurar que miles de industrias y trabajadores puedan transitar a la economía del futuro; transformar la manera en la que millones de estadounidenses se alimentan, se transportan y consumen energía eléctrica. Poca cosa, como pueden ver.
Pero bien indican Coral Davenport, Lisa Friedman y Jim Tankersley en The New York Times, que si Biden logra orquestar esta transición, las ganancias serían inmensas: un menor riesgo de sufrir una catástrofe climática, un renovado liderazgo global para las industrias estadounidenses en los sectores clave que definirán al siglo XXI; y un torrente de nuevos nuevos y mejores empleos para la clase media. The Rhodium Group, una consultora en temas de energía, indicó que el plan Biden podría crear 600,000 nuevos empleos al año en promedio durante el período 2022-2031. ¡Ahí nomás!
Mientras todo esto se debate en el Imperio Yanqui, en nuestro México Mágico las cosas son diametralmente opuestas. Aquí nuestra participación en la Cumbre Climática se trató de nuevos yacimientos petroleros y de cómo fortalecer el mercado interno de gasolinas. Lo equivalente a llegar con un pomo de Bacardí a una reunión de Alcohólicos Anónimos.
Esta no es la primera vez que nuestros gobernantes prefieren promover ideología a costa de la ciencia. Pero es precisamente esta mentalidad “anticlimática” (en ambos sentidos de la palabra) la que nos dejará fuera de la verdadera transformación que se avecina en los siguientes 10 años: inteligencia artificial, computación cuántica, nanotecnología, el internet de las cosas, biotecnología, realidad virtual, robótica, tecnología espacial, materiales inteligentes.
Esta Cuarta Transformación Industrial requerirá de enormes apoyos e incentivos gubernamentales para lograrse, pero terminará por generar millones de empleos y muchos más millones de dólares. Estados Unidos ha entendido esto. Aquí no tenemos siquiera un plan para aprovecharla, mucho menos para liderarla.
Al final, queda claro que tanto nosotros como los gringos estamos pasando por una Cuarta Transformación. La de ellos es una Cuarta Transformación tecnológica. La de nosotros es simplemente... una transformación de cuarta.
Bien dijeron los sabios de la antigüedad: todas las transformaciones son iguales, pero algunas son más iguales que otras.
17/1/21
UN MUNDO NOS VIGILA
Hoy tomemos de vuelta el control y escapemos del mundo microbiano para ir al expansivo espacio sideral. Mi objetivo: recordar los grandes logros astronómicos que ocurrieron en el annus horribilis.
26/10/20
SE NOS CUATRAPEÓ EL PLANETA
¡Ahora sí ya valió! Los últimos datos indican que ya nos fregamos irremediablemente al mundo; y de hoy en adelante viviremos en una nueva anormalidad climática.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Escribo esto mientras el huracán Delta se estrella contra las costas de Louisiana; la segunda vez que un tormentón le mete un madrazo a este estado en tan solo mes y medio.
Es casi un hecho que el 2020 será el año con el mayor número de tormentas en el Atlántico desde que hay registros; y es la segunda vez en la historia que nos acabamos el abecedario latino y tenemos que sacar la reserva de letras griegas para nombrar huracanes. La diferencia con el 2005 -el campeón hasta hoy- es que en ese año llegamos a la tormenta “Delta” a finales de noviembre y hoy a principios de octubre.
¿Qué significa esto? La respuesta es muy sencilla: ¡Ya nos fregamos al planeta! Y conste que no lo digo yo. La Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) recién publicó un informe donde indica que en el periodo de 2000-2019 hubo 7,348 desastres naturales, casi el doble de los registrados entre 1980-1999.
¿Quién tiene la culpa? ¡Obviamente nosotros! ¡Los méndigos homosapiens adictos a los hidrocarburos! Bueno, también tienen la culpa nuestros líderes políticos y económicos que se rehúsan a tomar acciones para remediar el problema. Algo que la ONU dice que volverá al planeta en “un infierno inhabitable para millones de personas”. ¡Kataplum!
¿No le quieren creer a la ONU? ¡Perfecto! Un reporte en The New York Times -donde entrevistan a decenas de científicos y otros expertos climáticos- concluye que tras décadas de tomar decisiones erróneas sobre el medio ambiente, el mundo ya entró en un espiral de calamidades imposible de revertir.
Traducción: Hemos pasado el punto de no retorno. Ya ni siquiera debemos preocuparnos por detener el cambio climático, sino adaptarnos a los cataclismos inevitables que se avecinan. Juan Declet-Barreto, científico de la Union of Concerned Scientist lo deja claro: “Es enserio, realmente los efectos son irreversibles”.
Esto nos coloca ante un mundo desconocido. Jonathan Overpeck, científico climático de la Universidad de Michigan, dice que incluso debemos revertir nuestra medición de los eventos climatológicos. “No pensemos que éste ha sido el mes de agosto más caluroso del último siglo”, comenta, “pensemos mejor que es el mes de agosto más templado del siguiente siglo”.
“Calma”, dirán los ingenuos, “¿Que no acabamos de tener el aire más limpio en décadas por el aislamiento? ¡Pues sí! Es real que durante los peores meses de la pandemia vimos reducciones de hasta 17% en emisiones de CO2. Pero durante el verano también detectamos la mayor concentración de carbono en la atmósfera. ¿Cómo es posible esto?
Muy sencillo. Matt McGrath escribe para la BBC: “Las emisiones nos dicen lo que está sucediendo en el suelo, pero son las concentraciones de estos gases en la atmósfera las que marcan la diferencia en las temperaturas globales. Debido a que el CO2 permanece durante siglos, sumar incluso una cantidad reducida aumenta el potencial de calentamiento por todo el gas que se ha acumulado durante décadas.” ¡Ni hablar!
¿Y entonces? ¿Hay remedio? La respuesta sencilla es “más o menos”. Obviamente debemos tomar acciones drásticas para evitar los peores efectos del cambio climático. Reducir la velocidad del calentamiento lo suficiente para mantener algún tipo de control. Porque una cosa es sobrevivir y otra es sobrevivir en el infierno.
Pero siendo realistas, debemos aceptar que ya nos cuatrapeamos al planeta de forma permanente, y que de hoy en adelante viviremos en una nueva anormalidad climática; en una era de cataclismos naturales.
¡Así que abróchense bien sus cinturones! Porque el futuro no viene bravo… ¡Viene bravísimo! ¡Arre pues!
16/8/20
LA DICHOSA VACUNA
Esa versión hollywoodense donde una cura acaba de golpe con una pandemia es imposible que suceda. La vacuna contra el Covid-19 será sólo el final del principio. Si bien nos va, será el principio del final. Pero de ninguna manera se trata del último capítulo en este culebrón.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Hablemos en serio: esta pandemia no terminará pronto, ni siquiera cuando tengamos una vacuna.
Porque quizás ustedes sean de los soñadores que esperan ansiosos la aparición de una vacuna para que todo regrese a la normalidad. Puede que se digan en su soledad: “Si tan solo sobrevivo este aislamiento, llegará por fin la cura y el Cosmos retomará su estructura original”.
¡Ah claro! ¡La dichosa vacuna! Un deux ex machina que nos salvará de la infección y del eterno tedio.
Pues lamento ser el portador de malas noticias: esa versión hollywoodense donde una cura acaba de golpe con la pandemia es imposible que suceda. La vacuna será sólo el final del principio. Si bien nos va, será el principio del final. Pero de ninguna manera se trata del último capítulo en este culebrón.
Les explico tres puntos importantes:
1. El tiempo es dinero. Consideren primero que es imposible saber si una vacuna estará lista para finales de año o inicios del 2021. Hay buenos prospectos y la velocidad del progreso hasta ahora ha sido histórico. Pero dejen les pregunto: ¿Cuántas de las predicciones felices sobre el Covid-19 se han cumplido? A estas alturas del juego ya deberíamos saber que los escenarios optimistas jamás suceden con este pinche virus.
2. Distribución. Pero supongamos que sí obtenemos una vacuna pronto. ¿Y ahora qué? Como indica Carolyn Johnson en The Washington Post: distribuir una vacuna en todo el mundo “tomará meses, o muy probablemente años”. Sumen a esto la enorme presión que caerá sobre las cadenas de distribución y producción en plena crisis económica; agreguen la poca confianza que habrá en amplios sectores de la sociedad; y que esta labor requiere de enorme cooperación global en estos tiempos de ultranacionalismos. ¡Ta’ muy complicado!
3. ¿Y la efectividad, apá? Supongamos ahora que los astros se alinean y que sí tenemos una vacuna y la logramos distribuir sin sobresaltos. ¡Falta considerar la efectividad! ¿A poco la primera vacuna será la mejor de todas? ¡Poco probable! ¿O que afectará igual a toda la población del planeta? ¡Menos probable!
Michael Kinch, de la Washington University de St. Louis lo deja claro: “Si tuviera que adivinar diría que la primera generación de vacunas será muy mediocre”. El Dr. Anthony Fauci -asesor de la Casa Blanca- comentó también que “no es muy probable” tener una vacuna con efectividad cercana al 100%, y que si bien nos va, nos conformemos con una que tenga un 50% o 60% de efectividad. O sea, servirá sólo en la mitad de los casos. ¡Hazme el refavor cabrón!
¿Y entonces? ¿Acaso no hay esperanza? ¿Estamos condenados a una existencia miserable? La respuesta sencilla es “sí y no”.
Es innegable que aún con la dichosa vacuna seguirán las medidas de salud pública durante meses o años; más aún si consideramos que pronto el Covid-19 unirá fuerzas con la influenza estacionaria. Bajo este enfoque el panorama es terrible y ominoso.
¡Pero no te aflijas, temeroso lector! Porque conociendo e internalizando esta realidad puedes comenzar a tomar decisiones correctas. ¿Quieres seguir encerrado en tu casa? ¡Adelante! Estás en tu derecho; aunque ahora sabrás que tu esfuerzo será en vano o durará una eternidad.
Yo tengo una mejor solución: acepto que nos tocaron muy malas cartas en esta partida de poker y que nada podemos hacer para cambiar esto. Pero sí puedo mejorar mi circunstancia. Así que seguiré apostando en este juego idiota, pero rodeado de la gente que amo y estimo; tomando un buen vino tinto en alguna terraza; buscando disfrutar cada momento.
Nos tocó la Ley de Herodes. Así que ustedes decidan: ¿O se chingan o se joden?
15/10/18
LOS HOMBRES QUE INCENDIARON AL MUNDO
Por un lado tenemos a un orate esquizofrénico liderando una superpotencia que no cree en el cambio climático. En el otro, un orate Stalinista que busca destruir el mayor bosque del planeta.
11/12/16
¡AY CRISTO, MIS CHOCHOS!
La inmensa mayoría de las promesas que venden los productos homeopáticos “no están basadas en métodos científicos modernos y no son aceptadas por expertos médicos actuales”.
“Los hechos son una cosa muy terca”, dijo John Adams durante el juicio de los soldados británicos acusados en la Masacre de Boston, “y no importa cuáles sean nuestros deseos, nuestras inclinaciones o los designios de nuestra pasión: nada de esto puede alterar el estado de la evidencia y los hechos”, añadió.
¡Ah claro, los hechos! Qué cosas tan bellas serían si no fuéramos nosotros igual de tercos con nuestras pasiones y deseos.
Porque incluso si la evidencia nos grita directamente a la cara, nos toma de los hombros y nos sacude, aun así es complicado dejar de lado el engaño y caer en los brazos de la racionalidad.
Hablo ahora de las tibias reacciones que causó uno de los mayores triunfos de la medicina en los últimos años. ¿A qué me refiero? Pues a que hace un par de días la Comisión Federal de Comercio (CFC) de Estados Unidos arremetió públicamente contra la homeopatía indicando que “la inmensa mayoría” de las promesas que venden los productos homeopáticos “no están basadas en métodos científicos modernos y no son aceptadas por expertos médicos actuales”.
Y sentencia con autoridad: a partir de ahora, los seudomedicamentos de esta estirpe tendrán que informar a los consumidores que “no hay evidencias científicas de que el producto funciona y que las indicaciones alegadas se basan únicamente en teorías de la homeopatía del siglo XVIII”.
¡Ya se habían tardado! Porque la base de la homeopatía es tan extravagante y tan poco científica, que no se requiere de un título en Medicina o un intelecto muy alto para poder refutar sus aseveraciones.
La periodista Lila MacLellan nos ofrece un ejemplo de esto en acción: si una persona busca curar su problema de ansiedad, es posible que un “médico” homeopático le prescriba una minúscula dosis de arsénico, ya que en teoría el arsénico causa ansiedad en sus víctimas envenenadas, por lo que aliviaría los mismos síntomas en una fórmula homeopática.
¡Arsénico en pleno siglo XXI! ¡Lo que nos faltaba!
Para algunos todo esto podrá ser una tontería. Dirán que la gente puede comprar lo que se le venga en gana, total que nadie se ha muerto por la homeopatía. Esto podrá ser verdad cuando se busca un placebo para aliviar un resfriado, pero no cuando se padece de cáncer, Parkinson o diabetes, todos padecimientos que los seguidores de esta seudociencia aseveran que pueden curarse con unas pastillas de azúcar sumergidas en alcohol.
El mayor problema es que la refutación de la CFC causó tan pocas olas en el discurso público y tan pocas reacciones, que hoy los homeópatas siguen practicando su charlatanería como si nada hubiera ocurrido, manteniendo una industria de miles de millones de dólares en el proceso.
¡Oh, sí… muy difícil es que las personas dejen de escuchar a las sirenas de sus designios y deseos!
Pero ya lo decía el gran escritor Christopher Hitchens: “Aquello que puede ser afirmado sin evidencia, puede ser descartado sin evidencia”.
Y para como veo el mundo —lleno de charlatanes, impostores, embusteros y demagogos—, parece que será lo único que nos haga sobrevivir el próximo año.
¡Ay, Cristo, mis chochos!
20/2/16
ADICTOS AL PECADO
Alcohólicos Anónimos se basa en una corriente ideológica que niega el progreso de la ciencia y la medicina a favor de la culpa y la idea de que todos somos pecadores.
7/12/15
¿Cómo quiere su planeta? ¿Término medio o tres cuartos?
Creo que todos ustedes deben saber una terrible noticia: que pase lo que pase en la COP-21, la realidad es que ya nos jodimos como civilización. Porque querámoslo o no, lo terribles efectos del cambio climático están aquí para quedarse.
Es innegable que, año con año, el futuro de la moda se debate en la ciudad de París. Sin embargo, parece que esta vez se estará debatiendo el futuro de la humanidad entera. Porque hoy mismo en la Ciudad Luz, se está llevando a cabo el evento más importante del siglo. Me refiero a… ¡La XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de la ONU (COP-21)!