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9/6/19

EL PUNTO 5G

El resultado final de esta guerra será un mundo polarizado tecnológicamente, con distintos países viviendo en alguno de los dos “ecosistemas tecnológicos amurallados”: uno dominado por Washington y el otro por Beijing. Esta división erosionará al libre mercado, detendrá la globalización y destruirá enormes cadenas globales de producción.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Así no se puede, raza. Por más que uno intenta no hablar de los chinos nada más levantas una piedra ¡y aparece otro chino!

Los he mantenido aquí al tanto de las últimas monerías del gobierno en Beijing, en particular sobre el espionaje masivo que ha instaurado tanto al interior de su país como en el exterior.

Pero las cosas se ponen peores. Porque si el auge de las nuevas dictaduras digitales es un problema tremendo, lo que se ha gestado en las últimas semanas podría subir a la categoría de una nueva Guerra Fría. Y al igual que la guerra original contra los soviets este spin-off también será una batalla por la supremacía ideológica, comercial y tecnológica en el mundo. ¡Ni más ni menos!

Al centro del escenario está Huawei: la empresa de tecnología más grande de China, con ganancias de 105 mil millones de dólares (tipo Microsoft), la segunda productora de celulares en el mundo (Samsung gana) y líder indiscutible en el desarrollo de la tecnología 5G. Y es justo aquí —en las marismas del 5G— donde está el detalle, tal como diría Cantinflas.

¿Cuál detalle? Pues con decirles que aquel que controle el poderoso 5G controlará el futuro del internet y del mundo. ¡Ay, güey!

El presidente Donald Trump parece haber entendido esto (¡milagro!) y comenzó a batir los tambores de guerra. En diciembre de 2018 pidió a Canadá el arresto de la hija del fundador de Huawei y CEO de la empresa. Hace unas semanas prohibió a todas las empresas gringas comerciar con Huawei sin una licencia emitida por el gobierno. Google anunció que restringirá el acceso de Huawei a su sistema operativo y aplicaciones Android. Poco después Intel, Qualcomm y Micron dejaron de venderles microchips. ¡Gancho al hígado a los chinos!

Si buscan una razón para tanta agresividad The Economist nos explica de manera clara: los gringos creen que los teléfonos y la interfaz de Huawei “pueden servir como un caballo de Troya para los espías chinos”. ¡Ah, claro, cómo olvidar al bellísimo espionaje de los chinos!

La situación es extremadamente frágil para el mundo. Más allá de las disrupciones comerciales a escala planetaria lo que esta ofensiva significa es que EU ha llegado a un punto de no retorno en la guerra comercial con China.


Pero a diferencia del conflicto contra los soviets hoy los gringos difícilmente pueden considerarse el papá de los pollitos. De entrada, Trump ha debilitado sus alianzas históricas, por lo que su antiguo barrio (Europa, América Latina, etcétera) ya no lo respalda. Para empeorar la cosa, aún no dominan la tecnología 5G, por lo que pueden ofrecer muy poco a sus amigos. Y en tercer lugar los chinos estarán en la lona pero no están noqueados.

Porque durante años Beijing venía esperando este momento crítico y desde entonces ha comenzado a desarrollar sus propios sistemas operativos, aplicaciones y chips.

De acuerdo con el especialista Fareed Zakaria el resultado final de esta guerra será un mundo polarizado tecnológicamente, con distintos países viviendo en alguno de los dos “ecosistemas tecnológicos amurallados”: uno dominado por Washington y el otro por Beijing. Esta división erosionará al libre mercado, detendrá la globalización y destruirá enormes cadenas globales de producción.

Como suele suceder, aquí en México nadie parece inmutarse ante el tsunami tecnológico que se aproxima con furia y violencia. Pero será muy pronto cuando la 4T tendrá que elegir su sistema 5G, con todo lo que esto acarrea. Algo sí les aseguro: de no ponernos truchas, o nos van a fregar los gringos o nos van a fregar los chinos. ¡Me canso ganso!
Publicado originalmente en Vértigo

26/5/19

STALIN UPDATE 3.0

 Los chinos no solo han estado ocupados espiando a su gente sino que han direccionado su atención a exportar y compartir su tecnología dictatorial con el resto del mundo.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Pues bien, muchachos, tras un tortuoso camino llegamos al tercer acto de esta tragicomedia sociopolítica que bien pudo haberse titulado “Big Brother fue un taquero o de cómo aprendí a despreocuparme y amar a los chinos”.

En dos columnas anteriores les hablé del autoritarismo digital impulsado por China; en concreto sobre el Sistema de Crédito Social (SCS) y la Plataforma de Operaciones Conjuntas Integradas (IJOP, en inglés).

¿Qué aprendimos en el camino? Pues que en ambos casos el gobierno utiliza aplicaciones en los celulares de sus ciudadanos para monitorear sus actividades privadas: el SCS otorga una calificación o nivel de confianza mientras que el IJOP puede llevarte a terminar en las mazmorras de un campo de “reeducación” (léase: concentración).

Ahora entramos al tercer —y quizá más oscuro— acto de esta obra. Porque de acuerdo con un oportuno reportaje de The New York Times (Made in China, exported to the world: the surveillance state) nos enteramos que esos chinos no solo han estado ocupados espiando a su gente sino que han direccionado su atención a exportar y compartir su tecnología dictatorial con el resto del mundo.

El reportaje se centra en Ecuador, donde el gobierno del ex presidente Rafael Correa se fue al lado oscuro siguiendo los cantos de sirena del autoritarismo digital chino. De acuerdo con el reporte durante el mandato de Correa se instalaron cuatro mil 300 cámaras en todo el país para monitorear a sus ciudadanos bajo el argumento de combatir al crimen cotidiano.

Sin embargo la perversidad del sistema ecuatoriano radicaba en que toda la información la compartía con la temida Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), que utilizaba los datos para perseguir a opositores del gobierno y profundizar las tendencias autoritarias de Correa.

Pero aquí no acaba la bronca. Bien indica el NYT que sistemas prácticamente idénticos se instalaron también en Venezuela, Bolivia y Angola (puras fichitas). Otros sistemas similares los compraron 18 países, incluyendo a Zimbabwe, Uzbekistán, Kenia, Alemania y Pakistán. Por si fuera poco se capacitó a cerca de 40 naciones en temas como “direccionamiento de opinión pública”, lo cual —dice el NYT— no es más que un eufemismo de “censura”.

Ahora la pregunta obligada: ¿qué diablos pretende China al propagar este tipo de tecnología por el mundo?

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24/5/19

LA IGLESIA Y SUS PREJUICIOS CONTRA LA ADOPCIÓN HOMOPARENTAL

Ante el extenso y opaco currículum de abuso sexual contra miles de infantes, ¿qué clase de autoridad moral tendría la Iglesia para sermonear sobre este tema?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

[FROM THE ARCHIVES: Publicado originalmente en agosto 2015]

Siempre he sido muy escéptico cuando una institución tan desprestigiada como la Iglesia Católica quiere opinar sobre derechos humanos. Más sospechoso aún (y mucho más perverso) resulta cuando la Iglesia aconseja sobre los derechos de los niños.

Recientemente, el infame cardenal Norberto Rivera decidió expresar su rechazo al derecho de adopción homoparental –es decir, la que se lleva a cabo por parejas homosexuales–, como respuesta a la decisión de la Suprema Corte de permitir precisamente esto en el estado de Campeche. En un editorial para el semanario Desde la Fe, nuestro ilustradísimo cardenal volvió a mostrar lo más oscuro y retrógrado de la institución que representa: acusa al lobby gay (sic) de querer destruir a las familias mexicanas “normales”, y de buscar imponer “una dictadura ideológica en cuyo trasfondo actúa el mismo maligno”. ¿¡El maligno!? Parecería broma, pero esas fueron sus palabras exactas. No conforme con esto, agrega que la decisión de la Corte vuelve a los niños en simples “objetos”. ¡Mira quién habla!

Sobra decir que nos encontramos frente a un tema que no tendría por qué causar polémica. Las parejas del mismo sexo, al igual que el resto de la sociedad, poseen una serie de derechos humanos enlistados desde el primer artículo de la Constitución, comenzando por la igualdad de todos ante la ley sin importar las preferencias sexuales. Por lo tanto, no existe controversia alguna al hablar de la adopción: si una pareja heterosexual tiene este derecho, una pareja homosexual lo posee también.

Después vienen los miedos citados constantemente por las conciencias moralistas. Aquí se aboga que un niño con padres homosexuales crecerá para convertirse también en un homosexual (¡faltaba más!). Estos argumentos, sobra decirlo, no sólo son completamente absurdos, sino igualmente infundados. No creo tener que explicárselos a ustedes.

Sin embargo, llama la atención la forma tan holgada con el que este tipo de ideas –claramente discriminatorias– se siguen vociferando sin consecuencia alguna. La Iglesia argumenta que su objetivo es tratar el tema de la adopción desde la moralidad, y no la legalidad. ¿Pero cómo calificar una acción de “moral” si despoja los derechos de las personas?


Y recuerden que estamos hablando de LA Iglesia Católica, aquella que persiguió durante siglos a judíos y blasfemos con la Inquisición; suprimió la libertad de las mujeres (nada más el 50% de la población mundial); otorgó su bendición al comercio de esclavos africanos; y detuvo el avance científico por varios siglos. Me queda claro que la moralidad no es precisamente su fuerte.

A esta lista de atropellos habría que agregarle el extenso y opaco currículum de abuso sexual contra miles de infantes, que sigue sucediendo actualmente y por el que sólo se han ofrecido medias disculpas y pocas acciones. ¿Qué clase de autoridad moral tendría la Iglesia para sermonear sobre este tema? Ve tú a saber…

En todo este debate se olvida siempre que la homosexualidad no es solamente una forma de sexo, sino una forma de amor, y sólo por eso debe merecer nuestro respeto. Y en el caso particular de los niños, se ha comprobado numerosas veces que poco importa la preferencia sexual de sus padres; lo fundamental es que exista un ambiente de cariño y respeto en su hogar.

Me queda claro que la Iglesia Católica ha mantenido siempre un interés especial en los niños, quizá demasiado especial. Pero como bien lo dijo en su momento el gran Christopher Hitchens: cualquier día permitiría que un amigo homosexual cuidara a mis hijos; pero si un sacerdote me pidiera lo mismo, no sólo me negaría, sino que llamaría a la policía inmediatamente.

¿A poco no?

12/5/19

STALIN UPDATE 2.0

Es un hecho: comparado con los chinos, el Big brother de Orwell era un taquero.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Los fieles lectores de El árbol de moras sabrán que mis columnas tienen un claro objetivo: salvar a nuestra civilización de las penumbras. ¡Oh, sí!

Pero como nadie sigue mis consejos el mundo sigue siendo un desastre. De hacerme caso ya habríamos solucionado el cambio climático, vencido al populismo y salvado al planeta de la sobrepoblación. Pero bueno, si quieren vivir en un muladar vivan en un muladar.

Entre los temas planteados (y aún irresueltos) sobresale uno por la amenaza inmediata que representa para las democracias liberales y las libertades individuales. Me refiero al auge de las dictaduras digitales.

Si pusieron atención sabrán de esta inquietante realidad por una columna anterior (Stalin update,en Vértigo No. 921). Ahí les conté sobre el Sistema de Crédito Social (SCS) de China: un algoritmo que monitorea las actividades que realizas en tu celular y otorga una calificación que determina si eres un ciudadano confiable. Un puntaje alto otorga privilegios y uno bajo castigos.

Pero nadie hizo nada y desde la publicación de mi ominosa columna los méndigos chinos han estado muy ocupados ampliando su sistema de represión al interior de su país y exportándolo al resto del planeta.

De acuerdo con un reciente reporte de Human Rights Watch (HRW, China’s algorithms of repression) las autoridades gubernamentales en la provincia de Xinjiang (oeste) han construido una enorme base de datos con la información personal de sus 13 millones de ciudadanos musulmanes: la Plataforma de Operaciones Conjuntas Integradas (IJOP, en inglés).

El IJOP es la última monería sacada de la caja de Pandora de la vigilancia masiva; y si el SCS es apenas un programa piloto en algunas ciudades el nuevo IJOP es una herramienta de represión absoluta y total para una minoría étnica y cultural.

La premisa del IJOP es similar al SCS: requiere que todos los ciudadanos utilicen una aplicación en su celular (ligada a su tarjeta de identificación nacional) que después se usa para monitorearlos y espiarlos: “Alerta a las autoridades cuando una persona cruza ‘cercas’ virtuales al pasar por puntos de control o registrarse en un hotel. Realiza un seguimiento de los teléfonos inteligentes, las tarjetas de identificación nacional y los dispositivos GPS en los vehículos instalados por el gobierno”, explica el periodista Gerry Shih en The Washington Post.

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28/4/19

EL CLIMA DE LA DESESPERANZA

Las razones de la crisis humanitaria de los migrantes que buscan llegar a la frontera norte han sido tratadas hasta el cansancio: violencia y pandillerismo, falta de oportunidades económicas, corrupción rampante. Pero hay un factor ausente de este panorama. ¡Oh, sí, señores! El ominoso espectro del calentamiento global.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡Así no se puede, raza! Ni en vacaciones puede uno escapar de las furiosas corrientes de los espirales noticiosos: que si Notre Dame se incendió; que si amarraron como puerco al Julian Assange; que si los científicos “revivieron” cerebros de cerdos muertos, que ya se publicó el reporte de Robert Mueller...

Yo quise huir de todo y como buen periodista fifí de Monterrey pasé mis vacaciones en el imperio yanqui, disfrutando de una playa en Texas. Algo modesto, no crean que los regios somos presumidos.

Pero no encontré la paz. En territorio gringo caí en oscuras reflexiones sobre los cambios que causó la llegada de Donald Trump: la polarización del electorado; el creciente odio hacia los latinos; la agudización de la crisis fronteriza; la “emergencia nacional”; la separación de familias en la frontera, y un caos diplomático no visto en décadas.

Lo más preocupante es la crisis humanitaria de los migrantes que buscan llegar a la frontera norte (103 mil personas solo en marzo). Las razones de este éxodo masivo han sido tratadas hasta el cansancio: violencia y pandillerismo, falta de oportunidades económicas, corrupción rampante.

Pero hay un factor ausente de este panorama. ¡Oh, sí, señores! El ominoso espectro del calentamiento global.

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14/4/19

HISTORIAS DE ULTRATUMBA

Tergiversar la historia no es ningún juego. En los últimos años hemos visto cómo la manipulación histórica puede ser usada para justificar los actos más atroces o fomentar actitudes de odio y xenofobia entre las sociedades.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
¡La historia vuelve con venganza! Cuando uno creía que por fin un evento había quedado sepultado bajo el peso de los siglos de pronto levanta su mano moribunda y podrida para atormentar a las buenas conciencias del mundo.

Yo sé, yo sé... reconozco que llegué muy tarde a la polémica causada por las misivas que el presidente AMLO envió a España y la Santa Sede. Por eso mismo no criticaré el tropiezo diplomático y me enfocaré en algo que me parece más relevante: el papel que juega la Historia en el discurso político contemporáneo a nivel global.

No hay ninguna duda, compañeros, en pleno siglo XXI la Historia se presenta como un líquido hirviente en todas las latitudes, y basta con que surja un líder mínimamente perverso para ver cómo los hechos pasados son retorcidos y utilizados como arma política para dividir y polarizar a la sociedad.

Que quede claro: tergiversar la historia no es ningún juego. En los últimos años hemos visto cómo la manipulación histórica puede ser usada para justificar los actos más atroces o fomentar actitudes de odio y xenofobia entre las sociedades.



31/3/19

Y, ¿DÓNDE ESTÁ EL PILOTO?

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se robó el libreto de la Historia y lo transformó, nombrándose el gran héroe del liberalismo; el inextinguible faro de la democracia; el “Líder del Mundo Libre”.  Hoy sucede algo extraño: ¡Nuestro cuento está incompleto! ¡El gran héroe se ha extraviado! 



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Primero una confesión: nunca logré escribir un buen texto de ficción, quizás ni siquiera uno malo. Todos han sido terribles. Pero según los expertos, toda buena historia (las populares, al menos) tienen una característica tan básica como obvia: la lucha entre el Bien y el Mal.

Esta narrativa también movió a la Historia mundial por siglos, y en todos lados encontramos narraciones repletas de héroes que vencieron (o en nuestro caso, casi vencieron) a sus perversos enemigos.

Pero tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se robó el libreto y lo transformó, nombrándose el gran héroe del liberalismo; el inextinguible faro de la democracia; el “Líder del Mundo Libre”.

Hoy sucede algo extraño: ¡Nuestro cuento está incompleto! ¡El gran héroe se ha extraviado!

Todo porque Trump claudicó a su rol como paladín de la libertad y llevó a EUA al lado oscuro, celebrando y promoviendo ideologías de dudosa procedencia.

Aquí los mafiosos son conocidos: Xi Jinping en China; Putin en Rusia; Trump en EUA. Debajo de ellos, actores secundarios: Bolsonaro en Brasil; Erdogan en Turquía; Orban en Hungría, y otros patiños ruidosos. Más abajo, dictadorzuelos con impacto reducido.

Pero en el equipo de la democracia liberal hay un abismo; y como indica el periodista Adam Taylor, los cuatro posibles candidatos para ser el “líder del mundo libre” -Canadá, Alemania, Francia o Gran Bretaña- están empantanados en sus propias broncas políticas.

Justin Trudeau se encuentra enrollado en un escándalo de corrupción, y si el Partido Liberal pierde la mayoría en las elecciones de octubre… ¡pues adiós Nicanor!

Angela Merkel anunció ya su jubilación. Nuestra Dama de Oro -un peso pesado del liberalismo, sin duda- no competirá en las elecciones del 2021. Así termina su dominio de Unión Europea por más de 13 años. Auf wiedersehen, Doña Merkel!

Su vecino también se las ve negras (no empiecen). Desde noviembre, Emmanuel Macron enfrenta a los “chalecos amarillos” que protestan contra la desigualdad. Monsieur Macron va mejorando, pero así no se puede ser el líder liberal del mundo. ¡C’est la vie!

Y del Reino Unido ni hablemos. El Brexit los dejó encuerados y si Theresa May no ha perdido su chamba es porque nadie la quiere.

Ante este ominoso panorama, sólo queda acudir al clásico: “¿Y ahora quién podrá defendernos?” ¿Cómo combatir a las fuerzas anti-liberales sin grandes héroes?

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18/3/19

EL SUTIL ARTE DEL PESIMISMO

Dentro del pesimismo se encuentra la clave para sortear los cantos de sirena de la falsa felicidad y llegar a un puerto seguro.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Vivimos en tiempos ominosos donde la felicidad y el optimismo se presentan como los valores supremos.

En este torbellino escritores charlatanes se vuelcan a vendernos libros de “autoayuda”, políticos nos prometen imposibles paraísos y líderes económicos nos piden entregarnos al trabajo con amor para lograr no únicamente el éxito sino una felicidad holística perpetua. En pocas palabras, el mantra de moda parece ser: “Mereces cosas buenas, así que sé optimista y conseguirás lo que deseas”.

A nadie sorprenderá mi sospechosismo hacia las oscuras intenciones del optimismo desbordado. Creo que una de las mayores trampas de la cultura moderna fue vendernos la idea de que todo tiende a mejorar y que estamos en la ruta del progreso ininterrumpido. ¡Nada más falso!

Bien lo indica el filósofo Alain de Botton: la única verdad es que el caos y la crisis son la modalidad estándar del mundo. La vida es teatro del absurdo sin libreto; la felicidad, escurridiza y fugaz, y la Diosa Fortuna impone su voluntad, barriendo a un lado nuestras buenas intenciones. ¡Así las cosas, muchachos!

¡Pero no se depriman! Porque dentro de este pesimismo se encuentra la clave para sortear los cantos de sirena de la falsa felicidad y llegar a un puerto seguro. Les explico.



24/2/19

EL GANSO VERDE

Desde el ominoso informe publicado en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual dice que tenemos hasta 2030 para evitar el apocalipsis, no había dedicado atención al tema del cambio climático, quizá por preferir los espirales hedonísticos de las vacaciones navideñas. Así que tomemos un tiempo para analizar el panorama y ver si vamos por buen camino. (Spoiler: ¡No vamos!). ¿Listos, chatos? ¡Avancemos!



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

En mi sesión freudiana de la columna anterior apunté que uno de mis diez mayores miedos (el número dos en la lista, para ser exactos) era mi temor al cambio climático.

Pero desde el ominoso informe publicado en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual dice que tenemos hasta 2030 para evitar el apocalipsis, no había dedicado atención al tema, quizá por preferir los espirales hedonísticos de las vacaciones navideñas.

Así que tomemos un tiempo para analizar el panorama y ver si vamos por buen camino. (Spoiler: ¡No vamos!). ¿Listos, chatos? ¡Avancemos!

Empezamos este recorrido en noviembre, cuando el gobierno de EU publicó el National Climate Assessment. En mil 600 páginas 13 agencias federales advierten sobre los daños que el cambio climático causará en su país, incluyendo amenazas a la salud pública, climas extremos, peor calidad del aire, propagación de enfermedades por plagas, y falta de alimentos y agua. Al final, el costo de este congalito podría representar 10% del PIB para finales de siglo. Ahí nomás...

Saltamos a enero con un estudio publicado en Science que muestra cómo los océanos se están calentando a una velocidad más rápida de lo previsto. Este detallito tiene consecuencias aterradoras: más calor aumentará el nivel del mar y provocará inundaciones en las costas; conducirá a una mayor pérdida del hielo en los polos (lo que calienta aún más a los mares), y crea tormentas y huracanes más intensos. ¿Ahí la dejamos o le seguimos?

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4/2/19

DIEZ COSAS QUE ME ASUSTAN

Hoy el Árbol de Moras se convierte en un diván freudiano y nos adentramos a los rincones más oscuros de nuestra mente para escudriñar esas sombras que nos persiguen diariamente.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Mencioné en la columna anterior que por más que quisieran cumplir los propósitos de año nuevo a estas alturas del juego la mayoría de ustedes fracasaron y se encuentran en el fondo del despeñadero de la angustia y el odio personal. Pero así es la vida, chatos… ¡Avancemos!

Porque la realidad es que nada de eso debe quitarnos la motivación en este 2019. Aun cuando sus propósitos sean restos de un naufragio existen otras estrategias para mejorar este año.

Recientemente descubrí un podcast llamado 10 things that scare me. En él la periodista Amy Pearl entrevista a toda clase de personas para conocer sus diez principales miedos.

¿Para qué hacer esto?, preguntará algún escéptico. Pues en palabras de Brooke Gladstone (magnífica conductora de On The Media) la mayoría de las decisiones que tomamos en la vida son motivadas por nuestros miedos. Así que al enlistarlos y conocerlos podemos tener una mayor claridad de dónde estamos parados y (quizá) tomar decisiones más acertadas.

Así que hoy El árbol de moras se convierte en un diván freudiano y nos adentramos a los rincones más oscuros de nuestra mente para escudriñar esas sombras que nos persiguen diariamente.

Sin más rodeos aquí están las diez cosas que asustan a Juan Pablo Delgado.

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20/1/19

COMO GORDOS EN TOBOGÁN

Por más idealistas que sean las promesas de tener un “próspero año nuevo” la realidad es que los próximos doce meses se verán repletos de nubarrones oscuros y ominosas señales. Pero no tengamos temor… ¡Avancemos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡Muy bien, damas y caballeros! Se acabaron las parrandas, concluyó el Guadalupe-Reyes y a pesar de nuestras heroicas promesas todas serán fútiles: este 2019 arribamos más gordos y endeudados. ¡Oh, sí!

Pero más allá de nuestra tragedia personal me aventuro a decir que la misma situación se replica en el escenario internacional. Ya que por más idealistas que sean las promesas de tener un “próspero año nuevo” la realidad es que los próximos doce meses se verán repletos de nubarrones oscuros y ominosas señales. Pero no tengamos temor… ¡Avancemos!

El principal espectro que recorre al planeta hoy es el de una recesión económica. Las señales aún son tenues pero no por eso menos amenazantes. 

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12/11/18

STALIN UPDATE

Yuval Noah Harari argumenta que la diferencia entre democracias y dictaduras no es la pugna entre dos sistemas éticos opuestos, sino entre dos sistemas de “procesamiento de información”


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Mientras aquí en México soñamos con trenes mayas, nuevos aeropuertos y refinerías innecesarias, los gobiernos con un mínimo de previsión política y social enfocan su atención en la revolución tecnológica que sacudirá la vida de millones de ciudadanos: el imparable auge y desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).

En un futuro donde la IA dominará nuestras vidas se prevén dos grandes problemáticas.

La primera afectará al mundo laboral. Existen numerosas estimaciones sobre el tamaño del impacto, pero las cifras varían entre un 14% de los empleos siendo reemplazados por máquinas (OCDE, 2018), hasta un 30% de los trabajos siendo eliminados por robots inteligentes (McKinsey Global Institute, 2017).

Sin embargo, el escritor Yuval Noah Harari identifica algo aún más perverso en el auge de la IA. Para él, la misma tecnología que hará económicamente irrelevantes a masas de ciudadanos podría también eliminar sus libertades políticas y civiles, facilitando a los gobiernos el monitoreo, control y manipulación de sus gobernados.

Harari argumenta que esto ya sucede en China, con su Sistema de Crédito Social (SCS). El SCS es un algoritmo que monitorea las actividades que realizas en tu celular (las páginas que visitas, las compras que haces, la pornografía que ves, los pagos a tu tarjeta de crédito...) y otorga una calificación que indica si eres un ciudadano “confiable”. Un puntaje alto otorga privilegios, mientras que uno bajo impone castigos, incluyendo evitar la compra de pasajes de tren o avión, estudiar en escuelas privadas, trabajar en ciertas empresas, etcétera.

Ésta es la segunda problemática que traerá la irrupción de la IA: el surgimiento de un autoritarismo digital inteligente. Una “Smart Dictatorships”, si usted gusta, donde los gobiernos serán más eficientes para reprimir, controlar y castigar a sus ciudadanos cautivos. 

Harari argumenta que la diferencia entre democracias y dictaduras no es la pugna entre dos sistemas éticos opuestos, sino entre dos sistemas de “procesamiento de información”. Las democracias distribuyen la información entre numerosos agentes, mientras que los regímenes autoritarios la concentran en un círculo reducido de personas. 

Con la tecnología arcaica del siglo XX, los sistemas autoritarios inevitablemente colapsaban: al no poder procesar tanta información, la ineficiencia incrementaba, se estancaba la innovación y el crecimiento económico, y al final el sistema implosionaba.


Pero la IA soluciona todos estos problemas. Hoy es posible procesar miles de millones de datos de manera inmediata. De hecho, dice Harari, la IA “podría hacer a los sistemas centralizados aún más eficientes que los sistemas difusos”, porque una computadora trabaja mejor entre más datos concentra en un solo lugar. Así, la mayor desventaja de las dictaduras pasadas -concentrar el poder e información en un lugar- podría ser hoy su ventaja definitiva.

Por desgracia, nosotros mismos alimentamos esta pesadilla, al entregar diariamente -y sin chistar- nuestra información personal a empresas con poco interés por salvaguardar nuestra privacidad.

Harari advierte que una posible solución para detener a las dictaduras inteligentes sería crear nueva legislación que prohíba a las empresas de tecnología usar nuestra información personal a su gusto, y prohibirles entregarla a los gobiernos.

Pero… ¿Tendrán los arquitectos de la Cuarta Transformación de México la mínima idea de cómo resolver esta problemática? ¿O será el “pueblo sabio” quien nos defienda de la inteligencia artificial?

Porque si esto es así… ¡Estamos perdidos!

Publicado originalmente en Vértigo

1/8/18

EL SUICIDIO DE LAS NACIONES

Así como ciertos individuos exitosos optan por terminar con su vida, quizá sea posible establecer un paralelismos (en sentido figurado) con las naciones más desarrolladas, las cuales toman decisiones político-electorales tan desafortunadas que inevitablemente llevarán al debilitamiento y decadencia de sus sociedades.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”.
- Albert Camus

Los suicidios entre personas consumadas y exitosas resulta paralizante. Para el resto de los mortales, nos pone en claro que una vida de éxitos, fama y dinero no es lo que todos idealizamos; y que obtener más premios o reconocimiento no necesariamente lleva a la felicidad. 

Con lo anterior parafraseo las palabras de Andrew Solomon en The New Yorker, escritas tras la muerte del legendario Anthony Bourdain. En su texto, Solomon busca una respuesta al enigma del suicidio entre las personas más destacadas en sus particulares esferas. Naturalmente, no extrañará saber que sobresalen los contextos de vida complicados o padecer de algún problema neurológico grave.

La exposición de Solomon me lleva a cuestionar si este fatídico acto individual no podría tener una proyección más amplia, afectando a una sociedad entera o incluso llegar a los escenarios de la geopolítica.

¿A qué me refiero con esto? De entrada, clarificar que no estoy hablando de suicidios en masa o algo similar. Me refiero que así como ciertos individuos exitosos optan por terminar con su vida, quizá sea posible establecer un paralelismos (en sentido figurado) con las naciones más desarrolladas, las cuales toman decisiones político-electorales tan desafortunadas, desesperadas o nefastas, incluso cuando resulta obvio prever que dichas acciones inevitablemente llevarán al debilitamiento y decadencia de sus sociedades.

¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué países como el Reino Unido, Estados Unidos, Israel, Italia, Alemania, Austria, Dinamarca, Holanda, Francia o España abrazan cada día más los ideales radicales o fatalistas de ciertos políticos que ponen en riesgo directo al mismo sistema que los llevó a tener todas las garantías que disfrutan?

De acuerdo con el académico alemán Yascha Mounk, existe entre la juventud europea y norteamericana una evidente pérdida de fe en la democracia. Como indicó en entrevista con The Atlantic: “las personas en Europa y también en Estados Unidos son mucho más propensas que hace 20 años a decir que apoyan ‘a un líder fuerte que no tenga que molestarse con los políticos o las elecciones’”.

Pero esto no es exclusivo de los jóvenes, explica Mounk. En todos los países mencionados, la sociedad no solo está descontenta con sus gobiernos, sino que cada vez está más “encabronada” (pissed off, diría él) con el sistema político en general. Esto vuelve a los ciudadanos más propensos a elegir gobiernos populistas o aceptar políticas públicas radicales que erosionan el funcionamiento de sus democracias, poniendo en peligro su prosperidad económica, y debilitando el Estado de Derecho que les garantiza libertades civiles, políticas y los derechos humanos.

Volvamos a la pregunta central de esta temática: ¿Qué es lo que ocurre entonces?


El primer error sería enfocarnos en la economía. Numerosos estudios han demostrado que el populismo no surgió tras la crisis del 2008, y tampoco que hayan sido los más desafortunados quienes votaron por Donald Trump, optaron por el Brexit o dan cada vez más votos al extremismo de izquierda o derecha en Europa.

Una hipótesis atractiva parece ser la del académico Macario Schettino. Él indica que la respuesta se encuentra en los modelos de comunicación que imperan y definen a la sociedad contemporánea.

¿A que se refiere Schettino? Simplemente que los modelos de comunicación son los que moldean la forma en la que se transmiten la mayoría de las ideas entre un público masivo, haciendo que algunas de estas ideas crezcan y se expandan, mientras otras se marchitan o simplemente se olvidan.

Schettino habla de la muerte de la llamada edad de la razón, sepultada hace mucho tiempo por los medios masivos de comunicación que colocaron las emociones y sensaciones al centro de nuestra comunicación.  Pero incluso ahora es este modelo el que se derrumba, siendo sustituido por la transmisión y recepción de ‘información bruta’. “No es que ya no estemos pensando racionalmente, sino que ni siquiera lo hacemos sentimentalmente”, apunta Schettino. 

Hoy, la manera en la que recibimos información en el presente nos divide como sociedad. Nos volvemos partes de tribus que aceptan o rechazan visceralmente la información que nos llega “en bruto” a través de redes sociales u otras TIC. “Hemos hecho equiparables todos los sentimientos, de forma que ahora lo único que importa es lo que nos interesa, que es lo que nos hace pertenecer a un grupo, virtual, que junto con centenares de otros impulsa esos intereses en una agenda pública absolutamente inmanejable”, indica el académico.

Andrew Solomon también hace eco de esta idea, al decir que existe un factor subestimado que podría acentuar la decisión por el suicidio: que el discurso público se encuentra hoy dominado por el rencor, el prejuicio, la intolerancia y la agresividad; plasmados diariamente en cientos de titulares de noticias y en miles de comentarios en las redes sociales.

Para un individuo, esto causa una mayor sensación de alienación, depresión, ansiedad, miedo e incertidumbre que lo coloca al límite del abismo. Para una sociedad entera, este tipo de comunicación se convierte en un arma terrible que desgarra el tejido social y corroe al espíritu democrático. 

Considerando la extrema polarización que vivimos en nuestras elecciones presidenciales, no estaría de más preguntarnos: ¿Si esto está ocurriendo en los países más desarrollados… qué podríamos esperar en el futuro para nuestro pobre México? 

Publicado originalmente en Revista Líder México

1/6/18

LA DEMOCRACIA CONTRA LAS CUERDAS

"Uno de los mayores problemas de la democracia, de cualquier democracia, es la facilidad con la que puede ser subvertida y saboteada desde adentro”.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

El pasado mes de marzo inició un periodo sin precedentes en la historia de la humanidad. Un periodo en el cual el mayor número de personas estarán llamadas a las urnas para ejercer su voto; comenzando con la elección presidencial de Rusia y concluyendo casi un año después con las elecciones generales de la India en abril del 2019.

Si nos acotamos tan sólo al 2018, basta decir que cinco de los 10 países más poblados del mundo celebrarán elecciones presidenciales: Brasil, Pakistán, Bangladesh, Rusia y México, quienes juntos tienen una población de 800 millones de personas. Si sumamos a la India, hablamos ya de casi 1,800 millones de votantes en total.

Pero lo que a todas luces debería ser motivo para una celebración en pro de la democracia, rápidamente se ha transformado en un amargo drama político de escala planetaria.

La elección de Rusia (18 de marzo) fue poco más que una simple formalidad, un evento semi-democrático donde el presidente Vladimir Putin fue prácticamente el único candidato real en la boleta. 

La elección de Egipto (26 de marzo) fue todavía peor: el general Abdel Fattah el-Sissi arrasó en la elección que contaba con sólo un candidato opositor, el cual en realidad era aliado cercano del gobierno. Claro… todo esto tras haber encarcelado o amedrentado previamente al resto de los competidores. 

La elección de Hungría (08 de abril) ensombreció todavía más el panorama, pues en el corazón de la Unión Europea fue reelegido el primer ministro Viktor Orban con el 49% de los votos, dando legitimidad y continuidad a su régimen autocrático, racista, ultra-nacionalista y anti-migratorio.

Que nadie se equivoque: estamos frente a una panorama oscuro. Las democracias liberales pasan por un terrible momento en todo el mundo; y no sólo están recibiendo una paliza, sino que se encuentran prácticamente contra las cuerdas en una batalla a puño limpio contra el incipiente autoritarismo.

Por si fuera poco, nuestro futuro tampoco luce prometedor...


El pasado 07 de abril, el expresidente Luis Inácio “Lula” da Silva era encarcelado en Brasil -la mayor democracia en América Latina- diluyendo (por no decir eliminando) su muy probable victoria en las elecciones presidenciales de octubre. Esta acción abre el camino al populismo de derecha en el gigante latinoamericano, manifestada en la figura de Jair Bolsonaro, personaje que suele defender a la dictadura militar de su país de los años 60, entre otras monerías cuasi-autoritarias.

Ya ni hablar del resto de las elecciones planeadas para este año, pues tanto en Venezuela, como en Irak, en Afganistán o Pakistán, los procesos que se promueven como libres y transparentes seguramente dejarán mucho que desear en el ideario democrático.

Por si fuera poco, en el centro de este espiral tormentoso se encuentra México y nuestra elección del 01 de julio. 

La cuestión que surge inevitable en la mente de periodistas y electores es muy simple: ¿Seremos capaces de sortear la amenaza del populismo que recorre al mundo o seremos una víctima más de la epidemia autoritaria?

Si tomamos como guía las palabras de Christopher Domínguez Michael (El Universal), veremos que “nada de lo que nos ocurre [en México] es indistinto al curso actual del mundo, donde los estudiosos anuncian el fin de la era democrático–liberal y su mutación en una época de turbulencia populista”.

¿No están convencidos? Vayamos entonces a los datos duros, los cuales apuntan también hacia el peor de los escenarios. 

De acuerdo con la última encuesta de Latinobarómetro (2017), el 82% de los mexicanos indica estar poco o nada satisfecho con la democracia; sólo el 56% considera que la democracia es el mejor sistema de gobierno; y el 43% responde que le da lo mismo tener un gobierno democrático o uno autoritario.

Por su parte el informe AmericasBarometer 2017 (realizado por la Universidad de Vanderbilt) muestra que cerca el 47.5% de los mexicanos apoyaría un golpe de estado militar si éste garantiza un descenso en las tasas de criminalidad; mientras que un 49.9% apoyaría un golpe para reducir los niveles de corrupción. 

Esto no debe tomarse a la ligera: ¡Hablamos de la mitad de la población de México que ha perdido toda esperanza en la soluciones democráticas para el país!

Y aquí encontramos el núcleo del problema. Pues resulta evidente que en países como China, Cuba, Egipto o Rusia, los electores tienen escasas o nulas posibilidades de lograr un cambio positivo a través de las elecciones, las cuales permanecen estrictamente controladas por el Estado.

El problema de fondo es con los países democráticos que eligen voluntariamente retroceder hacia diversos abismos anti-liberales. Países como Estados Unidos, Polonia, Hungría, Italia, Turquía y -cada vez más- el propio México. Electorados que conscientemente abrazan y aceptan a estos movimientos reaccionarios, ciudadanos que voluntariamente optan por colocarse cadenas y grilletes, quizá por creer en una difusa promesa de seguridad, estabilidad y orden.

El escritor Jorge Volpi lo dice de manera contundente: “uno de los mayores problemas de la democracia, de cualquier democracia, es la facilidad con la que puede ser subvertida y saboteada desde adentro”.

Porque no hay existe ninguna duda: en todo el mundo la democracia cruje y se despostilla. Pero quizá los monstruos a los que tanto tememos no sean los líderes autoritarios que corroen nuestras libertades. Quizá los monstruos seamos nosotros mismos, que invocamos a esos dictadores y mesías, dándoles vida, autoridad y poder.

Publicado originalmente en Revista Líder México

15/3/18

XI JINPING ES MI GRAN HERMANO

Pero uno tendría que ser muy ingenuo para creer que lo que pasa en China se queda en China. Es por esto que aquí en México no podemos bajar la guardia. Un día podríamos despertar con nuestro propio Sistema de Crédito Social Mexicano. Y lo que es peor todavía … ¡controlado por nuestra Secretaría de Gobernación! 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
@DelgadoCantu
Para los ciudadanos de México, la libertad es un concepto abstracto que suele encapsularse en la máxima de Don Benito: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Esto significa que podemos hacer prácticamente lo que nos plazca siempre y cuando no afectemos a terceros.

Desgraciadamente, esta certeza sobre la privacidad ha comenzado a erosionarse y fracturarse en el mundo. Oscuras fuerzas emanadas de las tecnologías digitales amenazan el frágil balance entre libertad individual y la intervención del Estado: balance sagrado en toda democracia liberal. 

Al frente de este ataque se encuentra la República Popular de China, donde el gobierno experimenta a nivel nacional con un proyecto a todas luces Orwelliano: el Sistema de Crédito Social (SCS). 


En esencia, el SCS es una operación de espionaje masivo contra cientos de millones de ciudadanos. Por medio del monitoreo de todas sus actividades económicas y sociales, el individuo recibe una calificación generada por un algoritmo; calificación que determina su estatus en la sociedad y le otorgará toda clase de beneficios o castigos.

Debido a las dificultades para establecer un sistema de semejante magnitud en un país de 1,200 millones de personas, el gobierno subcontrató a empresas privadas para idear programas pilotos que servirán como esquema del SCS óptimo. 

Uno de los principales arquitectos de este siniestro prototipo es Alipay, aplicación digital de Ant Financial que a su vez es apéndice del gigante comercial Alibaba Group. Contexto: en 2016 Alibaba se convirtió en la tienda minorista más valiosa del mundo operando en más de 200 países; también es una de las empresas más grandes y redituables en Internet. 

A través de su Sesame Credit, Alipay analiza el comportamiento de sus usuarios y les otorga una calificación de 350 a 950 puntos. Con esa puntuación, determina si un individuo es confiable para recibir un crédito financiero; un problema particularmente agudo en China, donde incluso siendo la segunda potencia económica, su sistema de crédito ha permanecido subdesarrollado. 

La manera en la que se desarrolla esta calificación es una obra de alquimia digital. Según explica la escritora Mara Hvistendahl, Sesame Credit es sólo una de las múltiples aplicaciones dentro del ecosistema de Ali Pay; apps que son utilizadas para realizar toda clase de actividades en Internet y en el mundo real, incluyendo el pago de servicios y productos en supermercados, centros comerciales y tiendas online. 

De esta manera, el algoritmo no sólo toma en cuenta si pagas tus deudas bancarias o tu cuenta de luz a tiempo; también sabe qué tipo de productos consumes, las páginas web que visitas (incluyendo pornografía y tu actividad en redes sociales), el tipo de amigos que tienes y las conversaciones que mantienes con ellos. “Es como si Amazon se hubiera tragado a eBay, Apple News, Groupon, American Express, Citibank, y Youtube, y pudiera absorber tu información personal de todos ellos”, indica Hvistendahl. 

Debido a que utilizar Alipay no es obligatorio (todavía), resulta extraño que alguien quiera formar parte de este perverso experimento social. Sin embargo, los beneficios para los usuarios con buena puntuación suelen ser atractivos. Una calificación alta te permite rentar bicicletas, paraguas, automóviles o cuartos de hoteles sin tener que dejar un depósito, por ejemplo.

De igual manera, tener una calificación baja no sólo elimina esos privilegios, sino que evita que puedas comprar boletos de tren o de avión, enviar a tus hijos a escuelas privadas e incluso podría afectar tus prospectos de trabajo y matrimonio. En pocas palabras, mantener una calificación alta te abre muchas puertas, mientras que una puntuación baja te convierte en la escoria digital de China.

El gobierno alega que su objetivo es crear un ambiente de honestidad generalizado, proporcionando beneficios a los ciudadanos ejemplares y disciplinando a los detractores. Sin embargo, Hvistendahl explica que para el Partido Comunista Chino (PCC) el SCS es realmente “un intento de establecer un autoritarismo más suave y menos visible”, garantizando la obediencia total hacia el Estado.

Como ejemplo de esto, el periodista Yoichi Funabashi explica que aquellos que busquen información crítica del gobierno en Internet o información sobre incidente de 1989 en la plaza Tiananmen sufrirán una reducción de 200 puntos al instante.

La cuestión ya no es si el SCS existirá, sino la ferocidad que tendrá una vez que esté activo. Todo indica que sean en el año 2020 cuando el sistema esté en completa operación. 

A muchos no sorprenderá que el PCC sea el pionero en esta perversa estrategia. Desde que subió al poder en 2012, Xi Jinping ha usado el poder duro y la coerción para controlar a sus ciudadanos. Bajo su mandato, la liberalización política se ha esfumado y el espacio de la sociedad civil se redujo exponencialmente. Ahora busca crear el sistema de seguridad más sofisticado en la historia de la humanidad.

Lo peor de esto es que son los ciudadanos los que ayudan a establecer esta nueva servitud Orwelliana. Al otorgar su información privada de manera voluntaria a grandes corporaciones transnacionales, colocan la piedra angular de su futura prisión digital.

Pero uno tendría que ser muy ingenuo para creer que lo que pasa en China se queda en China. Es por esto que aquí en México no podemos bajar la guardia. Un día podríamos despertar con nuestro propio Sistema de Crédito Social Mexicano. Y lo que es peor todavía … ¡controlado por nuestra Secretaría de Gobernación! 

¡Dios nos libre!

Publicado originalmente en Revista Líder México

15/12/17

¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON ORGASMOS ELÉCTRICOS?

¿Qué pasará con las relaciones interpersonales? Uno podría esperar que un par de pervertidos se obsesionen con sus robots y decidan nunca más salir de casa. ¿Pero podríamos decir lo mismo para la mayoría de la sociedad?


“Mi objetivo principal es ser una buena compañera y darte placer y bienestar. Sobre todas las cosas, quiero convertirme en la mujer que siempre has soñado”.
-Harmony

Lo anterior no fue dicho en una noche de bodas o en una cena romántica. Esta declaración fue formulada en una bodega en San Marcos, California, donde la empresa Abyss Creations fabrica un producto que definirá el futuro de la humanidad: el nacimiento comercial de los androides sexuales.

Porque no queda duda: la aparición de los robots sexuales está prácticamente garantizada y será una realidad para finales del 2017.

Por lo tanto, es necesario comenzar a reflexionar sobre el inicio de esta nueva era. Porque estoy seguro que “robots sexuales” no aparece entre las prioridades de ustedes (bueno… quizá de algunos) al momento de despertar.

Pero basta tomar un breve momento para pensar en las implicaciones de esta irrupción: 
¿Qué significa la llegada de los robots sexuales?

Antes de intentar una respuesta, dejen que les comente que no hablamos de esas ridículas muñecas de plástico -ojos saltones, bocas abiertas, tosquedad ridícula- que seguro han visto en la televisión.

No, no... aquí hablamos de androides hechos con silicona de primera calidad y que más allá de tener movimientos naturales (los necesarios para hacer la chamba requerida) tienen una inteligencia artificial aparentemente admirable; capaces de memorizar detalles de tu vida, gustos y perversiones, sonetos de Shakespeare, contar chistes, entre otras monerías. Estamos ante el pórtico de un mundo donde verdaderos robots humanoides cumplirán tus perversiones y podrán convivir contigo.

Entonces… ¿Cuáles son las consecuencias de esto?



La problemática que surgirá al instante en la mente de muchos será algo relacionado a la misoginia. Se argumentará que estos robots sólo perpetúan y acentúan la cosificación de la mujer (o el cuerpo de la mujer) convirtiéndolo -ahora sí, literalmente- en un objeto sexual.

¿Será esto verdad? Sin duda resulta sencillo imaginar escenarios distópicos sobre este tema.

Seguramente habrá personas que formulen las ideas más horribles a partir de su “dominación” de un robot sexual; aunque otros posiblemente puedan liberar deseos reprimidos y evitar así llevarlos a la vía pública, disminuyendo el acoso y los crímenes sexuales. De igual manera, otros (la mayoría, quiero imaginar) simplemente utilizarán a su robot sexual de manera esporádica, sin que esto tenga consecuencias en sus vidas o en la de terceros.

¿Qué pasará entonces con las relaciones interpersonales? En esta temática, uno podría esperar que un par de pervertidos se obsesionen con sus robots y decidan nunca más salir de casa. ¿Pero podríamos decir lo mismo para la mayoría de la sociedad?

Difícilmente… pues sería montarnos en los mismos miedos que han acompañado al surgimiento de todo tipo de tecnologías del entretenimiento, desde los videojuegos, el Internet o la realidad virtual. Siempre habrá personas intensas y otros tantos más que sean moderados.

¿Cuál es entonces la mayor problemática?

Quizá sea -como menciona la periodista Jenny Kleeman en The Guardian- las consecuencias de poder “adquirir” una relación completamente egoísta: de dar un paso más hacia la gratificación instantánea de nuestros deseos, nuestros caprichos y nuestros apetitos.

Pero seamos honestos… ¿No vivimos ya en un mundo de éste tipo?

¿Qué más decadentes nos podría volver un androide sexual?

19/11/17

BIENVENIDOS A LA MÁQUINA

Mi pesimismo me dice que debemos prepararnos -no sólo para perder nuestros empleos- sino para enfrentar el cataclismo social causado por la irrupción de la Inteligencia Artificial.

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

El liberalismo agoniza. Y para estas alturas del juego, ya todos conocemos a los espectros que lo acechan, lo erosionan y lo consumen: la irresponsabilidad de Trump; el nativismo de Farage; la xenofobia de Le Pen; el racismo de Wilders; el militarismo de Putin...

Las causas que llevan a las sociedad a energizar a estos personajes son múltiples: sí es parte racismo, sí es parte xenofobia, sí es parte desconfianza hacia el sistema político. Pero quizá los factores económicos sean la piedra fundacional. No sólo hablamos de la paupérrima recuperación económica tras la calamitosa crisis del 2008, sino del temor que causa la globalización y la dislocación de los empleos a nivel mundial.

Pero los fantasmas que todos temen son inexistentes en su mayoría. Porque aún cuando se encaucen los miedos hacia México, China o los migrantes, en ninguno de estos lugares está la respuesta.

¿Qué es lo que sucede?


Simple y llanamente es que el capitalismo ha optado por las máquinas sobre los trabajadores. El Center for Business and Economic Research señala que entre el año 2000 y el 2010, Estados Unidos perdió cerca de 5.6 millones de empleos manufactureros. Pero el 85% de estas pérdidas son atribuibles a los cambios en la tecnología -particularmente la automatización- y no al comercio internacional, migrantes o cualquier otra excusa populista.

Con el problema detectado podría creerse –de manera incorrecta- que existen soluciones simples.
Pero la realidad es distinta, y todo indica que este problema sólo va a empeorar en el futuro. Si hasta ahora la automatización ha sido la principal causa de la desaparición de empleos -y por consiguiente de la creación de fuerzas sociales que perturban la salud de las democracias liberales- ¿Qué sucederá cuando la automatización se vuelva exponencial a causa de la inteligencia artificial?

Un informe del McKinsey Global Institute (2017) señala que tan sólo en México, más de 25 millones de empleos podrían ser sustituidos por robots en las próximas décadas, cifra que representa el 52% de los empleos totales. En Estados Unidos cerca de 60 millones de empleos (45%); en Japón 35.6 millones (55.7%), en Brasil 53.7 millones (50%), y así sucesivamente.

Las voces moderadas pedirán calma y McKinsey les daría algo de razón: la masacre de empleo sucederá en el mediano plazo, quizás para el 2035 o el 2055, indican. Los cínicos podrán decir que los empleos que se pierden no afectarán a las humanidades o las ciencias sociales; áreas del conocimiento que requieren de creatividad, imaginación y racionalidad humana.

Pero recordemos que hace dos meses la inteligencia artificial (IA) de Google Translate logró dominar el lenguaje humano en decenas de idiomas, haciendo a los traductores e intérpretes algo prácticamente obsoleto. Cuando una máquina domina el lenguaje, ya nada parece estar seguro.

Mi pesimismo me dice que debemos prepararnos -no sólo para perder nuestros empleos- sino para enfrentar el cataclismo social causado por la irrupción de la IA. Si la entrada de Uber causó protestas en múltiples ciudades... ¿Se imaginan qué pasará cuando todo el servicio de transporte prescinda de millones de conductores humanos?

Al no haber respuesta a la vista, sólo queda remitirnos a esa gran canción de Pink Floyd, aquella que lleva por título: “Welcome to the Machine”.

Publicado originalmente en Vértigo

2/4/17

¡COMPÁRTEME ÉSTA!

De manera más extraña, nos hemos adaptado también al surgimiento de una nueva “economía compartida” ("sharing economy" la llaman los gringos); un modelo novedoso de supervivencia que se sustenta con un sinfín de aplicaciones digitales, la mayoría enfocadas a poner en renta nuestro tiempo o propiedad para ganar unos pesos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

El periodista Martin Wolf recientemente escribió que si queremos mantener la legitimidad de los sistemas democráticos en el mundo, la política económica debe entonces orientarse a promover los intereses de las mayorías y no de unos pocos. De fracasar en este propósito, la base de nuestro orden político colapsará.

Pero... ¿qué no es esto lo que vivimos actualmente? ¿No estamos ya frente al fracaso neoliberal y vemos -de hecho- sus consecuencias en la forma de un espectro populista que recorre Occidente?

Sería imposible defender la racionalidad del modelo neoliberal en el siglo XXI, porque en realidad habitamos ya en un mundo post-neoliberal; o mejor dicho, en un mundo post-avaricia.

Una estrafalaria y decadente desigualdad barniza la estructura de este modelo económico a nivel global; una desigualdad que es aceptada por muchos, incluso por aquellos que están siendo arruinados por el propio sistema.



Es un hecho conocido que dentro de la OCDE, los mexicanos son quienes más horas trabajan a la semana, aunque ganan los salarios más bajos. Pero en vez de indignarnos por esta farsa, algo extraño sucede. Hemos decidido adaptarnos. ¿Adaptarnos a qué? Pues a la nueva realidad que incluye puestos laborales con títulos como "pasante" y "practicante", los cuales condenan a trabajadores adultos a remar en las galeras del mundo corporativo sin recibir siquiera un salario. 

De manera más extraña, nos hemos adaptado también al surgimiento de una nueva “economía compartida” ("sharing economy" la llaman los gringos); un modelo novedoso de supervivencia que se sustenta con un sinfín de aplicaciones digitales, la mayoría enfocadas a poner en renta nuestro tiempo o propiedad para ganar unos pesos.

El problema de fondo es que prácticamente ninguno de estos “empleos del futuro” permiten una vida digna. ¿Prestaciones de ley? ¡Hasta creen! ¿Seguro médico? ¡Lo que nos faltaba!

Este modelo se nos vende como el nuevo gran paradigma económico, aunque la realidad parece ser sólo las migajas del antiguo sistema. Nos dicen que podemos ser “emprendedores flexibles”, o que podemos “tener control de nuestro tiempo”. Pero detrás de la propaganda de “conéctate, diviértete y logra tus sueños” se esconde una realidad ineludible: el nuevo héroe post-neoliberal debe glorificar su propia explotación, trabajando más tiempo para ganar menos dinero que antes.

Volviendo a la hipótesis de Martin Wolf, podemos ver que históricamente un incremento compartido en salarios reales jugó un papel fundamental en la legitimación del capitalismo y logró la estabilidad democrática. Hoy, sin embargo, el modelo capitalista enfrenta numerosos retos para generar mejorías en la prosperidad. 

Dice el analista político (y comediante) Bill Maher que el daño en realidad nos lo hicimos nosotros mismos. Compramos la idea de que la avaricia era buena e incluso necesaria para ganar en este juego: reemplazamos a trabajadores con robots, explotamos a los “pasantes” en las empresas y decidimos depender del trabajo de esclavitud para hacer nuestros productos.  

De esta manera, un día nos despertamos y ya teníamos frente a nosotros una economía compartida “donde lo único que no se comparte son las ganancias”. Muy curioso, dice Maher, que por alguna razón todos se olvidaron de crear una aplicación para eso.

Bastante conveniente, ¿no creen?

5/2/17

EL RINOCERONTE CALVO

La técnica utilizada por Vladislav Surkov para manipular a la sociedad consiste en minar la percepción que se tiene de la realidad; creando toda clase de contradicciones para que las personas nunca conozcan que ocurre realmente.



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Las "noticias falsas" fueron cosa de niños. Ahora vivimos en plena paranoia Orwelliana con el nacimiento de los "hechos alternativos" (Conway dixit).

Numerosos analistas comentaron (me incluyo) que si algo murió en la campaña de Donald Trump y ahora en su presidencia, fue la Verdad.

Pero no nos enmarañemos en discusiones epistemológicas o axiológicas de conceptos como “la verdad”. Conviene mejor dedicarnos a analizar la estrategia detrás de las acciones de Trump.

Ya sabemos que estamos frente a un hombre ególatra y narcisista. Algo sin parangón en la democracia estadounidense a la hora de mentir y tergiversar los datos.

Pero como escribía Héctor Aguilar Camín: "Trump: puede estar loco, pero hay método en su locura."

Para comprender el método, recurro al documentalista Adam Curtis, quien habla en su más reciente obra ("HyperNormalisation") sobre un siniestro personaje: Vladislav Surkov, hombre de confianza y asesor del presidente Vladimir Putin por más de 15 años. De acuerdo con Curtis, una técnica utilizada por Surkov para manipular a la sociedad consiste en minar la percepción que se tiene de la realidad; creando toda clase de contradicciones para que las personas nunca conozcan que ocurre realmente.

Curtis lo describe al decir que Surkov transformó a la política rusa en un “desconcertante y siempre cambiante escenario de teatro”.

Como ejemplo de esto, indica que Surkov solía apoyar en público a grupos neo-nazis, defensores de derechos humanos e incluso partidos opositores de Putin, dejando así a la sociedad (y a los opositores del régimen) sin saber dónde estaban realmente los intereses del Kremlin. Instauró así una realidad líquida y camaleónica, una estrategia de poder que dejaba a cualquier miembro de la oposición en constante confusión. Y aquí donde radica la genialidad de su estrategia: pues cuando la realidad se vuelve imposible de definir, se convierte también en algo imposible de combatir.


Algo similar hace Trump. Al inventarse una personalidad caleidoscópica, un día puede relacionarse con supremacistas blancos y otro con judíos conservadores. En el mismo enunciado desmantela al TLCAN y deporta a millones, pero siempre deseando que México sea un país amigo y próspero.

Con esta personalidad maleable que varía según la audiencia, Trump oscila entre dos –o más- realidades y abraza la contradicción. El problema es que nosotros quedamos presos en sus contradicciones: paralizados de actuar al no saber si la bestia está de nuestro lado o más bien se prepara para destrozarnos.

Más terrorífico es que esta táctica corroe y erosiona al corazón mismo de las democracias. Lo menciona la periodista Brooke Gladstone: "si cada individuo elige ahora su propia realidad y la democracia depende de generar consensos… ¿Qué tipo de democracia nos queda?"

Yo diría que una democracia simulada, donde el Gran Orangután es rey y bufón; juez y verdugo al mismo tiempo.

Por lo tanto, es nuestro deber como audiencia negarle a Trump su puesta en escena y mantener nuestra atención en la verdad y los hechos.

De otra forma, seremos simples espectadores en un teatro del absurdo llevado a su extremo más grotesco (y peligroso). Una obra digna de haber sido escrita por Eugène Ionesco, aunque ahora el guión se escriba en la Casa Blanca y lleve por título (¡por qué no!): "El Rinoceronte Calvo".

8/1/17

HERE COMES THE SUN


Levante la mano quien crea que el 2016 fue el año más jodido de la historia reciente.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Levante la mano quien crea que el 2016 fue el año más jodido de la historia reciente.

Para mí, basta con recordar la muerte de David Bowie a escasos diez días de iniciar del año para dar rienda suelta a mi letanía de agravios, quejas e insultos: qué si el mentado Brexit; que si Donald Trump; que si el populismo en Europa; que si el interminable estancamiento económico; que si la guerra en Siria; que si los muertos de Peña ya son más que los de Calderón…

No conforme con fregarnos la vida, el 2016 decidió llevarse también a Leonard Cohen en noviembre; y para cuando Greg Lake abandonó a los vivos al mes siguiente, estaba yo en estado catatónico que ni siquiera me percaté.

Para empeorar la situación, analistas políticos nos advirtieron que si sufrimos durante los últimos 12 meses, pues más valía amarrarse fuerte al mástil del barco, porque todo indicaba que los siguientes 12 podrían ser peor. Digo... sólo consideren el tremendo reto que será tolerar -y sobrevivir- al primer año de Trump.

¿Pero es correcto pensar de esta manera? ¿Podemos justificar nuestro pesimismo con los argumentos que les he dado (y que conste que ofrecí sólo una pequeña muestra)?


Pues no, y quiero argumentar que hemos vivido en el error. Porque claro que la muerte o el auge de Bowie, Cohen, Prince, Trump, Farange, Le Pen, Bannon y Putin podrán deprimirnos y arruinarnos la existencia cotidiana. Pero al ver más allá de nuestras narices podemos argumentar que –de hecho- la humanidad ha tenido su mejor año durante el 2016 y que todo apunta a que el 2017 será todavía mejor.

¿No me creen?

Recurramos entonces a un reciente artículo de Nicholas Kristof en The New York Times para ver de lo que hablo. Porque mientras aquí nos preocupamos por los tweets de Donald Trump o por el Nuevo Modelo Educativo de la SEP, cada día unas 250,000 personas en el mundo logran escapar de la pobreza extrema (lo dice el Banco Mundial).

¿Quieren más buenas noticias? Pues entonces consideren que si a comienzos de 1980 más del 40% de los humanos vivían en pobreza extrema, para el 2016 la cifra cayó por debajo del 10%, y todo apunta a que en el 2030 ya andaremos por ahí del 3 o 4%.

Argumenta Kristof: “Por casi toda la historia de la humanidad, la extrema pobreza ha sido la condición estándar de nuestra especie, y ahora, durante nuestra vida, prácticamente la hemos eliminado. Esta es una transformación asombrosa y sin lugar a dudas es lo más importante que está sucediendo actualmente en el mundo–sin importar cuáles sean las noticias que salen de Washington”.

 Claro que persisten otras tragedias (epidemias, hambrunas), pero incluso algunas preocupaciones como la rampante desigualdad están mal enfocadas. Porque sí, es verdad que ocho pelados controlan la misma riqueza que los 3,600 millones de personas más pobres del mundo. Pero el panorama amplio nos muestra que la desigualdad global se está reduciendo, todo por los cientos de millones de personas que escaparon de la pobreza en China e India.

Obviamente nada de esto evitará que caiga en la amargura de vez en cuando. Pero entre todo este relajo, de pronto tenemos que dejar de vernos el ombligo y acordarnos de aquella canción que decía: "Here comes the sun". Porque recuerden, a esta misma hora mañana habrá 250,000 menos personas viviendo en pobreza extrema; y esto, cómo diría el buen Harrison: "it's alright".


Apareció originalmente en Vértigo