12/4/21

LA CUMBRE DE LOS AGRAVIOS

La “Cumbre en Anchorage” nos coloca frente a un futuro incierto y repleto de despeñaderos. China ha abandonado completamente la máxima de Deng Xiaoping -"Esconde tus fuerzas y espera tu momento”- mostrando en cambio asertividad, agresividad y soberbia. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Para todos los amantes del orden internacional, los hechos ocurridos a mediados de marzo debieron ser vistos como el primer capítulo de una historia de terror.

El día 18, el equipo diplomático de élite del presidente Joe Biden se reunió con sus contrapartes chinas en Anchorage, Alaska. Según la postura oficial del gobierno americano, era una oportunidad para detallar “nuestros intereses, intenciones y prioridades, y adquirir algo de conocimiento sobre la posición de los chinos”. O como dice el periodista Alex Ward de VOX, la reunión podría considerarse la primera cita entre dos exnovios tras una fuerte ruptura. 

Con este preámbulo, los aficionados de la geopolítica esperaban que la reunión significara el relanzamiento cordial y armónico de la relación más importante del planeta. Todos esperaban tensión -sin duda-, pero pocos previeron la discusión explosiva que terminó aconteciendo.

El Secretario de Estado, Antony Blinken, abrió la cancha con una letanía de quejas y agravios: el genocidio de Xinjiang; la represión en Hong Kong; las amenazas hacia Taiwán; los ciberataques contra Occidente, la coerción económica contra países aliados; y el desprecio por las normativas globales. 

Si cada interlocutor tenía dos minutos para exponer comentarios iniciales; Yang Jiechi, principal diplomático chino, se agandalló sus buenos 18 minutos para enumerar todo aquello que China desaprueba del Imperio Yanqui: la desconfianza que los propios gringos tienen hacia la democracia; que EE.UU es el “campeón” en ciberataques; los abusos de derechos humanos y los asesinatos de afroamericanos; las guerras que han iniciado en el mundo y la inequidad económica rampante. ¡Crista Jesusa! Eso no salió como esperábamos.

Lo peor de todo, es que a diferencias de otras reuniones bilaterales, aquí ambos países decidieron convertir su intercambio en un reality show, sacando los trapos sucios frente a las cámaras de televisión, las cuales transmitieron en vivo al mundo entero este afable y ameno soirée.

La situación siguió empeorando. Pocos días después, EE.UU, la Gran Bretaña y Canadá se unieron a la Unión Europea para imponer sanciones contra cuatro altos funcionarios chinos acusados de violaciones de derechos humanos contra los uigures en Xinjiang (ver “Un Genocidio Sin Importancia” en Vértigo #1045); quizás las sanciones más severas impuestas contra China desde la masacre de Tiananmen. Y si pusieron atención, notarán que los países involucrados son los mismos que integran a la OTAN -antiguamente el equipo anti-soviético- que ahora buscan poner en jaque a los chinos.

Obviamente, Beijing no tardó en responder con sus propias sanciones contra personas e instituciones de la UE, aprovechando para decir que Europa “debe dejar de sermonear a otros sobre derechos humanos, y de interferir en sus asuntos internos”. ¡Qué bonita relación!

Esto no es un asunto menor. Joe Biden lleva poco más de 2 meses en la presidencia y este primer (des)encuentro con China nos revela turbulenta ruta que nos depara por lo menos durante los siguientes cuatro años. ¡Y ojo! Hablamos de las dos economías más importantes del planeta, las cuales ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en cómo debería de funcionar el mundo. 

La “Cumbre en Anchorage” nos coloca frente a un futuro incierto y repleto de despeñaderos. China ha abandonado completamente la máxima de Deng Xiaoping -"Esconde tus fuerzas y espera tu momento”- mostrando en cambio asertividad, agresividad y soberbia. Estados Unidos no dejará su posición como principal potencia global sin una batalla. En palabras de Alex Ward, “estamos ante el precipicio de una nueva relación entre China y Estados Unidos”. 

Eso sí… esperemos que no nos arrastren a ese precipicio junto con ellos.