27/5/16

La Diplomática - Racismo y Discriminación en República Dominicana

LA DIPLOMÁTICA - RACISMO Y DISCRIMINACIÓN EN REPÚBLICA DOMINICANA

Fecha de transmisión original: 27/05/2016

La Diplomática - Sección del noticiero "Primera Línea" con Vaitiare Mateos. 
(11:00 Hrs a 13:00 Hrs por AzNoticias; TV Azteca)


Quizás algunos no lo saben pero actualmente en la frontera entre Haití y la Republica Dominicana se está viviendo una terrible crisis de refugiados. Todo parece ser un episodio más en el eterno conflicto bilateral y el racismo en contra de Haití. Antes de hablar de esta crisis, pongamos todo en contexto. ¿De dónde viene la enemistad entre Haití y República Dominicana?
Sin duda estamos frente a una de las crisis más graves de refugiados en América causada por un racismo histórico entre dos culturas completamente opuestas.

Para aquellos que no lo sepan, Haití y la República Dominicana comparten la misma isla de La Española en el Caribe: Haití ocupa al lado este y Republicana Dominicana el oeste. Desde hace siglos que las diferencias entre los dos han sido muy marcadas. Mientras Haití fue por más de un siglo territorio de los franceses, Republica Dominicana estuvo siempre dominada por los españoles. Esto creó a sociedades completamente distintas. Los Haitianos son en su gran mayoría descendientes de africanos, con su idioma criollo (creole) y con una religión vudú (de tradición africana). Los dominicanos eran mestizos o blancos, hablaban español y eran recalcitrantemente católicos.

Hay que recordar también que Haití fue el segundo país en independizarse en toda América, en este caso de Francia, en 1804 (Estados Unidos ya era independiente). Pero en el año de 1822, deciden invadir la parte Occidental de la isla, dominando a Dominicana por 22 años (hasta 1844), hasta que los antiguos españoles derrotan a los Haitianos (bajo el mando del presidente Jean-Pierre Boyer). De hecho, el día de Independencia oficial de Republica Dominicana no es para celebrar el fin del dominio español, sino del régimen haitiano. Una vez derrotado Boyer, se declaran independientes también de España.

Así que podemos ver cómo este sentimiento antihaitiano y las rencillas entre ambos países son tan antiguos como la Republicana Dominicana. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX que estos sentimientos de segregación se intensificaron. Durante la dictadura de Rafael Trujillo (1930-1961), el anti-haitianismo fue utilizado como manera de unificar a la población y dar legitimidad al régimen. En 1937 se organiza “La Masacre del Perejil”, donde más de 10,000 haitianos fueron asesinados por el régimen Trujillista en un intento por controlar las fronteras. (Se llama Masacre del Perejil porque los solados obligaban a la población a nombrar el perejil, y como los haitianos tienen dificultad en pronunciar bien la letra “j” (en español) eran descubiertos como inmigrantes y asesinados.)

Desde entonces, los problemas de migración son los mayores problemas bilaterales. Porque mientras la economía dominicana ha crecido considerablemente, la de Haití se ha contraído en los últimos años. Y es esta pobreza  y marginación la que obliga a los haitianos a emigrar y buscar trabajo en territorio vecino.


Y es aquí donde llegamos a la crisis actual, una crisis que es resultado de la nueva Constitución dominicana y principalmente por la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional. Algo que dejó sin nacionalidad de decenas de miles de personas.  ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Cómo llegamos a este momento? 
Como comentábamos, la diferencia económica entre Haití y la República Dominicana promovió durante décadas la migración haitiana hacia el territorio de sus vecinos.

Muy similar al caso de México y Estados Unidos, los haitianos migrantes desempeñaban en su mayoría labores agrícolas (cortar la caña de azúcar). Pero con la caída de los precios del azúcar, comenzar adentrarse más en el territorio dominicano y a buscar nuevos empleos, particularmente en la construcción, como sirvientes doméstico, o en el sector turístico. Algunos grupos nacionalistas empezaron a utilizar estos cambios en los patrones migratorios para fomentar el miedo a una “invasión pacífica” de haitianos. En las últimas décadas, el uso generalizado de esta retórica, envuelta en ideas discriminatorias, ha caracterizado el debate público y político sobre la inmigración haitiana.

Y aquí entramos al meollo del asunto: Bajo la constitución de 1929 (y versiones subsecuentes), se establecía que toda persona que naciera en territorio dominicano obtenía automáticamente la nacionalidad (principio ius soli; igual a lo que pasa en México). Las únicas excepciones eran los hijos de diplomáticos extranjeros y las personas que estaban “en tránsito”: aquellas no iban a permanecer más de 10 días en el país. Sin embargo, si un inmigrante ilegal tenía un hijo en República Dominicana, el hijo SÍ recibía la nacionalidad.

Pero la nueva Constitución de la República Dominicana, promulgada en 2010 cambió todo. Porque ahora, todos los niños nacidos en la República Dominicana de inmigrantes en situación irregular ya no tenían derecho automático a la nacionalidad dominicana. Y la cosa se pone peor, Vaitiare. Porque como mencionabas, en 2013 el Tribunal Constitucional dictó una sentencia 168-13) en la que afirmaba que los niños nacidos en la República Dominicana de progenitores extranjeros en situación migratoria irregular nunca habían tenido derecho a la nacionalidad dominicana. Para acabarla de chingar, esta sentencia se aplicó con carácter retroactivo a personas nacidas desde 1929.

¿Qué significa esto? Pues que TODOS los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en República Dominicana desde 1929 se quedan sin la nacionalidad dominicana por ser considerados “en tránsito; esto abre la posibilidad de ser deportados. Esto afecta a 180,000 del medio millón de haitianos que viven en República Dominicana. En su momento, el presidente haitiano Michel Martelly consideró esta Sentencia como un “genocidio civil”.

Y la pregunta clave es: ¿A dónde fregados van a deportar a estos miles de ciudadanos? No son haitianos (y Haití no los quiere), y tampoco son dominicanos. Esto ha hecho que de pronto miles de personas sean apátridas en su propia casa. 

Y como no tienen lugar a donde ir, han tenido que establecerse en campos improvisados en la frontera, viviendo en condiciones inhumanas y con pocas posibilidades de salir adelante: no hablan el idioma haitiano y la escases de recursos dificulta irse a Haití; pero si regresan a Dominicana, serían perseguidos por la ley o violentados por el sentimiento anti-haitiano que dominan la idiosincrasia nacional.

Nadie sabe cuántas personas están en esta situación, definitivamente son varios miles.

Esto parece ser otro caso de las actitudes “tribales” que vemos en el mundo: desde la ultraderecha en Europa en contra de la migración del Medio Oriente; o incluso con el caso de Donald Trump, que quiere deportar a millones de hispanos y construir un muro. ¿Qué reflexión nos deja el caso dominicano?
La principal lección es que ninguna sociedad está exenta de este “tribalismo” al que te refieres. Porque siempre que pensamos en medidas anti-migratorias, nos imaginamos a un demagogo como Trump o a partidos de corte Nazi como los de Europa. ¡Pero no! Esto mismo puede pasar con cualquier democracia o ideología moderada.

Y justo por eso hablamos hoy de este tema… Porque la semana pasada, el presidente Danilo Medina -que promovió La Sentencia antihaitiana- acaba de ganar su reelección con más del 60% de los votos. Esto muestra como un político no tiene que ser un demente como Hitler o un racista como Trump para llevar a cabo las medidas más discriminatorias. También muestra que bajo las condiciones apropiadas, una sociedad desarrollada y moderna puede volver a su sus sentidos “tribales” más primitivos.

Y aquí en México no somos inocentes… basta con ver como tratamos a los migrantes que vienen de Centroamérica para saber que estamos en la misma situación.

Lo importante es seguir luchando contra estas oscuras fuerzas humanas, y evitar caer en la fácil tentación de creer que por oprimir a “los otros”, entonces “nosotros” vamos a estar mejor.