17/2/20

UN VIRUS CONTRA LA DICTADURA

Frente a este panorama, se vuelve urgente analizar las consecuencias que la crisis del COVID-19 tendrá en la imagen, la estabilidad política y el crecimiento de China.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


¡Ahora sí se armó la gorda! Para todos los Panglossianos que decían que todo saldría bien, la realidad se les desbordó y ahora nos amenaza con visiones dantescas. Es un hecho: ¡Tenemos una emergencia de salud pública global! 

A final de cuentas, el mentado coronavirus salió más cabrón que bonito y la OMS tuvo que salir a decirnos que las cosas van muy mal. ¿Qué tan mal? Pues esta emergencia de salud es 1 de las 6 que la OMS ha emitido en su historia. ¡Un despapaye!

Al momento de escribir esto, las cifras oficiales son: 40,536 casos confirmados en China con 910 muertes; más de 25,000 sospechas de infecciones; y más de 25 países que han confirmado la presencia de la enfermedad. ¿Lo peor? Seguimos sin ningún medicamento efectivo.

Frente a este panorama, se vuelve urgente analizar las consecuencias más allá de la salud pública. Principalmente, ver cómo la crisis afectará la imagen, la estabilidad política y el crecimiento de China. Pero vámonos lento porque vamos lejos.



Reputación: Primero hablemos del impacto reputacional que está recibiendo China por su cochinero. No sólo hemos visto brotes de xenofobia alrededor del mundo, donde los chinos son vistos como focos de infección; también el Departamento de Estado de EUA emitió una alerta de viaje, pidiendo que nadie visite al país asiático; a esto se suman varias aerolíneas que han decidido dejar de volar hacia China. Por si fuera poco, el gobierno de Xi Jinping prohibió a 50 millones de ciudadanos salir de la provincia de Hubei, el epicentro de la enfermedad. Y si la epidemia llegara a afectar a las Olimpiadas en Tokio, todo el mundo culpará a China. ¡Terrible óptica y publicidad para una potencia emergente!

Economía: Una mala imagen suele traducirse en mala economía, y el crecimiento de 6% que China había previsto en su PIB para el 2020 tendrá que recortarse. Si a esto sumamos las caídas en la Bolsa de Valores, las pérdidas en comercios e industria, y la disrupción en las cadenas de producción, tenemos un problemón gordo. Nada tonto, el secretario de Comercio de EUA, Wilbur Ross, salió en Fox News a decir que esta situación “ayudará a acelerar el regreso de trabajos a América del Norte”. ¡Muy abusado el viejito!

Legitimidad: Otro reto mayúsculo para el Partido Comunista Chino (PCC) es mantener su legitimidad frente a esta crisis. Taisu Zhang, profesor en la Yale Law School indica que a diferencia de otros problemas políticos cuestionables (reforma del 2018 que permite la reelección indefinida, la crisis de Hong Kong, etcétera), “la situación actual constituye un problema mucho más severo para la legitimidad política” del PCC. Mientras los problemas anteriores eran censurados por la policía cibernética, el coronavirus afecta de manera directa a la ciudadanía, lo que se traduce en muestras de odio y frustración rara vez vistas en un país caracterizado por su opresiva censura. Es un hecho que la población está sumamente molesta por la ineptitud del gobierno central, lo que obligó a Xi Jinping a relajar su postura dictatorial, permitiendo por momentos críticas en Internet, la prensa escrita e incluso en los medios oficiales del partido.

Eso sí... en estos tiempos inciertos no podemos olvidar el costo humano que conlleva una crisis epidemiológica. Pero para aquellos que ven con recelo el auge de una China totalitaria como potencia mundial, la aparición del coronavirus resulta benéfica en términos geopolíticos, pues erosiona (por lo menos un poco) el poder de Xi y sus secuaces.

En esta batalla contra las fuerzas totalitarias, todos los aliados cuentan, incluso los microscópicos.

Texto publicado originalmente en Vértigo

3/2/20

EL ATAQUE DEL CORONAVIRUS ATÓMICO

La fantasía de una Guerra Mundial es horrible, pero nos remite a un tiempo cuando había más simplicidad, o al menos una sensación de mayor simplicidad, y existía una percepción clara entre el bien y el mal.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¿Alguien me puede explicar qué fregados sucede? Porque quizás ni se enteraron, pero desde que inició el 2020 hemos tenidos dos acercamientos con el fin del mundo. Lo peor es que en vez de reaccionar con prudencia y seriedad ante el posible Armagedón, la raza prefiere volcarse a las redes sociales para señalar que la potencial hecatombe les importa tres kilos de chorizo toluqueño.

El primer jinete del Apocalipsis se asomó tras el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, el cual fue tomado por muchos como el inicio de un conflicto bélico entre Irán y EE.UU., que podría desbordarse para incluir a Rusia y de ahí -¿por qué no?- acabar en guerra termonuclear.

Ahora el segundo caballero negro llega como un extraño virus de China que ha infectado a numerosos países (¡incluyendo a México!). ¿Pero alguien se preocupa? ¡Faltaba más! La gente manda memes y espera una pandemia global. En serio… parecen niños salvajes de la obra de Golding: “¡Córtale el cuello, mata al cerdo, derrama su sangre!”

Mi enorme consternación frente todo esto hace que mi memoria regrese a una antiquísima columna que publiqué en estas páginas. ¡La segunda para ser exactos! (Vértigo #753, “Apocalipsis Ahora”) 

En ese momento yo juzgaba a las religiones organizadas como las principales culpables de nuestra fijación con el Día del Juicio Final. Pelen los ojos y lean mi aguerrida retórica: “desde el Zoroastrismo en Persia hasta las corrientes judeo-cristianas ahora globalizadas, la mayoría de las religiones han tenido una fascinación por el fin de los tiempos; por llegar a esa culminación cósmica donde la luz destruye a la oscuridad; donde la cizaña es lanzada al fuego; donde los elegidos son salvados por un Mesías que regresa a impartir justicia divina”. ¡Papaya de Celaya! ¿Cómo ven mi flamante pluma de joven escritor jacobino?

Pero no estaba tan perdido en aquellos años. Basta revisar una encuesta del Pew Research Center (2019) para saber que el 20% de los cristianos gringos, cree que la Segunda Venida de Jesucristo (no empiecen) ocurrirá durante su vida. Por si no están actualizados con su Catecismo, el regreso de Yisus es señal inequívoca del Apocalipsis y, por ende, del fin de los tiempos.


Pero no me dejaré cegar por mi ateísmo otra vez. Así que busquemos una nueva explicación para entender lo que ocurre.

Hasta ahora, la única respuesta coherente que encontré es la de Ian Bogost, profesor del Georgia Tech y escritor en The Atlantic. ¿Qué propone él? Pues que al menos en el caso de Irán, la reacción en redes sociales no son necesariamente una señal de ignorancia, sino una búsqueda de confort frente a la incertidumbre en el caótico mundo contemporáneo.

Explica Bogost: “La fantasía de una Guerra Mundial es horrible, pero nos remite a un tiempo cuando había más simplicidad, o al menos una sensación de mayor simplicidad, y existía una percepción clara entre el bien y el mal”.

Esto significa que para tener sanidad mental necesitamos siempre de un enemigo claro, que imponga un orden psicológico al separar al mundo entre “buenos” y “malos”. De ahí también nuestra atracción a las películas apocalípticas (aliens, asteroides, epidemias zombies), donde toda la humanidad debe unirse y combatir a un invasor o enemigo común.

¿Mi respuesta? ¡Ya ni la amuelan! Y que con su pan se coman su incertidumbre. Porque si para calmar su ansiedad están queriendo la destrucción de la Tierra, nomás no cuenten conmigo.

Así que más vale que el Congreso pronto establezca el Instituto Mexicano del Cannabis, porque como dice aquella canción: “Johnny, la gente está muy loca”.

Publicado originalmente en Vértigo

20/1/20

AHORA SÍ NOS CAYÓ EL VEINTE

Siguiendo el ejemplo de Walter Mercado, les daré claridad sobre el porvenir. Aquí les digo lo que sucederá en el año 2020. ¡Avancemos sin miedo!

Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


"Las predicciones", dice un viejo proverbio danés, "son peligrosas, especialmente cuando se tratan sobre el futuro”. 

Pero sería un columnista mediano y cobarde si no me pusiera mi gorro de nigromante y les dijera que conozco perfectamente lo que acontecerá en el futuro. 

Así que hoy dejarán de ser huérfanos, pues siguiendo el ejemplo de Walter Mercado, les daré claridad sobre el porvenir. Aquí les digo lo que sucederá en el año 2020. ¡Avancemos sin miedo!

1. Aguas con las elecciones gringas: ¡Oh sí! Todo el año seremos testigos del mayor espectáculo del mundo. Frente a las elecciones gringas, esos pelados del Cirque du Soleil o Hamilton son unos taqueros. El 03 de noviembre será el gran final: la elección que definirá el futuro de EUA y del mundo. ¿Quién será el campeón Demócrata? ¿Qué pasará si vuelve a ganar Trump? ¿O si pierde? ¿Se irá sin chistar de la Casa Blanca? ¿Habrá otra guerra civil? ¡Tantas preguntas exquisitas! ¡Agárrense!

2. El mentado Brexit: Si están ávidos de polémica y no quieren esperar a noviembre, basta con decirles que a finales de este mes veremos la calamitosa salida del Reino Unido del club europeo. La fecha fatídica es el 31 de enero. ¿Y luego qué pasa? Pues como bien dijo Cantinflas: “Ahí está el detalle, chatos”

3. Más mota legal: El año comenzó de maravilla para los amantes de la libertad y enemigos de la intervención gubernamental en la vida privada. El 01 de enero, se volvió legal comprar y fumar marihuana en el estado de Illinois (donde está Chicago). Esto eleva a 11 el número de estados donde la marihuana recreativa es permitida. Por si fuera poco, el gober de Nueva York anunció que durante el 2020 harán lo mismo en su estado. ¿Y aquí en México? Pues el Congreso tiene poco tiempo para regularizar la mota, aunque seguimos sin saber si será sólo para uso medicinal o si también tendremos uso lúdico. ¿Me canso ganso?

4. El Medio Oriente seguirá siendo un congal: Apenas habíamos salido de la cruda de Año Nuevo cuando nos enteramos que EUA asesinó a Qasem Soleimani, líder de las fuerzas Quds en Irán. Irán respondió lanzando misiles y hasta destruyó de manera accidental un avión comercial. Ahorita los ánimos están medio tranquilos, pero las oscuras nubes en el horizonte no presagian nada bueno. ¿Habrá una nueva guerra en el Medio Oriente? La realidad es que la guerra nunca terminó... ¡Misericordia, Allah!

5. Siguen las protestas globales: Si algo marcó al 2019 fueron las protestas masivas en todo el mundo, lideradas por ciudadanos encabritados por la corrupción, el nepotismo y las políticas económicas de austeridad. ¿Sucederá lo mismo en el 2020? Hasta ahora no hay señales de que sucederá algo radicalmente distinto en materia económica a nivel global. Sumado a esto, habrá que estar alertas por la elección general en Bolivia (mayo); Puerto Rico (noviembre); y elecciones parlamentarias en Venezuela (diciembre). ¡Puro despapaye!

Pero ahora reflexionemos: ¿Comenzamos mejor, igual o peor el 2020? Aquí cedo la palabra al genial Steven Pinker. Dice nuestro estimado intelectual: “El progreso es un hecho histórico. Los números muestran que en las últimas siete décadas los humanos han logrado (en promedio) una vida más larga, más saludable, más segura, más rica, más libre, más justa, más feliz e inteligente. Aún así,  el progreso no es una fuerza natural y las leyes del universo son indiferentes a nuestro bienestar, considerando que muchas más cosas pueden salir mal que bien”. 

¿Qué significa esto? Pues que si queremos mejorar solo hay un camino: ¡Hay que chingarle!

¡Ánimo!

Publicado originalmente en Vértigo

6/1/20

EN BUSCA DE LA DÉCADA PERDIDA

¿Cómo llegamos a la presente polarización y desesperanza? ¿Cómo arribamos a esta misantropía en un mundo desgarrado por turbulencia? Para descubrir esto y más, debemos hacer un viaje al pasado y revisitar los eventos más relevantes de la historia reciente. ¡Avancemos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


¿Ya se dieron cuenta? ¡Estamos en la tercera década de siglo XXI! Momento perfecto para reflexionar sobre el tiempo pasado y perdido, porque... ¡qué congal armamos en los últimos 10 años!

¿Se acuerdan del inicio de la década anterior? Éramos solo unos niños saliendo de una burbuja rosa de ilusión y esperanza. Barack Obama se estrenaba como presidente y creímos que habría armonía racial en EUA (sí, como no); Xi Jinping era otro chino anónimo entre los 1,200 millones de aquel país; la raza presumía su Iphone 3 y Steve Jobs seguía vivo; y en México sufrimos los estragos de la misteriosa AH1N1 (AHLNL, para la maestra Gordillo). ¡Días de inocencia ahora perdida!

¿Qué pasó entonces? ¿Cómo llegamos a la presente polarización y desesperanza? ¿Cómo arribamos a esta misantropía en un mundo desgarrado por turbulencia?

Para descubrir esto y más, debemos hacer un viaje al pasado y revisitar los eventos más relevantes de la historia reciente. ¡Avancemos!



1. ¡Es la economía, estúpido! Imposible separar a la última década de los efectos globales que causó la crisis económica del 2008. Los Millennials fueron los más afectados, y probablemente se revierta la promesa del siglo XX, donde cada generación vivía mejor que la anterior. Hoy, la economía de mercado tiene una crisis de identidad y de marca, y con esto se erosionan también las bases de la democracia liberal. ¡Aguas!

2. ¡Y también el cambio climático! Junto con la crisis del capitalismo se exacerbó la del medio ambiente. Ya sabíamos que las cosas iban mal con el calentamiento global, pero nos hicimos güeyes y no actuamos. En los últimos años, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y otros organismos de prestigio global dejaron claro que si no reaccionamos ahora -o más bien, ayer- veremos serios problemas para el 2030. ¡El tiempo está corriendo!

3. ¡Ave Imperator! También tuvimos una clara señal de un cambio de guardia en la geopolítica global. El momento fue en marzo del 2018, cuando el Partido Popular de China decidió permitir la reelección infinita del presidente Xi Jinping. Como emperador vitalicio de la segunda potencia económica, podemos esperar mayor confrontación entre China y el orden liberal de Occidente.

4. ¡Power to the women! Quién sabe en qué oleada andemos del feminismo, pero en los últimos 10 años vimos un tsunami de indignación, rabia y furia de las mujeres a nivel global. Sin importar el motivo de su ira, tienen toda la razón para estar encabritadas. ¡Fuerza, damas!

5. El fin de la privacidad. En una palabra: Facebook. Porque igual y no recuerdan, pero en 2009 Facebook era todavía una empresa algo desconocida, con poco más de 300 millones de usuarios. Hoy controla Whatsapp, Instagram y un montón de aplicaciones de uso diario. Pero la bronca de la privacidad sobrepasa a Facebook. La evolución tecnológica nos superó en los últimos 10 años, y nos deja huérfanos para entender las ramificaciones de estar conectados 24 horas al día al Internet. ¡Y viene peor!

Todo lo anterior explica parte del desastre en el que estamos metidos. Pero yo quiero proponer una hipótesis más simple: la estupidez. Porque desde que Troya dejó entrar al sospechoso caballo a su ciudad, la humanidad ha tomado terribles decisiones que acaban en catástrofe. Ayer fueron caballos de madera y hoy son la destrucción del medio ambiente y la elección de Trump y Boris. 

Frente a esto, vale mantener cerca la frase atribuida a Einstein en esta nueva década: “Sólo dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera”.

¡Feliz 2020!

Publicado originalmente en Vértigo

23/12/19

CINCO LUCES EN EL ABISMO

El 2019 fue agotador y la tempestad de la 4T nomás no dio tregua: la violencia no cedió; la economía no creció; la prueba PISA nos dejó -otra vez- en el sótano; y la vaquita marina seguro se extinguió y ni cuenta nos dimos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora sí… ¡Lo logramos! Porque a menos de que Kim Jong-un lance un ataque nuclear en los próximos días, habremos llegado sanos y salvos al final del año.

Es que en serio… el 2019 fue agotador y la tempestad de la 4T nomás no dio tregua: la violencia no cedió; la economía no creció; la prueba PISA nos dejó -otra vez- en el sótano; y la vaquita marina seguro se extinguió y ni cuenta nos dimos.

A nivel internacional fue igual o peor: la catedral de Notre Dame se achicharró; renunció Theresa May; la OTAN se resquebraja; el Amazonas arde como nunca y el Ártico se derrite a velocidad récord; y también se murió Ginger Baker, baterista legendario de Cream. ¡No hay remedio!

Pero no quiero deprimirlos en épocas navideñas. Así que olviden el caos global y mejor vamos a revisar una lista con 5 cosas buenas que sucedieron durante el año que ya casi acaba. Hagamos caso a Echeverría: ¡Arriba y adelante!



1. Las protestas masivas: Sin duda la mejor noticia del 2019 fue ver a la raza en todo el mundo levantarse para defender a la democracia y denunciar los abusos de poder y corrupción. Esto lo vimos en Ecuador, Líbano, Chile, Argentina, Haití, España, Uruguay y Hong Kong. Pero también en Bolivia, Sudán e Irak, países donde la sociedad sacó a patadas a sus diversos dictadorzuelos. Aunque cada protesta tenía su propia lógica y causa, es una gran señal para el futuro de la democracia liberal. ¡Aplausos!

2. Greta Thunberg: Aunque a muchos les cae gorda esta niña, la verdad es que durante el año logró cautivar al mundo con su impetuoso discurso contra el calentamiento global, motivando a millones de jóvenes a movilizarse para salvaguardar su futuro y el del planeta. Para la historia quedará su “How dare you?” pronunciado en la ONU para denunciar a los líderes globales por destruir nuestro changarro llamado Tierra. ¡Bien ahí, Greta!

3. Fuera plásticos: Jalando parejo para combatir el calentamiento global, la Unión Europea logró un momento de unidad en el 2019 para prohibir los plásticos de un solo uso; léase platos, vasos, cubiertos y popotes. Esta medida entrará en vigor en el 2021 y ayudará a eliminar 25 mil millones de dólares de contaminación para el 2030 . ¡Au revoir plastique! 

4. Periodistas y denunciantes: Un tremendo año para las denuncias anónimas y el periodismo. Desde el funcionario gringo que inició el proceso de impeachment contra Trump por avisarnos de sus mañas con el gobierno de Ucrania; pasando por los documentos conseguidos por el Washington Post que exponen las toneladas de mentiras que el Pentágono dijo sobre la guerra en Afganistán (sabían que era imposible de ganar, y nadie nos avisó); hasta el funcionario anónimo de China que envió a The New York Times cientos de documentos detallando los campos de concentración contra los musulmanes uyghur en Xinjiang. ¡Bravo!

5. Prohibición de los matrimonios infantiles: Una buena para el Congreso mexicano, que entre todo el congal que traen lograron prohibir este año los matrimonios infantiles en toda la república, acabando así con una práctica barbárica y oscurantista.

Como pueden ver, no todo estuvo tan mal en este 2019. Y pa’ que vean que soy buena gente, les voy a regalar otra buena noticia: en septiembre la comunidad científica descubrió al exoplaneta K2-18b, el primero -que sabemos- que tiene agua en su atmósfera y está localizado en la zona habitable de su sistema solar. Lo mejor de todo es que queda a 124 años luz, o sea, a tiro de piedra.

Así que si todo se va a al carajo aquí, igual y podemos tener una segunda oportunidad en el mentado K2-18b.

¡Ánimo, muchachos! ¡Nos vemos en el 2020!

Publicado originalmente en Vértigo

9/12/19

LA INSOPORTABLE DENSIDAD DEL SER

Entre más se industrializa el mundo y más sedentarios nos volvemos, la posibilidad de volver a una alimentación orgánica y saludable se aleja del alcance de muchos. Por ende, cada vez somos más gordos, lo que termina por causar más daño al medio ambiente, lo cual nos acerca a la destrucción de nuestra civilización. ¡Ni más ni menos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


¿En qué quedamos, entonces? Me refiero a mi columna anterior. ¡Ah sí! Quedamos en que ya empezaron las posadas y que estamos en muy graves y serios problemas. Todo porque somos un país de gordos despilfarradores sin remedio. 

Estamos en el peor de los mundos: No cabemos en nuestros pantalones y al mismo tiempo tiramos casi la mitad de los alimentos que producimos. No lo digo yo, lo dice la OCDE, que en su Panorama de Salud 2019, nos informa que el 72.5% de la población mexicana tiene obesidad o sobrepeso. El gobierno mexicano complementa e informa que desperdiciamos el 37% de los alimentos producidos.

Pero esta bronca se desborda más allá de México. De acuerdo con la OMS, la obesidad a nivel global casi se ha triplicado desde 1975. En el 2016, cerca de 2,000 millones de adultos en el mundo tenían sobrepeso; y de estos, más de 650 millones eran obesos. Esto representa el 39% de los adultos con sobrepeso y 13% con obesidad. ¡Cochinos, marranos… cerdos!

En cuanto al derroche, la FAO dice que un tercio de toda la producción de alimentos a nivel global fue desperdiciada, lo que suma 1,300 toneladas de comida con un valor de 680 mil millones de dólares. ¡Les digo… no tenemos remedio! 

¿Pero qué creen?… ¡La cosa se pone todavía peor!


Porque entre más se industrializa el mundo y más sedentarios nos volvemos, la posibilidad de volver a una alimentación orgánica y saludable se aleja del alcance de muchos. Por ende, cada vez somos más gordos, lo que termina por causar más daño al medio ambiente, lo cual nos acerca a la destrucción de nuestra civilización. ¡Ni más ni menos!

¿No me creen? Consideren lo propuesto por el profesor Mauro Serafini (Universidad de Teramo, Italia) en un estudio publicado en Frontiers in Nutrición. Serafini nos propone el concepto de “desperdicio metabólico de alimentos” (DMA). Dicho en castellano, el DMA mide la cantidad de comida producida que sólo causa exceso de peso corporal, y el impacto que estas ‘calorías innecesarias’ tienen en el medio ambiente.

¿Y cuál es el veredicto? Pues se acuerdan de las 1,300 toneladas de comida que se tiran en todo el mundo: pues esas son una niñería. De acuerdo con Serafini, el DMA a nivel global asciende a más de 140 mil millones de toneladas cada año. ¡10 veces más de lo que tiramos directamente a la basura!

En resumen hablamos de un doble desperdicio: por un lado tiramos comida a la basura y por otro comemos alimentos de manera excesiva e innecesaria, ya que no contribuyen a nuestra salud, sólo a acrecentar nuestras caderas, pantorrillas y barrigas. 

El DMA de todo esta comida redundante resulta en 240 mil millones de toneladas de CO2 que lanzamos a la atmósfera, ya que se requieren cantidades enormes de recursos para producirla, incluyendo las millones de hectáreas de tierra, los miles de millones de litros de agua y toda clase de transporte para mover esta comida hasta nuestras bocas.

Que quede claro: No los estoy regañando. Primero porque yo soy culpable de ese incremento del DMA en el mundo. Pero algo sí tenemos que hacer al respecto. Ya la ONU anunció que estamos en un punto crítico en nuestra batalla contra el calentamiento global, y el IPCC indica que entre el 8% y el 10% de todos los gases de efecto invernadero están relacionados a la comida desperdiciada, ya sea en la cosecha, producción o simplemente desechada por consumidores. 

De continuar así no sólo perderemos la capacidad para entrar en nuestros pantalones: podríamos incluso perder a nuestro planeta.

¡Por lo pronto disfruten sus posadas!  Nomás acuérdense: cada tamal cuenta.

Publicado originalmente en Vértigo

24/11/19

HOLA GORDURA, MI VIEJA AMIGA

Ya establecimos que somos tragones profesionales. Ahora debemos aceptar que también somos unos despilfarradores. Según la Administración de Medicamentos y Alimentos de EUA (FDA, por sus siglas en inglés), la población de Estados Unidos desperdicia entre el 30 y el 40% de todos los alimentos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

No me pregunten cómo, pero llegamos vivos a finales de noviembre. Para algunos esto significa que pronto celebraremos el primer aniversario de la 4T. Para mí no... yo soy más pedestre y mis preocupaciones son mundanas. En lo personal, estas fechas sólo significan una cosa: el inicio de las posadas y la amenaza constante de la gordura.

Seamos honestos: nadie logró bajar los kilos extra que acumularon a finales del 2018 y lo mismo pasará este año. Así se inicia esa espiral decadente de la que nunca podrán escapar. ¡Conste que me incluyo!

¿Pero quién podría culparnos? Somos un país de gordos y gordas que adoran la fritanga, los tamales, los buñuelos y la chela. ¿No me creen? Revisen los datos de la OCDE: 72.5% de la población mexicana sufre de obesidad o sobrepeso. 

Frente a esta pesada realidad, resulta urgente repensar nuestra relación con la comida. ¡Pero ni crean que quiero convencerlos de adoptar mejores planes de alimentación! Sabemos que eso es imposible. Lo que sí pido es atención a las cosas que no estamos comiendo. Les explico.

Ya establecimos que somos tragones profesionales. Ahora debemos aceptar que también somos unos despilfarradores. Según la Administración de Medicamentos y Alimentos de EUA (FDA, por sus siglas en inglés), la población de Estados Unidos desperdicia entre el 30 y el 40% de todos los alimentos.

“¡Oh bueno!”, dirán ustedes, “es que los gringos no tienen llenadera”. Pues antes de darse baños de pureza, sepan que en México estamos en la mismas. Datos oficiales indican que aquí desperdiciamos el 37% de los alimentos que producimos, lo que equivale a 10 millones 431 mil toneladas de comida al año que podría alimentar a 7 millones de personas.

Pa’ acabarla de fregar, el CONEVAL (2018) indica que 25.5 millones de mexicanos presentan una carencia en el acceso a la alimentación, lo que representa el 20.4% de la población total.  ¡Tráguense esa, chatos!

Así que estamos en el peor de dos mundos: por un lado tenemos una cifra apabullante de obesos, y por otro un despilfarro inclemente de alimentos, todo mientras el 20% de la población no tiene acceso a ellos. ¿Qué hacer?


Pues les traigo un par de soluciones.

Les Frigos Solidaires: Vamos primero a Francia y sus “Refrigeradores de la Solidaridad”. El concepto es muy sencillo: la raza y los restaurantes que quieren tirar comida, mejor van y la colocan en refrigeradores que están en lugares específicos. Quien no tenga qué comer, va y agarra esa comida gratis.

Happy hours: ¡Otra gran idea! Porque si alguien es culpable de desperdiciar alimentos son los supermercados. Es por esto que algunos (en Europa) están organizando su “hora feliz”, donde todos los productos a punto de caducar son vendidos con enormes descuentos.

Too Good to Go: Una aplicación de celular que funciona como si fuera Bumble, nomás que en vez de tener a la banda buscando pasión, tienes por un lado a un negocio que ofrece comida a punto de perecer y en el otro a una persona que busca comida barata. Hacen match con los productos y pasan a recogerlos. Esta App tiene a 13 millones de usuarios y contratos con 25,000 restaurantes en 11 países.

Leyes: Otra vez Francia, que desde hace más de una década está en guerra contra el desperdicio de alimentos. Basta con decir que fue el primer país en prohibir legalmente que los supermercados tiren los alimentos no utilizados.

Así que ya saben: una cosa es ser glotones, y otra despilfarradores. La buena noticia es que en estas fiestas navideñas, podemos ser gordos sin dejar de ser ecológicos.

¡Saquen los tamales!


Publicado originalmente en Vértigo

10/11/19

VOLVER AL FUTURO

Las protestas globales eran más que predecibles. Porque el mundo ha pasado la última década esperando a Godot. Se nos dijo que tras la debacle financiera del 2008, sólo era cuestión de tiempo para que todo volviera a la normalidad, para que el progreso regresara, los salarios crecieran y el futuro volviera a ser brillante. ¡Puro rollo! 



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡No hay remedio! Salimos de un problema para entrar a otro. Y más en América Latina, donde parece que tienen doctorado para el autosabotaje.

Pero vámonos lento porque vamos lejos. Mi preocupación surge de lo que quizá sea el evento geopolítico más importante del momento: las protestas masivas que han sacudido al mundo en los últimos meses.

Desde China hasta el Medio Oriente, pasando por Europa y llegando a Latinoamérica, numerosos gobiernos se han visto sorprendidos por una explosión de rabia y frustración que demanda cambios urgentes al statu quo. Los focos rojos: Ecuador, Líbano, Chile, Argentina, Haití, España, Uruguay, Irak, Bolivia, Hong Kong, Francia.

Las demandas en cada país difieren, pero numerosos analistas han detectado elementos comunes: frustración y descontento acumulado tras largos periodos de austeridad y recorte a servicios públicos; el incremento de la desigualdad; falta de movilidad social (excepto para abajo); falta de crecimiento económico y de oportunidades laborales; corrupción política e insatisfacción con la democracia. Casi nada...

La ONU ya le entró al quite y atribuyó la ola de protestas a la desigualdad social, al descontento y desgaste de los ciudadanos con la clase política. Por su parte, el analista Fareed Zakaria apunta: "Las protestas son causadas por expectativas frustradas, desigualdad creciente, corrupción persistente y una profunda sensación de frustración".

¿Así o más claro, señores? Lo peor es que esta situación era más que predecible. Porque el mundo ha pasado la última década esperando a Godot. Se nos dijo que tras la debacle financiera del 2008, sólo era cuestión de tiempo para que todo volviera a la normalidad, para que el progreso regresara, los salarios crecieran y el futuro volviera a ser brillante. ¡Puro rollo!


A 10 años de la gran recesión, el FMI nos sale con la noticia de que el crecimiento económico a nivel mundial será del 3% para el 2019 (0.2% para América Latina y 0.4% para México): el peor desempeño desde la crisis económica del 2008. Esto sumado a los nubarrones que vaticinan el inicio de otra recesión global: la guerra comercial entre chinos y gringos, el Brexit y otras monerías.

O sea que vamos hacia adelante para regresar al principio. ¡Pues no! Las sociedades ya no están dispuestas a tolerar esta situación y las consecuencias aparecen ahora frente a nosotros. ¿Todos a las calles a celebrar? ¡No tan rápido!

Regresemos a las hermanas repúblicas latinoamericanas para ver que no todo es euforia idílica. Dado: Al igual que el resto del mundo, nadie duda que la situación en el Sur sea crítica (corrupción, falta de crecimiento, desigualdad). Pero en vez de hacer una fuga hacia adelante, nuestros primos se enredan en espirales. Ejemplo clave es Argentina, que el 27 de octubre hizo lo impensable... ¡Volver a poner al Peronismo en la presidencia! ¿Estamos idiotas o sólo parecemos?

Lo peor es que lo ocurrido en Argentina podría replicarse en otros países. En Chile y Ecuador las protestas han mutado de una reacción por la eliminación de subsidios a un repudio total del modelo económico liberal. ¿Qué queremos entonces? ¿Populismo, demagogia y despilfarro? ¡No es por ahí, raza! ¡Eso fue lo que precisamente nos trajo hasta este lugar!

Acepto que el capitalismo no siempre entrega los resultados esperados. Pero pido prestada una frase de Winston Churchill: “El libre mercado es el peor sistema económico, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Y la solución es mejorar este sistema, no tirarlo a la basura y volver al populismo.

Es que en serio... ¡Están viendo y no ven!

Publicado originalmente en Vértigo

27/10/19

EL REGRESO DEL CHINO, CHINO, JAPONÉS

Cerraba mi columna anterior acongojado de que no había más que resignarnos y comenzar a recitar el libro rojo de Mao y esperar clemencia de los chinos, los nuevos amos y señores del mundo. Pero quizás exageré un poco, ¡porque aún existe esperanza! Y el Nuevo Imperio Chino podría derrumbarse incluso antes de alcanzar su infancia tardía.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Lo confienzo: algunas veces puedo ser hiperbólico en mis comentarios. ¿Por qué digo esto? Porque en mi columna anterior prácticamente concluí que todos deberíamos correr a aprender mandarín porque los chinos estaban a punto de conquistar el mundo y convertirse en nuestros jefes supremos. ¡Ni más ni menos!

No me faltaban argumentos: en los últimos 20 años, la economía de la República Popular de China (RPC) se multiplicó por casi 12 veces, pasando de tener un PIB de 1.09 billones en 1999 a 12.24 billones en 2017 (Banco Mundial). El presupuesto que dedica a sus fuerzas armadas también se quintuplicó entre el 2000 y el 2018, de 41 mil millones de dólares anuales (6to lugar mundial) a 239.2 mil millones de dólares (2do lugar).

A todo esto hay que agregarle el éxito abrumador que tuvieron para sacar a cientos de millones de personas de la pobreza; su capacidad para convertirse en la fábrica global de todos productos que consumimos; su dominio en tecnologías de la información, inteligencia artificial y aeronáutica espacial; y su proyecto global conocido como el Nuevo Camino de la Seda, que conectará a Europa con Asia a través de una red de carreteras, puertos, aeropuertos y otros mega-proyectos de infraestructura. Como les digo… andan bravos esos chinos. 

En esa nota cerraba mi columna anterior, acongojado de que no había más que resignarnos y comenzar a recitar el libro rojo de Mao y esperar clemencia de los nuevos amos y señores del mundo.

Pero quizás exageré un poco, ¡porque aún existe esperanza! Y el Nuevo Imperio Chino podría derrumbarse incluso antes de alcanzar su infancia tardía. 



La primera señal aparece en Hong Kong. Para cuando lean esto, las protestas masivas contra Beijing que iniciaron en repudio a una ley de extradición habrán superado los 210 días. Nadie sabe cómo terminará este congal, pero una reacción violenta de la RPC (ver: Plaza Tianamen) sería un devastador golpe para el “ascenso pacífico” que China quiere proyectar en el escenario mundial.

En economía, la realidad tampoco es color de rosa. El 18 de octubre se publicaron últimos datos y sorprendieron por su mediocridad: un crecimiento de 6% en el tercer trimestre, la peor cifra en los últimos 27 años. Numerosos analistas consideran que esto se pondrá peor, ya que la guerra comercial con Estados Unidos -causa principal del desaceleramiento- no parece tener un final.

Pero como indica el periodista Tom Mitchell en The Financial Times, quizá el mayor peligro para el ascenso de China venga de su mismo sistema autoritario que -irónicamente- dio origen a su éxito. 

Para Mitchell, todas las broncas de China tienen algo en común: “surgieron porque el sistema autoritario puede ser excelente para construir infraestructura, reprimir a la disidencia y censurar el Internet, pero a menudo es inútil cuando se trata de pasar malas noticias por la cadena de mando”.

Esto genera una situación perversa, donde los altos cuadros del gobierno buscan proteger al presidente Xi Jinping , pero terminan traficando con mentiras, datos falsos y cifras maquilladas: una terrible manera de gobernar cualquier país, mucho más a la segunda potencia del mundo. 

Pero haiga sido como haiga sido, lo indudable es que los problemas que afligen a la RPC -particularmente la falta de crecimiento económico- tendrán repercusiones similares en otras las latitudes del planeta. Pero mientras los chinos navegan sus galeones impulsados por un 6% de crecimiento, aquí sorteamos la tormenta en una panga que presume un 0.2% de expansión económica.

No somos nada… o quizás sí: un sueño extraviado.


Publicado originalmente en Vértigo

13/10/19

CHINO, CHINO, JAPONÉS

Mientras aquí continuamos batallando con la CNTE, con escasez de medicinas, y con resolver Ayotzinapa; los chinos ya se comieron el mandado del mundo.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Desde que tengo memoria, el imaginario colectivo en torno a los chinos ha sido uno demasiado cruel y despectivo. 

Aquí en México creemos que si un producto es “chino” significa que es de bajísima calidad. Por igual, cualquier reparación que se realice de manera improvisada es considerada un arreglo “chinote”. Y cómo olvidar el adoctrinamiento que recibimos como buenos niños (los de mi generación, por lo menos) que nos daba igual diferenciar a los chinos de otras culturas asiáticas, factor ridiculizado en la cancioncilla: “chino, chino, japonés, come caca y no me des”. 

¡Oh sí! ¡Los viejos tiempos de la insensibilidad cultural! Pero ahorita que terminen de carcajearse harían bien en recordar el clásico que dice: “Quién ríe al último, ríe mejor”.

Porque igual y les pasó de noche, pero el 01 de octubre la República Popular de China (RPC) celebró 70 años de existencia; superando así oficialmente a la Unión Soviética que implosionó con más pena que gloria allá en 1991, a sus 69 años.

La celebración fue una bacanal, y el presidente Xi Jinping -con justa razón- decidió tirar la casa por la ventana: hizo un enorme desfile militar, presumió sus misiles y armamentos ultramodernos, nos habló de la solidez política de su régimen comunista y de cómo son bien fregones en términos económicos. Pa’ pronto, fue una saturnalia desenfrenada de patriotismo y nacionalismo desbocado. 

¿Y por qué no? Si basta con echar un vistazo a los chinos para ver que tienen todo para salir a presumir. Porque mientras era fácil burlarse de ellos hace 50 años; hoy la RPC puede mirar al horizonte con arrogancia, soberbia y condescendencia, incluso a países como México, que a inicios de 1990 teníamos un PIB similar al de China. 

Hoy las cosas son muy distintas...


Pasando de largo la época de Mao (1949-1976) donde millones de personas murieron de hambre con su genialidad llamada “Gran Salto Adelante”, el progreso de China a partir de la década de 1980 ha sido simplemente extraordinario.

En 1978, al 90% de la población de China vivía en pobreza extrema. En las siguientes tres décadas, lograron sacar a más de 700 millones de personas de esta situación, y se espera que para el 2020 puedan haber eliminado la pobreza extrema al 100%. ¡Ni hablar! A 108 años de nuestra Revolución, aquí en México ya vamos en la 4T y seguimos con la misma bronca.

En cuestiones de producción mejor ni entrar, ya que las cifras son realmente exorbitantes. Basta decirles que en 2018, China produjo el 90% de los teléfonos celulares en el mundo, el 90% de las computadoras y el 70% de las televisores en color. También son líderes en la producción de barcos, aires acondicionados, zapatos y paneles solares. 

En cuanto al consumo de materias primas, ahí les va un datito: tan sólo entre 2011 y 2013, China consumió 6.6 gigatoneladas de concreto... ¡Más de lo que Estados Unidos consumió en todo el siglo XX! En 2015 consumieron el 54% del aluminio global, el 48% del cobre, el 45% de acero, y así una lista enorme.

Hoy los chinos pueden presumir que son la segunda potencia económica a nivel mundial; la fábrica del mundo y la segunda potencia militar.

¿Y entonces? Pues eso. Que mientras aquí continuamos batallando con la CNTE, con escasez de medicinas, y con resolver Ayotzinapa; los chinos ya se comieron el mandado del mundo.

Así que en vez de nos preocupamos por el demente de Trump, deberíamos ocuparnos por hablar bien mandarín y aprendernos una canción que ahora es muy famosa en China: “Mexa, mexa, surinamés, come frijoles y no me des”.

¡Qué pesados!

Publicado originalmente en Vértigo

29/9/19

EL IMPOPULAR POPULISMO

¿Qué creen, chatos? ¡Parece que por fin logramos escapar de un remolino! Y citando a la gran poeta peruana Juana Judith Bustos, (mejor conocida como La Tigresa del Oriente): ¡Tendremos un nuevo amanecer!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Ahora sí, compañeros: ¡Tenemos buenas noticias!

Los ávidos lectores de “El Árbol de Moras” recordarán que en mi columna anterior descendimos a las oscuras profundidades de la geopolítica contemporánea. Argumenté en aquel momento a favor de la teoría del “Eterno Espiral”, apuntando que nos encontramos dando vueltas en remolinos históricos, y cómo -por lo mismo- el mundo parecía estar atascado. Como ejemplos mencioné a Colombia y las FARCs; al Reino Unido y el Brexit; al muro fronterizo de Trump; a la guerra en Afganistán; a la crisis de Argentina; y al espectro de una nueva recesión económica global.

¿Pero qué creen, chatos? ¡Parece que por fin logramos escapar de un remolino! Y citando a la gran poeta peruana Juana Judith Bustos, (mejor conocida como La Tigresa del Oriente): ¡Tendremos un nuevo amanecer!

¿A qué me refiero? Pues que de acuerdo con diversos analistas, la era del populismo que ha asolado a las democracias liberales de Occidente durante una década parece estar llegando a su final.

Las señales están en todas partes: en la Gran Bretaña, el gobierno populachero de Boris Johnson se tambalea por su terrible actuación con el Brexit. En Israel, la reciente elección parece haber arrebatado el poder a Benjamin Netanyahu, quien se encaminaba a crear una especie de teocracia ultra-nacionalista. En Italia, el xenófobo Matteo Salvini fue sacado a patadas del gobierno de coalición que tenía con el Movimiento 5 Estrellas, el cual prefirió una alianza con los liberales moderados del Partido Democrático.

En España, el presidente Pedro Sánchez le cerró las puertas a Pablo Iglesia y sus camaradas bolcheviques de Podemos. En Francia, Emmanuel Macron sorteó la tormenta anti-establishment de los “Chalecos Amarillos” y detuvo el auge en las encuestas de la racista Marine Le Pen.

En Austria, la coalición entre los conservadores y los ultra-derechistas colapsó cuando se reveló una trama de corrupción entre el líder del Partido de la Libertad y unos empresarios rusos. En Alemania, todos los partidos tradicionales se aliaron contra los neo-nazis de Alternative für Deutschland. En Polonia, se especula que Jaroslaw Kaczynski y su partido Ley y Orden puedan perder su mayoría en las elecciones del 13 de octubre.


Nada de esto significa que hemos llegado a un puerto seguro. En Europa, Hungría sigue bajo el yugo de Viktor Orban; en Brasil, Jair Bolsonaro apenas empieza su régimen de destrucción; en India, Narendra Modi avanza su agenda en contra de las minorías religiosas; en Filipinas, Rodrigo Duterte sigue con su estrategia asesina; y si el destino nos juega una cruel broma, el año próximo podría reelegirse Donald Trump.

De igual manera, como bien explica Paul Taylor en POLITICO, las fuerzas subyacentes que motivaron el auge populista siguen presentes: existe una erosión generalizada en los cimientos democráticos y persiste “la creciente desigualdad de ingresos, las preocupaciones sobre la migración y la desaparición de empleos poco calificados por la globalización”.

Aún así, yo sí quisiera detenerme por lo menos un segundo para celebrar el evidente progreso. Porque después de 10 años de transitar por turbulencia, parece que el mundo comienza nuevamente a recobrar su sentido, razón y cordura. 

Pero no durmamos sobre laureles: el populismo aún no está derrotado, y no hemos ni mencionado a los regímenes verdaderamente autoritarios como China y Rusia que tienen en jaque al orden liberal. Pero bien dice el clásico: “vámonos despacio porque vamos lejos”.

Por lo pronto, yo empiezo la semana celebrando con un whiskito en las rocas.

¡Salud, amigos!

15/9/19

¡ATÁSQUENSE QUE HAY LODO!

 ¡Estamos atascados, raza! A donde sea que volteen, el mundo parece estar empantanado e inmovilizado. Nada avanza. Todo permanece estático o se mueve de lugar sólo para regresar a su posición original. Si Nietzsche hablaba de una repetición eterna de la historia humana, yo propongo un addendum: “La Doctrina del Eterno Espiral”. Les doy varios ejemplos.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

En uno de los diálogos más fascinantes de la serie True Detective, el personaje de Rustin Cohle (interpretado por el irrepetible Matthew McConaughey) nos ilumina con una de sus reflexiones: "El tiempo es un círculo plano. Todo lo que hemos hecho o haremos, lo haremos una y otra y otra vez... para siempre".  

Resulta que esta idea la popularizó Nietzsche cuando habló de su “Doctrina del eterno retorno” en The Gay Science y Así habló Zarathustra. No se apuren… no vamos a entrar en la maleza filosófica del bigotón alemán, pero sí quiero usar sus ideas para realizar un análisis de nuestra realidad contemporánea.

La versión resumida es esta: ¡Estamos atascados, raza! A donde sea que volteen, el mundo parece estar empantanado e inmovilizado. Nada avanza. Todo permanece estático o se mueve de lugar sólo para regresar a su posición original. Si Nietzsche hablaba de una repetición eterna de la historia humana, yo propongo un addendum: “La Doctrina del Eterno Espiral”. Les doy varios ejemplos.



Primero, el interminable e insoportable Brexit. Los méndigos británicos llevan tres años girando sobre su propio eje y cuando por fin parecía que el primer ministro Boris Johnson daría un golpe de timón para salir de este impasse, ¡pues nada! El Parlamento tomó control de la agenda política y Boris tendrá que pedir oootra extensión a Bruselas. De vuelta al punto inicial. Patear la lata y seguir con la danza gatopardista donde todo cambia para que todo siga igual. ¡Ya estoy harto! 

Más cercano a nuestro México el psicópata de Donald Trump habla nuevamente de su muro fronterizo. ¡Como en los buenos tiempos del 2016! Ahora el güero le quitó cash al Pentágono para construir su barda, y si todo sale bien, tendrá 800 kilómetros de muro para finales de 2020. ¡Sí cómo no! ¡El cuento de nunca acabar!

Por si fuera poco, Trump también decidió cancelar las negociaciones de paz con el Talibán, lo que pudo haber finalizado una guerra que por 18 años ha destrozado a Afganistán. Giran los espirales…

Al sur de México vemos toda clase de remolinos latinoamericanos. En Colombia, las FARC dicen que volverán a las armas; en Venezuela, la catástrofe política y humanitaria sigue sin señal de mejoría; y en Argentina… pues como siempre están las cosas allá, salir de una crisis para inmediatamente entrar en la siguiente. 

Pero en todo este congal hay un espiral que sobresale por encima del resto: el remolino económico. Si no recuerdan, la última década ha estado marcada por la catástrofe económica del 2008. No es por hacerme la víctima, pero bien dice la periodista Annie Lowrey en The Atlantic, que “para los adultos que tienen entre 22 y 38 años, la última recesión en realidad nunca terminó”, y a los Millennials -como yo- nos “tocó enfrentar el peor mercado laboral en los últimos 80 años”. 

Y adivinen con qué novedad nos salen ahora los economistas: ¡Que ya viene la siguiente recesión global! Las señales están en todos lados: crecimiento negativo en Alemania; el peor desempeño de China en 27 años; la aparición de la ominosa curva de rendimiento invertida en EUA; crecimiento paupérrimo en México; y la interminable guerra comercial entre entre los gringos y el mundo. ¡No hay tregua!  

Es un hecho: vivimos en un mundo de espirales, pantanos y remolinos. No tengo espacio para enumerar todos los casos, pero imagino que ya agarraron la onda.

Y entonces… ¿Qué consuelo nos queda a nosotros, los pobres Millennials? Si de algo les sirve, saber que a las nuevas generaciones probablemente les irá peor. 

¡Lástima, chavos!

Publicado originalmente en Vértigo

1/9/19

¡QUÉ CALOR, OH EH OH!

Ya hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el IPCC publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático. Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Los ávidos lectores de El Árbol de Moras sabrán que estoy inmerso en una Cruzada para salvar al mundo, predicando a los cuatro vientos la mayor amenaza contra nuestra civilización: el espectro del cambio climático. ¡Oh sí! 

En otra columna (“El Ganso Verde”) hice un recuento de las acciones tomadas para combatir al calentamiento global desde que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó un ominoso informe, donde advertía que en 12 años podría iniciar el apocalipsis climático.

Mi veredicto entonces fue negro como el smog. Así que hoy -a medio año de esa columna- valdría la pena actualizar el diagnóstico. No se acongojen… ¡Avancemos!

03 de abril: El gobierno de Canadá indica que la zona ártica de su país se está calentando al doble de velocidad que el resto del mundo. ¿Por qué? Porque la pérdida de nieve y hielo aumentan la absorción de la radiación solar y causan un mayor calentamiento de la superficie. ¡Poutine con queso!

08 de abril: El World Glacier Monitoring Service de la Universidad de Zurich informa que los glaciares del mundo se están derritiendo más rápido de lo previsto, reduciendo 1% de su masa cada año. Las consecuencias: nos quedamos sin agua dulce y se incrementa el nivel de los océanos. ¡Ay nanita!

11 de junio: El Proceedings of the National Academy of Sciences advierte que de seguir contaminando, la vida marina podría colapsar en un 17% para el año 2100, debido a la reducción del oxígeno en el agua y la acidificación de los mares. ¿Y mi aguachile, apá?

09 de agosto: El mentado IPCC sale con otro reporte para decirnos que si queremos salvar al mundo ya no basta con reducir las emisiones de carbono, sino que debemos transformar profundamente la producción de alimentos, el uso de suelo y nuestra dieta. Dice la raza del IPCC que sólo el desperdicio de alimentos causa un 10% de todos los gases de efecto invernadero. ¡Papaya de Celaya!

22 de agosto: Se arma la gorda a nivel mundial por los incendios en el Amazonas, donde se han registrado 74,155 incendios desde enero, un incremento del 85% comparado con el año anterior. Todos culpan al presidente brasileño Jair Bolsonaro y su política anti-ecologista, pero él dice que existe una “psicosis ambiental”. ¡Merda, caralho idiota!


Es muy claro: vamos de mal en peor. Pero ahora una pregunta: ¿Podemos hacer algo al respecto?

Aunque no lo crean, sí existen acciones para limpiar este muladar. Así que antes de que abracen al nihilismo, van tres ideas al aire:

1. La ignorancia no es felicidad. Hacerse gueyes no ayudará a mejorar la situación. Es por eso que debemos estar bien informados para saber a qué nos enfrentamos y cómo poder ayudar. ¡Cada acción individual cuenta!

2. Somos lo que comemos. ¡Se fregaron, raza! Nuestras dietas son gran parte del problema y cada taco y torta de carnitas empeoran la situación. Una solución es la de mi compadre Paul McCartney (el mismísimo exBeatle) quien propone los “Lunes Libres de Carne”. ¡Un buen inicio!

3. ¡VOTAR! Nuestra mayor contribución para arreglar este congal es votar por la gente adecuada. Estoy hablando de diputados, senadores, alcaldes y presidentes que tengan una agenda inteligente, realista y pragmática para enfrentar el cambio climático. Votar por aquellos que favorecen a los hidrocarburos por encima de las energías renovables es contraproducente.

En México hay elecciones en el 2021. Así que hagan su tarea: infórmense, cambien su dieta y voten con su cerebro. Ningún proyecto político importa si nuestro país está en llamas.


Publicado originalmente en Vértigo

18/8/19

MONINA: MOVIMIENTO DE NIPONIZACIÓN NACIONAL

Quiero invitarlos a ser parte de la Quinta Transformación de México por medio de Monina: el Movimiento de Niponización Nacional.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡Escuchen la Palabra, hombres y mujeres de poca fe! He viajado a Oriente Lejano para traerles la buena nueva: ¡hay solución a nuestras desgracias!

Ya sin dramatismo bíblico les cuento que tras un periodo de vacaciones por Tokio regreso con una nueva visión del mundo y algunas respuestas para México. Pero vamos por partes.

De entrada decirles que Tokio no es la ciudad futurista que tenía en mente. No está repleta de pantallas parpadeantes con anime; ni hay una presencia heterogénea de personajes extraños o de robots haciendo la chamba de todos.

La realidad fue más mundana: una ciudad normal y funcional donde solo una minoría de los ciudadanos vive en su realidad paralela. Los robots brillaron por su ausencia.

Si algo resultó sorprendente fue que en un área metropolitana con 38 millones de habitantes la constante en todo lugar y momento fuera la misma: seguridad, tranquilidad y orden.

Aquí en la CDMX nos quejamos de vivir con 20 millones de mexicanos y donde el pan cotidiano son bloqueos, manifestaciones, desorden, basura y delincuencia. Pero Japón logró crear una ciudad cuasi-utópica con el doble de personas: ¿qué es lo que ellos hicieron bien y nosotros hacemos mal?



Les comparto cuatro ideas:

1. ¡Detalles, detalles, detalles! Somos un país con maestría en el “ingue su” y doctorado en el “ahí se va”. Cuando alguien quiere hacer bien las cosas se le instiga a dejarse de fregaderas y terminar rápido para ir a echar la chela.

En Japón la mentalidad es la opuesta. Todo, ¡absolutamente todo!, se hace con el mayor de los cuidados, lo cual termina por modificar el vínculo entre personas y objetos. Incluso la comida se presenta de manera tan exquisita que hasta da coraje comerla. En resumen: a mayor detalle, mayor cuidado.

2. El respeto al espacio ajeno es la paz. Algo intolerable para los japoneses es que te entrometas en su vida. Esto incluye bloquear el lado derecho de la escaleras eléctricas, hacer ruido en el Metro, contestar el teléfono en público, o incluso abuchear al equipo rival en los estadios. Si como mexicanos dejáramos de echar relajo en todo lugar podríamos crear espacios más amenos y menos tóxicos. O sea: el respeto al espacio ajeno es la paz.

3. ¡Es la basura, estúpido!  En Tokio los basureros son casi inexistentes en la vía pública pero la ciudad es una de las más limpias del mundo. ¿La respuesta? Cada pelado debe cargar con su basura hasta tirarla en su casa. Esta relación ciudad-persona-basura incrementa la responsabilidad personal, el cuidado hacia los espacios públicos e incluso te hace consciente de lo que consumes y los desechos que generas.

4. Mascotización. En México existe un escepticismo profundo hacia las autoridades, donde la policía es vapuleada e ignorada. En Japón esto no sucede, en parte porque los mensajes que emite la “autoridad” se expresan mediante “mascotas” o caricaturas, creando una comunicación cálida y empática.

En México tenemos muchos héroes populares que podrían ayudarnos. Si Juan Gabriel te pide que no tires basura en la calle o la Virgen de Guadalupe te pide que no fumes en espacios públicos… ¿seremos más obedientes? Yo creo que sí.

Lo anterior me lleva a pensar que con algunos pequeños cambios podríamos solucionar gran parte de las broncas que nos afligen como nación. Para esto quiero invitarlos a ser parte de la Quinta Transformación de México por medio de Monina: el Movimiento de Niponización Nacional.

¿Qué es lo mejor de Monina? Que su programa político puede resumirse en un solo mandamiento: “No joderás a tu prójimo”.

¡Problema resuelto!

Publicado originalmente en Vértigo

4/8/19

LOS RECUERDOS DEL OLVIDO

Nuestros recuerdos son prácticamente lo único que nos permite tener una narrativa coherente y cohesionada de nuestra vida. Es por medio de la remembranza de eventos que podemos crearnos una historia personal y, por consiguiente, un mínimo sentido de identidad.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Este texto no debía empezar así pero dejen que les presuma: me encuentro escribiendo esta columna en una clásica taberna de Málaga, bebiendo un magnífico vino tinto, acompañado de unas tapas. ¡Viva la Austeridad Republicana!

Lo interesante es que, aun cuando el ambiente del lugar es agresivamente ibérico (cabeza de toro en la pared, patas de cerdo colgando del techo, etcétera), la música de fondo se compone de boleros mexicanos, todos hablando del mismo desamor hiriente de algún desdichado.

¿Cuál es la importancia de esto? Pues que entre más caigo en la melancolía de las letras, más me percato de que en el fondo todas las canciones, irremediablemente, exploran un mismo tema: el olvido y la memoria.

Ah, compañeros… ¡el olvido y la memoria! Dos conceptos de importancia mayúscula aunque, debido a las furiosas corrientes del caos cotidiano, olvidamos siempre hablar de ellos; excepto —quizá— cuando se trata de pensar en desamores envenenados como el de los boleros.

Durante años el tema de la memoria me ha cautivado. Consideren esto: nuestros recuerdos son prácticamente lo único que nos permite tener una narrativa coherente y cohesionada de nuestra vida. Es por medio de la remembranza de eventos que podemos crearnos una historia personal y, por consiguiente, un mínimo sentido de identidad.

Los recuerdos y la memoria son la única brújula que podemos utilizar para dar dirección a nuestra existencia; para lograr contarnos —y contarles a otros— de dónde venimos y quiénes somos en este momento. Si lo queremos resumir: somos lo que recordamos. O en un plan Cartesiano: “Recuerdo, luego existo”.



Si todo esto es cautivador, más fascinante resulta saber que nuestra memoria (la tuya, la mía, la de todos) es —de hecho— la peor garante de confianza. Nuestros recuerdos no solo son cosas tergiversadas sino que podrían clasificarse como mentirosos, farsantes y embusteros.

Para el ciudadano común la memoria se presenta como carretes de celuloide perfectamente preservado que sacamos de un archivero para luego proyectar y revivir su contenido. ¡Oh, no! La realidad no podría ser más distinta.

De hecho, como explica Andre Fenton —neurocientífico de la Universidad de Nuevo York—, cada memoria que invocamos debe ser reconstruida desde cero, en un complejo proceso químico y eléctrico al interior de las marañas de nuestras neuronas.

En este proceso de reconstrucción toda clase de modificaciones suceden, cambiando gradualmente el recuerdo hasta que queda irreconocible y, por lo tanto, se convierte en un evento falseado.

¿Qué significa todo esto? ¡Una calamidad! Porque de seguir el hilo de consecuencias hasta su final, caemos en cuenta de que todo lo que recordamos muy probablemente es erróneo; que todas las historias que nos cuentan los amigos son una farsa, y que todas las memorias que dan sentido a nuestra esencia individual son ficciones.

Bien dice el inigualable Malcolm Gladwell en su podcast Revisionist History que el autoengaño del que somos víctimas con los errores de memoria es asombroso: desde no recordar si estuviste en un tiroteo con unos nazis (ver el caso de Larry Adler), hasta creer firmemente que el helicóptero donde volabas fue derribado por tropas de Saddam Hussein (ver el caso Brian Williams, error que le costó su chamba en NBC).

Al final la culpa no es nuestra: nuestro cerebro es por naturaleza falible (y engañable). Y contar una historia asombrosa sobre nuestro pasado como si fuera real no nos convierte en egotistas: nos hace simplemente humanos.

Y bien ¿a qué quería llegar con todo esto?

La verdad es que ya no me acuerdo.

¡Salud!