15/1/13

EN BUSCA DEL HONOR PERDIDO DE EVA: UNA REVISIÓN CRÍTICA DEL GÉNESIS


Con su fatídica búsqueda por la Verdad, su rebeldía ante la autoridad y su negación a permanecer en perpetua ignorancia, la memoria de Eva podrá colocarse en un privilegiado lugar entre Sócrates y Prometeo.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

«Al principio, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas. Entonces Dios dijo: «Que exista la luz». Y la luz existió.» (Génesis 1:1 – 1:3)

Con estas palabras se inicia el libro de mitología más vendido en el mundo. Pero a pesar de la tentación por satirizar a la Biblia, es menester comprender que todas las sociedades primitivas tuvieron su acervo de mitos y leyendas para explicar el origen del Universo, de la vida en la Tierra y del orden social. Desde una perspectiva contemporánea, todas estas historias son igualmente ridículas.

De hecho, el Génesis judeo-cristiano no hace más que presentar la cosmovisión de un grupo de pastores confundidos que intentaban comprender su lugar en el mundo. Y aunque estuvieron en boga durante siglos (so pena de acabar en las mazmorras de la Inquisición), actualmente son pocos quienes ven con seriedad las fábulas que se incluyen en el Antiguo Testamento.

No obstante su aparente inocuidad, el Génesis no es un texto benévolo. Si los mitos sirvieron durante siglos para establecer el orden y las jerarquías en la sociedad, es entonces esta fábula la responsable de colocar a la mujer en su inferioridad perpetua ante el hombre.

Sumado a esto, no hay duda de que Eva es uno de los personajes más incomprendidos y repudiados en la literatura. Por esta razón, es necesario rescatar su honor para lograr dar fin a las severas distorsiones que emanan del Génesis.

Desde su entrada en escena, Eva es presentada como un ser inferior. Si en los primeros seis días dios creó al Universo y a todo ser viviente -incluyendo al hombre-, no sorprende que su única omisión fue la creación de la mujer.

Eva llegará después y sólo como un sobrante del cuerpo de Adán, pues su creación se dará a partir de una insignificante costilla.

Más allá de su bajísima condición social por nacimiento, la tragedia apenas comienza para Eva. En uno de los pasajes más infames, la Biblia procede a presentar a la mujer como la fuente de toda desgracia para la humanidad.

Habiendo dios prohibido enfáticamente comer el fruto del Árbol del Conocimiento, Eva es tentada por una serpiente para hacer precisamente esto, bajo la promesa de que obtendría la sabiduría del bien y el mal. La pérfida mujer prosigue a tentar al hombre para que él también coma del fruto. Las consecuencias serán la expulsión del Paraíso y la muerte.

Con el desafío a la eterna ignorancia impuesta por dios, se redacta entonces la sentencia final. En las palabras de una deidad iracunda, la condena para la mujer es la siguiente: «Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará» Sin duda un fallo muy favorable para el hombre, quien ahora podrá citar a la Biblia para ejercer su control absoluto sobre los deseos y las acciones de la mujer.


Condenar a Eva tiene otras consecuencias reales. A diferencia de cualquier personaje literario, el cristianismo se encargó de transformar a esta mujer en una tergiversada representación simbólica del género femenino y sus acciones se usarían como falsa radiografía para intentar comprender los sombríos misterios de este sexo. Incluso hoy, en el imaginario colectivo se continúa percibiendo a Eva como una mujer traicionera y manipuladora que se dedica a engaña al hombre.

Sin embargo, es aquí donde encontramos un error medular de interpretación. Pues falsamente exhibida como tentadora y perversa –un estigma que perseguirá a toda mujer durante siglos- el Génesis en verdad nos presenta a Eva como la primera persona ilustrada de la historia.

Prefiriendo el conocimiento sobre la obediencia, Eva ejerce la característica intrínseca del ser humano: la curiosidad por comprender la realidad, la pasión por adquirir nuevo conocimiento y la necesidad por escapar de una cegadora ignorancia.

Retando incluso a su propio creador, Eva escoge la filosofía sobre la religión y demanda el derecho a la libertad de pensamiento. Adán, por el contrario, es un ser atrasado que se conforma por obedecer fanáticamente y servilmente a su dios.

Aunque parece exagerado afirmar que este cuento pudiera tener un impacto en una sociedad moderna, es importante cuestionarnos hasta qué punto las relaciones entre los sexos y el orden simbólico masculino de nuestra cultura se derivan de las historias mitológicas del cristianismo. No debemos olvidar que nuestras construcciones morales tienen profundas raíces en la tradición judeo-cristiana, como tampoco se puede ignorar que la Iglesia Católica continua teniendo una fuerte influencia en amplios sectores de la población.

No obstante una exitosa campaña de difamación durante siglos, la memoria y la honra de Eva podrán ahora resurgir victoriosas. Pues si existe un factor positivo en todo el Génesis, es precisamente el ejemplar comportamiento de esta mujer. 


Con su fatídica búsqueda de la Verdad, su rebeldía ante la autoridad y su negación a permanecer en perpetua ignorancia, la memoria de Eva podrá colocarse en un privilegiado lugar entre Sócrates y Prometeo.

11/1/13

BREVE TRATADO SOBRE LOS CHINGONCITOS


Para el mexicano, la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa. Esta concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes —los chingones sin escrúpulos, duros e inexorables— se rodean de fidelidades ardientes e interesadas.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Si pudiéramos diseccionar de forma burda a la sociedad, encontraríamos que existen tres grandes grupos de personas: aquellas que tienen poder, aquellas que no lo tienen y aquellas que no lo tienen pero lo desean apasionadamente.

Un joven Octavio Paz ya había revelado esta peculiaridad social, la cual plasmó de forma inmejorable en su Laberinto de la Soledad:

“Para el mexicano, la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa. Esta concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes —los chingones sin escrúpulos, duros e inexorables— se rodean de fidelidades ardientes e interesadas.” Para Octavio Paz, esa mesnada que rodea a los chingones, los ardientemente interesados en su poder, son clasificados como lambiscones.

Incluso con el paso de las décadas, la regla utilizada para medir a los chingones se ha mantenido sin muchos cambios. El chingón sigue siendo el político ágil y astuto o el empresario sagaz y exitoso.

Una ligera modificación sí ha sucedido, pues la lista de quiénes pueden ingresar al club de los chingones se ha ampliado. En la percepción popular actual, cualquier persona que muestra genialidad y virtuosismo se hace acreedor de este título; ya no se requiere ser duro, inexorable o sin escrúpulos. En este nuevo grupo podríamos incluir a ciertos artistas, inventores o científicos que por su talento o descubrimiento pueden ostentar su trofeo de chingón.

Si consideramos válida la división social entre chingones, lambiscones y el resto, nos percataríamos de que aún queda un grupo de personas sin clasificación. Esta demografía huérfana y perdida son los chingoncitos.

Los chingoncitos son un grupo miserable de individuos. Son imitadores, impostores, charlatanes y embusteros. Un chingoncito no tiene talento alguno, pero se desenvuelve y actúa en la sociedad como si irradiara genialidad. Es un bufón que de pronto ha querido actuar con seriedad.

El chingoncito comparte algunas características con el lambiscón. La principal diferencia entre ambos siendo que el lambiscón busca apasionadamente el poder, mientras que el chingoncito cree ya haberlo conseguido.

El chingoncito es también un ser cruel y despiadado. Niegan su miseria por medio del abuso y reafirman su identidad oprimiendo a los más débiles. No entiende cómo funciona el Poder, y utiliza el poco que tienen para tiranizar y humillar. Sin este comportamiento, el chingoncito no tendría otra razón para existir.


Todos conocen por lo menos a un chingoncito y su presencia nunca pasa desapercibida. El chingoncito es el niño con dinero (pero sin logros de vida) que considera su posición social como medalla de realización social; es el jefe en un trabajo que con un puesto indigno aterroriza a sus empleados; es el policía que utiliza su puesto mediocre para abusar de algunos migrantes centroamericanos.

Todos ellos comparten la misma característica, la creencia de su total y absoluta superioridad. Con el poco poder que les otorga su dinero, su placa policiaca o su puesto laboral, se sienten realizados. Creen que a pesar de su vulgaridad, ellos lo han logrado en esta vida.

Los chingoncitos son una plaga que ha torturado a la humanidad durante siglos. Su existencia se remonta al comienzo de la Historia y jamás deben considerarse como un fenómeno reciente.

Aunque siempre existirán los chingoncitos, existen también muchas defensas contra ese ser miserable, las principales siendo la indiferencia y la burla. El chingoncito no puede vivir sin su narcisismo y la percepción de que es blanco de admiración general. Otras veces, el final del chingoncito llega cuando se enfrenta a un verdadero chingón, quien con poco problema lo aplasta y destruye su fachada.

Por lo pronto, al resto de nosotros nos queda el tolerar la existencia del chingoncito, como toleramos a las moscas que intentan arruinar una amena comida con vino tinto entre amigos.

9/1/13

EL ASCENSO (ESPIRITUAL) DE LOS PAPANATAS Y LOS PAPAMAYAS


La cuestión a discutir ahora es la inmensurable estupidez que contagió al mundo entero durante el 2012.



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

papamaya.
(De papar y maya).
1. com. coloq. Persona demasiado cándida y fácil de engañar con temas de profecías mayas.


Al repasar cualquier libro de Historia, es inevitable concluir que la especie humana deja mucho que desear. El listado de nuestros errores y fracasos es asombroso e inconcebiblemente extenso: guerras, corrupción, tortura, crimen, genocidios, pobreza, hambre, opresión…

En paralelo a nuestra constante desgracia -incluso a pesar de ella-, resulta también sorprendente el progreso que hemos alcanzado como civilización. En esta lista se destacan hechos como la erradicación de enfermedades epidémicas, la exploración del Cosmos, la pastilla anticonceptiva y la declaración de los Derechos Humanos[1].

Entre estos importantes logros sobresale un acierto trascendental: la casi absoluta supresión del analfabetismo, por lo menos en el hemisferio Occidental. En términos generales, este proyecto emanado de la Ilustración pretendía que, con la capacidad para acceder, leer y comprender diversos textos, la sociedad dejaría de ser presa fácil de la manipulación y el oscurantismo religioso; y con el paso del tiempo, este conocimiento adquirido nos permitiría escapar de la barbarie e ingresar al reino de la Razón.

Lamento informarles que este proyecto ha fracasado...

Aunque es verdad que hoy tenemos acceso a un gigantesco archivo bibliográfico (principalmente debido al Internet, otro de nuestros grandes triunfos), hay que aceptar que, en lo referente al oscurantismo y a la superstición, seguimos siendo tan idiotas como un campesino del Medievo.

Con este preámbulo en mente, la cuestión a discutir ahora es la inmensurable estupidez que contagió al mundo entero durante el 2012.

Primeramente, resulta increíble que, con la cantidad de textos en circulación a nivel global, el libro más trascendental del año fue uno sobre sadomasoquismo erótico y travesuras sexuales. Ahora bien, yo no he leído este libro y mi crítica no tiene su origen en puritanismos o mojigaterías morales. Simplemente pretendo subrayar lo innegable: la mayoría de los lectores son deprimentes.


Pero eso no fue todo, ¡ah no!, pues durante el 2012 la humanidad fue presa de otro fenómeno que pone en duda nuestra denominación de homo sapiens. Este fenómeno, si no han adivinado, fue la fascinación universal por el fin del mundo, según lo augurado por la antigua cultura maya.

Seamos honestos, al menos por un instante. Un indicador de que ya no existen razones para mantener el optimismo hacia nuestra especie, es cuando una civilización supuestamente avanzada decide que absurdas profecías mayas son tema esencial de discusión.

Los medios de comunicación no tardaron mucho en subirse al tranvía de la estupidez y día tras día nos bombardearon con nuevos y “reveladores” datos sobre los mayas. Tampoco tardó mucho en surgir una horda de “expertos mayas” que hablaron, discutieron y publicaron cada absurdo imaginable sobre el tema.

Tanto fue el escándalo, que incluso el gobierno de China tuvo que encarcelar a ciertos revoltosos que estaban generando pánico por el fin del mundo. En Rusia, Vladimir Putin tuvo que dirigirse personalmente a su nación para asegurarles que la Tierra sí llegará a su fin, pero aproximadamente en 4,500 millones de años.

Al final, como era obvio, nada sucedió. El fatídico día anunciado por los mayas transcurrió como transcurren el resto de los días. No hubo cataclismos naturales ni renacimientos espirituales, como pronosticaban otros ingenuos.

No obstante, otro hecho que tampoco sucedió fue una protesta masiva contra tanta estupidez. No hubo ninguna disculpa pública por parte de las televisoras por habernos desnutrido con tanta basura. Tampoco el editor de algún medio de comunicación recibió una merecida patada en la entrepierna por su desfachatez y falta de profesionalismo.

Aprovechando que estamos en el tema de las profecías, permítanme compartirles una más: si la civilización humana decide continuar por este rumbo, no será necesario el impacto del Planeta X o un súbito cambio en los polos magnéticos para acabar con la vida en la Tierra. El final de nuestro planeta llegará en la forma de una enorme avalancha de estupidez humana que terminará por sepultarlo todo.



[1] Nota para los religiosos: Al parecer dios olvidó entregarnos este documento; nos hubiera ahorrado muchos problemas.

7/1/13

UN RÉQUIEM PARA SAN PERRO


El año 2013 comienza muy bien para casi todo el mundo, excepto para el "Perro de Dios", ese pobre Joseph Ratzinger.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Todos los inicios de año llegan cargados de reflexión y nuevos propósitos. Es casi imposible evitar, con un whisky en la mano y rodeado de buenos amigos, jurar que ahora sí ha comenzado el tiempo de reformarse y retomar la senda del progreso y el orden.

La mayoría de los líderes globales deben estar pasando por el mismo proceso, muchos de ellos quizá muy felices y satisfechos con el año que terminó. Sin duda el 2012 fue un buen año para la gran mayoría de los dirigentes internacionales, en particular para los Occidentales.

Aquí van algunos ejemplos:
En Estados Unidos, Barack Obama venció a un malvado robot ultra-capitalista en las elecciones presidenciales, asegurando la permanencia de su programa de salud y de la sanidad política en el país. En Europa, la Unión se mantiene todavía intacta y tanto Grecia como España siguen apareciendo en los mapas. En Rusia, Vladimir Putin continua siendo el rey. La Argentina de Kirchner también subsiste (creo) y parece que en el corto plazo no habrá una guerra anti-colonialista contra Isabel II. México sobrevivió la restauración del periodo jurásico e incluso se pronostica un fuerte crecimiento económico.

Claro, estuvo eso de la destitución legislativa contra Fernando Lugo, pero seamos honestos, a nadie le interesa mucho el Paraguay. ¡Ah!, y Hugo Chávez tiene cáncer, pero todo indica que su revolución bolivariana sobrevivirá para luchar contra el imperialismo en otra ocasión.

Sin embargo, existen gobernantes que enfrentan retos más complejos y si nos enfocamos en la categoría de los más arruinados, de aquel grupo de líderes que sólo pueden ver abismos y oscuros horizontes, ahí encontraremos arrinconado a Joseph Ratzinger, poseedor de títulos tan diversos como “Pontífice Supremo de la Iglesia Universal”, “Sucesor del Príncipe de los Apóstoles”, “Vicario de Cristo en la Tierra” y “el Perro de Dios”, -de raza Rottweiler, según indican sus seguidores.

Ese pobre Ratzinger (es un decir) ha arruinado tanto a su S.A. de C.V. que incluso un incrédulo y escandalizado Alejandro VI se deberá estar preguntando desde el más allá cómo alguien puede hundir de tal forma a la Iglesia. Hay que aceptarlo, uno puede asegurar que la Santa Sede ha tocado fondo cuando el representante de dios necesita una cuenta de Twitter para pastorear a su rebaño; algo que también pone en evidencia que ya no hay nada sagrado en este mundo.


Recordando el año que tuvo que soportar el Santo Padre, se podrá recordar la traición de su mayordomo personal, quien reveló sus secretos de alcoba; también está la publicación de su libro que mostró a la humanidad verdades metafísicas sin precedentes (¡increíble, durante la Natividad no hubo ni un burro ni un buey!). También se descubrió que otros cientos de infantes fueron abusados sexualmente por el clero católico, aunque resulta interesante que este tipo de noticias ya no escandaliza a los feligreses.

Entre todo esto, uno de los episodios más curiosos fue la visita de Ratzinger a la isla de Cuba (¿alguien se acuerda que también vino a México?, probablemente no, ¿verdad?). La opinión general fue que el viaje fue un éxito político, pero también uno que desencadenó una enorme polémica. Si bien recuerdan, antes de aterrizar en la isla, Benedicto comentó que “es evidente que la ideología marxista en la forma en que fue concebida ya no corresponde a la realidad”. Muchos se indignaron por sus palabras, otros tantos las celebraron.

Lo importante es que nadie levanto la voz para decir, “pero señor Ratzinger, aunque su argumento es válido, ¿qué no es la Iglesia Católica la que ya no corresponde a la realidad?” Supongo que es sano dudar de una ideología que surgió a mediados del siglo XIX, pero yo no encuentro forma de poner en tela de juicio una ideología que nació de la mitología de unos pastores nómadas que merodeaban los desiertos de Palestina hace 2,300 años.

Y si vamos a cuestionar el autoritarismo del régimen de Castro o la falta de democracia en Cuba, ¿que no deberíamos dudar de un sistema de gobierno basado en el feudalismo, que elige de la forma más opaca a su gobernante que (¡faltaba más!) es infalible en cuestiones teológicas?

Supongo que esto ya no importa. Es necesario comenzar el 2013 sin rencores y con optimismo.

Pero mientras el Vaticano inicia el año en medio de una pugna financiera contra el Banco de Italia, para el resto del mundo (excepto Siria) el inicio del 2013 pronostica clima soleado. China se prepara para estrenar a un nuevo líder con tendencias reformistas, Estados Unidos se ha salvado del precipicio fiscal, e incluso Kim Jong Un habla de paz y reconciliación con su vecino del sur.

Sin embargo, al parecer el único que se quedará sin su hueso en este año es el perro Rottweiler de dios.