31/1/22
MANUAL PARA EMIRATIZAR A MÉXICO
17/1/22
MOEMNA: MOVIMIENTO DE EMIRATIZACIÓN NACIONAL
¿Qué demonios sucedió? ¿Cómo fue posible que en sólo cinco décadas los Emiratos pasarán de ser pescadores de perlas a lanzar misiones espaciales?
8/11/21
DEL 11S01 AL 6E21: EL ENEMIGO INTERNO
Este hilo conductor que hemos seguido nos provee una radiografía de los elementos necesarios para llevar a una democracia sólida al límite: la erosión de valores nacionales; la pérdida de confianza en líderes políticos y medios de comunicación; y la polarización de la sociedad para generar un permanente conflicto interno.
25/10/21
DEL 11S01 AL 6E21: IMPERIO DE MENTIRAS
En esta segunda parte de la historia nos centraremos en la erosión y colapso de la confianza hacia la clase política y los medios de comunicación. Factores que gestaron un permanente estado de paranoia y abrieron la puerta al racismo, la xenofobia y toda clase de teorías de conspiración.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
11/10/21
DEL 11S01 AL 6E21: EXCEPCIONALISMO AMERICANO
En los primeros años de su “guerra global contra el terrorismo”, Estados Unidos se convirtió en el enemigo que buscaba combatir: un país que causa terror en el mundo.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
En días recientes me encontré con un documental (PBS: America After 9/11) que propone una hipótesis seductora: que existe un hilo conductor que nos puede guiar directamente desde los ataques del 11 de septiembre del 2001 a la insurrección del 06 de enero del 2021. Una cadena de decisiones políticas que culminó en la creación de una cultura de odio, división y paranoia, y que amenazó al mismo núcleo de la democracia en los Estados Unidos.
Esta es una historia de ideales malogrados, de líderes políticos fracasados; de manipulación mediática; de esperanzas rotas; y de valores quebrantados.
Para comenzar este relato debemos volver al momento histórico que transcurría previo a los ataques: Estados Unidos estaba en la cima de su poder como única potencia global, victorioso de la Guerra Fría, con una profunda creencia en el “excepcionalismo americano”, donde la democracia, la libertad y el libre mercado debían reinar en todo el planeta (guiados por los mismos yanquis, naturalmente).
Los ataques en Nueva York quizá rompieron la ingenuidad de esta Pax Americana. Pero esto -más que sosegar al Imperio- terminó por revolucionar los ideales de este supuesto “excepcionalismo”. Pocas veces en toda la historia estadounidense habíamos visto una unidad en la sociedad y entre las fuerzas políticas. La misión era única y clara: perseguir a los culpables. No había duda, el Imperio estaba en marcha.
El primer error en esta trama surge tras el éxito inicial contra el Talibán. Después de una guerra rápida y con pocas víctimas americanas en Afganistán, la política de George W. Bush se transformó bajo la lógica del “universalismo democrático” para extender su “guerra” contra el terrorismo a todo el mundo. A partir de ese momento, EE.UU. representaría al “bien” y tomaría responsabilidad para propagar la democracia y para derrotar (y derrocar) a “las fuerzas del mal” donde quiera que se encontraran.
El documental hace dos puntos al respecto: el primero es que una guerra localizada en Afganistán contra Al-Qaeda y el Talibán se volvió global, no sólo poniendo en la mira a regímenes como Irak, Irán y Corea del Norte (“El Eje del Mal”), sino a todos los grupos terroristas presentes ¡y futuros! que pudieran surgir para desafiar al Imperio. Esto abrió la puerta -como efectivamente sucedió- a una campaña bélica sin final, que de hecho sigue vigente tras 20 años.
En segundo lugar, el documental advierte que cuando te defines como el “bueno” en cualquier cruzada, existe el peligro de comenzar a ver a todas sus acciones como nobles, justificando cualquier atrocidad que realices. Para Estados Unidos, esta realidad no tardó en llegar.
A los pocos meses de la caída del Talibán, cientos de ‘prisioneros’ encontraron su nuevo hogar en la base naval de Guantánamo bajo condiciones inhumanas. Sumado a esto, la CIA tomó a pecho las palabras del vicepresidente Dick Cheney (“debemos trabajar desde las sombras”) para establecer cárceles secretas para torturar salvajemente a supuestos terroristas. Y en Irak, las imágenes que surgieron de la prisión de Abu Ghraib causaron asco y furia en el mundo; destruyendo la credibilidad de EE.UU; y erosionando la confianza en la sociedad americana hacia su supuesto proyecto ‘democratizador’.
Bien dice aquella famosa frase: “Cuando te enfrentes a un monstruo, asegúrate que tú no te conviertas en uno”. Y esto fue precisamente lo que sucedió. En los primeros años de su “guerra global contra el terrorismo”, Estados Unidos se convirtió en el enemigo que buscaba combatir: un país que causa terror en el mundo.
Hasta aquí esta primera parte de la historia. En mi siguiente columna continuaré con este relato para contarles como la invasión de Irak inició una irreversible erosión en la confianza de la clase política y los medios, llevando eventualmente a la distorsión misma de la realidad y la verdad.
¡Salud!
27/9/21
LA RABIETA DEL PROFETA
Si hablamos de respetar los derechos de las mujeres “dentro del islam”, haríamos bien en ir a la fuente original. ¿Qué dice el Corán respecto al tema?
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Para mí no hay gran confusión: el Talibán miente. Sus líderes son los mismos que hace 25 años y dejaron claro que no habrá democracia en su país. Un representante comentó a Reuters: “Ni siquiera se discutirá qué tipo de sistema político se aplicará en Afganistán porque es muy claro: es la ley sharía y punto”.
Aún así, una frase emitida por otro vocero quedó ominosamente suspendida en el aire: “Las mujeres estarán contentas de vivir bajo la ley sharía (...) vamos a permitir que trabajen y estudien, pero dentro del marco de la ley islámica”.
Antes de seguir, veamos de qué se trata todo esto de la sharía. La explicación más sencilla es que se trata de un cuerpo de reglas religiosas que guían la vida diaria de los musulmanes, basada en el Corán y en los dichos y enseñanzas del profeta Mahoma.
En el mundo islámico, este sistema se aplica dentro de un amplio espectro, pasando desde lo más laxo hasta lo más autoritario. Esto varía entre sociedades, familias e individuos. La mayoría de los países aplican la sharía para cuestiones civiles (matrimonio, herencias, custodia de niños...) pero otros llegan a basar su código penal en esta tradición. El Talibán, sobra decir, es de los más estrictos y totalitarios.
Durante su reinado del terror se instauró el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio que forzaba las medidas más oscuras del Islam: las mujeres debían cubrir su cuerpo con un burka; se les prohibió el estudio, trabajo y salir de casa sin compañía de un familiar varón; se prohibió la música, televisión y deportes; y claro, ejecutaban públicamente a adúlteros, homosexuales y otros ‘indeseables’.
Pero si hablamos de respetar los derechos de las mujeres “dentro del islam”, haríamos bien en ir a la fuente original. ¿Qué dice el Corán respecto al tema? Aquí utilizo la traducción del Dr. Juan Vernet (Ed. Plaza, 1997):
Azora IV (175) [Sobre las herencias] “al varón corresponde una parte igual a la de dos hembras”.
Azora XXIV (30) “Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus partes y no muestren sus adornos (...) ¡Cubran su seno con el velo!”.
Azora XXXIII (32) “¡Mujeres del profeta! No sois como las otras mujeres (...) ¡Permaneced en vuestras casas!”.
Dejemos aquí este breve compendio de las joyas del Corán. Y para aquellos que aleguen que el Pentateuco o los Evangelios plantean cosas similares, yo les respondo: seguro que sí, pero nadie en su sano juicio piensa basar hoy nuestra Constitución o Código Penal en textos escritos hace 2000 años.
Porque una cosa es muy clara, las sociedades del siglo XXI no pueden ser gobernadas con leyes escritas en la Edad de Hierro o en el siglo VII. Las sociedades son ahora más avanzadas y complejas que los grupos seminómadas que rondaban por la península arábiga hace siglos. Pero más importante aún: que los derechos de las mujeres no son negociables, no importa lo que diga Allah o su profeta.
30/8/21
LAS REVOLUCIONES SON ETERNAS - PARTE 2
La historia demuestra que buscar un cambio a través de una revolución podrá parecer atractivo, pero termina por ser un calvario sin final.
16/8/21
LAS REVOLUCIONES SON ETERNAS
Sólo el 19 por ciento de las dictaduras no-revolucionarias sobreviven 30 años. Pero la gran mayoría de los estados revolucionarios -el 71 por ciento- lograron superar esta marca.
5/7/21
LOS VENGADORES DEMOCRÁTICOS
La nueva Guerra Fría entre democracias y gobiernos autoritarios, será ganada por los resultados económicos y sociales, pero también por la retórica mediática y el ‘marketing’ político.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
¡Ahora sí, raza! Después de cuatro años de esquizofrenia, caos, incertidumbre y el nativismo de Donald Trump, el Tío Biden llegó a Europa para juntar de nuevo al equipo de los Vengadores Democráticos (Vaitiare Mateos dixit) y encontrar la manera de salvar al mundo. Fue, en palabras de la periodista Amanda Mars, “el regreso del hijo pródigo”. El enemigo común para el Grupo de los Siete (G7) es -obviamente- China y todas las fuerzas malvadas de los regímenes autoritarios.
Retomando la seriedad: la principal conclusión que podemos tomar de las reuniones del G7 y la OTAN a mediados de junio fue el reconocimiento de las principales democracias que su bando está siendo apaleado -¡y de qué manera!- por el autoritarismo a nivel global.
Hemos comentado en este espacio varias veces cómo el tablero geopolítico muestra un claro retroceso de las democracias, al tiempo que los regímenes autoritarios siguen ganando terreno. Recapitulando rápidamente: Actualmente, sólo el 8.4% de la población mundial vive en una democracia plena mientras que más del 30% vive en un sistema autoritario (The Economist Intelligence Unit). Por si fuera poco, en el 2020 más de 100 países se han vuelto “menos democráticos” (Freedom House)
Con esas cifras, queda claro que la prioridad de las principales democracias del mundo es recuperar terreno, sumar aliados y contener a las diversas manifestaciones antiliberales. Como bien lo dijo el presidente Joe Biden al concluir el G7: “Estamos en una competencia -no con China, per ser- sino en competencia con autócratas y gobiernos autoritarios en todo el mundo”.
Al día siguiente, en la reunión de la OTAN, Biden volvió a subrayar este tema. El documento final de esta alianza militar de 30 países también menciona por primera vez a China como un problema para la seguridad global, indicando que representa “un desafío sistémico al orden internacional basado en reglas y normativas”.
Concuerdo con el presidente americano y no dudo que sus intenciones sean loables. Las democracias sí están en retroceso y China representa un reto mayúsculo para las libertades civiles, políticas y económicas de los ciudadanos del mundo.
Sin embargo, debo aceptar que el discurso actual del liberalismo democrático es -por decirlo de una manera- carente de emoción y de inspiración. En múltiples latitudes del mundo, las democracias muestran señales de desgaste y agotamiento, llevando a un descontento, rabia y desilusión generalizados. Como ejemplo, basta ver lo sucedido el 6 de enero en Washington D.C.
Por su parte, China celebró el pasado 1 de julio el centenario de la fundación de su Partido Comunista, y como era de esperarse, tomó la oportunidad para mostrar que su sistema ha permitido un crecimiento económico inigualable en la historia de la humanidad y el supuesto regreso de este país a su lugar histórico en los asuntos globales. Nadie se sorprendió que no se hablara de la opresión, el genocidio de los uigures o la represión a la libertad de expresión en Hong Kong. Pero bueno, era su fiesta y no la nuestra.
Si estamos en el preámbulo de una nueva Guerra Fría entre las democracias y los gobiernos autoritarios, creo que esta batalla en gran parte será ganada por los resultados económicos y sociales que cada sistema logre otorgar a su población, pero también por la retórica mediática y el ‘marketing’ político. El vencedor será el más persuasivo, aquel que logre capturar al mayor número de mentes y corazones a nivel mundial.
Al día de hoy, todo parece indicar que China nos está comiendo el mandado.
7/6/21
DICTADORES À LA MODE
Aquí se encuentra el mayor peligro de las nuevas dictaduras: ¡Se han vuelto más aburridas!
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Hace tiempo escribí en estas páginas (“La Secta Democrática”; Vértigo 1041) sobre la decadencia de la democracia liberal a nivel global. Recapitulo rápidamente: The Economist Intelligence Unit, que revisa y califica el estado de la democracia en 167 países, reveló que durante el 2020 sólo el 8.4% de la población mundial vivía en una “democracia plena”. Por su parte, Freedom House concluyó que tres cuartas partes de la humanidad vive en un país donde la libertad está en declive, agregando que en los últimos cuatro años, más de 100 países se han vuelto “menos democráticos” incluyendo a Canadá, Estados Unidos y la mayoría de Europa Occidental. ¡Pácatelas! ¡Ni hablar!
No quisiera aparentar cinismo, pero nada de esto es sorpresa. A donde sea que miremos, observamos cómo gobiernos erosionan diariamente los andamiajes democráticos, práctica que se amplió y profundizó con la pandemia de la covid-19 y las medidas draconianas implementadas en numerosas latitudes.
Lo interesante aquí es analizar cómo en una era de apertura económica, integración comercial, y libre circulación de información, tantos países se estén volviendo más nacionalistas, iliberales y dominados por hombres fuertes. En plena globalización, los gobiernos autoritarios están teniendo un día de campo. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
De acuerdo con un análisis de Max Fisher y Amanda Taub en The New York Times, la razón es que los gobiernos autoritarios están evolucionando para adaptarse a la nueva realidad social y política. Atrás quedaron los líderes revolucionarios mesiánicos, las dictaduras totalitarias genocidas o las juntas militares (claro, todavía hay algunas por ahí, pero muy pocas). Ahora, los hombres fuertes se presentan como civiles, realizan elecciones con fachada democrática, y se han vuelto más astutos para contrarrestar cualquier protesta en su contra. Si antes un dictador asesinaba a quienes se rebelaban, ahora “no imponen su voluntad por la fuerza o aterrorizan a sus ciudadanos para someterlos; más bien buscan superarlos con astucia”, apuntan los autores.
Tomemos en concreto el caso de la represión violenta. Fisher y Taub indican que al analizar el golpe de estado en Myanmar en febrero del 2021 (el cual ha dejado más de 800 muertos) supusieron que este tipo de actos represivos serían comunes en el mundo. ¡Pues no!
Tomando la información de Uppsala Conflict Data Program, una base de datos que muestra todos los actos de violencia en el mundo, descubrieron que en la década de 1990, hubo 23 casos donde un gobierno asesinó a 500 o más de sus propios ciudadanos; en la década de los 2000, hubo siete casos; y en la década de 2010, sólo seis.
“Bueno”, dirán algunos, “seguro los gobiernos matan a menos personas pero en más ocasiones”. ¡Tampoco! Al revisar los eventos de violencia gubernamental que causaron 100 muertes, se encontraron 80 casos en la década de 1990, 46 en la de 2000 y 31 en la de década 2010. Episodios con más de 1,000 muertos: 14 en la década de 1990, cinco en la de 2000 y cuatro en la de 2010.
Estos números demuestran que la represión violenta en contra de ciudadanos va a la baja, aún cuando el número de gobiernos autoritarios va a la alza. Y aquí se encuentra el mayor peligro de las nuevas dictaduras: ¡Se han vuelto más aburridas! Si antes un gobierno autoritario podía generar indignación internacional después de una masacre (pensemos en Tiananmen) ahora los dictadores son menos dramáticos y escandalosos, pero no necesariamente menos peligrosos.
Pero no nos engañemos. Todos los días miles de millones de personas viven en países que reprimen sus derechos y libertades: lo malo es que esa realidad no es ni escandalosa ni dramática. ¿Y quién quisiera ver un programa así de aburrido en la televisión?
10/5/21
HAY TRANSFORMACIONES MÁS IGUALES QUE OTRAS
Al final, queda claro que tanto nosotros como los gringos estamos pasando por una Cuarta Transformación. La de ellos es una Cuarta Transformación tecnológica. La de nosotros es simplemente... una transformación de cuarta.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Hay que decir las cosas claras: ¡Hay de transformaciones a transformaciones!
A diferencia de las chabacanerías tropicales que nos recetan a diario en este país, nuestros vecinos del norte se dejaron de ocurrencias y propusieron una revolución sin precedentes en la historia de la humanidad: una absoluta transformación tecnológica, económica y social para salvar al mundo de un cataclismo ecológico.
¿Qué fue lo que ocurrió? El 22 de abril, en el marco de una Cumbre Climática Virtual, el presidente Joe Biden anunció los nuevos compromisos que asumirá Estados Unidos en la reducción de gases de efecto invernadero. Su objetivo: reducir en un 50% las emisiones para el final de la década (comparado con niveles del 2005); casi el doble de lo propuesto por Brack Obama en 2015.
Semejante tarea hercúlea generará enorme escepticismo. ¡Y nadie podría culpar a los incrédulos! De hecho, podríamos decir que a partir de ahora, todas las acciones que tome la administración de Biden deberán estar enfocadas a cumplir este objetivo. Una cosa que falle, y todo el proyecto se descarrila.
Pero estos enormes y agresivos retos no eliminan la urgencia y trascendencia de este compromiso. “Esto es un imperativo moral, un imperativo económico, un momento de peligros pero también de posibilidades extraordinarias”, apuntó Biden al inaugurar la Cumbre.
¿Qué tienen que hacer para lograr todo esto? De entrada, invertir billones de dólares en infraestructura; reestructurar las reglas del capitalismo; asegurar que miles de industrias y trabajadores puedan transitar a la economía del futuro; transformar la manera en la que millones de estadounidenses se alimentan, se transportan y consumen energía eléctrica. Poca cosa, como pueden ver.
Pero bien indican Coral Davenport, Lisa Friedman y Jim Tankersley en The New York Times, que si Biden logra orquestar esta transición, las ganancias serían inmensas: un menor riesgo de sufrir una catástrofe climática, un renovado liderazgo global para las industrias estadounidenses en los sectores clave que definirán al siglo XXI; y un torrente de nuevos nuevos y mejores empleos para la clase media. The Rhodium Group, una consultora en temas de energía, indicó que el plan Biden podría crear 600,000 nuevos empleos al año en promedio durante el período 2022-2031. ¡Ahí nomás!
Mientras todo esto se debate en el Imperio Yanqui, en nuestro México Mágico las cosas son diametralmente opuestas. Aquí nuestra participación en la Cumbre Climática se trató de nuevos yacimientos petroleros y de cómo fortalecer el mercado interno de gasolinas. Lo equivalente a llegar con un pomo de Bacardí a una reunión de Alcohólicos Anónimos.
Esta no es la primera vez que nuestros gobernantes prefieren promover ideología a costa de la ciencia. Pero es precisamente esta mentalidad “anticlimática” (en ambos sentidos de la palabra) la que nos dejará fuera de la verdadera transformación que se avecina en los siguientes 10 años: inteligencia artificial, computación cuántica, nanotecnología, el internet de las cosas, biotecnología, realidad virtual, robótica, tecnología espacial, materiales inteligentes.
Esta Cuarta Transformación Industrial requerirá de enormes apoyos e incentivos gubernamentales para lograrse, pero terminará por generar millones de empleos y muchos más millones de dólares. Estados Unidos ha entendido esto. Aquí no tenemos siquiera un plan para aprovecharla, mucho menos para liderarla.
Al final, queda claro que tanto nosotros como los gringos estamos pasando por una Cuarta Transformación. La de ellos es una Cuarta Transformación tecnológica. La de nosotros es simplemente... una transformación de cuarta.
Bien dijeron los sabios de la antigüedad: todas las transformaciones son iguales, pero algunas son más iguales que otras.
26/4/21
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
El problema del neoliberalismo es global. A donde sea que volteemos, el viejo paradigma se percibe malherido y desahuciado, dando tumbos y retrocediendo. Cuatro largas décadas de teoría y acción económica se desmoronan frente a nuestros ojos. ¡De rodillas, paganos!
Texto: Juan Pablo Delgado Cantú
No me importa sonar hiperbólico: estamos viviendo los tiempos finales del neoliberalismo.
El responsable de esto no es -naturalmente- el presidente de México. Porque aunque todas las mañanas arroje burlas, escarnios e insultos contra el espectro neoliberal, al final esto es -si acaso- un espectáculo parroquial que no genera eco más allá de nuestras fronteras.
El problema del neoliberalismo es global. A donde sea que volteemos, el viejo paradigma se percibe malherido y desahuciado, dando tumbos y retrocediendo. Cuatro largas décadas de teoría y acción económica se desmoronan frente a nuestros ojos. ¡De rodillas, paganos!
Quizá esto era inevitable. Desde hace años existe una gran inconformidad ante un sistema que muchos perciben como cruel, poco regulado, e incapaz de contrarrestar las grandes desigualdades que se han generado en las sociedades.
Si la crisis del 2008 abrió las primeras grietas, el golpe mortal vino con la pandemia del Sars-CoV-2, donde el doble shock (de oferta y de demanda) causado por los cierres económicos dejó expuesta la absoluta incapacidad de este modelo para contener los peores efectos del desempleo, la quiebra de negocios y el aumento de la pobreza.
Ahora bien, si el neoliberalismo muere, ¿qué es lo sigue? De acuerdo con numerosos analistas, estamos frente a una nueva época donde el Estado tendrá un papel más preponderante en la conducción de la economía.
Desde mediados del 2020 ya doblaban las campanas por la muerte del neoliberalismo. En abril, el consejo editorial del diario británico The Financial Times -nunca conocido como amigo del estatismo- escribió que debido a la pandemia serían necesarias “reformas radicales” que revirtieran “la dirección política predominante de las últimas cuatro décadas”, las cuales deberán de promover “un papel más activo en la economía” por parte de los gobiernos para invertir en servicios públicos y proteger el mercado laboral.
También el Fondo Monetario Internacional (FMI) -paladín excepcional del neoliberalismo- dejó atrás su ortodoxia y desde el año pasado recomendó a los países incrementar su gasto público e incluso endeudarse (con “responsabilidad”) para aminorar los efectos de la crisis.
A comienzos de abril del 2021, el reporte “Fiscal Monitor” del FMI reconoció que la pandemia había exacerbado las desigualdades en educación, salud y otras esferas, lo que podría causar que las brechas de ingresos persistan por varias generaciones en el futuro. Ante esto, recomendó a las economías avanzadas impuestos más progresivos sobre la renta, las herencias, la propiedad; e incluso a incrementar impuestos sobre las ganancias corporativas "excedentes" para ayudar a reducir estas desigualdades. ¡Válgame dios!
Por su parte, el gobierno de Joe Biden, sin haber cumplido siquiera 100 días en el poder, ha trastocado la ortodoxia económica que definió a Estados Unidos por 40 años. Su administración ya gastó 1.9 billones de dólares en cheques para millones de ciudadanos (algo que inició Trump); y ahora, Biden busca incrementar los impuestos corporativos (del 21% al 28%) para recaudar $2.5 billones en los próximos 15 años y gastarlos en infraestructura.
Por si fuera poco, su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, propuso un impuesto mínimo global para las corporaciones, para detener la "carrera hacia el fondo", donde los países bajan sus tarifas para competir por empresas, permitiendo a las multinacionales trasladar ganancias y evitar pagar impuestos en su país de origen. Por lo pronto, Francia, Alemania y Jeff Bezos (Amazon) ya anunciaron su apoyo a Yellen.
¿Debemos lamentar la muerte del neoliberalismo? Yo creo que no merece ni una sola lágrima. El detalle ahora es construir un nuevo paradigma que realmente sea más justo, incluyente y responsable.
12/4/21
LA CUMBRE DE LOS AGRAVIOS
La “Cumbre en Anchorage” nos coloca frente a un futuro incierto y repleto de despeñaderos. China ha abandonado completamente la máxima de Deng Xiaoping -"Esconde tus fuerzas y espera tu momento”- mostrando en cambio asertividad, agresividad y soberbia.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Para todos los amantes del orden internacional, los hechos ocurridos a mediados de marzo debieron ser vistos como el primer capítulo de una historia de terror.
El día 18, el equipo diplomático de élite del presidente Joe Biden se reunió con sus contrapartes chinas en Anchorage, Alaska. Según la postura oficial del gobierno americano, era una oportunidad para detallar “nuestros intereses, intenciones y prioridades, y adquirir algo de conocimiento sobre la posición de los chinos”. O como dice el periodista Alex Ward de VOX, la reunión podría considerarse la primera cita entre dos exnovios tras una fuerte ruptura.
Con este preámbulo, los aficionados de la geopolítica esperaban que la reunión significara el relanzamiento cordial y armónico de la relación más importante del planeta. Todos esperaban tensión -sin duda-, pero pocos previeron la discusión explosiva que terminó aconteciendo.
El Secretario de Estado, Antony Blinken, abrió la cancha con una letanía de quejas y agravios: el genocidio de Xinjiang; la represión en Hong Kong; las amenazas hacia Taiwán; los ciberataques contra Occidente, la coerción económica contra países aliados; y el desprecio por las normativas globales.
Si cada interlocutor tenía dos minutos para exponer comentarios iniciales; Yang Jiechi, principal diplomático chino, se agandalló sus buenos 18 minutos para enumerar todo aquello que China desaprueba del Imperio Yanqui: la desconfianza que los propios gringos tienen hacia la democracia; que EE.UU es el “campeón” en ciberataques; los abusos de derechos humanos y los asesinatos de afroamericanos; las guerras que han iniciado en el mundo y la inequidad económica rampante. ¡Crista Jesusa! Eso no salió como esperábamos.
Lo peor de todo, es que a diferencias de otras reuniones bilaterales, aquí ambos países decidieron convertir su intercambio en un reality show, sacando los trapos sucios frente a las cámaras de televisión, las cuales transmitieron en vivo al mundo entero este afable y ameno soirée.
La situación siguió empeorando. Pocos días después, EE.UU, la Gran Bretaña y Canadá se unieron a la Unión Europea para imponer sanciones contra cuatro altos funcionarios chinos acusados de violaciones de derechos humanos contra los uigures en Xinjiang (ver “Un Genocidio Sin Importancia” en Vértigo #1045); quizás las sanciones más severas impuestas contra China desde la masacre de Tiananmen. Y si pusieron atención, notarán que los países involucrados son los mismos que integran a la OTAN -antiguamente el equipo anti-soviético- que ahora buscan poner en jaque a los chinos.
Obviamente, Beijing no tardó en responder con sus propias sanciones contra personas e instituciones de la UE, aprovechando para decir que Europa “debe dejar de sermonear a otros sobre derechos humanos, y de interferir en sus asuntos internos”. ¡Qué bonita relación!
Esto no es un asunto menor. Joe Biden lleva poco más de 2 meses en la presidencia y este primer (des)encuentro con China nos revela turbulenta ruta que nos depara por lo menos durante los siguientes cuatro años. ¡Y ojo! Hablamos de las dos economías más importantes del planeta, las cuales ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en cómo debería de funcionar el mundo.
La “Cumbre en Anchorage” nos coloca frente a un futuro incierto y repleto de despeñaderos. China ha abandonado completamente la máxima de Deng Xiaoping -"Esconde tus fuerzas y espera tu momento”- mostrando en cambio asertividad, agresividad y soberbia. Estados Unidos no dejará su posición como principal potencia global sin una batalla. En palabras de Alex Ward, “estamos ante el precipicio de una nueva relación entre China y Estados Unidos”.
Eso sí… esperemos que no nos arrastren a ese precipicio junto con ellos.
29/3/21
UN GENOCIDIO SIN IMPORTANCIA
¿Cuál creen que es el mayor escándalo global actualmente? ¿Qué les parece “genocidio demográfico” para abrir conversación?
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
Ahí le va una retadora: ¿Cuál creen que es el mayor escándalo global actualmente?
Algunos dirán que el trofeo se lo lleva Meghan Markle y sus escandalosas revelaciones sobre la vida privada de la Corona Británica. Otros dirán que es la “cultura de cancelación” descontrolada, que en los últimos días se ha llevado de encuentro a Dr. Seuss (por racista), a Pepe Le Pew (por acoso sexual en caricatura), a Mr. Potato Head (por sexista) y a John Travolta por utilizar el canto y la danza en “Vaselina” para promover el racismo, el sexismo y la homofobia.
Permítanme entonces poner sobre la mesa otro escándalo que quizá pueda llegar a preocuparlos también. ¿Qué les parece “genocidio demográfico” para abrir conversación? Si no tienen idea de qué hablo por andar despistados con la Duquesa de Sussex, dejen les explico:
Desde hace unos años, el gobierno de China ha emprendido una campaña masiva y sistemática en contra de los uigures. Los uigures, para los nuevos en el tema, son una minoría étnica musulmana que viven en la provincia de Xinjiang (oeste China) que mantienen una cultura más afín a la de Asia Central que a la de Beijing; algo que al régimen de Xi Jinping le parece bastante inaceptable.
Fue entonces que Xi decidió tomar cartas en el asunto, y a partir del 2014 comenzó a internar a millones de hombres, mujeres, niños y ancianos en campos masivos de “reeducación” (“concentración”, dirían otros), con la dizque excusa de estar combatiendo el radicalismo ideológico de la población. La realidad de lo que ocurrió es pavorosa: adoctrinamiento, separación familiar, tortura y una campaña masiva de esterilización.
A principios de marzo, el Newslines Institute For Strategy and Policy, un organismo independiente y apartidista con sede en Washington D.C., publicó un informe detallando la situación en Xinjiang y su conclusión fue fulminante: el gobierno de China es responsable de cometer genocidio contra los uigures.
El nuevo informe indica que las acciones del gobierno chino han violado "todos y cada uno de los actos" prohibidos por la Convenio para la Prevención y la Sanción del Delito del Genocidio. Entre ellos: asesinato de integrantes de un grupo; causar graves daños corporales o psicológicos; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; traslado forzoso de niños a otro grupo; e imposición de medidas destinadas a prevenir nacimientos dentro del grupo.
En este último punto, algunos expertos hablan en particular de un “genocidio demográfico”. La periodista Sigal Samuel en VOX indica que entre 2015 y 2018, la población uigur en la provincia de Xinjiang se redujo en un 84%, y las cifras de esterilización “son drásticamente más altas que la tasa nacional china”. De acuerdo con las cifras presentadas por la Associated Press, “en 2014 se insertaron un poco más de 200,000 dispositivos intrauterinos (DIUs) en Xinjiang, número que aumentó a casi 330,000 DIUs en 2018, un aumento de más del 60 por ciento”.
Esta es la situación actual para millones de personas: una destrucción sistemática de su capacidad reproductiva con el objetivo de exterminar a la etnia a la que pertenecen.
Y como bien indica el comediante Bill Maher: ¿Saben a quién le importa un verdadero carajo que Dr. Seuss haya dibujado a unos chinos de manera racista? Exacto: ¡A los propios chinos!
Mientras nosotros nos peleamos por cancelar libros, películas o personajes de caricatura, China está rehaciendo al mundo a su imagen y semejanza, comenzando por su propio patio trasero.
15/3/21
EL REGRESO DE IL DUCE
La pregunta relevante ahora es: ¿Qué forma tomará el movimiento de Donald Trump en el corto o mediano plazo?
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
El domingo 28 de febrero, tras un periodo que los historiadores recordarán como “El Breve Silencio”, Il Duce en el exilio regresó triunfante.
Saliendo de un pantano (Mar-a-Lago) para arribar a otro (Orlando), Donald Trump se volvió a coronar con laureles de miedo y odio durante su participación en la Conservative Political Action Conference (CPAC). Ahí, el ogro naranja subrayó que el camino que inició hace cuatro años “está muy lejos de terminar”. Su discurso inició y terminó entre aplausos y vítores, eliminando cualquier sospecha sobre su muerte política.
No les diré más de su discurso, en parte porque no quiero aburrirlos y en parte porque no se dijo nada nuevo. Fue una colección de los ‘grandes éxitos’ que vimos durante sus dos campañas electorales y su presidencia; melodías como “seguiremos ganando”, “luchar contra el radicalismo de los Demócratas”, “derrotar al establecimiento político”, y otras tantas. Sorprendió, eso sí, por una confesión: “No comenzaré ningún partido político nuevo, [pero no hay necesidad] ya tenemos al Partido Republicano”.
¡Así las cosas, señores! No duramos ni dos meses y ahora el monstruo aparece de nuevo para amenazar otra vez al mundo. Les recuerdo que no llega solo: detrás de él hay un partido político secuestrado y millones de seguidores fanáticos.
La pregunta relevante ahora es: ¿Qué forma tomará el movimiento de Donald Trump en el corto o mediano plazo? Para esto, quisiera compartirles las opciones que nos señala la periodista Yasmeen Serhan en The Atlantic:
1. El caso Berlusconi: Silvio Berlusconi fue “el Trump antes que Trump”. Un empresario multimillonario, estrella de la TV, populista en contra del “establishment” y mujeriego irredento. Al igual que Trump, su carrera política se definió por escándalos, juicios e investigaciones judiciales, algo que nunca le quitó sus altísimos niveles de aprobación. Esta popularidad le permitió tener varios regresos triunfales al escenario político de Italia. ¿Logrará Trump emular a su compadre italiano? ¿Mantendrá ese culto de personalidad que también tuvo Silvio? ¿Mantendrá el control del Partido Republicano como Silvio dominó a Forza Italia? Sea como sea, una gran diferencia entre ambos es que Berlusconi siempre reconoció sus derrotas electorales sin grandes incidentes.
2. El Caso Perón: El arquetipo de todo populista contemporáneo, Juan Domingo Perón creó en la década de 1940 una fuerza política que traspasó fronteras y sobrevivió incluso a su muerte. ¿Cuál fue su secreto? Que al haber sido derrocado y exiliado en un golpe de estado, Perón pudo crearse una “narrativa de victimización”. Un sentimiento de agravio similar ya permea a los seguidores de Trump, quienes insisten en que la elección del 2020 fue robada. Incluso si Trump no compite en el 2024, la ideología del “trumpismo” (como la del “peronismo” en Argentina) seguramente definirá a los candidatos que surjan del bando Republicano.
3. El Caso Fujimori: Otro tipo de populismo que sobrevivió la pérdida de su líder. Al igual que el peronismo en Argentina, la ideología del expresidente Alberto Fujimori sigue siendo una fuerza política dominante en Perú. ¿La principal diferencia? Que el fujimorismo se mantuvo dentro de la familia del fundador; y hoy los hijos de Fujimori, Keiko y Kenji, lideran facciones rivales del movimiento. Algo muy similar ocurre con el trumpismo, donde Don Jr. e Ivanka han tomado banderas divergentes, aunque ambos buscan ser los herederos del trono que dejó su padre.
Queda claro que el trumpismo actual muestra características de todos estos modelos. Aunque bien indica Serhan que el movimiento de Trump seguramente será más similar al fujimorismo que al peronismo. Eso sí, sea cual sea el estilo que adopte, una cosa es totalmente segura: el trumpismo llegó para quedarse.