20/11/16

SOPITAS PARA LA MENTE

Lo que se requiere es una sociedad que posea las herramientas intelectuales para reconocer la verdad por sí misma. Porque la verdad no necesita de árbitros; lo que necesita son defensores.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Hace dos semanas escribí sobre la perniciosa influencia que los medios de información chatarra tenían en la salud de las democracias. Argumenté que ningún régimen democrático puede sobrevivir cuando la sociedad se deja consumir por charlatanerías y abandona todo parámetro compartido para entender la realidad.

Aunque reconozco que he dado mucha lata con este tema, mi insistencia no es gratuita. De no tomar acciones, veremos cómo este nihilismo informativo se agudiza en el futuro próximo.

Si usted todavía cree que el tema es irrelevante (no lo es) basta con decir que se ha convertido en una cuestión existencial en el discurso público estadounidense; no sólo porque ahí están los tres grandes núcleos infectados por las noticias chatarra -Google, Facebook y Twitter- sino también porque la desinformación causada por mentiras y rumores pudo ser un factor clave en la victoria del Fascista Americano (Letras Libres dixit).

Google y Facebook ya lanzaron el primer cañonazo en esta guerra, buscando asfixiar a los sitios que publican notas falsas al excluirlos de los servicios de publicidad de donde obtienen sus ganancias.

El caso de Facebook es particularmente complejo. Esta plataforma con 1,800 millones de suscriptores es para muchos de ellos el principal medio para conocer lo que sucede en el mundo.

Pew Research Center indica que en EE.UU. el 44% de las personas obtienen sus noticias a través de Facebook; cifra que aumenta a 61% entre los Millennials. En México la situación es similar: un 47% de las personas con acceso a Internet utilizan redes sociales para recibir noticias (IAB México). De acuerdo con Forbes, esto indica que los mexicanos ya usan Facebook como alternativa a los medios tradicionales de información; una tendencia que sin duda seguirá aumentando.


¿Cómo asegurar entonces que millones de ciudadanos eviten caer en las garras del rumor, la mentira y la ficción? Algunos argumentarán a favor de la censura. Dirán que basta con que un grupo de editores o algún algoritmo supriman las noticias falsas. Pero como bien indica Mark Zuckerberg, muchas veces es complicado discernir entre lo verdadero y lo falso en un texto. Agrega que en este proceso se puede atropellar la libertad de expresión, suprimiendo voces y perspectivas que no concuerdan con las propias al creer que son mentiras.

Mucha razón tiene el chaval Zuckerberg, aunque yo agregaría algo que es quizás igual de importante: que una empresa privada no debería tener la responsabilidad de “identificar” la verdad para nosotros.
Porque en esta problemática la solución jamás será la censura o la creación de "guardianes de la verdad". Lo que se requiere es una sociedad que posea las herramientas intelectuales para reconocer la verdad por sí misma. En palabras del periodista Jim Rutenberg: “la verdad no necesita de árbitros; lo que necesita son defensores”.

Todo esto suena muy bien si hubiera por lo menos algún tipo de plan para eliminar el analfabetismo mediático en nuestro país; pero al día de hoy no existe ni un borrador de éste.

Eso sí… ya hemos visto la tremenda disrupción y turbulencia que las noticias falsas tuvieron en la elección gringa del 2016. Si así les fue a los yanquis… no quiero ni saber lo que nos espera a nosotros en el 2018.

¡Aguas, señores! O como dicen en mi pueblo: sobre aviso no hay engaño.

Este texto apareció originalmente en Vértigo

18/11/16

LA DIPLOMÁTICA - DE OBAMA A TRUMP: INICIA LA TRANSICIÓN EN EL IMPERIO YANKEE

LA DIPLOMÁTICA - DE OBAMA A TRUMP: INICIA LA TRANSICIÓN EN EL IMPERIO YANKEE

Fecha de transmisión original: 18/11/2016
La Diplomática - Sección del noticiero "Primera Línea" con Vaitiare Mateos y Juan Pablo Delgado. 
(12:00 PM por AzNoticias; TV Azteca)


14/11/16

¿QUÉ ES LA VERDAD? ILUSIÓN, SOMBRA, FICCIÓN...

Ninguna democracia podrá sobrevivir en un contexto donde la sociedad que pretende gobernar no comparte ni siquiera los mismos parámetros de la realidad. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Escribo esta columna sin conocer los resultados electorales en Estados Unidos. Pero al final es irrelevante, porque gane Mr. Trump o Mrs. Clinton el mayor perdedor en la contienda habrá sido el pensamiento crítico.

Hace tiempo escribí cómo el electorado yanqui parecía haber llegado a un grado de cinismo sin parangón, claudicando a cualquier interés por conocer la verdad y los datos que sustentan al mundo.

En aquel momento hablé de cómo políticos populistas y una sociedad ignorante habían confluido para corroer a la democracia. Pero un culpable escapó a la guillotina: los nuevos medios de comunicación digitales.

Por algún tiempo se argumentó que el internet serviría para robustecer al sistema democrático, puesto que si los electores tenían más fuentes de información y un mayor número de perspectivas más correcta sería su comprensión del mundo. Pero lejos de instaurar una utopía democrática, los nuevos medios digitales abrieron una oscura grieta, por la cual millones de personas han caído para no regresar jamás.

En el centro de esta controversia están los sitios de noticias chatarra. Plataformas de corte radical que promueven agendas partidistas e ideológicas. Lo que menos les importa es que las noticias que transmiten tengan un ápice de relación con la realidad que todos habitamos.

¿A quién me refiero? En concreto a las nuevas cloacas de (des)información que se han destapado; sitios de la ultraderecha como Breitbart, The Blaze, The Grudge Report y un sinfín de opinadores de radio que pululan las ondas de AM.

Son aquellos que por años dijeron que Barack Obama era musulmán y originario de Kenia; y los mismos que ahora pintan a doña Hillary Clinton como el anticristo que busca quitar las armas a todos los buenos patriotas.

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La popularidad de estos medios chatarra no solo se debe a la ignorancia mediática del electorado yanqui (incapaz de discernir entre veracidad y amarillismo), sino también al incesante ataque y desprestigio que estos nuevos jugadores han infligido a los medios tradicionales del periodismo, por su presunta cercanía a los círculos del poder.

Bien comentó el influyente conductor de radio conservador Charlie Sykes que mientras él y sus compinches se entretenían arremetiendo contra los medios tradicionales terminaron por eliminar su credibilidad y por ende todo punto de referencia con la veracidad periodística.

Además reconoció que ahora todo intento por hacer regresar a su audiencia a la realidad es inútil: sus radioescuchas están ya infectados con el virus de la sospecha y la desconfianza contra la prensa “de élite”.

El resultado es un país donde no existe ya ningún tipo de árbitro que determine lo que es verídico y comprobable; donde las teorías de conspiración son igual de válidas que una estadística gubernamental.

Y aquí se esconde el mayor peligro, ya que ninguna democracia podrá sobrevivir en un contexto donde la sociedad que pretende gobernar no comparte ni siquiera los mismos parámetros de la realidad. Donde la división entre burbujas ideológicas es tal que cada una tiene sus propios datos y estadísticas.

Quien resulte triunfador no solo heredará un país dividido ideológicamente, sino también una sociedad hundida en la paranoia, la desinformación, el tribalismo y la ignorancia.

¡Que Dios se apiade de su alma!

Texto publicado originalmente en Vértigo