10/12/15

SMELLS LIKE TEEN SPIRIT

El Islam transita por una etapa sumamente confusa y agresiva. ¡Pues claro! Es una religión que apenas está entrando en su etapa adolescente. 


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Mucho se ha escrito sobre el caos que aflige al Islam. Ríos de tinta que nos recuerdan la histórica animosidad entre los Sunitas y los Chiitas; de cómo un barbárico Estado Islámico asesina a diestra y siniestra; de cómo hay una supuesta guerra contra Occidente tras los ataques de París…

Hoy me sumo a este análisis, pero me aventuro a presentar una teoría que no se ha manejado en los medios; una hipótesis poco ortodoxa que pretende explica por qué el Islam se encuentra transitando por esta etapa tan difícil y confusa. 

Me baso para este análisis en la aguda perspectiva del comediante John Oliver, quien comentó que la mejor manera para comprender la turbulencia en el Islam es entendiendo a esta religión como una que se encuentra transitando su adolescencia. 

Porque muy similar a lo que usted y yo experimentamos en nuestra juventud, el Islam sufre ahora los embates hormonales de la pubertad: se encuentra confundido, rencoroso y perdido en una espiral de irritación y desconcierto. 

El Islam está cercano a cumplir sus 1,400 años de historia, lo que presenta una interesante oportunidad para comparar su situación con la del Cristianismo, cuando era apenas también una religión moza. 

¿Se acuerdan dónde estaba la Iglesia Católica cuando cumplió sus catorce siglos? Les recuerdo: estaba realizando las últimas Cruzadas, torturando herejes con la Santa Inquisición; persiguiendo judíos por ser agentes del Maligno; quemando mujeres inocentes por ser supuestas brujas. No sólo eso, el Catolicismo estaba por entrar en una serie de guerras desatadas por la Reforma Protestante, causando millones de muertos y creando un sisma que persiste hasta hoy. ¡Eso sí que es una adolescencia ruda! 


Pero el Cristianismo ya ha salido de esa etapa y ha entrado en la adultez. Quizá por eso nos resulta sencillo voltear al pasado y reírnos de las locuras cometidas en nuestra pubertad.

Los musulmanes, en cambio, apenas empiezan a sufrir este proceso. Porque tras de ser dominados por los Otomanos y después por sus terribles padrastros europeos, el Medio Oriente despierta de una etapa difícil, totalmente confundido y buscando un nuevo lugar en el mundo. 

Quizá por esto se muestran tan susceptibles a cualquier crítica: basta con dibujar una caricatura de su Profeta para que cientos de musulmanes se pongan como locos a buscar responsables. O similar a los antiguos Católicos y Protestantes en el siglo XVI y XVII: toman cualquier excusa para atacarse unos a otros, o apoyar a grupos paramilitares en territorio de sus vecinos. Esta dinámica la vemos hoy en Irán, Arabia Saudita, Irak, Siria, Turquía, y el resto de la pandilla regional.

Ahora bien, la buena noticia es que las religiones suelen salir de esta etapa difícil e incómoda. Así pasó con el Cristianismo, que a excepción de algunos fanáticos, se desenvuelve de manera cordial con el resto del mundo. 

Por lo tanto, sólo nos queda esperar tres o cuatro siglos para que los Sunitas y los Chiitas resuelvan su diferencias y dejen de pelear por menudencias teológicas. Y como bien lo apunta John Oliver, quizá al final de este proceso no tengamos paz en el Medio Oriente, pero al menos los países de la región podrán enfocarse en pelear por cosas importantes como el resto del mundo: por recursos naturales y líneas arbitrarias en los mapas. 

¿No lo creen?

Este texto se publicó originalmente en Vértigo.

7/12/15

¿Cómo quiere su planeta? ¿Término medio o tres cuartos?

Creo que todos ustedes deben saber una terrible noticia: que pase lo que pase en la COP-21, la realidad es que ya nos jodimos como civilización. Porque querámoslo o no, lo terribles efectos del cambio climático están aquí para quedarse.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Es innegable que, año con año, el futuro de la moda se debate en la ciudad de París. Sin embargo, parece que esta vez se estará debatiendo el futuro de la humanidad entera. Porque hoy mismo en la Ciudad Luz, se está llevando a cabo el evento más importante del siglo. Me refiero a… ¡La XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de la ONU (COP-21)!

¿No les emociona? Yo sé que no… sé que suele ser una flojera hablar de cambio climático o de políticas ambientalistas. Pero hay que resistir la tentación de huir de este tema por varias razones. Primero, porque aquí no pienso aburrirlos con tecnicismos científicos o las complejas cláusulas jurídicas que se hablarán en la COP-21. Y en segundo lugar, porque creo que todos ustedes deben saber una terrible noticia: que pase lo que pase en París, la verdad es que ya nos fregamos como civilización. Porque querámoslo o no, los temibles efectos del cambio climático están aquí para quedarse.

¿Ya les dio miedo? ¿Todavía no? Pues dejen les paso algunos datos para que se espanten.

El gran reto para la humanidad es llegar a un acuerdo que evite calentar a la Tierra más de 2°C. Hasta ahora, los humanos ya hemos causado un aumento de 0.8°C; y por si no se han dado cuenta, esto ya comienza  a causar estragos en todo el planeta.

Creo que nadie ignora las erráticas temperaturas en algunas zonas del mundo, los fenómenos climáticos extremos (aquí en México, basta con mencionar al huracán Patricia), y el rápido descongelamiento de las capas polares, que contienen suficiente hielo para aumentar el nivel de los océanos por siete metros. Incluso se dice que para el año 2100, grandes zonas del Medio Oriente serán inhabitables para los seres humanos por el intenso calor que se sentirá durante el día.

No sólo esto, muchas ciudades del mundo están en serio peligro de quedar bajo el agua. Esto ya lo estamos viendo en las costas de Bangladesh, en Dinamarca y en Holanda. Y si alguien tiene planeado ir de luna de miel a las paradisiacas islas de Micronesia, ¡pues que vaya cambiando de planes!; probablemente será uno de los primeros países en hundirse bajo el mar.

¿Quieren más datos alarmantes? Pues el Centro Nacional de Australia para la Restauración Climática indica que incluso si todo el mundo dejara de emitir gases de efecto invernadero el día de hoy (lo cual no sucederá), aún existiría un 10% de probabilidad de superar los 2°C. ¡Piénsalo un segundo! Es como si te dijeran que el avión que acabas de abordar tiene un 10% de probabilidades de estrellarse al aterrizar. ¿Volarías en esa aerolínea? ¡Ni madres! Pero aquí no podemos cambiar de aerolínea, porque sólo tenemos un planeta donde vivir.


Volvamos a COP-21…

De acuerdo con el filósofo Peter Singer (y datos de la London School of Economics) incluso si los 154 países que asistieron a París cumplieran al pie de las letras sus compromisos para reducir los gases de efecto invernadero, el nivel de éstos seguiría incrementando. Para el año 2030, se emitirán entre 55 mil y 60 mil millones de toneladas de CO2 al año (de las actuales 50 mil millones de toneladas).

Pero hay un pequeño detalle: porque si queremos por lo menos un 50% de probabilidad de NO subir los 2°C, las emisiones de carbono deberían reducirse a 36 mil millones de toneladas por año. O sea que… ¡Pues ya valimos, compañeros!

Pero bueno… no hay que ser tan negativos en estas épocas navideñas. Nada de esto significa que ya mañana tengamos que enfrentar al apocalipsis climático. Porque aunque probablemente ya todo se fue al carajo, hay que explorar lo que podemos hacer para ayudar (aunque sea un poco) al planeta.

Esto caerá como buena noticia para muchos, pues parece que uno de los cambios más sencillos que podríamos hacer para mejorar el planeta es dejar de comer carnes rojas. Pues la industria ganadera por sí misma es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluso más que toda la industria de vehículos de transporte global (autos, camiones, motos, trenes, aviones, etcétera) que generan 14% de emisiones. Quizá ser vegetariano no sea suficiente para salvar al mundo… pero a estas alturas toda la ayuda es bienvenida.

Pero si después de todo esto todavía hay algunos que les importa poco el calentamiento global, les doy una última razón para preocuparse: consideren que entre más aumenten las temperaturas, menos posibilidades tendrán de usar ese hermoso abrigo Givenchy que compraron en Nueva York… o mejor dicho, ni siquiera van a poder ir a Nueva York otra vez, porque será una de las primeras ciudades en quedar bajo el agua cuando suban los niveles del mar.

Entonces, amigos… ¿cómo van a querer a tu planeta? ¿Término medio o tres cuartos?




Este artículo se publicó originalmente en Púrpura