14/4/19

HISTORIAS DE ULTRATUMBA

Tergiversar la historia no es ningún juego. En los últimos años hemos visto cómo la manipulación histórica puede ser usada para justificar los actos más atroces o fomentar actitudes de odio y xenofobia entre las sociedades.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
¡La historia vuelve con venganza! Cuando uno creía que por fin un evento había quedado sepultado bajo el peso de los siglos de pronto levanta su mano moribunda y podrida para atormentar a las buenas conciencias del mundo.

Yo sé, yo sé... reconozco que llegué muy tarde a la polémica causada por las misivas que el presidente AMLO envió a España y la Santa Sede. Por eso mismo no criticaré el tropiezo diplomático y me enfocaré en algo que me parece más relevante: el papel que juega la Historia en el discurso político contemporáneo a nivel global.

No hay ninguna duda, compañeros, en pleno siglo XXI la Historia se presenta como un líquido hirviente en todas las latitudes, y basta con que surja un líder mínimamente perverso para ver cómo los hechos pasados son retorcidos y utilizados como arma política para dividir y polarizar a la sociedad.

Que quede claro: tergiversar la historia no es ningún juego. En los últimos años hemos visto cómo la manipulación histórica puede ser usada para justificar los actos más atroces o fomentar actitudes de odio y xenofobia entre las sociedades.



31/3/19

Y, ¿DÓNDE ESTÁ EL PILOTO?

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se robó el libreto de la Historia y lo transformó, nombrándose el gran héroe del liberalismo; el inextinguible faro de la democracia; el “Líder del Mundo Libre”.  Hoy sucede algo extraño: ¡Nuestro cuento está incompleto! ¡El gran héroe se ha extraviado! 



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Primero una confesión: nunca logré escribir un buen texto de ficción, quizás ni siquiera uno malo. Todos han sido terribles. Pero según los expertos, toda buena historia (las populares, al menos) tienen una característica tan básica como obvia: la lucha entre el Bien y el Mal.

Esta narrativa también movió a la Historia mundial por siglos, y en todos lados encontramos narraciones repletas de héroes que vencieron (o en nuestro caso, casi vencieron) a sus perversos enemigos.

Pero tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se robó el libreto y lo transformó, nombrándose el gran héroe del liberalismo; el inextinguible faro de la democracia; el “Líder del Mundo Libre”.

Hoy sucede algo extraño: ¡Nuestro cuento está incompleto! ¡El gran héroe se ha extraviado!

Todo porque Trump claudicó a su rol como paladín de la libertad y llevó a EUA al lado oscuro, celebrando y promoviendo ideologías de dudosa procedencia.

Aquí los mafiosos son conocidos: Xi Jinping en China; Putin en Rusia; Trump en EUA. Debajo de ellos, actores secundarios: Bolsonaro en Brasil; Erdogan en Turquía; Orban en Hungría, y otros patiños ruidosos. Más abajo, dictadorzuelos con impacto reducido.

Pero en el equipo de la democracia liberal hay un abismo; y como indica el periodista Adam Taylor, los cuatro posibles candidatos para ser el “líder del mundo libre” -Canadá, Alemania, Francia o Gran Bretaña- están empantanados en sus propias broncas políticas.

Justin Trudeau se encuentra enrollado en un escándalo de corrupción, y si el Partido Liberal pierde la mayoría en las elecciones de octubre… ¡pues adiós Nicanor!

Angela Merkel anunció ya su jubilación. Nuestra Dama de Oro -un peso pesado del liberalismo, sin duda- no competirá en las elecciones del 2021. Así termina su dominio de Unión Europea por más de 13 años. Auf wiedersehen, Doña Merkel!

Su vecino también se las ve negras (no empiecen). Desde noviembre, Emmanuel Macron enfrenta a los “chalecos amarillos” que protestan contra la desigualdad. Monsieur Macron va mejorando, pero así no se puede ser el líder liberal del mundo. ¡C’est la vie!

Y del Reino Unido ni hablemos. El Brexit los dejó encuerados y si Theresa May no ha perdido su chamba es porque nadie la quiere.

Ante este ominoso panorama, sólo queda acudir al clásico: “¿Y ahora quién podrá defendernos?” ¿Cómo combatir a las fuerzas anti-liberales sin grandes héroes?

CONTINUAR LEYENDO



18/3/19

EL SUTIL ARTE DEL PESIMISMO

Dentro del pesimismo se encuentra la clave para sortear los cantos de sirena de la falsa felicidad y llegar a un puerto seguro.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Vivimos en tiempos ominosos donde la felicidad y el optimismo se presentan como los valores supremos.

En este torbellino escritores charlatanes se vuelcan a vendernos libros de “autoayuda”, políticos nos prometen imposibles paraísos y líderes económicos nos piden entregarnos al trabajo con amor para lograr no únicamente el éxito sino una felicidad holística perpetua. En pocas palabras, el mantra de moda parece ser: “Mereces cosas buenas, así que sé optimista y conseguirás lo que deseas”.

A nadie sorprenderá mi sospechosismo hacia las oscuras intenciones del optimismo desbordado. Creo que una de las mayores trampas de la cultura moderna fue vendernos la idea de que todo tiende a mejorar y que estamos en la ruta del progreso ininterrumpido. ¡Nada más falso!

Bien lo indica el filósofo Alain de Botton: la única verdad es que el caos y la crisis son la modalidad estándar del mundo. La vida es teatro del absurdo sin libreto; la felicidad, escurridiza y fugaz, y la Diosa Fortuna impone su voluntad, barriendo a un lado nuestras buenas intenciones. ¡Así las cosas, muchachos!

¡Pero no se depriman! Porque dentro de este pesimismo se encuentra la clave para sortear los cantos de sirena de la falsa felicidad y llegar a un puerto seguro. Les explico.



3/3/19

PURÉ DE PAPA

Iniciamos el año planeando magníficas proezas napoleónicas únicamente para caer en cuenta que soñar es gratis, pero lograr objetivos es una tremenda friega. ¡Ni hablar, señores! Pero incluso en el pantano podemos sentirnos mejor sabiendo que existen personas con problemas aún mayores. Para esto no miremos más lejos que la Santa Sede.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Para cuando lean esto la tortuosa pendiente de febrero habrá terminado y solo queda esperar que marzo traiga verdes praderas de orden y progreso.

No hay duda: iniciamos el año planeando magníficas proezas napoleónicas únicamente para caer en cuenta que soñar es gratis, pero lograr objetivos es una tremenda friega. ¡Ni hablar, señores!

Pero incluso en el pantano podemos sentirnos mejor sabiendo que existen personas con problemas aún mayores. Para esto no miremos más lejos que la Santa Sede.

Entra en escena Francisco I, soberano de la Ciudad del Vaticano, Obispo de Roma, Vicario de Cristo y siervo de los siervos de Dios. ¡Ni más ni menos!

La pesada cruz sobre sus hombros es la epidemia de abusos sexuales (y otras mañas) cometidas por el clero católico. Pero Francisco busca una salida y el 21 de febrero inauguró una cumbre histórica que reunió a más de 200 obispos, cardenales y líderes religiosos de todo el mundo para enfrentar esta bochornosa (y criminal) temática.

La urgencia era obvia ya que basta recordar lo ocurrido solo en 2018 para dimensionar el cataclismo institucional que enfrentaban. Ahí les van algunos highlights del año pasado.

CONTINUAR LEYENDO


24/2/19

EL GANSO VERDE

Desde el ominoso informe publicado en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual dice que tenemos hasta 2030 para evitar el apocalipsis, no había dedicado atención al tema del cambio climático, quizá por preferir los espirales hedonísticos de las vacaciones navideñas. Así que tomemos un tiempo para analizar el panorama y ver si vamos por buen camino. (Spoiler: ¡No vamos!). ¿Listos, chatos? ¡Avancemos!



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

En mi sesión freudiana de la columna anterior apunté que uno de mis diez mayores miedos (el número dos en la lista, para ser exactos) era mi temor al cambio climático.

Pero desde el ominoso informe publicado en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual dice que tenemos hasta 2030 para evitar el apocalipsis, no había dedicado atención al tema, quizá por preferir los espirales hedonísticos de las vacaciones navideñas.

Así que tomemos un tiempo para analizar el panorama y ver si vamos por buen camino. (Spoiler: ¡No vamos!). ¿Listos, chatos? ¡Avancemos!

Empezamos este recorrido en noviembre, cuando el gobierno de EU publicó el National Climate Assessment. En mil 600 páginas 13 agencias federales advierten sobre los daños que el cambio climático causará en su país, incluyendo amenazas a la salud pública, climas extremos, peor calidad del aire, propagación de enfermedades por plagas, y falta de alimentos y agua. Al final, el costo de este congalito podría representar 10% del PIB para finales de siglo. Ahí nomás...

Saltamos a enero con un estudio publicado en Science que muestra cómo los océanos se están calentando a una velocidad más rápida de lo previsto. Este detallito tiene consecuencias aterradoras: más calor aumentará el nivel del mar y provocará inundaciones en las costas; conducirá a una mayor pérdida del hielo en los polos (lo que calienta aún más a los mares), y crea tormentas y huracanes más intensos. ¿Ahí la dejamos o le seguimos?

CONTINUAR LEYENDO




4/2/19

DIEZ COSAS QUE ME ASUSTAN

Hoy el Árbol de Moras se convierte en un diván freudiano y nos adentramos a los rincones más oscuros de nuestra mente para escudriñar esas sombras que nos persiguen diariamente.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Mencioné en la columna anterior que por más que quisieran cumplir los propósitos de año nuevo a estas alturas del juego la mayoría de ustedes fracasaron y se encuentran en el fondo del despeñadero de la angustia y el odio personal. Pero así es la vida, chatos… ¡Avancemos!

Porque la realidad es que nada de eso debe quitarnos la motivación en este 2019. Aun cuando sus propósitos sean restos de un naufragio existen otras estrategias para mejorar este año.

Recientemente descubrí un podcast llamado 10 things that scare me. En él la periodista Amy Pearl entrevista a toda clase de personas para conocer sus diez principales miedos.

¿Para qué hacer esto?, preguntará algún escéptico. Pues en palabras de Brooke Gladstone (magnífica conductora de On The Media) la mayoría de las decisiones que tomamos en la vida son motivadas por nuestros miedos. Así que al enlistarlos y conocerlos podemos tener una mayor claridad de dónde estamos parados y (quizá) tomar decisiones más acertadas.

Así que hoy El árbol de moras se convierte en un diván freudiano y nos adentramos a los rincones más oscuros de nuestra mente para escudriñar esas sombras que nos persiguen diariamente.

Sin más rodeos aquí están las diez cosas que asustan a Juan Pablo Delgado.

CONTINUAR LEYENDO


20/1/19

COMO GORDOS EN TOBOGÁN

Por más idealistas que sean las promesas de tener un “próspero año nuevo” la realidad es que los próximos doce meses se verán repletos de nubarrones oscuros y ominosas señales. Pero no tengamos temor… ¡Avancemos!


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡Muy bien, damas y caballeros! Se acabaron las parrandas, concluyó el Guadalupe-Reyes y a pesar de nuestras heroicas promesas todas serán fútiles: este 2019 arribamos más gordos y endeudados. ¡Oh, sí!

Pero más allá de nuestra tragedia personal me aventuro a decir que la misma situación se replica en el escenario internacional. Ya que por más idealistas que sean las promesas de tener un “próspero año nuevo” la realidad es que los próximos doce meses se verán repletos de nubarrones oscuros y ominosas señales. Pero no tengamos temor… ¡Avancemos!

El principal espectro que recorre al planeta hoy es el de una recesión económica. Las señales aún son tenues pero no por eso menos amenazantes. 

CONTINUAR LEYENDO


6/1/19

MIEDO Y ODIO EN AÑO NUEVO

Así iniciamos el año, con el presidente del imperio yankee furioso, solitario y asediado en múltiples frentes. Y como este 2019 también será el inicio de la carrera presidencial rumbo a 2020, el miedo, el odio y la paranoia del presidente Trump solamente irán in crescendo.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Quizá no debería sorprendernos a esta altura del partido, pero fue imposible no sentir en las últimas semanas una oscura sombra ominosa recorriendo a Estados Unidos. Porque si alguien terminó de manera turbulenta un —ya de por sí— inmensamente turbulento año es nuestro vecino del norte: Donald Trump.

Por 24 meses Trump ha gobernado de manera irracional, vengativa y paranoica. Pero el pasado diciembre fue apabullante para todos, terminando como uno de los meses más convulsionados de su presidencia. Vayamos por partes.

Nuestro teatro del absurdo inicia el martes 18 de diciembre.

CONTINUAR LEYENDO


23/12/18

¡OTLA VEZ ALOZ!

¿Qué estrategia tiene AMLO para lidiar con la segunda potencia económica en el mundo? Del ronco pecho del nuevo canciller, Marcelo Ebrard: China es “uno de los países clave en la estrategia de diversificación económica” y AMLO buscará un “nuevo capítulo” en la relación bilateral. ¡Qué bonito es lo bonito! ¿Pero es factible un mayor acercamiento con los chinos?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


El Gran Tour de la 4T entra en su recta final. Hasta ahora hemos recorrido las praderas latinoamericanas y los tenebrosos bosques europeos para conocer el panorama internacional que enfrentará la nueva administración. ¿Cuál ha sido el veredicto? ¡Un verdadero desastre!

En ningún lugar encontramos aliados naturales de AMLO. Prácticamente toda América Latina ha dado un giro a la derecha (o implosiona bajo dictaduras tropicales trasnochadas); y en Europa el neofascismo y el populismo multifacético tienen a la Unión en estado catatónico.

Huyamos de tan horrendas visiones y visitemos mejor al imperio que podría ser protagonista en el próximo sexenio: la República Popular de China.






9/12/18

GRAN TOUR EN CLASE JUARISTA

Hoy dejamos el continente americano y volteamos hacia Occidente buscando señales de esperanza en el Viejo Continente. ¡Gran error! Porque si creían que nuestro presidente encontraría estabilidad y simpatizantes en Europa la situación allá es igualmente adversa para AMLO.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

¡El presidente ha muerto! ¡Larga vida al presidente! Por fin la Cuarta Transformación arribó con todo su esplendor y majestuosidad popular y con ella entramos a una nueva época gloriosa de la vida política de México. Ahora sí, señores… ¡a darle que es mole de olla!

Suficiente sátira. Hoy no habrá burlas así que tomemos el ejemplo de otro ilustre mexicano y “a otra cosa, mariposa”.

AQUÍ EL TEXTO COMPLETO


25/11/18

HAY QUE SABER LLEGAR

¡Ah, señores! ¡Qué hermosos los buenos viejos tiempos! Todo era solidaridad, hermandad y antiimperialismo yankee. Pero de vuelta al presente (y un infarto al corazón después) nuestro ya recorrido AMLO se levantará de su hamaca el 2 de diciembre, abrirá las ventanas de Palacio Nacional y verá un panorama totalmente distinto.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Quién sabe por qué somos así pero como mexicanos tenemos una fama ganada a pulso de siempre llegar tarde a los eventos sociales. En este caso la fiesta a la que arribamos con una década de tardanza es a la del populismo de la izquierda latinoamericana.

Porque estemos o no a favor de la llamada Cuarta Transformación de México la realidad es que el proyecto de Andrés Manuel López Obrador se percibe anacrónico y desentonado dentro del presente escenario internacional. ¿A qué me refiero?
Hagamos un ejercicio de imaginación y retrocedamos una década en el tiempo. Es 2006 y el presidente legítimo (ahora sí) es el mismísimo AMLO. A pocos días de iniciar su mandato presidencial ¿qué se hubiera encontrado en nuestra vecindad inmediata?



Nuestro flamante presidente de 53 años se hubiera encontrado con la decadente y libertina parranda organizada por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y sus compinches.

Viajando al sur se hubiera encontrado con una Venezuela gobernada por el emperador Hugo Chávez, borracho hasta las chanclas de petrodólares. Brasil no cantaba mal las rancheras con el carismático Luiz Inácio Lula da Silva en el ápice de su poder. Más al sur hubiera visto a las pampas argentinas pisoteadas por Néstor Kirchner y su tétrica esposa Cristina.

En Bolivia el pintoresco Evo Morales gozaba de altísimos índices de popularidad. Chile tenía a una mujer de izquierda moderada en la figura de Michelle Bachelet. Ecuador se uniría a esta orgía de izquierdas con Rafael Correa a partir de 2007; Paraguay con Fernando Lugo en 2008, y Uruguay con José Mujica a partir de 2010.

Más cercano a casa AMLO hubiera compartido frontera marítima con el mismísimo comandante Fidel Castro, todavía líder supremo de su isla. En el patio trasero Daniel Ortega gobernaba con puño de hierro a Nicaragua.

¡Ah, señores! ¡Qué hermosos los buenos viejos tiempos! Todo era solidaridad, hermandad y antiimperialismo yankee.

Pero de vuelta al presente (y un infarto al corazón después) nuestro ya recorrido AMLO se levantará de su hamaca el 2 de diciembre, abrirá las ventanas de Palacio Nacional y verá un panorama totalmente distinto.

Próximamente Brasil será gobernado por un sicópata ultraderechista con tendencias homicidas. Venezuela es solo una sombra de lo que fue bajo el chavismo e implosiona en medio de una crisis económica y humanitaria sin precedente. Tanto Argentina como Chile giraron a la derecha tras gobiernos mediocres (Chile) y desastrosos (Argentina).

En Cuba Fidel Castro ya se nospetateó y Raúl, su hermano, está en retiro permanente; por si fuera poco, los cubanos buscarán con su nuevo presidente abrir espacios al libre mercado.

Evo Morales está a punto de causar una crisis constitucional al buscar reelegirse por cuarta ocasión. Nicaragua se hunde en el fango por la represión masiva de Ortega. Ecuador sigue en la izquierda pero en abierto conflicto con su antiguo patrón por la crisis humanitaria venezolana —incluso retirándose del ALBA por la negativa de Venezuela a tomarse con seriedad su desastre nacional y regional.

Es indiscutible: la bacanal de las izquierdas y del nuevo socialismo del siglo XXI terminó hace tiempo. Pero como buen mexicano AMLO llega tarde cantando a ronco pecho los cánticos revolucionarios del pueblo sabio.

Aunque ahora que lo pienso bien quizás AMLO solo esté rindiendo honor a José Alfredo con eso que decía de “no hay que llegar primero, sino hay que saber llegar”.

12/11/18

STALIN UPDATE

Yuval Noah Harari argumenta que la diferencia entre democracias y dictaduras no es la pugna entre dos sistemas éticos opuestos, sino entre dos sistemas de “procesamiento de información”


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Mientras aquí en México soñamos con trenes mayas, nuevos aeropuertos y refinerías innecesarias, los gobiernos con un mínimo de previsión política y social enfocan su atención en la revolución tecnológica que sacudirá la vida de millones de ciudadanos: el imparable auge y desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).

En un futuro donde la IA dominará nuestras vidas se prevén dos grandes problemáticas.

La primera afectará al mundo laboral. Existen numerosas estimaciones sobre el tamaño del impacto, pero las cifras varían entre un 14% de los empleos siendo reemplazados por máquinas (OCDE, 2018), hasta un 30% de los trabajos siendo eliminados por robots inteligentes (McKinsey Global Institute, 2017).

Sin embargo, el escritor Yuval Noah Harari identifica algo aún más perverso en el auge de la IA. Para él, la misma tecnología que hará económicamente irrelevantes a masas de ciudadanos podría también eliminar sus libertades políticas y civiles, facilitando a los gobiernos el monitoreo, control y manipulación de sus gobernados.

Harari argumenta que esto ya sucede en China, con su Sistema de Crédito Social (SCS). El SCS es un algoritmo que monitorea las actividades que realizas en tu celular (las páginas que visitas, las compras que haces, la pornografía que ves, los pagos a tu tarjeta de crédito...) y otorga una calificación que indica si eres un ciudadano “confiable”. Un puntaje alto otorga privilegios, mientras que uno bajo impone castigos, incluyendo evitar la compra de pasajes de tren o avión, estudiar en escuelas privadas, trabajar en ciertas empresas, etcétera.

Ésta es la segunda problemática que traerá la irrupción de la IA: el surgimiento de un autoritarismo digital inteligente. Una “Smart Dictatorships”, si usted gusta, donde los gobiernos serán más eficientes para reprimir, controlar y castigar a sus ciudadanos cautivos. 

Harari argumenta que la diferencia entre democracias y dictaduras no es la pugna entre dos sistemas éticos opuestos, sino entre dos sistemas de “procesamiento de información”. Las democracias distribuyen la información entre numerosos agentes, mientras que los regímenes autoritarios la concentran en un círculo reducido de personas. 

Con la tecnología arcaica del siglo XX, los sistemas autoritarios inevitablemente colapsaban: al no poder procesar tanta información, la ineficiencia incrementaba, se estancaba la innovación y el crecimiento económico, y al final el sistema implosionaba.


Pero la IA soluciona todos estos problemas. Hoy es posible procesar miles de millones de datos de manera inmediata. De hecho, dice Harari, la IA “podría hacer a los sistemas centralizados aún más eficientes que los sistemas difusos”, porque una computadora trabaja mejor entre más datos concentra en un solo lugar. Así, la mayor desventaja de las dictaduras pasadas -concentrar el poder e información en un lugar- podría ser hoy su ventaja definitiva.

Por desgracia, nosotros mismos alimentamos esta pesadilla, al entregar diariamente -y sin chistar- nuestra información personal a empresas con poco interés por salvaguardar nuestra privacidad.

Harari advierte que una posible solución para detener a las dictaduras inteligentes sería crear nueva legislación que prohíba a las empresas de tecnología usar nuestra información personal a su gusto, y prohibirles entregarla a los gobiernos.

Pero… ¿Tendrán los arquitectos de la Cuarta Transformación de México la mínima idea de cómo resolver esta problemática? ¿O será el “pueblo sabio” quien nos defienda de la inteligencia artificial?

Porque si esto es así… ¡Estamos perdidos!

Publicado originalmente en Vértigo

15/10/18

LOS HOMBRES QUE INCENDIARON AL MUNDO

Por un lado tenemos a un orate esquizofrénico liderando una superpotencia que no cree en el cambio climático. En el otro, un orate Stalinista que busca destruir el mayor bosque del planeta.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


Tras una temporada de ausencia, El Árbol de Moras regresa a las páginas de Vértigo. 

Y aunque esta noticia debería obligar la celebración de unas bacanales, mi éxtasis se diluyó súbitamente por la aparición de otro evento que descarriló todo sentimiento de algarabía y felicidad: estimados lectores, con toda la pena les comunico que nuestro planeta está en ruta al cataclismo absoluto.

“¿Por qué el catastrofismo?”, preguntará algún despistado. 

La respuesta sencilla es: el cambio climático. Y la respuesta más elaborada es el recién publicado informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Que no quede ninguna duda. Las conclusiones del IPCC son verdaderamente ominosas: de no cambiar el rumbo actual, la humanidad habrá incrementado para el 2030 la temperatura del planeta 1.5 grados Celsius sobre los niveles preindustriales, desatando una verdadera catástrofe ecológica y humanitaria en los años subsiguientes.

Hoy nos encontramos a dos tercios del camino, (+1 grado Celsius) y las consecuencias ya son evidentes: huracanes de mayor fuerza, descongelamiento inaudito de las capas polares, insólitas oleadas de calor, y así una larga lista de amenidades. De acuerdo con el IPCC, para salir de esta carrera hacia el fondo, las emisiones globales de dióxido de carbono deberán reducirse en los próximos 12 años a un 45% de los niveles del 2010 y llegar a un equilibrio de cero emisiones para el 2050.

La buena noticia es que esta tarea hercúlea es técnicamente posible. Como civilización sí podemos lograr estos cambios, aunque requieran de enorme voluntad política y de cambios radicales en áreas tan divergentes como energía, industria, construcción, transporte y agricultura.

Hasta aquí las buenas noticias.


Porque si somos realistas, nos daremos cuenta que existen dos personajes en el escenario internacional que muy seguramente descarrilarán cualquier progreso. El primero (no sorprende) es Donald Trump, quien no sólo ha expresado su total escepticismo hacia la existencia misma del calentamiento global, sino que ha realizado toda clase de acciones para empeorar aún más el problema.

Porque aún cuando Estados Unidos es el segundo emisor de gases de efecto invernadero, en su corta presidencia Trump abandonó el Acuerdo Climático de París; canceló el Clean Power Plan (reduciría el CO2 en las plantas de energía); pretende revivir la industria del carbón; canceló los nuevos estándares de eficiencia en los autos; y eliminó  regulaciones que podrían causar fugas de metano (un gas 30 veces peor que el CO2). En otras palabras: No hay remedio...

El otro personaje es Jair Bolsonaro. Un flamante neo-fascista desconocido hasta hace poco, pero que obtuvo el 46.5% de la votación en la elección presidencial de Brasil.

Pero más allá de sus famosos comentarios misóginos y homofóbicos; o de sus tendencias autoritarias y asesinas, Bolsonaro pretende también eliminar candados para destruir aún más el Amazonas con fines ganaderos y agrícolas. 

Hoy el Amazonas es la zona más deforestada en el mundo; y estimaciones de la WWF indican que para el 2030 (nuestro año negro) cerca del 30% del Amazonas estará sin árboles, y eso con las tendencias actuales de destrucción. De llevar a cabo el plan ecocida de Bolsonaro, las pérdidas serán aún mayores. Lo único que nos faltaba...

Así que por un lado tenemos a un orate esquizofrénico liderando una superpotencia que no cree en el cambio climático. En el otro, un orate Stalinista que busca destruir el mayor bosque del planeta.

Quiero ser optimista… ¡Pero así yo no juego!

Publicado originalmente en Vértigo

1/8/18

EL SUICIDIO DE LAS NACIONES

Así como ciertos individuos exitosos optan por terminar con su vida, quizá sea posible establecer un paralelismos (en sentido figurado) con las naciones más desarrolladas, las cuales toman decisiones político-electorales tan desafortunadas que inevitablemente llevarán al debilitamiento y decadencia de sus sociedades.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú


“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”.
- Albert Camus

Los suicidios entre personas consumadas y exitosas resulta paralizante. Para el resto de los mortales, nos pone en claro que una vida de éxitos, fama y dinero no es lo que todos idealizamos; y que obtener más premios o reconocimiento no necesariamente lleva a la felicidad. 

Con lo anterior parafraseo las palabras de Andrew Solomon en The New Yorker, escritas tras la muerte del legendario Anthony Bourdain. En su texto, Solomon busca una respuesta al enigma del suicidio entre las personas más destacadas en sus particulares esferas. Naturalmente, no extrañará saber que sobresalen los contextos de vida complicados o padecer de algún problema neurológico grave.

La exposición de Solomon me lleva a cuestionar si este fatídico acto individual no podría tener una proyección más amplia, afectando a una sociedad entera o incluso llegar a los escenarios de la geopolítica.

¿A qué me refiero con esto? De entrada, clarificar que no estoy hablando de suicidios en masa o algo similar. Me refiero que así como ciertos individuos exitosos optan por terminar con su vida, quizá sea posible establecer un paralelismos (en sentido figurado) con las naciones más desarrolladas, las cuales toman decisiones político-electorales tan desafortunadas, desesperadas o nefastas, incluso cuando resulta obvio prever que dichas acciones inevitablemente llevarán al debilitamiento y decadencia de sus sociedades.

¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué países como el Reino Unido, Estados Unidos, Israel, Italia, Alemania, Austria, Dinamarca, Holanda, Francia o España abrazan cada día más los ideales radicales o fatalistas de ciertos políticos que ponen en riesgo directo al mismo sistema que los llevó a tener todas las garantías que disfrutan?

De acuerdo con el académico alemán Yascha Mounk, existe entre la juventud europea y norteamericana una evidente pérdida de fe en la democracia. Como indicó en entrevista con The Atlantic: “las personas en Europa y también en Estados Unidos son mucho más propensas que hace 20 años a decir que apoyan ‘a un líder fuerte que no tenga que molestarse con los políticos o las elecciones’”.

Pero esto no es exclusivo de los jóvenes, explica Mounk. En todos los países mencionados, la sociedad no solo está descontenta con sus gobiernos, sino que cada vez está más “encabronada” (pissed off, diría él) con el sistema político en general. Esto vuelve a los ciudadanos más propensos a elegir gobiernos populistas o aceptar políticas públicas radicales que erosionan el funcionamiento de sus democracias, poniendo en peligro su prosperidad económica, y debilitando el Estado de Derecho que les garantiza libertades civiles, políticas y los derechos humanos.

Volvamos a la pregunta central de esta temática: ¿Qué es lo que ocurre entonces?


El primer error sería enfocarnos en la economía. Numerosos estudios han demostrado que el populismo no surgió tras la crisis del 2008, y tampoco que hayan sido los más desafortunados quienes votaron por Donald Trump, optaron por el Brexit o dan cada vez más votos al extremismo de izquierda o derecha en Europa.

Una hipótesis atractiva parece ser la del académico Macario Schettino. Él indica que la respuesta se encuentra en los modelos de comunicación que imperan y definen a la sociedad contemporánea.

¿A que se refiere Schettino? Simplemente que los modelos de comunicación son los que moldean la forma en la que se transmiten la mayoría de las ideas entre un público masivo, haciendo que algunas de estas ideas crezcan y se expandan, mientras otras se marchitan o simplemente se olvidan.

Schettino habla de la muerte de la llamada edad de la razón, sepultada hace mucho tiempo por los medios masivos de comunicación que colocaron las emociones y sensaciones al centro de nuestra comunicación.  Pero incluso ahora es este modelo el que se derrumba, siendo sustituido por la transmisión y recepción de ‘información bruta’. “No es que ya no estemos pensando racionalmente, sino que ni siquiera lo hacemos sentimentalmente”, apunta Schettino. 

Hoy, la manera en la que recibimos información en el presente nos divide como sociedad. Nos volvemos partes de tribus que aceptan o rechazan visceralmente la información que nos llega “en bruto” a través de redes sociales u otras TIC. “Hemos hecho equiparables todos los sentimientos, de forma que ahora lo único que importa es lo que nos interesa, que es lo que nos hace pertenecer a un grupo, virtual, que junto con centenares de otros impulsa esos intereses en una agenda pública absolutamente inmanejable”, indica el académico.

Andrew Solomon también hace eco de esta idea, al decir que existe un factor subestimado que podría acentuar la decisión por el suicidio: que el discurso público se encuentra hoy dominado por el rencor, el prejuicio, la intolerancia y la agresividad; plasmados diariamente en cientos de titulares de noticias y en miles de comentarios en las redes sociales.

Para un individuo, esto causa una mayor sensación de alienación, depresión, ansiedad, miedo e incertidumbre que lo coloca al límite del abismo. Para una sociedad entera, este tipo de comunicación se convierte en un arma terrible que desgarra el tejido social y corroe al espíritu democrático. 

Considerando la extrema polarización que vivimos en nuestras elecciones presidenciales, no estaría de más preguntarnos: ¿Si esto está ocurriendo en los países más desarrollados… qué podríamos esperar en el futuro para nuestro pobre México? 

Publicado originalmente en Revista Líder México

1/6/18

LA DEMOCRACIA CONTRA LAS CUERDAS

"Uno de los mayores problemas de la democracia, de cualquier democracia, es la facilidad con la que puede ser subvertida y saboteada desde adentro”.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

El pasado mes de marzo inició un periodo sin precedentes en la historia de la humanidad. Un periodo en el cual el mayor número de personas estarán llamadas a las urnas para ejercer su voto; comenzando con la elección presidencial de Rusia y concluyendo casi un año después con las elecciones generales de la India en abril del 2019.

Si nos acotamos tan sólo al 2018, basta decir que cinco de los 10 países más poblados del mundo celebrarán elecciones presidenciales: Brasil, Pakistán, Bangladesh, Rusia y México, quienes juntos tienen una población de 800 millones de personas. Si sumamos a la India, hablamos ya de casi 1,800 millones de votantes en total.

Pero lo que a todas luces debería ser motivo para una celebración en pro de la democracia, rápidamente se ha transformado en un amargo drama político de escala planetaria.

La elección de Rusia (18 de marzo) fue poco más que una simple formalidad, un evento semi-democrático donde el presidente Vladimir Putin fue prácticamente el único candidato real en la boleta. 

La elección de Egipto (26 de marzo) fue todavía peor: el general Abdel Fattah el-Sissi arrasó en la elección que contaba con sólo un candidato opositor, el cual en realidad era aliado cercano del gobierno. Claro… todo esto tras haber encarcelado o amedrentado previamente al resto de los competidores. 

La elección de Hungría (08 de abril) ensombreció todavía más el panorama, pues en el corazón de la Unión Europea fue reelegido el primer ministro Viktor Orban con el 49% de los votos, dando legitimidad y continuidad a su régimen autocrático, racista, ultra-nacionalista y anti-migratorio.

Que nadie se equivoque: estamos frente a una panorama oscuro. Las democracias liberales pasan por un terrible momento en todo el mundo; y no sólo están recibiendo una paliza, sino que se encuentran prácticamente contra las cuerdas en una batalla a puño limpio contra el incipiente autoritarismo.

Por si fuera poco, nuestro futuro tampoco luce prometedor...


El pasado 07 de abril, el expresidente Luis Inácio “Lula” da Silva era encarcelado en Brasil -la mayor democracia en América Latina- diluyendo (por no decir eliminando) su muy probable victoria en las elecciones presidenciales de octubre. Esta acción abre el camino al populismo de derecha en el gigante latinoamericano, manifestada en la figura de Jair Bolsonaro, personaje que suele defender a la dictadura militar de su país de los años 60, entre otras monerías cuasi-autoritarias.

Ya ni hablar del resto de las elecciones planeadas para este año, pues tanto en Venezuela, como en Irak, en Afganistán o Pakistán, los procesos que se promueven como libres y transparentes seguramente dejarán mucho que desear en el ideario democrático.

Por si fuera poco, en el centro de este espiral tormentoso se encuentra México y nuestra elección del 01 de julio. 

La cuestión que surge inevitable en la mente de periodistas y electores es muy simple: ¿Seremos capaces de sortear la amenaza del populismo que recorre al mundo o seremos una víctima más de la epidemia autoritaria?

Si tomamos como guía las palabras de Christopher Domínguez Michael (El Universal), veremos que “nada de lo que nos ocurre [en México] es indistinto al curso actual del mundo, donde los estudiosos anuncian el fin de la era democrático–liberal y su mutación en una época de turbulencia populista”.

¿No están convencidos? Vayamos entonces a los datos duros, los cuales apuntan también hacia el peor de los escenarios. 

De acuerdo con la última encuesta de Latinobarómetro (2017), el 82% de los mexicanos indica estar poco o nada satisfecho con la democracia; sólo el 56% considera que la democracia es el mejor sistema de gobierno; y el 43% responde que le da lo mismo tener un gobierno democrático o uno autoritario.

Por su parte el informe AmericasBarometer 2017 (realizado por la Universidad de Vanderbilt) muestra que cerca el 47.5% de los mexicanos apoyaría un golpe de estado militar si éste garantiza un descenso en las tasas de criminalidad; mientras que un 49.9% apoyaría un golpe para reducir los niveles de corrupción. 

Esto no debe tomarse a la ligera: ¡Hablamos de la mitad de la población de México que ha perdido toda esperanza en la soluciones democráticas para el país!

Y aquí encontramos el núcleo del problema. Pues resulta evidente que en países como China, Cuba, Egipto o Rusia, los electores tienen escasas o nulas posibilidades de lograr un cambio positivo a través de las elecciones, las cuales permanecen estrictamente controladas por el Estado.

El problema de fondo es con los países democráticos que eligen voluntariamente retroceder hacia diversos abismos anti-liberales. Países como Estados Unidos, Polonia, Hungría, Italia, Turquía y -cada vez más- el propio México. Electorados que conscientemente abrazan y aceptan a estos movimientos reaccionarios, ciudadanos que voluntariamente optan por colocarse cadenas y grilletes, quizá por creer en una difusa promesa de seguridad, estabilidad y orden.

El escritor Jorge Volpi lo dice de manera contundente: “uno de los mayores problemas de la democracia, de cualquier democracia, es la facilidad con la que puede ser subvertida y saboteada desde adentro”.

Porque no hay existe ninguna duda: en todo el mundo la democracia cruje y se despostilla. Pero quizá los monstruos a los que tanto tememos no sean los líderes autoritarios que corroen nuestras libertades. Quizá los monstruos seamos nosotros mismos, que invocamos a esos dictadores y mesías, dándoles vida, autoridad y poder.

Publicado originalmente en Revista Líder México