4/8/15

Ladrón que roba a ladrón

Si queremos un verdadero cambio en México, debemos repensar nuestra ética, y entender que "ladrón que roba a ladrón" no le corresponden cien años de perdón: ¡Le toca ir a la cárcel por ser otro maldito ladrón!



Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Hace algunos días, un personaje muy reconocido en los círculos del hampa mexicano decidió escapar de prisión a través de un hoyo en la regadera de su celda. Inmediatamente, (y con justa razón) la sociedad mexicana lanzó un grito al cielo pidiendo justicia, y por qué no, las cabezas de los responsables de este acto “imperdonable”.

Más allá de la evidente astucia de este capo sinaloense, me queda claro que el tema central de esta tragicomedia mexicana es la corrupción, esa corrupción omnipresente que parece invadir todos los rincones de nuestro amado México.

Algunos dirán que la corrupción forma parte de nuestra condición humana y que debe ser “domada”; otros culparán su existencia a fuerzas oscuras que operan desde las sombras del poder; otros, a las profundas fallas estructurales de nuestro sistema político, social y económico.

Sin embargo, debemos aprovechar estos momentos de debilidad institucional para realizar una sincera reflexión, y pensar en nuestra propia esencia como sociedad y como nación. Porque, después de un escándalo de estas magnitudes, lo más sencillo es voltear hacia arriba –hacia las cúpulas opacas del poder y maldecir a ciertos individuos por su incompetencia. Pero, ¿qué hay de nosotros? ¿Cuál es la máscara que nos define como sociedad mexicana en este siglo XXI?

Y es que si la corrupción emana solamente de unas cuantas manzanas podridas que pululan en las altas esferas de la burocracia, pues entonces bastaría con cambiar (y quizá encarcelar) a los culpables, ¡y problema resuelto! Pero estoy seguro de que esto no resuelve el problema de fondo. Porque finalmente, la corrupción es parte, si bien no de nuestra condición humana, sí de nuestra idiosincrasia nacional.


Ahora bien, seguramente la gran mayoría de ustedes son personas íntegras y honestas. Pero si comenzamos a reflexionar sobre nuestras acciones diarias, ya sea como trabajadores, empleados, estudiantes, o simplemente ciudadanos: ¿podríamos decir con toda certeza que la culpa de la corrupción no es nuestra, y evadir toda responsabilidad en el asunto? O será acaso que todos alimentamos a este monstruo mexicano de alguna u otra manera, que lo hacemos crecer con nuestras acciones (u omisiones) cotidianas que consideramos “sí… quizá algo malas, pero no tan malas”.

Volviendo al tema, me queda claro que dejar escapar a un capo es algo verdaderamente criminal. Pero creo que este evento ha sido analizado de manera equivocada. Porque jamás es sólo una sola persona la responsable de un crimen de estas proporciones: siempre es una cadena de pequeños y breves actos que pueden considerarse “no tan malos”, pero que en conjunto terminan por generar eventos de tales magnitudes.

Porque si sobornar a alguien llevara a la total decadencia de nuestras instituciones nacionales, todos pensaríamos dos veces antes de cometer una acción con dichas consecuencias. Pero al realizar este pequeño acto, considerado insignificante para muchos, sí nos transformamos en una pieza más de ese engranaje que termina por corroer y oxidar a todo nuestro país.


Si queremos un verdadero cambio, debemos entonces repensar nuestros valores éticos cotidianos, y entender que el ladrón que roba a ladrón no le corresponden cien años de perdón: ¡Le corresponde ir a la cárcel, por ser otro maldito ladrón!

17/2/15

Dance me to the End of Love

Vale la pena preguntarse: ¿Pensará distinto sobre el amor la persona que escucha a David Bisbal que el aficionado a George Harrison? ¿O qué tal la persona que chilla de amor con Gloria Trevi a aquél que se resbala al abismo con Leonard Cohen?


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

Me dejaste como una papa sin catsup,
 como una uña sin mugre… y la mugre ¡eres tú!
 - Gloria Trevi

Puede que resulte extraño que en una sociedad tan compleja y que se dice avanzada como la nuestra, el mes de febrero se identifique por la celebración de un misterioso pelado llamado Valentín, al que hace siglos la Iglesia decidió convertir en “santo” para futura idolatría… vaya usted a saber por qué.

Quizás exagero. Ya nadie recuerda a ese tal Valentín del siglo III. Más bien, la fiesta principal de febrero se centra en el despilfarro en parafernalia relacionada con el amor y la amistad. Eso sí, de ninguna manera quisiera entrar aquí en conflicto con los entusiastas de esta celebración. Al contrario, me parece apropiado subirnos todos al tranvía del amor, y propongo hacerlo encaminado hacia la música, particularmente si hablamos de las emociones que nos transmiten las canciones que escuchamos todos los días.

Porque es sabido que el amor es el sentimiento con mayor presencia en la música popular en Occidente. Año con año nos encontramos con artistas de todos los circuitos musicales hablando de lo mismo: el amor imposible, el amor idealizado, la pareja que se abandona, la pareja que se reencuentra, y así todas las mezclas y variaciones. Por lo tanto, si eres uno de los enamorados en estas fechas valentinas, o peor todavía, si te encuentras completamente solo y abandonado, recurrirás invariablemente a tus artistas preferidos para alcanzar ese éxtasis romántico en una noche de pasión, o para hundirse en la desolación y el desconsuelo que implica el amor y el desamor, respectivamente.

Es aquí donde entramos en un terreno pantanoso. Porque es innegable que la música nos ha servido a todos como medicina emocional en algún momento de la vida. Y si hablamos particularmente de asuntos de amor, o desamor, puedo asegurarles que todos hemos buscado placer o consuelo en las letras de alguna canción. Sin embargo, es interesante que el amor que todos experimentamos (a menos que seas un sociópata esquizofrénico), pueda ser comprendido de tantas maneras en el extenso catálogo musical.


Éste es el punto que nos coloca en el centro del laberinto, y se nos presenta con cuestiones interesantes: ¿Será posible que la música que escuchamos a diario nos dé una perspectiva particular del amor?, ¿enfocamos distinto el amor a partir de las canciones que preferimos? Para indagar en esto debemos hacer un ejercicio retórico. Supongamos que estás enamorado  de una persona de ensueño, y supongamos también que su artista preferido en cuestiones amorosas es Cristian Castro. Ahora pensemos en la misma situación, pero cambiando al infame Castro por Joaquín Sabina (repítase este ejercicio hasta el cansancio).

Considerando lo anterior, podemos entonces preguntar: ¿Pensará distinto sobre el amor la persona que escucha a David Bisbal que el aficionado a George Harrison? ¿O qué tal la persona que chilla de amor con Gloria Trevi a aquél que se resbala al abismo con Leonard Cohen? ¿Es la misma percepción del amor entre aquellos que gustan de Ricardo Arjona a los devotos de José Alfredo Jiménez? La respuesta definitiva no la tengo yo.

Pero es sabido que distintos lenguajes no crean distintas cosmovisiones, pero la  cultura a la que estamos expuestos a diario, sí. Finalmente, nuestra percepción de la vida será esa recopilación de todo lo que hemos visto, conocido y escuchado. Ahora bien, este ejercicio de ninguna manera pretende descubrir si existe una “mejor” o una “peor” visión del amor; sino más bien cuestionar si nuestras construcciones de este concepto pueden ser distintas. Cuestionarnos si la interacción entre versiones diferentes del amor puede ser sostenible en una pareja.

Por el momento, bastará con poner atención al tipo de música que tu pareja decida escuchar en estas fechas desbordantes de amor. Nunca sabes, quizá se encuentren enredados con una Chavela Vargas mientras que ustedes sueñan con Timbiriche.


Este texto se publicó originalmente en EPICENTRO.

18/7/13

15 horas en Tijuana: pulpo y banda

Parte 3 de 3 de la serie: "Tijuana: Un salvaje recorrido por el corazón del desconcierto mexicano."

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Los extranjeros disfrutaron de una cerveza con clamato por primera vez en sus vidas, en un pequeño bar con vista al mar. "En las playas mexicanas los gringos beben Coronas y los mexicanos beben clamatos" ofreció el japonés. Supongo que de cierta manera tiene razón. Pedí los clamatos en copa, y con grandes camarones adentro. Ambos extranjeros pasaron por el ritual de horrorizarse ante la idea de verter su cerveza en un gazpacho almejoso en el que literalmente flotaban animales del mar ("¿acaso podría existir un brebaje más insólito y asqueroso para combinar con esta refrescante cerveza?"), y posteriormente enamorarse del complejo sabor de la bebida más improbable de México.

Terminamos nuestra aventura en un restaurante sinaloense que nos habían recomendado (en el viaje hacia allá, el taxista no tardó en mencionar animadamente el mejor lugar para conocer chicas fáciles. Empezaba a notar un patrón ahí). Apenas abrimos las puertas del taxi, a varios metros de El Negro Durazo, se escuchaba ya el tremendo ruidazo de música banda en su interior. Giré para ver las caras de mis colegas, y ellos no escondieron su espanto. No dejé opción a la duda, me dirigí directamente a la entrada. Al abrir la puerta recibimos una cachetada de sonido que casi nos dobla la espina dorsal. 

17/7/13

15 horas en Tijuana: la esquina rota

Parte 2 de 3 de la serie: "Tijuana: Un salvaje recorrido por el corazón del desconcierto mexicano."

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Durante nuestro trayecto del centro a las playas, observamos la majestuosa catedral de la ciudad y quisimos bajar (tuve que interrumpir la conversación con el taxista, que me contaba con alegría lo bonito que era manejar por la avenida donde se colocan las prostitutas). La catedral acababa de terminar misa, y pudimos pasar a explorar sin molestar a nadie. 

Era una nave grande, con dos hileras de largas bancas. En su máxima capacidad podría fácilmente acomodar a unos 500 fieles o más. El techo de bóveda era sostenido por enormes columnas, muchos metros por encima de nuestras cabezas. Inmediatamente después de terminar nuestra ojeada inicial, el italiano, alarmado, me preguntó que dónde estaba Cristo. Encima del elaborado altar no había una cruz, sino una imagen del personaje que claramente ocupaba el lugar número uno en la jerarquía divina por estos rumbos: la virgen de Guadalupe. Le murmuré la historia de la aparición en el cerro del Tepeyac mientras deambulábamos por el largo pasillo lateral. Al italiano no se le escapó lo conveniente que resulta no sólo el hecho de que la virgen haya tenido la tez morena, sino también el que el testigo elegido haya sido indígena. "Ese Juan Diego, haya existido o no, probablemente hizo más por el catolicismo en México que todos los misioneros de carne y hueso juntos", le susurré. 

Encontramos a Cristo a un lado del altar, empotrado en su cruz en la pared, con una pequeña mesa a sus pies en donde aquellos que piden milagros pueden colocarle alguna veladora. Sin poderlo creer, el italiano notó que del otro lado del altar había un hombre sobre otra mesita igual, excepto que había muchas más veladoras allá. ¡¿San Judas Tadeo era más popular que Cristo?! "Santo de las causas perdidas", expliqué. "En esta ciudad parecen existir en abundancia".


16/7/13

15 horas en Tijuana: jazz y pilsener

Parte 1 de 3 de la serie: "Tijuana: Un salvaje recorrido por el corazón del desconcierto mexicano."

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"Ahí le va", me dijo el taxista entregándome una tarjeta con un par de mujeres desnudas al lado del nombre del table dance (¿Insomnio? ¿Amnesia? No puedo recordar. Todos los nombres de estos lugares parecen tomados de una lista de desórdenes mentales), "¡si dicen que los invitó alguien de esta compañía de taxis, les regalan la primer ronda!". Así empezaba mi primer visita a la bella y folclórica ciudad de Tijuana.

Minutos antes había caminado a mi país, proveniente de San Diego, por la garita San Ysidro. Atravesada a diario por cientos de miles de paisanos, turistas Yankees, y aventureros curiosos, la frontera entre Tijuana y San Diego es de las más concurridas del mundo. Crucé acompañado de un par de colegas nerviosos, uno italiano y el otro japonés. Dejando atrás la burguesa tranquilidad del sur de California e inmediatamente sumergiéndonos en el colorido y familiar caos de una ciudad mexicana, me percaté de lo absurdamente sencillo que fue entrar a México. En ningún punto tuvimos que detenernos. No dijimos una sola palabra a nadie. De hecho, no había nadie a quién siquiera decir un buenos días, a excepción de un par de soldados sosteniendo gigantescos rifles de asalto. Y no tenían cara de estar pasando buenos días. La frontera me pareció una especie de válvula, el poro está totalmente abierto del lado yankee al lado mexa, pero es altamente selectivo en la dirección opuesta. Supongo que la actitud mexicana se puede resumir en: "si eres suficientemente bueno para estar de aquél lado, entonces eres suficientemente bueno para estar de éste".

14/7/13

Agua. Corazones: La Corte de las Copas - Tributo a Erika Mergruen (Video)




Música original y Voz por Juan Pablo Delgado
Microrelato de Erika Mergruen, extraído del libro "El Último Espejo".

8/7/13

Corazón Coraza - Tributo a Mario Benedetti (Video)




Corazón Coraza - Poema de Mario Benedetti
Video y Voz por Ángela Zarco
Música por Juan Pablo Delgado


2/7/13

Árbol de Diana - Tributo a Alejandra Pizarnik (Video)



Poema de Alejandra Pizarnik
Voz, Música y Video por Juan Pablo Delgado

https://soundcloud.com/elarboldemoras
https://twitter.com/Elarboldemoras


Árbol de Diana (fragmentos)

1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.

3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

27
un golpe del alba en las flores
me abandona ebria de nada y de luz lila
ebria de inmovilidad y certeza

30
en el invierno fabuloso
la endecha de las alas en la lluvia
en la memoria del agua dedos de niebla

5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo

12
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla

su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento

34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte

sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente

23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

27/6/13

PARA JANIS JOPLIN - TRIBUTO A ALEJANDRA PIZARNIK (VIDEO)




Poema de Alejandra Pizarnik.
Voz, música y video por Juan Pablo Delgado.


Texto:

a cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

así como duerme la gitana de Rousseau.
así cantas, más las lecciones de terror.

hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
me pregunto si eso no aumentó el error.

hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo.

26/6/13

Derrámalo Hacia Afuera - Tributo a Rick Holland & Brian Eno (Video)



Poema de Rick Holland del álbum "Drums Between the Bells".
Música, voz  y video por Juan Pablo Delgado


Derrámalo Hacia Afuera

Derrámalo hacia afuera
En nuevas maneras
Imaginar, soltar agujas como pinos en albercas claras
Donde las moléculas son organizadas
Lo suficientemente sueltas para dejar pasar a los sueños

Es rara liberación
Imaginar lo minúsculo
Donde los moluscos de las profundidades marinas pueden brillar naranja en los zarcillos
Y los nódulos de hemoglobina existen como veinte millones de modelos
Tan hermosos como rocas en el oleaje de mares atómicos
Entre células de sangre en forma de riñones

Imagina tus más salvajes imaginaciones
Y entonces aléjate a lo macro
El metro golpea el cielo
Y Nueva York se precipita

Desde la cima de este rascacielos
Personas tan pequeñas como el pigmento en tus ojos
Y los espacios entre ellos como costuras marchando
Como hormigas en corrientes
Lo suficientemente sueltas para dejar pasar a los sueños
¿Podemos subir más alto?

Nueva York arriba hacia el cielo
El mundo se precipita
El mundo se precipita
Y los países tan pequeños como el pigmento en tus ojos
El mundo se precipita
El mundo se precipita

22/6/13

Vainas de Semillas - Tributo a Rick Holland & Brian Eno (Video)




Poema de Rick Holland del álbum "Drums Between the Bells"
Voz, Música y Video por Juan Pablo Delgado



Vainas de Semillas

Por todo Londres
El crujir de las vainas de semillas
Contra los camiones que circulan

Organismo o prisma
Parte luz dividida
Parte máquina de sonido

Y distintas almas intentando picar los huesos.
Para bocados que hagan que importe.
Para carne que abulte su significado.

Semillas
Sonidos
Y el techo

Misma provocación... significante

Siete sentimientos distintos...
Siete sentimientos distintos...

Lo Real - Tributo a Rick Holland & Brian Eno (Video)




Poema de Rick Holland del álbum "Drums Between the Bells"
Voz, Música y Video por: Juan Pablo Delgado




Lo Real

El florecer
Viendo lo real en las cosas
Realmente viendo lo real
Describiendo la realidad exacta
De qué es lo que ves
O qué es lo que parece ser que ves
Parece que en verdad ves lo real
La realidad exacta y real
De lo real en las cosas que parece que ves

La cosa real
Y no hay otro barniz o voz en esto
Solamente la cosa, ya ves
La cosa que ves
Es lo real en las cosas
Lo que ves es lo que parece
Los carretes de esto parecen significar lo real de las cosas
Mientras lo real se termina y parece que alcanza lo real
Mientras funciona
No un funcionamiento en seco
Lo real se hace



10/6/13

Cómo conocer la realidad y no extraviarse en el intento


Texto por Daniel Morales

"We get experts on everything. That sound like they're sort of scientific experts […] There's all kinds of myths and pseudoscience all over the place […] I have the advantage of having found out how hard it is to get to really know something. How careful you have to be about checking the experiments. How easy it is to make mistakes and fool yourself. I know what it means to know something […] I see how they get their information and I can't believe that they know it. They haven't done the work necessary, they haven't done the checks necessary, they haven't done the care necessary…"
- Richard P. Feynman

Todos hemos tenido esta desagradable experiencia:

Un conocido pretende convencerte de la veracidad de una aseveración extraordinaria, utilizando una anécdota como único argumento. 

Por si esto no fuera ya suficientemente problemático, en la mayoría de estos casos resulta fácil entender que las implicaciones de su anécdota no incluyen -difícilmente sorprendente- argumentos que soporten la conclusión a la que ellos se aferran fervientemente.

Recientemente tuve un encuentro de este tipo, en el que alguien me explicaba porqué está convencido de que cambiar a una dieta de alimentos orgánicos es suficiente para curar el cáncer. La anécdota probablemente sonará familiar. Un familiar suyo desarrolló cáncer y después de descubrir que los tratamientos estándares en hospitales occidentales no estaban surtiendo efecto, decidió abandonar los consejos de los médicos y simplemente cambiar a una dieta de alimentos orgánicos. Siendo ésta una anécdota, lo que ocurrió a continuación es dolorosamente predecible: Gracias a la nueva dieta, su cáncer desapareció. 

Ahora, uno debe proceder cuidadosamente a la hora de explorar (léase refutar) la validez de este tipo de argumentos, porque las emociones son vastas, violentas y volátiles cuando alguien se atreve a poner en duda conclusiones personales.  

Con la mayor cantidad de tacto posible sugerí que no era adecuado concluir, a partir de esa serie de eventos, que la comida orgánica curó el cáncer, pues a falta de controles para la cantidad infinita de variables que podrían interferir en la explicación, simplemente era imposible obtener un ápice de evidencia que soporte alguna hipótesis, sea la que sea que se quiera postular. ¿Qué si su cáncer había desaparecido espontáneamente, como parece ocurrir en uno de cada 100,000 casos? ¿Qué si su quimioterapia había sido responsable de la cura, pero con una ligera tardanza? ¿Qué si su diagnóstico había estado equivocado desde el principio? ¿Qué si justo en el momento en el que el hombre cambió su dieta, la ciudad decidió agregar fluoruro al agua y la cura milagrosa fue causada por el consumo de este elemento? ¿O por ese par de zapatos que compró más o menos por esas fechas? ¿La nueva marca de perfume que su mujer empezó a usar? No podría jamás saberlo. 

¡Pero, de hecho, no es necesario sucumbir ante la incertidumbre! Sí existe una manera de poner a prueba diferentes ideas de qué funciona y qué no funciona para curar el cáncer. Siempre y cuando se diseñe el experimento adecuado. 


Comenté que si verdaderamente quería sentirse confiado en la veracidad de que una dieta orgánica cura el cáncer, lo que se tiene que hacer es tomar a un enorme grupo de humanos, preferiblemente con exactamente el mismo perfil genético, y criarlo desde su nacimiento en el mismo ambiente, bebiendo y comiendo exactamente lo mismo, ejercitándose exactamente igual; en pocas palabras controlando el más mínimo detalle. Después inducir cáncer en el grupo por medio de la introducción de agentes mutagénicos en el ambiente, y posteriormente dividir al grupo en dos: uno que recibirá una dieta cien por ciento orgánica (el grupo que recibe "tratamiento") y otro que continuará con la dieta anterior (el control negativo). Con grupos suficientemente grandes, y si existe un efecto curativo realmente significativo en la comida orgánica, es indudable que el cáncer de los dos grupos debe desarrollarse de manera distinta a partir del cambio de dieta. 

Para hacer al experimento aún más poderoso, se puede incluir un control positivo, un tercer grupo que recibe un tratamiento cuyo efecto anticancerígeno es generalmente aceptado, por ejemplo, quimioterapia. De esta forma, si resulta que los tres grupos son indistinguibles, se vuelve difícil concluir que la dieta orgánica es inútil, pues ni siquiera el tratamiento aceptado funcionó. Por el contrario, si el control positivo se recupera pero los otros dos (el control negativo y el grupo orgánico) son indistinguibles, se vuelve muy tentador concluir que, al menos en este experimento, la comida orgánica no tiene ningún efecto anticancerígeno, manteniendo todo lo demás constante. 

El experimento se puede hacer aún más completo, con un cuarto grupo que recibe la dieta orgánica y la quimioterapia en conjunto, para investigar si la dieta orgánica provee alguna ayuda extra a quien está recibiendo tratamiento tradicional, o si de plano es totalmente inútil. Si nos ponemos serios, también se debe tener un grupo de humanos que no reciben el agente mutagénico, esto para asegurarse (cuando este grupo no desarrolle cáncer) de que el cáncer que aparece en los otros grupos es causado por la manipulación del experimentador, y no de manera espontánea en todos los humanos. También puede haber grupos sin agente mutagénico pero con comida orgánica y/o quimioterapia, para investigar los efectos de estos tratamientos en humanos saludables. En la ciencia real, el dinero disponible es lo único que limita el número de controles.

Obviamente el experimento anterior es imposible (empezando por el hecho de que se necesitan "clones" humanos en grandes cantidades, y continuando por lo perturbador que sería tomar humanos que no poseen la capacidad de decidir y utilizarlos para experimentos científicos). Afortunadamente, se puede explotar la similitud biológica entre los humanos y los roedores, y un experimento idéntico utilizando a estos animales puede otorgarnos (y, efectivamente, nos ha otorgado una y otra vez) información muy poderosa.

Tristemente, la respuesta de mi interlocutor fue alarmantemente ignorante. Sí, sí, sí, pero, ¿cómo es posible tomar información que se obtiene en un ambiente totalmente controlado (como lo es un laboratorio) y aplicarla al mundo real, repleto de caos y variabilidad? ¡Evidentemente nada de lo que se descubre en un experimento tan artificial es relevante en el mundo real!

De alguna manera este contagioso argumento es muy intuitivo, ¡por supuesto que un experimento en un laboratorio es artificial! ¿Cómo es, entonces, relevante? Bah, esos científicos sólo están llegando a conclusiones obtenidas en contextos que para nada se parecen al mundo real...

Irónicamente, ese es precisamente el poder del experimento. Las víctimas de ese argumento-trampa no entienden que eliminar el caos del mundo real es la mejor (¡incluso la única!) manera de poder obtener una historia -una hipótesis de causa-efecto- que tenga un mínimo de poder predictivo. Si se trabaja con el caos, con la variabilidad del mundo real, resulta simplemente imposible saber si fue la dieta orgánica o si fue el nuevo par de zapatos lo que curó el cáncer (¿alguien se pregunta de dónde vienen las supersticiones?).

Más alarmante aún es que muchos parecen deleitarse al imaginarse un mundo en el que nada se ponga a prueba, para que sus ideas favoritas (con agendas corporativas, orgánicas, religiosas, New Age, etcétera) tengan la misma validez que todas las demás. Ninguna. Entonces sería un verdadero todos contra todos en el que las creencias de la gente serían decididas exclusivamente por lo atractivo y contagioso de las ideas, y no por su poder de hacer predicciones. No puedo imaginar peor distopía.

Sobra decir que no logré cambiar la opinión de mi interlocutor, quien continuó creyendo fervientemente que una dieta orgánica es el secreto absoluto para la cura del cáncer. Cabe decir que esta conclusión fue exactamente la misma que defendió Steve Jobs… y ya vieron cómo le fue a ese muchacho.

Me atemoriza que conclusiones como ésta, tomadas de un análisis simplista de causa y efecto en una anécdota, son la principal influencia de las creencias de gran parte de la población. Quizá, como dice la queja proverbial del mexicano, ¡por eso estamos como estamos!

30/5/13

Y Dios dijo: “sed fecundos y multiplicaos”

A las parejas contemporáneas que buscan tener un hijo, poco parece importarles los problemas que enfrentamos como civilización: sobrepoblación, calentamiento global, o escasez de recursos naturales tan básicos como el agua potable.


Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú

No creo exagerar al proponer que una de las decisiones más importantes en la vida de un ser humano es la decisión de procrear. La intención de crear una nueva vida y considerar que es correcto darle un lugar en este planeta tiene implicaciones éticas tan profundas, que ninguna persona con un nivel mínimo de educación debería lanzarse a favor de esto sin un previo análisis crítico de las consecuencias que conlleva dicha decisión.

Desgraciadamente, pensar así es pedirle demasiado a nuestra especie. Considerando solamente la evidencia más directa, parece que vivimos todavía en un mundo donde la decisión de multiplicar a la especie se encuentra basada estrictamente en razones personales o egoístas y jamás en una visión ética o global. A simple vista, parece que existe un inconsciente colectivo en nuestra sociedad que clasifica esta decisión como algo irremediablemente obvio. La naturalidad de reproducirse sigue siendo un paradigma en nuestros tiempos, y cuestionar este paradigma es un error o simplemente algo inútil o superfluo.

No obstante, yo argumento que la decisión de procrear ya no debe de enmarcarse bajo los mismos parámetros de otras décadas. Decidir traer nuevos humanos al planeta, -más homo sapiens que se sumen a los 7 mil millones que ya existen actualmente-, debería de ser visto por todos con terror o con sospecha. Porque exceptuando la posibilidad de destrucción total que implicó la guerra atómica del siglo pasado, nunca antes nuestra civilización se ha encontrado tan cerca del abismo, y en el centro de esta inminente catástrofe se encuentran los absurdos niveles de reproducción de nuestra especie.

De ninguna manera mi argumento está dirigido a imponer restricciones gubernamentales a los derechos de reproducción (como ya sucede en China), ni pretendo entretener una tonta idea de que algún virus acabe con amplias secciones de la humanidad de un solo golpe (algo que incluso es muy plausible). Lo único que considero correcto proponer es una reinterpretación radical del paradigma dominante sobre la reproducción y una reflexión sobre las consecuencias que actualmente implica decirse a favor de esto.

Un buen lugar de inicio podría ser el editorial publicado en The New York Times bajo el título “Think Before You Breed”. En este editorial, Christine Overall argumenta que uno de los principales problemas es la naturalidad con la que grandes sectores de la población piensan sobre la procreación y como son las personas que deciden no tener hijos las que deben de dar explicaciones a la sociedad por dicha decisión.

De acuerdo con la autora, una persona que decide no tener hijos es considerada “infértil, demasiado egoísta o que simplemente no le ha llegado el momento para hacerlo”. Sin embargo, la mentalidad colectiva debería de ser completamente opuesta. No hay duda que el peso total de las explicaciones debería de recaer sobre las personas que deciden tener hijos. Son ellos quienes deben de proporcionar a la sociedad una serie de argumentos inteligentes y lógicos cuando deciden agregar a un ser humano (o varios más) a la ya exorbitante cifra de homo sapiens en existencia.

Pero a las parejas contemporáneas poco parecen importarles los problemas que enfrentamos como civilización. Sus mentes parecen no registrar los problemas de sobrepoblación, o el calentamiento global, o la escasez de recursos naturales, o la escasez de alimentos y agua potable. ¡Faltaba más! Las razones importantes parecen responder a una cosmovisión egoísta: “yo decido tener hijos porque quiero”; “yo decido tener hijos porque le darán propósito y valor a mi vida”; “yo decido tener hijos porque serán la causa de mi felicidad”. Mi placer, mi vida, mi felicidad. ¡Y al carajo con las implicaciones globales! Si un hijo satisface mi ego y también me permite cumplir con las expectativas sociales, ¡pues venga entonces ese niño!

Yo no debería de recalcarles aquí que, considerando el actual estado de nuestro planeta y de nuestra sociedad, esta actitud debería de considerarse como la quintaesencia de la irresponsabilidad. Una actitud que, -como mencioné anteriormente-, debe de tomarse con total horror o escepticismo.


Sumado a esto, no debemos de evitar repartir culpa a quien culpa merece. Y en esta esfera, no tengo duda que la Iglesia Católica ha sido uno de los mayores obstáculos que evitan un cambio de paradigma en esta temática. La Iglesia mantiene atada a la institución del matrimonio en nociones sociales que quizá fueron válidas en el Medioevo, pero que en lo absoluto corresponden al tiempo presente. Para la Iglesia (y sus millones de seguidores) el objetivo principal del matrimonio continúa siendo la multiplicación de la especie; y todas las relaciones sexuales son “correctas” si se encuentran “abiertas hacia la vida”.

De manera increíblemente irresponsable, la Iglesia prohíbe cualquier uso de anticonceptivos, considerándolos como contrarios a la “voluntad de Dios” en materia sexual. Lo más interesante es que a millones de personas les sigue causando más terror los supuestos castigos celestiales que devienen por utilizar un cilindro de látex, que el posible impacto que un hijo no planeado pueda tener en el planeta o en su vida personal. A esto hay que agregar que, personalmente, yo no quisiera formar parte de ningún club donde me aseguren que una figura paterna invisible se encuentra juzgando constantemente mi comportamiento y mis acciones al momento de mantener relaciones sexuales. ¡No gracias!… yo prefiero vivir sin este tipo de traumas.

Y a pesar de abogar por una causa perdida, mi objetivo aquí no es argumentar a favor del ostracismo de las familias numerosas. Solamente considero necesario que se inicie una discusión sobre el paradigma contemporáneo de la reproducción que sigue clasificándola como algo obvio y obligatorio. 

Tampoco es necesaria la creación de un Estado-Leviatán para controlar este problema. La misma sociedad puede comenzar a criticar a todas las personas que siguen considerando como algo “hermoso” o “divino” tener a dos o tres o cuatro hijos. Pues así como la sociedad apalea a los fumadores de cigarros o a aquellos que tiran basura en la vía pública, quizá haya llegado el momento de poner un poco de presión a quienes dejan de lado su responsabilidad ética, y con total ligereza se dejan llevar por las sendas de la multiplicación.

Y a todos aquellos que siguen viendo con naturalidad las palabras de la Biblia que rezan: “multiplicaos y llenad la tierra”… a ellos les digo: ¡Misión cumplida!

27/5/13

LA VOLUNTAD DE IGNORANCIA

La ignorancia elegida no es sólo despreciar el conocimiento al cual se tiene acceso, también es una falta de sabiduría al momento de utilizar la información


Texto por: Pablo González

Es mi noción que la civilización humana ha llegado a un punto en donde la ignorancia se ha convertido en una decisión personal y consciente.

Considero importante separar a la ignorancia en dos clasificaciones: la "ignorancia circunstancial" y la "ignorancia elegida". La ignorancia circunstancial engloba a esas personas que no tienen la opción de informarse sobre su entorno. En algunas zonas marginadas del mundo, los individuos se encuentran muy limitados respecto a la información que reciben, generalmente por la ausencia de medios impresos o por el dominio de la televisión que carcome la opinión de aquellos que se informan solamente de ella. Esas personas no tienen la opción de buscar conocimiento mas allá de la gente que los rodea, y aunque esto funciona para sus actividades diarias, evita un conocimiento global de la realidad. 

En contraste, la ignorancia elegida es característica de los ciudadanos del mundo industrializado y desarrollado, en donde la información es obtenida con mucha más facilidad y a través de diversos medios. Para los habitantes del mundo industrializado es necesario demarcarles una línea todavía mas exacta: aquellos que cuentan con acceso al Internet. Y no hay duda que cualquier persona que tenga libre acceso al Internet llega a ser un candidato idóneo para sufrir de la ignorancia elegida.

Para esta esfera de personas, la ignorancia involucra Voluntad. De la misma forma en la que Nietzsche habló de la “voluntad de poder”, aquí yo me refiero a la “voluntad de ignorancia”; a aquel motor que arrastra a aquellos individuos con el poder para conocer su mundo por diversos medios a hundirse en la indiferencia o en el consumo de opiniones chatarra. Son también aquellos que, irrelevantemente de la opinión que sostengan, jamás tratarán de entender el otro lado de un argumento.

Es mi opinión que la ignorancia elegida es la razón prima por la cual muchos detestan a Estados Unidos de América. En el "Imperio Yankee", a pesar de la enorme cantidad de información que se genera, la mayoría de la sociedad es una masa ignorante y confundida. Mucho de esto se debe a que gran parte de la información que se produce funciona estrictamente para la manipulación de las masas en dicho país. Sin embargo, esta ignorancia también responde a una pereza absoluta para pensar de forma crítica y correcta, para buscar otra información, para no ser tan ingenuos ni tan cándidos con lo que su Gobierno o las televisoras les dicen. Un perfecto ejemplo de esto continúa siendo la propaganda en torno a las armas de destrucción masiva en Irak, que llevó a la invasión de dicho país y a una guerra que duró más de una década. 

Porque es verdad que la ignorancia elegida no es sólo despreciar el conocimiento al cual se tiene acceso, también es una falta de sabiduría al momento de utilizar la información. Por ejemplo, el opinar sin considerar los potenciales argumentos en contra te puede hacer un ignorante. El repetir algún dato que mencionó alguna “autoridad” sin verificarlo sólo hablará bien de ti si a quien se lo comentas es más ignorante que tú. Si se tiene una vía de información en donde libremente se puede investigar, tu opinión sólo será valida si buscas y encuentras información objetiva sobre el tema en cuestión. 


Sumado a esto, -y considerando diversos estudios sociales- es necesario comentar que la ignorancia es un factor que puede reforzar los conflictos entre grupos. El tener una opinión errónea causa que juzgues a alguien con una opinión diferente a la tuya de una forma equivocada. Un claro ejemplo es la generalización, en donde se abarcan a cantidades enormes de individuos únicos bajo un abanico de estereotipos. Pero aun así, si el mismo estereotipo puede ser atribuido a la persona que tiene la misma opinión que uno, el atributo dado a su razonamiento queda ausente. La mente humana llega a creer que cuando uno dentro de su grupo hace algo bueno es en base a la individualidad y razonamiento de esa persona; cuando alguien de otro grupo hace algo bueno, se le atribuye a la circunstancia externa de la persona, pensando que es el ambiente que lo hace actuar de tal manera y no su propia moral. 

Daniel J. Boorstin dijo que el mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino es la ilusión del conocimiento. Este dicho acompañado por otro que dice “la ignorancia es éxtasis” (T. Grey, 1742) abarca el razonamiento de porqué gente con la capacidad de investigar todo, simplemente no lo hace. El saber y entender el otro lado de la moneda mueve a uno fuera de su zona de confort y el decidir poner a prueba las creencias propias es la quintaesencia del progreso intelectual

Se requiere tener una sensibilidad global para entender que, para los ciudadanos de países industrializados y con acceso a Internet, la ignorancia ya no se puede usar de excusa. No resulta justo retroceder en la ruta del progreso humanístico debido a la comodidad o a la pereza. Es imperativo que el conocimiento sea el objetivo primordial en cualquier discusión, ya que si sólo seguimos defendiendo nuestra opinión, la obscuridad de la ignorancia dará luz a más y más conflictos.

Finalmente, resulta fundamental reconocer que cuando un individuo decide regresar al fondo de la caverna y se conforma con ver simples sombras y siluetas, este individuo se encuentra cometiendo un crimen contra las oportunidades que le han otorgado y comete un imperdonable insulto contra el progreso tecnológico y científico que hemos logrado como civilización.