31/1/13

La ética del planeta y el espíritu del ecologista

Los ambientalistas dicen estar salvando al planeta, cuando la realidad es que sólo pretenden salvar a la especia humana. Porque el planeta se encuentra bien y puede sobrevivir por muchos millones de años más: ¡somos nosotros los que estamos en peligro!


Texto por: Daniel Morales

Una frase tan ubicua que ha llegado a convertirse en cliché es una que los ambientalistas frenéticamente aúllan: "¡es necesario salvar al planeta!"

Cada vez que escucho esta frase debo reprimir mis ganas de indicar el poco sentido que tiene, so pena de desperdiciar un par de horas alegando con torpes ecologistas. No soy el primero en sugerir que expresiones como éstas son absurdas. En su momento, el comediante George Carlin astutamente explicó que el planeta no necesita ser "salvado": el planeta lleva existiendo miles de millones de años, y existirá mucho tiempo después de que nosotros hayamos desaparecido. 

El filósofo Slavoj Zizek, por su parte, frecuentemente argumenta que el “balance de la naturaleza” (otro cliché tan utilizado por la fauna de ambientalistas que pareciera que es ilegal no incluirlo en una plática sobre el tema) en realidad no existe, y propone que la historia natural se compone de "una serie de catástrofes", y nada más. 

¿A qué se refiere Zizek con esto? ¿Qué las catástrofes no son eventos en extremo raros? Y, más importante aún, ¿qué no estos eventos son negativos para el planeta? ¿No debemos hacer todo lo posible por evitar un evento catastrófico por el bien de nuestro planeta?

Las respuestas a estas preguntas no son tan intuitivas. La principal falacia operando aquí es hablar del planeta como si tuviera deseos y planes. El planeta no tiene nada de eso. Según lo que indica la ciencia, sólo ciertos organismos con sistemas nerviosos son capaces de tener deseos y planes. 

De hecho, al planeta no le podría importar en absoluto si desaparecen todos los osos panda, los koalas y los orangutanes de su faz. Mucho menos le podría importar si desaparecen los humanos. El planeta no tiene la capacidad de desear nada, absolutamente nada.

Pero he aquí un punto clave: a nosotros, los humanos, sí nos importaría si desaparecen esas peludas criaturas, ¡y más nos importaría si desaparecen los humanos!, al menos a la gran mayoría de las personas con cierta cordura.

Lo que me siento tentado a proponer a los ambientalistas que utilizan el tipo de discurso mencionado previamente, es que cualquier acción o argumento "para salvar a la Tierra" es, en su más pura forma, una acción o argumento egoísta. Ser un activista que lucha "a favor del planeta" no es más que luchar por mantener un orden ecológico que beneficia principalmente a los humanos. Como bien dijo Carlin, ¡el planeta no necesita sus esfuerzos! La tierra no se va a ir a ningún lado.

Si ya estamos en esto, también es relevante notar que no tiene ninguna lógica hablar de estados que son por sí mismos "buenos" o "malos" para el planeta. ¡No hay nada bueno o malo para el planeta! Un trozo de roca, metal y gas que flota en el espacio no cae en la categoría de objetos para los cuales pueden existir estados "buenos" o "malos". Si en el planeta ocurriera un evento apocalíptico que lo dejara totalmente despoblado de vida, eso no sería "malo" para el planeta. Sería malo exclusivamente para las criaturas que habitaban en él y que habrán muerto.


Pongamos como ejemplo al mono araña: si la selva de un mono araña es destruida y el mono muere de hambre, esto no sería “malo” para el planeta. Es malo para el mono araña, quien es un agente con intenciones. También sería “malo” para los humanos, no sólo porque gozan de la capacidad cognitiva de sentir tristeza por el destino del primate, sino también porque el humano necesita de grandes zonas selváticas en el planeta para sobrevivir. Y no se trata solamente del oxígeno producido en la flora de la selva, también existe una compleja red de alimentación que puede, en teoría, producir resultados enormemente destructivos si es alterada de manera drástica. Destructivos, reitero, no para el planeta, sino para el ser humano y el resto de los seres vivos.

Muchos cuestionarán, ¿y qué importa que se hable de cuáles cosas son buenas o malas para el planeta? ¿Qué lo importante no es hacer esfuerzos para mantener vivos a los sistemas biológicos en la tierra?

¡Claro! Yo también deseo que esos esfuerzos se lleven a cabo. Personalmente me parece que las especies deben ser protegidas en la medida de lo posible para no causar grandes desastres que afecten nuestra comodidad, por sus posibles usos prácticos para mejorar nuestras vidas, o simplemente por fines estéticos. 

Pero hacer la aseveración de que esto sería “bueno” para la Tierra es faltarle el respeto al planeta. Es engrandecer la importancia de nuestra presencia, o al menos la presencia de aquellas especies que están vivas el día de hoy. Me parece un acto de suprema soberbia creer que este simio inteligente y todas demás criaturas que viven actualmente son lo más interesante que puede ocurrir en el planeta. 

Podemos recordar una vez más el ingenio de George Carlin, quien nos invitó a imaginar un caso hipotético donde el planeta sí es consciente, y que la razón por la cual nos ha permitido existir hasta ahora es porque deseaba tener plástico. Quizá la Tierra simplemente quería tener grandes cantidades de este polímero, que no existía antes de nuestra llegada, y ahora que ha conseguido su plástico, puede prescindir de nosotros y mandarnos al carajo con algún virus. 

Aunque Carlin no va tan lejos con su idea, yo puedo imaginarme lo que pasaría si el humano fuera a desaparecer junto con la mayoría de las especies vivas hoy, dejando un mundo repleto de plástico. Carlin probablemente lo sabía también: es posible que eventualmente, quizá después de muchos miles de años, la vida se adaptaría al plástico. Posiblemente surgirían especies que vivirían en armonía con el plástico y quizás lo comerían o utilizarían como protección, ¿por qué razón sería esto imposible? Y después… ¡Quién sabe! 

Lo espectacular del proceso de evolución es que sus resultados no pueden ser previstos a priori. ¿Quién se hubiera imaginado que la catástrofe causada por el impacto de un enorme asteroide, el cual bloqueó la luz y el calor del sol por años y causó la devastación de aquella gran familia de organismos (en ese entonces lo más "interesante" que había ocurrido en la Tierra) hace 65 millones de años, resultaría en el surgimiento de un ambiente perfecto para los mamíferos ancestrales, quienes, sin la amenaza de grandes reptiles predadores, tomaron con éxito la batuta de la dominación planetaria y eventualmente se transformaron en nosotros? La respuesta: ¡Absolutamente nadie se lo hubiera imaginado!

De igual forma, si los ambientalistas no estuvieran preocupados solamente con el destino del Homo sapiens y el resto de las especies que conocemos y amamos, entonces dejarían que las catástrofes continuaran. Después de todo, un dato poco reconocido es que en un escenario donde toda la vida de la Tierra se extinga por completo es en extremo improbable. Simplemente es difícil imaginar cómo podría llegar a ocurrir, siendo la vida tan robusta. Y mientras haya algún organismo replicándose y tiempo, (que en este universo sobra), la evolución continuará por sendas inimaginables. Uno nunca sabe, pero quizá la parte realmente interesante de la historia planetaria vendrá en un futuro lejano, milenios después de que nosotros los humanos nos hayamos extinguido y quitado del camino. 

Tristemente, si es así, no estaremos nosotros aquí para saberlo. Pero al menos podemos vivir con la certeza de que si desaparecemos, la historia del planeta continuará por millones de años. Y a pesar de nuestras acciones (¿o gracias a ellas?), los organismos del futuro podrán tener su momento en este mundo, y podrán disfrutar a su manera de la enorme cantidad de plástico no biodegradable que dejaremos como legado en este planeta.