La cuestión a discutir ahora es la inmensurable estupidez que contagió al mundo entero durante el 2012.
Texto por: Juan Pablo Delgado Cantú
papamaya.
(De papar y maya).
1. com. coloq. Persona demasiado cándida y fácil de engañar con temas de profecías mayas.
Al repasar cualquier libro de Historia, es inevitable concluir que la especie humana deja mucho que desear. El listado de nuestros errores y fracasos es asombroso e inconcebiblemente extenso: guerras, corrupción, tortura, crimen, genocidios, pobreza, hambre, opresión…
En paralelo a nuestra
constante desgracia -incluso a pesar de ella-, resulta también sorprendente el
progreso que hemos alcanzado como civilización. En esta lista se destacan hechos
como la erradicación de enfermedades epidémicas, la exploración del Cosmos, la
pastilla anticonceptiva y la declaración de los Derechos Humanos[1].
Entre estos importantes logros sobresale un acierto trascendental: la casi absoluta supresión
del analfabetismo, por lo menos en el hemisferio Occidental. En términos
generales, este proyecto emanado de la Ilustración pretendía que, con la
capacidad para acceder, leer y comprender diversos textos, la sociedad dejaría
de ser presa fácil de la manipulación y el oscurantismo religioso; y con el paso
del tiempo, este conocimiento adquirido nos permitiría escapar de la barbarie e
ingresar al reino de la Razón.
Lamento informarles
que este proyecto ha fracasado...
Aunque es
verdad que hoy tenemos acceso a un gigantesco archivo bibliográfico (principalmente
debido al Internet, otro de nuestros grandes triunfos), hay que aceptar que, en
lo referente al oscurantismo y a la superstición, seguimos siendo tan idiotas
como un campesino del Medievo.
Con este
preámbulo en mente, la cuestión a discutir ahora es la inmensurable estupidez que
contagió al mundo entero durante el 2012.
Primeramente,
resulta increíble que, con la cantidad de textos en circulación a nivel global,
el libro más trascendental del año fue uno sobre sadomasoquismo erótico y travesuras
sexuales. Ahora bien, yo no he leído este libro y mi crítica no tiene su origen
en puritanismos o mojigaterías morales. Simplemente pretendo subrayar lo innegable:
la mayoría de los lectores son deprimentes.
Pero eso no
fue todo, ¡ah no!, pues durante el 2012 la humanidad fue presa de otro fenómeno
que pone en duda nuestra denominación de homo
sapiens. Este fenómeno, si no han adivinado, fue la fascinación universal por
el fin del mundo, según lo augurado por la antigua cultura maya.
Seamos
honestos, al menos por un instante. Un indicador de que ya no existen razones para mantener el optimismo hacia nuestra especie, es cuando una civilización
supuestamente avanzada decide que absurdas profecías mayas son tema esencial de
discusión.
Los medios de
comunicación no tardaron mucho en subirse al tranvía de la estupidez y día tras
día nos bombardearon con nuevos y “reveladores” datos sobre los mayas. Tampoco tardó
mucho en surgir una horda de “expertos mayas” que hablaron, discutieron y
publicaron cada absurdo imaginable sobre el tema.
Tanto fue el
escándalo, que incluso el gobierno de China tuvo que encarcelar a ciertos revoltosos
que estaban generando pánico por el fin del mundo. En Rusia, Vladimir Putin tuvo
que dirigirse personalmente a su nación para asegurarles que la Tierra sí llegará
a su fin, pero aproximadamente en 4,500 millones de años.
Al final, como
era obvio, nada sucedió. El fatídico día anunciado por los mayas transcurrió
como transcurren el resto de los días. No hubo cataclismos naturales ni renacimientos
espirituales, como pronosticaban otros ingenuos.
No obstante,
otro hecho que tampoco sucedió fue una protesta masiva contra tanta estupidez. No
hubo ninguna disculpa pública por parte de las televisoras por habernos desnutrido
con tanta basura. Tampoco el editor de algún medio de comunicación recibió una
merecida patada en la entrepierna por su desfachatez y falta de profesionalismo.
Aprovechando
que estamos en el tema de las profecías, permítanme compartirles una más: si la
civilización humana decide continuar por este rumbo, no será necesario el impacto
del Planeta X o un súbito cambio en los polos magnéticos para acabar con la
vida en la Tierra. El final de nuestro planeta llegará en la forma de una enorme
avalancha de estupidez humana que terminará por sepultarlo todo.
[1] Nota para los religiosos: Al parecer dios olvidó entregarnos
este documento; nos hubiera ahorrado muchos problemas.